Dr.
Hugo SALINAS
Los tiempos de crisis son los mejores
momentos para visualizar con toda claridad, y en toda su extensión y
profundidad, los horrores de nuestra economía y sociedad “capitalista”. En esta
oportunidad, es el COVID-19 que nos ofrece la oportunidad de ver en directo
cómo la sociedad capitalista desprecia al ser humano en su condición de
desocupado, trabajador humilde y “viejo”.
Realicemos este análisis haciendo uso
de dos modelos socio-económicos totalmente diferentes. Tomemos por referencia
al actual modelo generalmente llamado “capitalista”, “neoliberal”, y
comparémoslo con un modelo alternativo, como el que propongo.
Lo primero que debemos saber es que
todo modelo socio-económico tiene dos elementos. Un elemento es el Proceso de
Trabajo, mediante el cual se ejecuta la producción, circulación y
consumo de bienes económicos. El otro elemento es la Decisión
Socio-económica, mediante la cual la sociedad decide la forma de
repartir la totalidad de la riqueza económica generada durante un ejercicio
económico, generalmente un año.
Los procesos de trabajo evolucionan
en el tiempo, siendo el último, el más eficaz y eficiente en la producción,
circulación y consumo de bienes económicos. Así tenemos que, a presente, es el
Proceso Artificial de Producción, generalmente llamado “economía industrial”.
Es lo mejor que ha creado el ser humano, aun cuando existe otro que lo está
remplazando con gran velocidad, y que se llama Proceso de Trabajo de
Concepción, generalmente conocido como “economía inmaterial”. Con esta nueva
forma de trabajar ya no se “produce” sino que se “elaboran” bienes económicos.
En la economía industrial es la
máquina el elemento fundamental del proceso de trabajo. Pero, a partir de
cierto momento de desarrollo de esta forma de trabajar, otro elemento toma más
importancia que la máquina misma. Se trata del dinero-capital, mediante el cual
se pueden poner en acción inmediata, y en cualquier lugar del planeta,
proyectos de inversión de una alta rentabilidad.
Es así cómo el Capital, en esta fase
de la evolución de los procesos de trabajo, se convierte en el Dios supremo de
la actividad económica. De ahí precisamente viene la denominación de “sociedad
capitalista” a este estadio del desarrollo de la actividad económica.
Pero, no es el Capital el malo
de la película. Él hace solamente de intermediario, como lo puede ser la
máquina, el dinero, el pecio, el mercado, que son, simple y llanamente,
elementos del proceso de trabajo. El malo de la película, como lo veremos
luego, viene de algo que no lo podemos ver porque se trata de una “decisión” de
sociedad. Y esta decisión para manifestarse requiere de algo concreto. Es por
ello que, en una primera aproximación, el malo de la película es el capital, el
precio, la máquina…
El otro elemento del modelo
socio-económico es la Decisión Socio-económica, y tiene una dinámica diferente.
A lo largo de la historia de la Humanidad, ella se ha presentado en dos formas.
Su primera forma de manifestación en el tiempo fue la Repartición más o menos
Igualitaria del resultado de la actividad económica. Para que este tipo de
repartición se mantenga en el tiempo, la sociedad ha creado una institución
jurídica llamada la “propiedad comunitaria” o “propiedad colectiva”.
La segunda forma de manifestación de
la Decisión Socio-económica, y que es reciente en la historia de la Humanidad,
es la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Y
para que este tipo de decisión se mantenga en el tiempo, la sociedad ha creado
una institución jurídica llamada la “propiedad privada”.
Entonces, el modelo socio-económico
actual llamado “capitalista” tiene como proceso de trabajo a la economía
industrial, la cual viene siendo remplazada con gran velocidad por la economía
inmaterial. La Decisión Socio-económica del modelo “capitalista” toma la forma
de Repartición Individualista. Ello significa que la totalidad del resultado de
la actividad económica pertenece a quien maneja el acto económico.
Y este tipo de Decisión
socio-económica, la Repartición Individualista, ha conducido a una increíble aberración
humana. Así tenemos que, solamente 8 personas tienen una riqueza, acumulada y
concentrada, igual a la riqueza que posee la mitad de la población mundial. Es
decir, en términos de riqueza, 8 personas pesan tanto como 3 mil 700 millones
de personas.
Es este elemento, la Repartición
Individualista, una decisión de sociedad, la responsable de toda la maldad del
modelo capitalista. Pero esta Repartición Individualista no se manifiesta en
forma directa. Ella lo hace a través de los elementos del proceso de trabajo,
tanto de la economía industrial como de la economía inmaterial, tales como la
máquina, el dinero-capital, el precio, las innovaciones, etc.
De tal forma que, en el modelo y
sociedad “capitalista”, quien no trabaja no tiene ingresos monetarios. En
corto, quien no trabaja está destinado a morirse de hambre. Así de brutal es el
ordenamiento del sistema capitalista. Con el tiempo, esta situación ha sido
paliada por la intervención del Gobierno a través del Presupuesto Público. Los
gobernantes deciden, si lo desean, y dentro de los límites de la masa
presupuestal, de venir en sostén de las familias sin recursos monetarios. Una
puerta abierta a la corrupción y al clientelismo en política.
En cambio, el modelo socio-económico
alternativo al modelo capitalista, el que propongo, tiene la misma morfología
en cuanto a los procesos de trabajo para producir y elaborar bienes económicos.
Y esto porque es la Humanidad que los va construyendo día a día, minuto a
minuto. Pero en cuanto a su tipo de repartición del resultado de la actividad
económica, es completamente diferente.
El modelo que propongo pretende
recuperar el mecanismo de la Repartición más o menos Igualitaria del resultado
de la actividad económica en tanto que Decisión Socio-económica. Es concreto,
una alta porción del resultado de la actividad económica, generalmente medida
con el Producto Bruto Interno (PBI), sería repartido, en partes estrictamente
iguales, entre todos los habitantes del país.
Con ello se garantizaría que toda
persona, desde que nace hasta el último minuto de su vida, tenga un monto de
ingreso monetario consecuente. A este monto se le llamará Remuneración de Base.
Tanto más grande será el monto del PBI, tanto mayor será el monto de la
Remuneración de Base. Y ella, que será recibida por las personas en forma
automática, no tiene ninguna relación con el trabajo. Quienes trabajan
recibirán el monto de salario en función de sus competencias y duración de la
jornada de trabajo. La Remuneración de Base se la recibirá porque uno es parte de
una sociedad. Este será el mejor nexo de solidaridad existente entre los
miembros de una sociedad.
De tal modo que, en casos como el
COVID-19, cuyo tratamiento exige un “aislamiento voluntario”, la sociedad no
tendría ninguna dificultad de llevarlo a cabo, y sin ninguna necesidad de que
las fuerzas armadas y policiales hagan valer la fuerza.
La fuerte proporción del PBI que se
convertirá en la Remuneración de Base de todos y cada uno de los habitantes del
país. será el fruto de adicionar la totalidad de las utilidades de las
empresas-país y de dividirlo entre el número total de habitantes del país. Este
monto llegará en forma directa a la cuenta bancaria de cada uno de los
habitantes del país, sin que medie ninguna decisión de político alguno, ni de
hacer colas en forma ignominiosa.
La Remuneración de Base será el
resultado de un mecanismo del sistema socio-económico, y no de miserables
“bonos” que para cobrarlos se tienen que hacer larguísimas colas como borregos
en búsqueda de un poco de pasto: Los “bonos” no son nada más que prebendas,
donaciones y “regalos”, que no hacen que embrutecer y depravar a la población
con escasos recursos monetarios.
Bastaría este solo ejemplo para
mostrar el horror del sistema capitalista. Pero hay otro ejemplo que es aún más
horroroso que el primero. Se trata de la inmensa diferencia de sueldos y
salarios entre los trabajadores. Y todo ello justificado por la “meritocracia”.
Según esta práctica, está bien
justificado que un CEO (gerente de una empresa multinacional) perciba un sueldo
y bonus que supera varios millones de dólares, mientras que un humilde
trabajador no llega ni siquiera a los mil dólares por mes. Toda esta política
discriminatoria se fundamenta en la famosa “meritocracia”, en los altos
concomimientos científicos, literarios o espirituales.
Hoy, como consecuencia de la pandemia
COVID-19, la comunidad está tomando consciencia que el trabajo humilde del
barredor de calles, de los que ayudan a las personas de la tercera edad, de los
enfermeros y enfermeras en contacto directo con el coronavirus… son más útiles
para la sociedad salvando la vida de muchas personas, que cualquier CEO que
solamente se dedica a facilitar la acumulación de riquezas de sus patrones.
Esta horrenda discriminación en los
salarios será resuelta con el modelo socio-económico alternativo al capitalismo
que propongo. Porque la dinámica de sus elementos internos facilitará que la
Remuneración de Base se convierta en el elemento fundamental en la repartición
de la totalidad de la riqueza creada por un país. Ya no será la masa de salarios
y, sobre todo, los altos salarios y bonificaciones los elementos fundamentales
del modelo socio-económico.
Un tercer ejemplo, y no sería el
último en la sociedad “capitalista”, lo tenemos en el comportamiento del
Capital y del capitalista con relación a las personas de tercera edad. El
COVID-19 lo ha mostrado en toda su crudeza.
El sistema capitalista solamente
requiere de trabajadores ocupados, en pleno ejercicio de sus facultades físicas
y mentales. El sistema capitalista piensa, por tanto, que las personas a
conservar son los jóvenes. Y, por consiguiente, todas personas en edad avanzada
deben ser descartadas y abarrotadas, como de objetos inservibles, en la
antesala de la muerte. Ellos, las personas de edad avanzada ya no requieren de
ningún esfuerzo ni gasto público. El tratamiento del COVID-19 lo está mostrando
con toda crudeza a nivel mundial. ¡Cómo el sistema capitalista ha degenerado a
la sociedad! Seamos conscientes, debemos salir con urgencia de este sistema
capitalista.
El modelo socio-económico alternativo
al capitalismo nos devolverá el uso de la razón y, sobretodo, devolverá a la
actividad socio-económica su verdadero objetivo. El objetivo inicial de la
actividad económica no es el de acumular dinero y más dinero, sino el de
satisfacer las necesidades vitales de la comunidad, generar el bienestar
general, otorgar a todas las personas el máximo desarrollo de su individualidad
para beneficio de la sociedad y de él mismo.
Lima, 3 de abril del 2020
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