sábado, 29 de diciembre de 2012

¿HAN MUERTO LOS SEPULTORES DEL CAPITALISMO?



M. Relti
dic 29th, 2012 | By Boltxe kolektiboa |

Existe una idea muy extendida, que reiteradamente repiten los intelectuales orgánicos del sistema, según la cual las tecnologías de la información y las ciencias de la comunicación han cambiado totalmente la faz de la producción y de las relaciones laborales. Según esos puntos de vista, la mayoría de los países desarrollados poseen una fuerte economía de servicios. En Europa, el 66% de la población trabajadora lo hace en el sector servicios, dicen. En los Estados Unidos esta cifra alcanza nada menos que el 79, por ciento. Por ello, debido al cambio que se ha producido en la composición de la clase trabajadora, ya no se puede tener las mismas ideas sobre esta que se tenían hace un siglo o dos. Incluso el filósofo italiano, supuestamente de izquierdas, Antonio Negri, llega a decir confirmando esta idea: “Detesto a la gente que dice: la clase obrera ha muerto, pero la lucha continúa. No. Si la clase obrera ha muerto – y es cierto – es que todo el sistema que depende de esos equilibrios de fuerzas está en crisis”.

¿Es ello cierto? ¿Será cierto que  la clase trabajadora ha desaparecido  como sujeto de las transformaciones sociales? ¿Carece de sentido afirmar  a estas alturas del siglo XXI que el futuro pertenece a la clase trabajadora?

En torno a este  supuesto, el sociólogo belga, Peter Mertens (*), en un artículo titulado “¿El fin de la clase obrera?” hace un interesante análisis, del que hacemos aquí un apretado resumen.

“A comienzos del siglo XX, – dice Peter Mertens en su artículo - los grandes monopolios capitalistas empezaron a dominar sectores en cada país. Hoy, un siglo después, esos monopolios no sólo regulan esos sectores a escala nacional, sino que lo hacen a escala mundial. Las fusiones y adquisiciones de compañías estatales han alcanzado una enorme concentración en las últimas décadas. Algunas empresas transnacionales  controlan sectores enteros de la economía mundial”.

Según mantiene Mertens, nunca antes en la historia de la humanidad había habido tanta gente trabajando en un solo producto – sea éste un coche, un avión o un derivado del petróleo. La cifra que en este sentido indica Mertens, aún pareciendo asombrosa, forma parte  del paisaje laboral de nuestros días. “Entre un cuarto y medio millón de personas está trabajando día a día para alguna de las veinte empresas transnacionales más grandes. Nunca antes en la historia hubo tan pocos protagonistas regulando la producción: han sobrevivido tres en el sector petrolero, seis en la industria automotriz, dos en el mercado del maíz, cuatro en el mercado de soja, seis en la industria agroquímica y dos en la aviación civil”.

“Hoy en día, este envoltorio - subraya Mertens está constituido por algunos miles de familias (¡no más!), los propietarios privados de las mil empresas transnacionales más grandes que, con estas mil empresas, controlan prácticamente toda la producción mundial. Estas familias controlan también, directa o indirectamente, el trabajo de los cerca de mil millones de personas que venden su fuerza de trabajo y de las familias que dependen de ellas. Controlan, además, la tecnología, la comunicación, el transporte y la organización, que son su propiedad privada. Controlan todo esto, no en beneficio del desarrollo social o del progreso social”.

¿HAN MUERTO  LOS SEPULTUREROS DE CAPITALISMO?

Pero ¿qué fuerza, en el seno de la sociedad, es capaz de romper este dominio sofocante sobre la producción y la vida?,  se pregunta Mertens, para contestarse a continuación: “Uno de los elementos fundamentales puestos a debate por Carlos Marx y Federico Engels en la naciente Asociación Internacional de Trabajadores fue la idea de que la revolución social sólo podría ser tarea de la misma clase obrera. Los ‘sepultureros’ de este sistema de explotación son los mismos trabajadores, escribieron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista. ¿Han muerto los sepultureros en la actualidad?”

LO QUE DICEN LOS DATOS

Los datos de esta  Tabla – indica Peter Mertens – resaltan estos tres hechos significativos. Primero: el empleo en la agricultura disminuyó durante el último medio siglo del 67 a 38,7 %. Los agricultores están siendo sistemáticamente arruinados. En Europa, este proceso ha ocurrido durante los últimos tres siglos. Hoy tiene lugar a escala mundial.

En segundo lugar, hay un incremento del empleo en el sector “servicios”. Además, se observa un estancamiento e, incluso, un ligero incremento del empleo en el sector industrial a escala mundial. Es el resultado de la disminución del empleo industrial en los países desarrollados y de su aumento en otras partes.

Teniendo como base estos datos estadísticos clásicos, Mertens, hace, además, las siguientes  cruciales matizaciones a estas estadísticas:

En primer lugar, la distinción entre las diferentes actividades económicas es totalmente arbitraria. Lo correcto sería distinguir entre sectores primario, secundario y terciario. El sector primario la agricultura, equivaldría a la extracción de recursos de la naturaleza. El sector secundario, la industria, equivaldría a la transformación de la naturaleza. Y el sector terciario, a lo que queda.  Mertens advierte que se ha clasificado como “servicios” a numerosos sectores que pertenecen al sector secundario. Se trata de una falsificación nada casual de la realidad.

¿CÓMO ESTÁ DIVIDIDA LA SOCIEDAD EN LA ACTUALIDAD?

En el capitalismo encontramos, grosso modo, a tres clases que se escinden en varias capas. La clase propietaria, que posee las empresas, los bienes raíces, las máquinas y la tecnología (patentes). Posee igualmente los grandes medios de producción. Esta clase se adueña de los bienes producidos.

La clase media que está constituida por los pequeños propietarios y los pequeños productores independientes. Y la clase obrera que es la clase sin medios de producción; sólo dispone de su fuerza de trabajo y de su capacidad de trabajo que las pone a la venta.

Los parados también forman parte de la clase obrera. Forman una capa específica de la misma por qué no pueden inmovilizar o alcanzar la arteria económica del capitalismo. La naturaleza de su situación -desmembrada, desorganizada y separada del proceso productivo- los separa de la función disciplinaria y organizadora del trabajo. Pero ello no significa que los desempleados se encuentren fuera de la lucha de la clase obrera.

¿HA CAMBIADO LA ESENCIA DEL CAPITALISMO EL DESARROLLO FORMIDABLE DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS?

“Es cierto, – escribe  Martens – que los cambios ocurridos a lo largo de los últimos 10 años en los sectores de la informática y las comunicaciones representa un prodigioso salto adelante en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sin embargo, estas revoluciones tecnológicas no se hacen solas. Están inmersas en el sistema de producción capitalista. La investigación, la informática, el desarrollo y la genética son ahora propiedades privadas. En la “sociedad del saber” no son “la inteligencia y la imaginación” las que cuenta, sino la apropiación privada del saber mediante patentes de invención y copyright. Cada vez que un gigante farmacéutico tiene una patente para una medicina, se apropia del saber científico desarrollado en los laboratorios universitarios por varias generaciones de investigadores… Al encarcelar el saber en patentes, la sociedad renuncia a sus posibilidades intrínsecas de progresar en el plano social”.

Los sepultureros del capitalismo, lejos de estar muertos, están, por el contrario, bien vivos. La clase trabajadora europea, en un sentido amplio, estaba formada en el año 2002 por 137.5 millones de personas, de las que 2 millones eran trabajadores del campo. Y a escala mundial, a casi 15 años, había 884 millones de personas asalariadas de las que 85 millones eran trabajadores agrícolas.

(*) Peter Mertens es un sociólogo de 40 años de edad, nacido en la región de la Campina, en el norte de Bélgica.  Es, también, Presidente del Partido del Trabajo de Bélgica. Es autor de un conocido libro titulado “La clase obrera en la era de las empresas transnacionales”. En el año 2009, editó otro libro de su autoría que obtuvo una gran difusión: “Prioridad de izquierda: pistas rojas para salir de la crisis”. El escritor belga Dimitri Verhulst clasificó el libro como “una lectura indispensable” para “abrir los ojos” ante la crisis económica.

Fuente: http://boltxe.info/?p=53484

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