Estimados
amigos:
Este
escrito se hace con un adelanto a la presentación del señor Del Solar al
congreso de la república, para exponer su programa de gobierno en vista de
haber asumido tan importante cargo de presidente del consejo de ministros.
Las
consecuencias de esta presentación ha merecido una pobre aprobación del parlamento,
porque se nota que ante la opinión pública, la ciudadanía esta vez no se
respira un ambiente de optimismo.
El
gobierno de Martín Vizcarra ya no es popular porque no llega a la solución de
temas como la reconstrucción, carece de planes de contingencias; asimismo, se
estima que ha frenado sus planes de reformas a organización de la estructura
del Estado.
Resulta
esto último una incógnita y que exista una ratificación firme sobre las
reformas públicas, no olvidemos que en el Perú todo lo que intente cambios,
al poco tiempo surja un aborto de lo avanzado, los intereses de los grupos de
poder se resisten a que la república sea tal; es decir soberana y progresista.
Igualmente,
se debe precisar que no tenemos cuadros para procesar cambios y sus presidentes
se disoluciones y dejen de lado sus decisiones.
Atentamente,
Fernando
Arce Meza
Desde
1990 el poder ejecutivo presidido por Alberto Fujimori asumió que la política
económica sería neoliberal, los gobiernos siguientes continuaron dicha política
económica, es así que Alejandro Toledo como candidato a la presidencia se
permitía pedir a Fujimori todopoderoso que lo dejara construir el segundo piso
del edificio que había comenzado a levantar.
Es decir,
el candidato que más opción, para suceder a Fujimori estaba en disposición de
llevar acabo acciones y obras semejantes en el marco de la política económica
de los tres gobiernos fujimoristas, y podemos preguntar si el siguiente a
Toledo, García Pérez se diferenció de éste y si Humala, a pesar de de tener un
plan propio y distinto que representaba un nueva línea directriz como candidato
el 2011, luego de ganador continuaría haciendo lo que marcaban los neoliberales
de COFIDE.
El
triunfante PPK en el 2016, haría lo mismo que Humala, entonces respondiendo a
la pregunta inicial ¿cuáles serían las diferencias entre uno y otro o de los
cuatro gobiernos? Ante la opinión ciudadana y de los entendidos en los temas
económicos existe un convencimiento que el gobierno de Toledo en materia
económica no fue diferente que el de García Pérez, y que PPK obedeció al piloto
automático que instaló Fujimori y que los tres gobiernos siguientes mantuvieron
el ritmo que seguía el piloto. Todo ha sido igual.
Es decir,
estos gobiernos desde 1990 al 2018 cumplieron con requisitos de que la economía
peruana se maneja a través del piloto económico, en consecuencia, sus ministros
de economía y todo el armazón teórico y práctico en el accionar de la gestión
era semejante, siendo así que el crecimiento económico habría de responder a
las políticas extractivista sustentadas en las exportaciones primarias de sus
productos, en especialmente minera.
Que la
gestión económica y su crecimiento tuvo las mismas cualidades en uso mayor de
ingresos como para las inversiones y gastos con fines parecidos que, los cuales
no han sido favorables, para la atención de los servicios públicos esenciales,
ni las inversiones significaran un aprovechamiento en el mediano plazo, además
de que dichas inversiones y gastos estuvieron teñidas de evidentes signos de corrupción.
El
significado de haber tenido éxito en la política exportadora fue gracias a los
precios elevados del mercado internacional, donde los Estados del primer mundo
en particular de China, adquirieron los productos mineros: cobre y plata; sin
embargo, la década del 2003 hasta el 2013 y los años siguientes los precios de
los productos de exportación no tuvieron el record en el crecimiento de la
economía; sin embargo, los apreciables ingresos no fueron empleados
debidamente, solo fue una ilusión de la “prosperidad falaz”.
Sin
precios iguales a los de la década mencionada no se cumplen ni siquiera los
sueños de prosperidad; en este último quinquenio de gobierno nuestra economía
estirando cifras aún no alcanza el 4% anual frente al crecimiento de la década antes
mencionada que en promedio pasó largamente entre el 7% y con años de 9%;
significa que el Perú solamente crece económicamente cuando los precios de sus
productos en el mercado internacional se elevan, y son contrarios cuando las
compras de nuestros productos del exterior son tenues o muy reducidos.
Ello
exhibe y demuestra que la economía peruana sólo espera las mejoras en el
volumen y precios del exterior, resulta su único patrón notable para crecer,
mientras no ocurre lo dicho seguiremos siendo un país débil y vulnerable. Lo
que nos lleva a reflexionar que necesitamos de nuevas políticas que deben estar
vinculados a una estrategia que haga posible el funcionamiento de la variable
del desarrollo, el mismo que representa una versión diferente a la política
económica neoliberal, esta política de desarrollo no solo es el orden
económico, sino en los todos los campos de la vida del país tanto en lo
político/cultural, como en lo social.
El Perú
sus políticas tiene que obedecer al aceleramiento del crecimiento económico.
Esto no significa prejuicios que lo económico es primero, hay que estar
convencidos que lo político, lo cultural y lo social forman niveles compartidos
con el factor económico, para denotar la visión del desarrollo.
Empero,
el poder ejecutivo actual que preside Martín Vizcarra, no lo hemos mencionado
hasta el momento ¿será por qué es diferente? Adelantamos para unos es igual o
para otros es peor que los cuatro anteriores, como también hay quienes dicen
que intenta cambiar, considerando que el especto de las reformas lo haría
diferente.
Antes de
extender el comentario, cabe precisar que el gobierno presidido por Vizcarra no
es nuevo, forma parte de un gobierno que ganó las elecciones del 2016, y
continua, considerando que la renuncia del primer titular obliga al siguiente a
reemplazarlo, ello conlleva a observar que Martín Vizcarra no está obligado
necesariamente a seguir el plan de gobierno del movimiento que le ha
correspondido ejercer en el período del gobierno 2016/2021, más aun cuando el anterior
fue un gobierno sin méritos, hizo agua y PPK tuvo que renunciar.
Es decir,
Martín Vizcarra estaba obligado a cambiar de rumbo, porque si no correría la
misma suerte que PPK; es así que Vizcarra inicialmente para terminar lo que
falta del período –más de tres años-, dándose el tiempo suficiente propone
reformas. Sin desviarse de lo que la constitución dispone, el nuevo presidente
a los cuatro meses lleva acabo un giro en favor de cambios, respondía a
la situación de corrupción generalizada, puso un alto, a fin de expulsar de la
administración del Estado a los miembros del Consejo Nacional de la
Magistratura, dado que éstos manejaban turbiamente dicho consejo.
De
inmediato se dirigió al Congreso enviando proyectos que exhibían renovación
total del CNMJ y de sus miembros por la forma en que se venían desarrollando.
Asimismo, se incluyó otras reformas, en especial del poder legislativo. Los
proyectos si bien requerían de aprobación del congreso de la república, tenían
que ser sometidos a referéndum.
Los
políticos tradicionales en particular del fujimorismo y aprismo fueron los
opositores a estas reformas; sin embargo, la tenacidad del presidente hizo
posible cumplir con la decisión del poder ejecutivo. Por la persistencia del
presidente estaríamos ante un gobierno diferente a los que comenzaron en 1990
al 2018, significaba que este nuevo gobierno era de renovación, intentaba
iniciar un proceso de reformas a nivel de la organización del Estado,
lógicamente comenzaba por los poderes públicos.
Las
propuestas de reformas trajo más crisis, producto de ella la oposición que no
midió los alcances de su poder, paradójicamente casi termina desapareciendo,
FP, lo que puso en evidencia que la crisis no quedaba sólo en un partido que no
tenía los requisitos de ser democrático y tolerante, sino que los partidos en
el congreso no estaban constituidos ni preparados para un Estado de derecho,
practicar la democracia y capacidad para gobernar.
Esta
evidencia será la madre de todas las crisis políticas que viene pasando el Perú
en sus 200 años de vida independiente. Hay que enfrentar lo que representa para
el Perú pasar por tamaña experiencia, esto conduce a preguntar ¿si el gobierno
de Vizcarra tenía los instrumentos y operadores para impulsar los cambios? ¿Con
algo mayor, la decisión como para reformar integralmente la estructura
organizativa del Estado?
Se hace
difícil dar respuestas en el sentido de cómo encarar los procesos de reformas.
Sabemos que el Perú se fortalece creando institucionalidad, tomando en cuenta a
los tres poderes del Estado. En muchos artículos se ha dicho que no estamos en
condiciones de cambiar, a pesar de que este hecho se hace imprescindible.
Las contradicciones han hecho que el presidente Vizcarra haya frenado la
continuidad de las reformas públicas; sin embargo, su intento inicial fue
provechoso para el país; empero, no podemos olvidar los poderosos intereses
políticos y económicos, ellos no quieren y se resisten a los cambios en la
organización del Estado.
Si bien
lo cambios harían diferente al gobierno de Vizcarra, con relación a los otros,
el presidente no puede solamente dedicarse a las reformas, la república no está
en condiciones de avocarse a establecer un nuevo orden, partiendo del paradigma
que el Estado debe estar al servicio de todos los peruanos.
No
olvidemos lo que se ha dicho, las reformas no son solitarias, ni parciales, una
reforma tiene que acarrear otra reforma, éste es un proceso integral, y en esas
condiciones no marcha el país, ni se resuelven los problemas; además, no
puede haber mejoras organizativas porque los cuerpos de técnicos no están
preparados. Sin embargo, los peruanos no pueden esperar, reclaman terminar
con las deficiencias del diario vivir: reconstrucción, nuevas escuelas,
agua y desagüe y en general dotar de instrumentos financieros para atender
gastos.
¿Habrá
caminos para acometer a la problemática de una república que nació con
carencias y sin una visión de ser república soberana? éste es un lastre que
muchas veces impide tomar decisiones firmes y coherentes que tengan como
objetivo cambiar. En estos momentos parece que el presidente Vizcarra no quiere
jugársela, le falta y/o no busca acompañantes para decidir una gestión
distinta, es posible que tampoco tenga una estrategia de gobernar en dos
bandas: la primera, dedicada a la acción pública normal y diaria;
y una segunda, con un equipo político y de expertos que se
aboque a las reformas.
El
ejecutivo de Vizcarra no se consolida cómo para encontrar los caminos que
lleven al Perú a cambiar su sociedad y de sus efectos en la economía. Sin
resolver, ni decidirse terminamos reclamando, y seguiremos ¿haciendo más de lo
mismo? y sin preguntar ya estamos inmersos en más de lo mismo.
Surco,
5 de Abril de 2019
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