Grimaldo Antonio Rengifo
Balarezo
Lima, 18/11/2009
El mismo politicastro que
dirige nuestra nación que fue permisivo con los inversionistas chilenos en
sectores estratégicos de la economía nacional, ahora se proclama defensor de la
seguridad nacional con frases altisonantes y desatinadas por el espionaje de un
simple suboficial de la
Fuerza Aérea Peruana.
Si el presidente fuera
inocente, se diría, en el mejor de los casos, que cuela el mosquito y se traga
el camello como reza la parábola evangélica. Pero sabemos que no es así. Está presionado por los conflictos sociales
internos y por los repudiables casos de corrupción en las altas esferas del
gobierno. En esta coyuntura resulta
sintomático el destape del espionaje.
Por lo demás, toda fuerza
armada de cualquier país tiene un servicio de inteligencia interno y externo. Tal es así que el país que tiene como
presidente a un premio Nobel de la paz; mantiene a la Central de Inteligencia
Americana (CIA) con espías por todo el orbe para salvaguardar a las empresas
trasnacionales y desactivar los movimientos de liberación nacional. (Al
respecto ver el libro de reciente aparición La
Historia de la CIA de Tim Weiner).
Como buen politicastro
pretende en estos momentos mover fácilmente los sentimientos chauvinistas para
cerrar filas en torno a su persona y lograr el respaldo de las fuerzas armadas
mediante un aumento del presupuesto destinados al pliego de Defensa. Cuando lo
que más necesita nuestras fuerzas armadas son honradez para superar el oprobio
de la época del presidente Alberto Fujimori y su secuela actual. Porque militar que roba al erario nacional es
un traidor a la patria, no es cualquier tipo de ladronzuelo. Por algo la fuerza armada es una de las instituciones
tutelares de la patria y la columna vertebral del Estado; su función no es
reprimir las protestas sociales y, mucho menos, violar los derechos humanos.
Es hora de recordar la
conducta de la justicia chilena que permitió la extradición del Ing. Alberto Fujimori
y su condena en los tribunales peruanos.
El asunto del espionaje
debe arreglarse con mesura sin la pirotecnia verbal de la que hace alarde el
politicastro que nos gobierna. El
politicastro está reiterando los señuelos que lanza cada cierto tiempo para desviar
las protestas populares y confundir a la opinión nacional.
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