Bajo la alianza de multimillonarios y partidos de extremo centro
28/03/2019
| Miguel Urbán
Los “impuestos son para la gente normal”, declaraba
con orgullo Leona Roberts durante el juicio en el que ella y su marido Harry
Helmsley, el también multimillonario empresario hotelero e inmobiliario, eran
juzgados por evasión fiscal en 1988. La alergia al fisco de las clases
pudientes es tan vieja como la historia del capitalismo. Pero en las últimas
décadas el desarrollo de la ingeniería fiscal, los recovecos legales en un
mundo globalizado con déficits de gobernanza y la multiplicación de guaridas
fiscales han facilitado la tarea a quienes se enriquecen doblemente: con la
expropiación de recursos y trabajo ajeno primero, y posteriormente evitando
contribuir a la hacienda pública con una parte de sus descomunales ganancias.
Cada día más los Estados del Bienestar occidentales
se sustentan sobre los impuestos de esa “gente normal”: trabajadores, pymes y
pequeños empresarios que sostienen unos servicios públicos a los que no
contribuyen las grandes riquezas. Por si las rebajas fiscales para las grandes
fortunas no fuesen ya suficientes, año tras año conocemos nuevos casos de
multimillonarios que esconden sus rentas y riquezas en lugares de no derecho
lejos de las obligaciones tributarias de sus países de residencia o actividad.
Demasiadas veces llamamos “paraísos fiscales” a
estos lugares, cuando solo ofrecen condiciones paradisíacas para esa minoría
peligrosa que hace uso de unos beneficios tan inaccesibles como perjudiciales
para las mayorías sociales para quienes esas guaridas son verdaderas “cloacas
fiscales”. Agujeros negros que tragan equidad y democracia. Porque allí no rige
derecho alguno que no sea la cruda lex mercatoria, exonerando del pago
de impuestos a quienes más tienen. Un proceso que no solo aumenta las brechas
entre el 1% más privilegiado y el resto de la población mundial, sino que además
agudiza la crisis fiscal estructural de unos Estados donde quienes más ganan
menos aportan a la caja común, debiendo por lo tanto aplicar medidas
austeritarias que, de nuevo, sufren quienes menos tienen y contribuyen casi en
solitario.
El círculo vicioso de la evasión fiscal empieza en
guaridas como Panamá, Andorra o Suiza, pero, como buen círculo, no se sabe
dónde termina. De hecho, poco sabemos del volumen real de dinero acumulado en
estos lugares. Economistas como Gabriel Zucman estiman que hay cerca de 7,6
trillones de dólares procedentes de fortunas personales ocultos en estas
guaridas fiscales. Una cifra que no para de aumentar. Y lo poco que sabemos es
gracias a filtraciones realizadas por trabajadores bancarios o periodistas. Una
labor peligrosa que en los últimos años les ha costado la vida a personas como
Daphne Caruana o Jan Kuciak.
Su labor no solo es fundamental de cara a mejorar
la información de la opinión sobre estos lugares opacos que, como nos contaba
el Premio Nobel Joseph Stiglitz hace poco en Bruselas, forma parte de la
“economía global en la sombra”, sino que también ha sido determinante para
obligar a las instituciones europeas a dejar de mirar para otro lado y
reconocer un problema que no solo es global, sino que está muy instalado en la
propia UE. Primero porque, a pesar de los intentos de de la Comisión de
escurrir el bulto, hay Estados Miembro que funcionan como guaridas fiscales
(Irlanda, Holanda, Luxemburgo, entre otros) y muchos otros países terceros que
lo son a todas luces sin por ello dejar de mantener relaciones privilegiadas
con la UE. Segundo, porque la propia arquitectura económica de la UE promueve,
en un marco de libertad de movimiento de capitales y sin armonización fiscal,
regímenes fiscales dispares en su seno, propiciando una devaluación fiscal
permanente. Además, existen en la UE estructuras offshore y un entramado
regulatorio cuyos desniveles, permisividades y estímulos en la sombra potencian
la evasión y elusión que de facto beneficia sólo a los grandes capitales,
rentistas y familias más ricas, en perjuicio de las mayorías populares.
Estas son de hecho algunas de las conclusiones del
informe sobre Delitos Financieros y Evasión y Elusión Fiscales aprobado este
martes en el pleno de Estrasburgo y que ponía broche a más de un año de trabajo
en la comisión homónima del Parlamento Europeo (conocida como TAX3). Una
comisión de investigación surgida tras el escándalo de la filtración de los
Papeles del Paraíso, anteriormente precedida por otra similar (PANA) derivada de
los igualmente escandalosos Papeles de Panamá. En ambos casos, como en tantos
otros similares, se reveló una trama generalizada liderada por empresas
multinacionales para evitar el pago de impuestos maximizando sus beneficios a
costa de nuestros derechos. Un número creciente de multinacionales registran
sus algoritmos, marcas y logos en guaridas fiscales para ‘exportar’ los
beneficios desde los países donde realmente se han generado hacia estas cloacas
fiscales.
Y en el Estado español no somos ajenos a esta
lacra. De hecho, un reciente informe de Oxfam concluyó que todas las empresas
del Ibex35 salvo una (Aena) “tienen en estos momentos presencia en territorios
considerados como paraísos fiscales sin estar en principio directamente
vinculada a la práctica principal de su negocio”. Se estima, aunque de nuevo es
difícil conocer la cifra exacta y seguramente esté infravalorada, que cada año
en la UE se deja de ingresar un billón de euros en impuestos por culpa de estas
prácticas de evasión y elusión fiscales. Todo esto durante unos años en los que
hemos oído continuamente aquello de que “todas y todos debíamos apretarnos el
cinturón para salir de la crisis”. Unos recortes en derechos sociales y una
privatización de servicios públicos que sufren quienes no usan esas guaridas
fiscales. El crimen perfecto de esa “nueva aristocracia global” que se
considera con el derecho y de hecho goza del privilegio de estar exenta de
pagar impuestos.
Aunque insuficiente, el informe que aprobamos el
pasado martes y del que he sido ponente alternativo desde nuestro grupo de la
Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL) es un paso importante en la lucha contra
el lavado de dinero y la evasión y elusión fiscal. Cabría destacar entre los
principales avances los siguientes:
· Señala las asimetrías económicas existentes y
crecientes dentro de la UE, la libre circulación de capitales sin mecanismos
correctores y las políticas fiscales regresivas como factores de la evasión
fiscal. Reconociendo que la legislación de la UE en ocasiones protege a las
empresas pantalla frente a los estados
· Se señala el incumplimiento de los acuerdos
internacionales por parte de Suiza
· Identifica a intermediarios tales como la gran
banca privada como posibilitadores y facilitadores de la evasión fiscal.
· Denuncia el marco de impunidad que generan las
recurrentes amnistías fiscales impulsadas por los Estados Miembro.
· Destaca por primera vez los impactos específicos
de la evasión fiscal sobre las mujeres, el mundo del trabajo, el bienestar o el
consumo.
· Señala a Estados Miembros como Holanda, Irlanda,
Malta o Chipre como guaridas fiscales.
· Denuncia la inseguridad a la que siguen expuestos
las personas que filtran pruebas de delitos fiscales.
Pero como bien sabemos, la mayoría de las
decisiones del Parlamento Europeo son meras recomendaciones no vinculantes.
Ahora nos toca seguir presionando, desde las instituciones y la sociedad civil,
para que estas conclusiones tomen forma de una verdadera regulación que no
pretenda ser un mero lavado de cara sino una herramienta útil para combatir las
guaridas fiscales, que conduzca a una armonización fiscal al alza, con
impuestos progresivos y redistributivos, que revele quienes son los
propietarios y beneficiarios reales de estas tramas, y que atribuya las
responsabilidades a los facilitadores y promotores de estos entramados con
fuertes sanciones disuasorias.
Estamos asistiendo a una autentica revuelta de los
privilegiados en donde multimillonarios y multinacionales se niegan a pagar
impuestos practicando un auténtico terrorismo fiscal con la ayuda cómplice de
gobiernos y partidos del extremo centro, mientras se dedican a denunciar o a
amenazar a quien denuncia sus prácticas de desfalco de las finanzas públicas.
Es por esto que la lucha contra la evasión fiscal se torna hoy más que nunca en
un cuestionamiento del orden mundial neoliberal imperante. Un cuestionamiento
del acaparamiento del conjunto de los recursos del planeta por la minoría del
1%. Una batalla central que no nos podemos permitir perder, pero mucho menos no
dar.
28/03/2019
Miguel Urbán es eurodiputado de Podemos y miembro del Consejo
Asesor de viento sur.
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