19/04/2019
La reciente reunión del FMI y el Banco Mundial en
Washington ha puesto de manifiesto una vez más que la economía mundial se está
desacelerando y la perspectiva de una recesión es mucho más
probable. Los
economistas del FMI redujeron su pronóstico para el crecimiento mundial al
nivel más bajo desde la crisis financiera mundial de 2009 en medio de
un panorama más sombrío en la mayoría de las principales economías avanzadas y
señales de que los aranceles más altos están perjudicando al comercio: “una
desaceleración del crecimiento y una recuperación precaria”, según el
FMI.
El FMI estima que la economía mundial crecerá un
3,3% este año, por debajo del 3,5% que había pronosticado para 2019 en
enero. Es la tercera vez que el FMI ha rebajado su previsión en seis
meses. La nueva economista jefe del FMI, Gita Gopinath cree que la
economía mundial ha entrado en “un
momento delicado” . Y ha ofrecido un perspicaz
pronóstico: “Si los riesgos de una desaceleración no se materializan y
la política de apoyo puesta en marcha es eficaz, el crecimiento global debería
recuperarse. Sin embargo, si cualquiera de los principales riesgos se
materializa, entonces las esperadas recuperaciones de las economías estresadas,
de las economías dependientes de las exportaciones y de las economías altamente
endeudadas pueden descarrilar”. Así que, por un lado o por el otro ....
Junto a la perspectiva del FMI, la Brookings
Institution, privada, hizo público también su análisis sobre la situación de la
economía mundial, concluyendo de su índice de
seguimiento de la actividad económica que el mundo ha entrado en
una “desaceleración sincronizada” que puede ser difícil
revertir. El índice de seguimiento Brookings-FT para la recuperación
económica mundial (Tigre) comparan indicadores de la actividad real, de los
mercados financieros y de la confianza de los inversores con sus promedios
históricos para la economía global y para países concretos. Los
principales índices han retrocedido significativamente desde finales del año
pasado y están en sus niveles más bajos, tanto para las economías emergentes
como para las avanzadas desde 2016, el año de rendimiento económico mundial más
débil desde la crisis financiera.
Brookings no cree que sea inminente una recesión,
pero “todos los sectores de la economía mundial estaban perdiendo
impulso”. Si bien no estamos en una recesión global aún, es
evidente a partir de los últimos datos de las principales economías que aún
estamos en la Larga Depresión, como he
definido este período desde el año 2009. Frances Coppola, la
economista heterodoxa, también ha escrito que el capitalismo está bloqueado en
una larga depresión y hace
una serie de puntualizaciones similares a las mías sobre sus
consecuencias. Pero en cuanto a las causas, Coppola, como otros
keynesianos, se aferra a la
idea de un 'estancamiento secular',a saber, que la depresión se debe
a una falta crónica ”de demanda ''. Los lectores habituales de mis
artículos saben que no considero que esta sea una explicación adecuada de las
crisis y depresiones. En una economía con fines de lucro, es la
rentabilidad del capital lo que importa.
Y el nuevo Informe
de Estabilidad Global del FMI ofrece más apoyo a mi interpretación
causal de la larga depresión. Confirmando lo que he
demostrado empíricamente antes, el FMI considera que la rentabilidad
empresarial (medida por las ganancias corporativas en relación con el balance
de activos) en las principales economías no ha recuperado los niveles de
2008. De hecho, la rentabilidad del capital está muy por debajo de los
niveles de finales de 1990.
Esta larga depresión tiene características
similares a la depresión de finales del siglo XIX y la Gran Depresión de
la década de 1930. La primera fue superada por una serie de crisis, que
finalmente hicieron aumentar la rentabilidad y la segunda mediante una guerra
mundial. Creo que la actual depresión tendrá una evolución más parecida a
la del siglo XIX.
La baja rentabilidad explica sobre todo por qué la
inversión empresarial ha sido tan débil desde 2009. Los beneficios obtenidos
han sido destinados a la especulación financiera: para fusiones y
adquisiciones, la recompra de acciones y el pago de dividendos. También ha
habido acumulación de dinero en efectivo. Todo ello porque la rentabilidad
de la inversión productiva sigue siendo históricamente baja.
Como lo resume Gillian
Tett en el FT: “el FMI calcula que las empresas estadounidenses
pagaron dividendos a los accionistas y recompras de acciones que suponían el
0,9 por ciento de los activos el año pasado, el doble del nivel de 2010. No es
de extrañar que los mercados de acciones se hayan disparado (dejando de lado
las oscilaciones de finales del año pasado). Las empresas también han
utilizado este arsenal para aumentar significativamente las fusiones y
adquisiciones: este tipo de acuerdos absorbieron flujos de efectivo
equivalentes al 0,4 por ciento de los activos en 2019, en comparación con prácticamente
cero en 2011. Sin embargo, el volumen de flujo en efectivo gastado como
inversión de capital, por el contrario, se mantiene plano desde 2012,
situándose en torno al 0,7 por ciento de todos los activos - menos que el flujo
de efectivo destinado al pago de dividendos a los accionistas”. O,
como señala el informe del FMI:“Las fuertes ganancias en los Estados Unidos
fueron utilizadas para pago de dividendos y el aumento de riesgos financieros”. Pero
no, parece, para aumentar la inversión.
El otro factor clave en la larga depresión ha sido
el aumento de la deuda, especialmente de la deuda empresarial. Ante la
baja rentabilidad, las empresas han acumulado más deuda para financiar
proyectos o especular. Las grandes empresas como Apple o Microsoft pueden
hacerlo porque tienen reservas de efectivo en las que apoyarse si algo va
mal; las empresas más pequeñas sólo pueden aguantar esta espiral de la
deuda porque las tasas de interés se mantienen en mínimos históricos y, por lo
tanto, el servicio de la deuda sigue siendo viable - siempre y cuando no haya
una disminución de las ventas y ganancias.
De nuevo, el Informe sobre la Estabilidad Global
del FMI resume la situación. “En la mayoría de las economías avanzadas,
la capacidad de servicio de la deuda en el sector empresarial mejoró durante la
reciente recuperación cíclica. Los balances parecen lo suficientemente
fuerte como para sostener una desaceleración económica moderada o un
endurecimiento gradual de las condiciones financieras. Sin embargo, los
niveles de deuda en general y la toma de riesgos financieros han aumentado, y
la solvencia de los prestatarios se ha deteriorado en relación con la
calificación de los bonos como inversión y los mercados de préstamos
apalancados. Una desaceleración significativa o un endurecimiento
importante de las condiciones financieras podría llevar a una revisión
importante de los precios de los riesgos de crédito y hacer más difícil
el servicio de la deuda de las empresas endeudadas. En la medida en
que las condiciones monetarias y financieras sigan siendo favorables, es
probable que la deuda continúe aumentando a mediano plazo, en ausencia de medidas
de política económica, aumentando el riesgo de un ajuste más duro en el
futuro”.
Cada crisis tiene un disparador diferente o causa
próxima. La recesión internacional de 1974-5 fue provocada por un fuerte
aumento de los precios del petróleo y el abandono de los EE.UU. del patrón
dólar-oro. La crisis de 1980-1982 fue provocada por una burbuja
inmobiliaria en Europa y una crisis industrial en las principales
economías. La recesión de 1990-2 fue provocada por los precios del
petróleo y la guerra de Irak. La leve recesión de 2001 fue el resultado de
la explosión de la burbuja dot.com. Y la Gran Recesión se inició con el
colapso de la burbuja inmobiliaria en los EE.UU. y la consiguiente restricción
del crédito provocada por la diversificación internacional de los derivados de
crédito. Pero detrás de cada una de estas crisis se encuentra el
movimiento a la baja en la rentabilidad del capital productivo y, finalmente,
una desaceleración o disminución de la masa de ganancias. (El
nexo de inversión y lucro).
Esta
vez creo que el detonante será la deuda empresarial, ya que las
empresas consiguen acumular un exceso de créditos baratos y cuando los
beneficios caen y el coste de los interés sube, se convierten en insolvente.
El economista
marxista Eric Toussaint, del CADTM, está de acuerdo. “Esta montaña
de deuda corporativa privada será un elemento primordial de la próxima crisis
financiera”. Y subraya que “a medida que las tasas de interés suben, el
valor de la deuda corporativa cae. Cuanto mayor es la proporción de la
deuda corporativa devaluada en relación con los activos de una empresa, mayor
será su impacto negativo en el balance de la empresa. El valor del capital
corporativo cae también y puede llegar un punto en que ya no cubre sus
obligaciones. En 2016 Apple informó a las autoridades de EE UU que en el
caso de un aumento del 1% en las tasas de interés, perdería $ 4.900
millones. Por supuesto, al igual que otras compañías, Apple pidió créditos
para financiar sus compras de deuda. En 2017 Apple ya se ha endeudado por
valor de $ 28 mil millones, situando el total de su deuda en $ 75 mil
millones. Esto, por efecto dominó, podría producir una crisis de una
dimensión similar a la de la crisis financiera de Estados Unidos en el período
2007-2008“.
Como ha dicho la economista jefe del FMI: el
capitalismo está en un momento delicado.
es un
reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City
londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
https://thenextrecession.wordpress.com/2019/04/14/a-delicate-moment/
Traducción:
G. Buster
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