Publicado: 2 sep 2016 09:40 GMT | Última
actualización: 2 sep 2016 10:07 GMT
Entrevista de RT a José Luis Calvo, profesor titular
de teoría económica de la UNED, sobre la creciente impopularidad del TTIP.
Protesta contra el TTIP con motivo de la
participación del presidente estadounidense, Barack Obama y la canciller
alemana, Angela Merkel, en la ceremonia de apertura de la Feria de Hannover. 24
de abril de 2016 Kai PfaffenbachReuters
La creciente impopularidad del acuerdo del Tratado
de Libre Comercio e Inversiones - más conocido como TTIP, por sus siglas en inglés -, especialmente en países
clave dentro de la Unión
Europea (UE), como son Alemania y Francia,
complican la firma de un acuerdo que estaba prevista para finales de
2016.
En esta entrevista, el profesor titular de teoría
económica de la UNED, José Luis Calvo, analiza para RT las causas de este aumento de voces críticas con el
TTIP.
Tras las declaraciones de Francia y Alemania a
favor de suspender las negociaciones del TTIP, ¿podríamos hablar de
confrontación dentro de la Unión Europea?
JL.C.: Desde mi perspectiva, dentro de la Unión Europea
actual no hay confrontación. Es decir, el único gran defensor que había en la
UE del TTIP era el Reino Unido, y en estos momentos ya no es miembro de la
Unión, o por lo menos está en proceso de salida. Por ello, para
mí, las declaraciones de los alemanes y los franceses responden básicamente
a dos cuestiones.
Por un lado, a que van a celebrar
elecciones y tienen que dar respuesta a sus ciudadanos. Y el TTIP, por
ejemplo, en el caso de Francia, ataca directamente a la agricultura francesa, y
el sector agrícola francés es muy potente. Y por otro lado, es un toque de
atención al Reino Unido para decirle que sus negociaciones del Brexit van
a ser relativamente duras.
“El TTIP lo que hace es liberalizar el comercio
para permitir que las grandes corporaciones, sobre todo americanas, se instalen
en Europa”.
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
Con lo cual, yo creo que no hay un enfrentamiento
dentro de la UE, sino una posición bastante común, en el sentido de que es
verdad que teóricamente el TTIP sería una buena solución pero que en la
práctica tendría unos costes muy importantes que tanto Alemania como
Francia ya habían manifestado y que ahora ponen abiertamente sobre la mesa,
probablemente porque tienen las elecciones a la vuelta de la esquina.
El TTIP había recibido críticas desde diferentes
organizaciones y colectivos sociales, pero ahora se suma la oposición de dos
países clave dentro de la UE, como son Alemania y Francia, ¿se ha quedado la
Comisión Europea sola en la defensa de este tratado?
JL.C.: Desde el punto de vista teórico, el TTIP es
fantástico, ¿quién no quiere que haya una armonización de la legislación de tal
forma que, teóricamente, uno pudiera producir cualquier cosa en un pueblo
perdido de Galicia y venderlo en otro pueblo perdido de Wyoming? El
problema es que esto luego hay que trasladarlo a la realidad. Y la teoría y la
realidad tienen, a veces, muy poco que ver.
La cuestión aquí es liberalizar el comercio pero,
¿para quién? Porque, en definitiva, el TTIP lo que hace es liberalizar el
comercio para permitir que las grandes corporaciones, sobre todo
americanas, se instalen en Europa, y esto va en contra de los intereses de
los pequeños productores.
Desde mi perspectiva, la Comisión Europea tiene una
visión muy teórica de lo bueno que sería el TTIP, pero los gobiernos cuando
tienen que enfrentarse a los ciudadanos descubren que el tratado está muy bien
para las grandes corporaciones, pero no está nada bien para el ciudadano de a pie.
Por ejemplo, es verdad que posiblemente tendríamos
acceso a productos más baratos, pero ¿quién los va a comprar si se producen
fuera? Es decir, yo no creo que el TTIP vaya a generar empleo en Europa, más
bien todo lo contrario, lo va a destruir y de una manera muy
importante.
Y luego, por otro lado, hay dos factores
específicos del TTIP que, a la hora de la verdad, hacen el acuerdo bastante
peligroso. En el caso, por ejemplo, de España y el
tema de las denominaciones de origen. Los americanos no
quieren reconocer las denominaciones de origen que están ligadas a determinados
espacios físicos. Es decir, cuando uno ve vino de Rivera sabe que es de la
Rivera del Duero, y cuando ve vino de Rioja sabe que es de La Rioja. Lo mismo
sucede con los vinos franceses de la zona de Burdeos o con multitud de
productos alimentarios, como los quesos. Este tema los americanos no quieren
reconocerlo. De tal forma que, ahora mismo, por ejemplo, nos encontramos que
en Estados Unidos se comercializa vino chileno fabricado en California. Es
decir, que con el TTIP podrías tener jamón ibérico hecho en Iowa. Y claro,
desde el punto de vista del productor nacional y del mantenimiento de la
calidad, pues es evidentemente que choca mucho contra nuestros intereses.
Por otro lado, otro elemento que es muy importante
es el principio de precaución que funciona legislativamente en
Europa. Es decir, hay que probar que el producto es inocuo para que pueda tener
acceso al mercado. En Estados Unidos funciona justo el principio contrario; es
decir, tienes que probar que el producto genera malos resultados y es
perjudicial para la salud para poder retirarlo del mercado. Como consecuencia
de esto, evidentemente, surgen choques, ¿cuál de las dos legislaciones se va a
imponer? Y esta es la parte importante, porque si se impone la legislación
americana el problema es que cualquier individuo tendrá que luchar contra
una corporación. Aquí es todo lo contrario, aquí es la corporación la que tiene
que demostrar que su producto es inocuo.
Esta serie de cosas son las que realmente no se han
debatido. La Comisión trata de sacar un acuerdo hacia delante, que es un
acuerdo que teóricamente es muy válido, pero que a la hora de la verdad,
va en contra de los intereses de los europeos.
¿Qué crees que sucederá con el tratado?
¿Continuarán las negociaciones? ¿Habrá cesiones por parte de EEUU? ¿Se llegará
a firmar?
JL.C.: Desde luego, ahora mismo no se va a firmar. Es
decir, tanto Francia como Alemania van a paralizar el acuerdo porque en estos
momentos hay dos cosas que afectan mucho al TTIP.
“Mi sensación es que tanto los franceses como los
alemanes le están enseñando el colmillo al Reino Unido para las próximas
negociaciones del Brexit”.
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
Por un lado, tienen elecciones a la vuelta de la
esquina, y además hay movimientos populistas muy fuertes en los dos países,
como Marie Le Pen en Francia y los movimientos, digamos, más pangermanistas
en Alemania. En consecuencia los gobiernos no se van a arriesgar a firmar un
acuerdo en contra de los intereses de sus ciudadanos.
Y ya digo, en el caso de Francia, por ejemplo, el
acuerdo, que afecta muchísimo al sector agrícola, encontraría un caldo de
cultivo si se firmase fantástico para Marie Le Pen, para poder argumentar que
se está atacando a los intereses del campo francés. Cosa que, además, yo creo
que es cierto. En el caso de Alemania, la defensa que se hace es la de la
gran industria alemana que, en definitiva, se encontraría con una
competencia feroz por parte de las grandes corporaciones americanas. En
definitiva, ahora mismo el acuerdo va a quedar en "stand by".
Y por otro lado, hay otro punto que yo creo que
también es muy importante. Este es un acuerdo cuyo principal valedor dentro de
la UE era el Reino Unido, y ha abierto la puerta de salida de la UE con
el Brexit. Mi sensación es que tanto los franceses como los alemanes le
están enseñando el colmillo al Reino Unido para las próximas negociaciones del
Brexit. Le están diciendo: "no vamos a llegar a un acuerdo con los
americanos con el TTIP, tampoco te creas que las cosas van a ser tan fáciles
para ti".
Conversando con Attac, consideran que las
declaraciones de Alemania y Francia son una cortina de humo para que el Tratado
CETA - entre la UE y Canadá - pase desapercibido, ya que con el CETA las
empresas estadounidenses con sede en Canadá podrían beneficiarse del libre
comercio con la UE. Por tanto, da la sensación de que tendremos TTIP sí o sí.
¿Cuál es tu valoración?
JL.C.: El CETA y el TTIP son dos acuerdos muy parecidos.
La cuestión es que al TTIP se le ha dado mucha relevancia pública, sobre todo
en Europa. En España, como vimos ayer en el debate de investidura, casi ni se
menciona. Solamente lo mencionaron Rivera y Podemos, y también muy de pasada en
ambos casos. Sin embargo, el CETA ni siquiera es un acuerdo que se conozca
entre los ciudadanos, por lo que se puede firmar sin ningún tipo de
problema.
Es evidente que las multinacionales americanas
podrían entrar a través de Canadá vía
el acuerdo del CETA. Lo que pasa es que esto obligaría a las multinacionales
americanas a instalarse físicamente en Canadá, algo que pueden hacer o no,
porque hay que tener en cuenta que los temas impositivos son muy diferentes. Es
decir, a pesar de que tienen un acuerdo de libre comercio entre ellos, la
situación no es exactamente la misma que firmar el acuerdo directamente con la
UE.
“Tanto el CETA como el TTIP demuestran que los
gobiernos europeos y la Comisión están más en apoyo de las grandes
corporaciones que de sus ciudadanos”.
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
José Luis Calvo, profesor titular de teoría económica de la UNED
Pero, desde luego, firmar el CETA y firmar el TTIP
es prácticamente lo mismo. Lo único es que retrasan un poco las cosas y obliga
a darle más vueltas. Desde mi perspectiva, deberían paralizarse los dos. Pero
la cuestión es si realmente lo que están haciendo tanto Alemania como Francia
no es algo de cara a la galería. Es decir, como el TTIP tiene mucha visibilidad
y ahora tienen elecciones optan por paralizar el TTIP, y como el CETA
tiene poca visibilidad pues firman el CETA.
La gran decisión que se tiene que tomar es para
quién se está construyendo la UE, si para las grandes corporaciones o para los
ciudadanos europeos. Yo creo que tanto el CETA como el TTIP demuestran que los
gobiernos europeos y la Comisión están más en apoyo de las grandes
corporaciones que de sus ciudadanos.
Finalmente, la Comisión Europea cedió y el CETA
tendrá que pasar por todos los parlamentos nacionales para su aprobación final.
Si no hubiese sido así, ¿hubiese sido una perdida de soberanía de los Estados
frente a la Comisión?
JL.C.: Aquí es que entramos en un tema más
de juristas. Me refiero al tema de quién realmente tiene que tener la soberanía
sobre la Unión Europea. Es decir, si tiene que ser la Comisión y el Parlamento
Europeo o tenemos que seguir teniendo un modelo confederal, que en definitiva,
es un poco lo que tenemos en la actualidad, donde los parlamentos nacionales y los
gobiernos nacionales siguen teniendo cierto poder.
Es obvio que no se puede ir hacia un modelo en el
que las decisiones las tome la Comisión cuando nadie elige a la Comisión; es decir,
cuando los ciudadanos no eligen a la Comisión y el Parlamento Europeo no
elige a su gobierno, que es la Comisión Europea, sino que la eligen los
gobiernos de los diferentes países.
Es un problema, básicamente, yo creo que de
democracia. La Comisión en estos momentos es un ente teóricamente técnico que,
sin embargo, toma decisiones políticas, pero que no responde políticamente ante
nadie, solo ante el Parlamento Europeo pero de una manera un poco "ad
hoc". No responde como un gobierno ante un parlamento. Mientras no
tengamos una UE en la que tengamos realmente un sistema federal, y no uno
confederal, pues lógicamente la Comisión no debe tomar estas medidas, no debe
tomar estas decisiones, y hay que mandarlas a los parlamentos europeos.
Si en algún momento avanzamos y convertimos el
Parlamento Europeo en algo, digamos, similar a lo que sería el Congreso de los
Diputados español, pues entonces no habría ningún problema en que se aprobasen
este tipo de decisiones, ya que la Comisión sería un gobierno formado a partir
de ese parlamento. Pero tal y como está definida hoy la Comisión, y tal y como
está definido el Parlamento europeo, lo lógico es que todos estos acuerdos que
afectan a todos los países tengan que ser aprobados por sus diferentes
parlamentos.
María Jesús Vigo Pastur
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