El escrito
que sigue busca reflexión y valorar en su exacta dimensión del actuar de un
peruano que tuvo responsabilidades de haber sido elegido dos veces presidentes
de una república incompleta -sin institucionalidad, ni líderes-, donde sólo
cabe los mandatos de los caudillos y sus disposiciones se hacen ley.
Se dice
en defensa de Alberto Fujimori que no se enteraba de lo que hacia Montesinos,
con García Pérez antes de su fatal decisión, habría de ocurrir lo mismo, en que
tampoco sabía de las andadas de sus amigos Luís Nava y Miguel Atala.
Éste de
no darse por enterados, coloca a los ex presidentes en ¿ingenuos? La respuesta
es todo lo contrario, García y Fujimori sabían perfectamente y al detalle como
actuaban sus colaboradores inmediatos, sean asesores, secretarios y ministros.
Los ex
presidentes tanto Fujimori, como García para muchos lo distingue una
inteligencia mayor, acompañada de rasgos de astucia y audacia, razones que
muestran según cada caso sus actitudes de altivez y autoritarismo que los
convierten en ser dueños de la situación y dominio de los temas; sin embargo,
ambos siempre afirmaron hasta el cansancio que son inocentes de cualquier
acusación, y cuando alguien los invita a opinar de sus allegados más próximos,
cambian de tema.
Recordemos
que en la última entrevista cuando a García Pérez se le preguntó sobre Luís
Nava y su seudónimo el “Chalan”, García dijo que el Perú es cuna de los
caballos de paso; es decir, ¿no tenía nada que comentar?, y menos sobre los
cuatro millones y medio de dólares que Odebrecht le había transferido a su ex
secretario general.
No
podemos dejar de pensar que García Pérez no tenía una coartada, a lo más
consideró que los peruanos son tan escasos como para no darse cuenta que él
rehuía al no hablar en extenso de los billetes que Odebrecht le hizo llegar, al
depositar el dinero en las cuentas del amigo de ambos: Miguel Atala.
Estamos
seguros que Alan García no estaba dispuesto a explicar sobre los miles de
dólares que contaba Luís Nava de manera ilícita. No conversar sobre el tema
habría de ser un anuncio de lo que vendría después, a manera de respuesta en
que antes de auto eliminarse, contestó a través del mensaje escrito: “La
Razón de mi Acto”.
La
disposición emitida de los fiscales y jueces que, ordenaban su prisión preliminar
lo tendría sin cuidado, porque ya en su mente estaba organizada la idea, de
cómo haría frente antes de ser detenido.
En una
palabra, preparaba su suicidio, por ello anotamos que la presencia del fiscal
con la orden de detención no le sorprendería, en el último video se muestra que
García Pérez se había preparado y tenía planeado su autoeliminación.
Esto se
corrobora en su escrito: “La Razón de mi Acto”, cuando al tomar la decisión
consideró que “por muchos años me sitúe sobre los insultos, me defendí y el
homenaje de mis enemigos fue argumentar que Alan Garcia era suficientemente
inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias”, partiendo
de la idea central y que como tal será repetitiva de que “jamás
encontraran nada y los derroté nuevamente porque nunca encontraron más que
especulaciones y frustraciones”.
Concluimos
manifestando que Alan García Pérez tenía una especial forma de encarar sus
problemas, por estar siempre listo a dar respuestas a todo aquel que
aparecía, según él lo habrían de contrariar e intentaban ponerlo en
ridículo o que razonablemente le hacían notar sus errores y de cómo podía
corregir su proceder. Esto último en García Pérez era un imposible, porque su
súper ego fue no sólo demoledor, sino que era parte sustancial de su
personalidad, por eso reaccionaba y actuaba de esa manera.
Con esos
antecedentes García se sentía predestinado y que solamente él tenía una misión
especial en la vida política del Perú, cualquier discordia para cumplir su
“misión sagrada” lo hacia sentirse perseguido, espiado y que era investigado,
recordemos lo que ocurrió con el equipo de resguardo policial cercano a su
domicilio, de cómo armó un mayúsculo escándalo de creer que se grababan sus
conversaciones al interior de su casa, violando su intimidad y más su papel que
desempeñaba. Aparece como víctima y moviliza a dirigentes, abogados y
seguidores partidarios.
Comportamientos
que nos conducen a lo que se ha dicho, el ser un recordado actor en los
escenarios políticos, y que, a la vez conllevaba a ser espectacular. Esa
espectacularidad se hacia más notoria por la dimensión de su estructura
corporal.
Ahora, su
accionar y reaccionar no era de los peruanos comunes y corrientes, García Pérez
exhibía sus dotes de inteligencia mayor, bajo rasgos que no me atrevo a
calificar en su perfil psicológico. Lo que sí cabe decir es que mostraba una
sobre dimensión en su actuar, porque hasta en su auto eliminación se tiñe de un
conmovedor final, cuyo desenlace termina en el suicidio acompañado de su
patético mensaje donde explica su fatal decisión.
Surco, 23
de Abril del 2019
Fernando Arce Meza
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