15/04/2020
La pandemia
mundial que sufrimos es solo uno de los tres virus que nos acosan, nos enferman
y nos matan. El otro virus es el neoliberalismo que desde hace años también
mata gentes, culturas, instituciones y recursos naturales. Este virus lo
sufrimos e impulsamos sin dudas ni murmuraciones - salvo las que vienen de
abajo y adentro -, desde que Margaret Thatcher y Ronald
Regan nos impusieron el “Consenso de Washington” hace 41 años. El
tercer virus es el cambio climático, provocado por unos gases basados en la
quema de combustibles fósiles, el uso excesivo de carnes de vaca y en la
deforestación de bosques, que también mata gente, instituciones, culturas y
suelta sus virus hacia los seres humanos.
Los tres
virus eran y son “la normalidad” a la que quieren volver cuanto antes los
representantes de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales
Privadas (CONFIEP), la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía
(SNMPE), la Sociedad Nacional de Pesquería (SNP), las
Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), la Asociación de Bancos del
Perú (ASBANC), la Asociación Peruana de Empresas de Seguros (APESEG),
la Confederación Nacional de Comerciantes (CONACO) y los grandes empresarios,
para quienes el negocio vale más que la vida y sostienen que son los pobres y
las clases medias las que tienen que pagar los platos rotos de esta enorme
crisis, que ellos han provocado con su insensatez e irresponsabilidad social y
ambiental. NO debemos seguir haciendo lo mismo.
Pero al
parecer el Gobierno del Presidente Martín Vizcarra no está
convencido de ello, aunque lo repite machaconamente en sus conferencias de
prensa de todos los días: “nuestra estrategia es defender la vida”.
Lamentablemente, la realidad es que buena parte de sus últimas medidas
económicas y financieras -incluso las sanitarias y sobre todo las de seguridad
-, están orientadas a salvar a los ricos a costa de los pobres, arriesgando a
los policías y militares para que controlen a los ciudadanos.
Algunas de
estas medidas son: 1) aceptar la propuesta de la CONFIEP respecto a la
suspensión de labores, enviando a los trabajadores a sus casas sin
remuneración. 2) Salvar a las empresas para salvar a los trabajadores
ofreciendo “ayuda” liberando una parte de su CTS y AFP para que sobrevivan en
cuarentena. 3) El Banco Central de Reserva del Perú BCRP - luego de
informar que entregará al sistema bancario S/. 30,000 millones -, ha propuesto
que el programa REACTIVA de créditos a las empresas con un 100% de garantía,
sea manejado por el principal banco del Perú, el BCP del grupo Romero. Y otras
más de este estilo …
Toda crisis
es también una oportunidad, lo que es una verdad de Perogrullo, que los
peruanos sabemos desde antes que DonJorge Basadre escribiera lo
siguiente: “Aceptando la carga de glorias y de sombras que el pasado
aporta, el Perú, si es que quiere redimirse, ha de erigir frente a la
Desorientación, la Planificación; frente a la Prodigalidad, la Cordura; frente
a la Amargura, la Previsión; frente a la Negación, la Construcción. Nuestra
cultura ha conjugado pues, la gracia y la fuerza, la elegancia y la profundidad,
la sonrisa y el apóstrofe, la cortesanía y el éxtasis, el adorno y la norma.
Poseemos, aunque sea en estado embrionario o a veces interrumpido, una
tradición de país viejo y selecto.”[1]
Debemos
optar desde ahora por un cambio sustancial en el modelo de consumo superfluo,
de producción sin valor agregado y de energías no renovables. Debemos dejar de
ser un país de comerciantes, depredadores, consumidores, prestadores de
servicios, para retornar a ser lo fuimos hasta los setentas: un país de
productores de alimentos, agroindustrial, pesquero para el consumo humano y
fabricante de valores de uso, no solo de cambio.
Esto supone
NO orientar la producción primordialmente hacia la exportación, menos aún ahora
en pleno proceso de las 3D (Desglobalización, Desdolarización y Despoblación)
en el planeta que señala el comentarista económico Max Kaiser de
Rusia Today, sino hacia los mercados internos basados en la producción
familiar agro-silvo-pastoril-piscícola, la diversificación productiva,
el aprovechamiento de la biodiversidad marítima, costeña, serrana y
amazónica, la agro industrialización, la potenciación de la gastronomía -
sabores, colores y olores con alianza cocinero-campesina -, la soberanía
alimentaria, el aprovechamiento sostenible de los bosques - que son el pulmón,
el riñón y origen del agua que consumimos - y la gestión de cuencas
hidrográficas, mares, lagunas, ríos y humedales. Es de vida o muerte proteger
la región andino-amazónica, declarar la moratoria de la tala de bosques y
también de la extracción de minerales metálicos que polutan con metales pesados
nuestras fuentes de agua. Debe aprender a reducir la contaminación del aire y
procesar los residuos producto de la “civilización del desperdicio” en la que
estamos: “aproximada1mente un tercio de los alimentos producidos por el
ser humano se pierden o se desperdician en el planeta” [2].
En suma, debemos transitar por las ocho erres que he abordado en otros escritos[3].
Don Jorge
Basadre nos decía lo siguiente en Este Perú dulce y cruel hace
41 años en el CADE 1979: “¿Qué es el Perú? No sólo es el territorio, ni
el Estado, ni la población: es una creación de la historia que surge de la
realidad tangible de los siglos en medio de elementos radicalmente
heterogéneos; pero no se agota en los factores materiales que la constituyen.
El ser esencial del Perú está configurado por la voluntad creadora de aquellos
de sus habitantes que pudieron alcanzar un destino inconfundible en un
escenario geográfico determinado, a través de olas culturales específicas,
dentro de las dramáticas circunstancias de un desenvolvimiento histórico
singular, con una conformación racial y social excepcionalmente difícil y bajo
la acción catalizadora y directriz de ciertas personalidades
representativas...”
Debemos
aprovechar la profunda crisis pandémica actual con sus tres virus matadores
para cambiarle de rumbo al país y al “sentido común” en el que hemos estado. En
este cambio, no hay que temerle a la planificación, a los subsidios, al rol NO
subsidiario del Estado, al ordenamiento del territorio, a los conocimientos
ancestrales de los pueblos indígenas, a aprender a leer el libro de la
naturaleza, a respetarnos y a querer ser felices. Lo mencionado supone un nuevo
pacto social, un pacto expresado en cambios constitucionales fundamentales,
comenzado por el Capítulo económico de la Constitución mafiosa de 1993, Título
III Del régimen económico (Artículos 58 al 77) que en el artículo 60 dice: “Sólo
autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad
empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de
manifiesta conveniencia nacional.”
Finalmente,
en referencia al Corona Virus, William Ospina, escritor colombiano,
nos dice con acierto que: “Todo viene a recordarnos que podemos vivir
sin aviones, pero no sin oxígeno. Que los que más trabajan por la vida y por el
mundo no son los gobiernos, sino los árboles. Que la felicidad es la salud,
como quería Schopenhauer. Que, como dijo un latino, la religión no es
arrodillarse, rezar y suplicar, sino mirarlo todo con un alma tranquila. Que si
los humanos trabajamos día y noche por enrarecer la vida, por intoxicar el
aire, por arrinconar al resto de los vivientes, por alterar los ritmos de la
naturaleza, por destruir su equilibrio, el mundo tiene un saber más antiguo, un
sistema de climas que se complementan, de vientos que arrasan, de catástrofes
compensatorias, de silencios forzosos, de quietudes obligatorias, ejércitos
invisibles que trazan líneas rojas, neutralizan los daños, controlan los
excesos, imponen la moderación y equilibran la tierra. (El Espectador,
14 de marzo 2020).
Hugo
Cabieses Cubas
Economista
de la Universidad del Pacífico, ex Viceministro de Desarrollo Estratégico de
los Recursos Naturales del MINAM (2011), asesor parlamentario (2016-2017 y
2019), investigador del Instituto para el Desarrollo y la Paz Amazónica IDPA y
del Foro Social Pan Amazónico FOSPA. Militante socialista, sin remedio ni
clemencia.
[1] Una buena selección de su pensamiento, de obligatoria lectura en
estos tiempos de plagas y confinamiento obligatorio está en: http://www.unjbg.edu.pe/pdf/20140626-OCIM-PensamientosBasadre.pdf
[2] Ver el libro de Jürgen Schultz editado en el 2013 por la
Universidad del Pacífico: Civilización del desperdicio:
psicoeconomía del consumidor.
[3] Ver: http://sinfloro.com/index.php/2020/04/03/coronavirus-y-el-decrecimiento-sostenible-asimetrico/.
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