Dr. Hugo SALINAS
Hasta aquí he mostrado la posibilidad de crear empresas-país a través del financiamiento del país, o de la creación de una nueva moneda. He mostrado igualmente que dichas empresas-país serán un instrumento eficaz para llevar adelante la gran Transformación de la economía y de la sociedad. Sus mecanismos nos permitirán eliminar los dos males más grandes de la Humanidad: la pobreza y el desempleo.
Las empresas-país facilitarán igualmente la puesta en práctica de un sui generis Contrato de Trabajo que pondrá en marcha un círculo virtuoso conducente a reavivar la integralidad de los componentes de la Fuerza de Trabajo, al mismo tiempo que recuperará la paridad Fuerza de Trabajo / Sociedad. Esto implica, por un lado, el pleno empleo de las personas en capacidad de trabajar y, por otro lado, una utilización equilibrada del total de tiempo de actividad de la persona, entre el trabajo, la familia y la sociedad.
De igual modo, por circunstancias históricas, las empresas-país nacerán en el preciso momento en que otra forma de trabajar se está imponiendo a nivel mundial: el proceso de trabajo de concepción. Una forma de trabajar que no solamente inicia, a nivel mundial, la economía inmaterial, sino que también funda los mecanismos de rechazo a la explotación del hombre por el hombre.
Es decir, la Historia nos está conduciendo a la gran Transformación, pero nuestro desconocimiento y prejuicios lo entrampan, como lo veremos a continuación.
¿Es necesario tomar el Gobierno Central para crear empresas-país?
Las personas o partidos políticos de izquierda o progresistas siempre han pregonado por la toma del Poder para iniciar el “cambio de modelo”. La experiencia nos indica que, una vez llegados al Poder no han sido capaces de realizar las acciones conducentes al cambio de modelo de la economía y de la sociedad. ¿Por qué? Por desconocimiento, en el mejor de los casos. Todo indica que, hasta ahora, los mecanismos para implementar un cambio de modelo eran desconocidos.
Los izquierdistas y progresistas siempre han estimado que con las mismas herramientas que los neoliberales administran la economía, ellos también podrían implementar el socialismo, el comunismo, o una “tercera vía”.
La verdad es cruda, pero hay que aceptarla si queremos avanzar en el camino de la gran Transformación. Las mismas herramientas conducen necesariamente al desarrollo capitalista, y a una decepción más para quienes soñaron con la gran Transformación. La construcción del nuevo modelo exige nuevas herramientas.
Los discursos inflamados de cambio de modelo no contenían el conocimiento científico del modelo capitalista que genera pobreza, desocupación, corrupción, crisis ambiental… Es por ello que, en la mayoría de casos, después de una lucha cruenta por tomar el Poder; después de perder innumerables vidas, sufrir atroces torturas, el gobierno socialista, comunista, o progresista, termina siendo una dictadura más, un nido de corrupción más. La inexistencia de un estudio que nos demostrara el origen del mal y la alternativa de solución nos ha conducido a estas aberraciones.
Ahora sabemos que el origen del mal se encuentra en la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica. Sabemos que la respuesta es la substitución de la Repartición Individualista por la Repartición Igualitaria. Además, que esta substitución debe darse dentro del marco de una economía de mercado a dos sectores, en donde el sector a Repartición Igualitaria será el hegemónico.
Ahora sabemos también, que las empresas-país resumen el cuadro teórico de un cambio de modelo económico y de sociedad. Pero algo más, mediante las empresas-país se acelerará la instalación del proceso de trabajo de concepción. Con ello, las empresas-país nos conducirán no solamente a la eliminación de las grandes desigualdades socio-económicas, sino también a utilizar la nueva forma de trabajar que la Humanidad está creando: el proceso de trabajo de concepción.
La pregunta que surge es: ¿habrá que esperar tomar el Gobierno Central para crear las empresas-país? La respuesta es contundente: de ninguna manera. La creación y desarrollo de las empresas-país puede iniciarse desde ahora, sin esperar a la toma del Gobierno Central.
Indudablemente que la mejor condición para crear y desarrollar las empresas-país es cuando el agente político de cambio se encuentra en el dominio del Gobierno Central. En estas condiciones se puede hacer uso de su condición de Príncipe para facilitar los avances en dinero.
Pero esta situación no impide, de ninguna manera, que desde ahora ya se puedan organizar empresas-país a nivel regional o local. No impide, además, la creación de una nueva moneda. Y de esta forma participar en la vida económica del país como una alternativa concreta, y no solamente de discursos inflamados sin contenido real.
Por otro lado, actualmente existen poderes locales y regionales en manos de la izquierda o de partidos progresistas. Es a partir de ellos que se puede dar inicio a la gran Transformación, ejecutando los proyectos de inversión por las empresas-país.
Es decir, no solamente a partir de ahora mismo ya podemos crear y desarrollar empresas-país sino que, estando en la conducción de gobiernos regionales y locales con ingentes montos de dinero en proyectos de inversión, se puede comenzar a implementar, en la práctica, el cambio de modelo económico. En lugar de seguir desarrollando proyectos de inversión con el modelo capitalista, se deberían, desde ahora, desarrollar proyectos de inversión con el modelo que elimina la pobreza y el desempleo.
Ya no tenemos porqué esperar la toma del Gobierno Central. Con las empresas-país, instrumento de la gran Transformación, podemos iniciar el cambio a partir de los gobiernos local y regional. Sin esperar llegar al Gobierno Central, debemos capturar las municipalidades y las regiones para desarrollar las empresas-país. Es hora de cambiar el discurso y la práctica política cotidiana. Necesitamos y podemos construir las empresas-país, desde ahora, instrumento de la gran Transformación.
Y los gobiernos regionales y locales que se encuentran bajo la gestión de la izquierda pueden, muy bien, constituir el primer avance de la gran Transformación. ¿Es difícil crear y desarrollar una empresa-país?
¿Es difícil crear y desarrollar una empresa-país?
La creación de una empresa-país no es más difícil que crear cualquier otra empresa capitalista. Su estructura administrativa es la misma, y se ajustan a la misma legislación. La única diferencia es que la empresa-país será una empresa a Repartición Igualitaria. Por consiguiente, tanto su gerente como sus trabajadores serán conscientes de que están creando y desarrollando una empresa que pertenece al país y, por consiguiente, sus utilidades también.
Para los primeros que experimenten la nueva regla de repartición, será una cosa no habitual. Pero, desde el comienzo, la empresa se inicia sin el financiamiento de los trabajadores o directores en el capital de la empresa-país. Para comenzar pueden existir préstamos para financiar el capital inicial pero, de ningún modo ni los trabajadores ni cualquiera otra persona en forma particular, tendrán derechos a acciones de la empresa.
El desarrollo de una empresa-país no acarrea más problemas que cualquier otra empresa capitalista. El cumplimiento de los compromisos pactados mediante contrato son los mismos para uno como para el otro. Las sanciones legales son las mismas para uno como para el otro. Y ambos tipos de empresa tienen todo interés de desarrollar el trabajo encomendado con la máxima eficiencia. La responsabilidad del cumplimiento de la obra como del compromiso contractual lo exigen.
No obstante, la creación y desarrollo de la empresa-país tiene varias ventajas. Primero, crea puestos de trabajo para los militantes que luchan por la gran Transformación. Segundo, incrementa el entusiasmo de otras personas a la creación de empresas-país. Tercero, se crean fuentes de financiamiento para las campañas electorales. Cuarto, se prepara, en la práctica, a los trabajadores de un nuevo sector de la economía a Repartición Igualitaria, con un nuevo comportamiento y con más firmeza y esperanza en la gran Transformación. Quinto, y lo más importante: se crea la base económica de la gran Transformación. Cuanto más fuerte sea la base económica de las empresas-país, tanto más grande serán las posibilidades de derrotar políticamente al capitalismo.
La práctica y el discurso político de la izquierda deben reformularse
Les presento dos ejemplos para mostrarles que es urgente reformular la práctica y el discurso político de los movimientos de izquierda. Una forma de pensar y actuar que entrampa la marcha hacia la gran Transformación.
El primero se relaciona con la expresión "Todo es político”. Sucede que una buena parte de mis charlas que tenían por objeto exponer los resultados de mis trabajos de investigación sobre los mecanismos económicos conducentes a la gran Transformación, siempre tuvieron que enfrentar a esta objeción categórica: “Todo es político”. Es decir, la gran Transformación sería un asunto estrictamente político.
En los círculos socialistas, comunistas, izquierdistas, progresistas, existe un desprecio por profundizar el conocimiento de los mecanismos económicos que se encuentran en la raíz de la pobreza y del desempleo. Basta y sobra con lo expuesto por Marx y practicado por Lenin y Mao. Pero, en los hechos, dado que ninguno de ellos ha precisado con claridad los mecanismos de la gran Transformación, se sigue aceptando el pensamiento neoliberal. Se le ejecuta en la práctica, aunque en el discurso se le niegue. Un doble lenguaje. ¿Son conscientes?
Los citados círculos afirman que la gran Transformación es un asunto estrictamente político. Basta con tomar el Poder para que la pobreza y el desempleo sean resueltos. Una terquedad que nos ha conducido a repetir frases sin mayor contenido, y prácticas tantas veces repetidas y fracasadas.
Un endiosamiento a lo dicho y publicado bajo la firma de Marx que ha impedido el avance de los trabajos de investigación. Hemos llegado al extremo de aceptar, sin mayor discernimiento, que Marx escribió tres tomos de El Capital, cuando en realidad publicó solo uno. Y, además, este tomo está esencialmente orientado a explicar y formular una Teoría sobre la explotación. En él no encontraremos desarrollado la Teoría de la gran Transformación. Por eso, no es extraño constatar que se hayan cometido tantos erros prácticos sin siquiera realizar reflexiones, autocríticas, sobre el origen de los fracasos repetidos.
En los “marxistas” hay una postura obstinada a no profundizar el análisis económico. Se reniega la propuesta económica neoliberal pero no se construye la propuesta económica de la gran Transformación. El discurso sigue siendo político, inflamado de frases sin contenido. Hay un rechazo a auscultar los mecanismos que originan la pobreza y el desempleo, a pesar de que se acepta que son los dos males más graves de los tiempos modernos. El discurso político les basta.
Por ello es triste constatar que, después de Marx, fueron dos siglos de obscurantismo, repetición de frases cliché, y prácticas redundantes destinadas al fracaso. Cuántas vidas humanas sacrificadas por negarse a continuar reflexionando sobre la teoría y la práctica revolucionaria conducente a la gran Transformación. Cuántas veces nos hemos esmerado en repetir “ni calco ni copia”, y tantas veces repetíamos frases huecas, sin ninguna relación con la realidad.
El segundo ejemplo es el siguiente: ¿cómo conciliar, por un lado, la afiliación política solamente para conseguir un puesto de trabajo remunerado y, por otro, el trabajo político honesto y desinteresado? Porque, dado el extremo nivel de desempleo, la mayoría de las personas usan la actividad política para resolver sus problemas económicos inmediatos. No hay un sentimiento de cambio, de transformación; menos aún, interés en conocerlos. La sola preocupación es que su candidato gane, quien fuere, y con él conseguir alguna ventaja económica.
Al mismo tiempo, ¿cómo conciliar, por un lado, el trabajo de los “izquierdistas” sin un centavo en el bolsillo y, por otro lado, la necesidad de contar con abundantes recursos financieros que exige actualmente toda campaña política?
Porque, desde el Cenáculo romano, los puestos políticos no son para servir a las mayorías sino a los propios intereses de los elegidos. Y esto hace que cada puesto, según su nivel de importancia, tenga ya un precio previamente definido. Y los ganadores, por cierto, no se dedican a atender las necesidades de las mayorías sino a sacar el máximo provecho de lo “ganado”. Desde entonces, vivimos una Democracia censitaria. Una democracia al servicio de los que tienen dinero. Esta es, en la actualidad, la esencia de la Democracia representativa y participativa.
En estas condiciones, la “izquierda” que no cuenta con un solo centavo, ¿cómo puede enfrentar a una “derecha” que dispone de miles de millones dólares? (Con la excepción de los “izquierdistas caviar”, con bastante financiamiento, pero que solamente proponen “reformar” el capitalismo.).
¿Cómo equilibrar la lucha, en términos financieros? La respuesta es la creación de las empresas-país. Las empresas-país no solamente son un instrumento de la gran Transformación porque condensa el marco teórico del cambio de modelo, sino que, en su desarrollo, crea puestos de trabajo, poder adquisitivo, poder económico, y confianza moral, a todos aquellos embarcados en la lucha por la gran Transformación.
Hasta hoy, la “derecha” ha manipulado conciencias y comprado los medios de comunicación, si no eran ya parte de su poder económico. Hasta hoy, el circo electoral ha bien funcionado. En todos los casos, aun cuando la “izquierda” gana, son los de la “derecha” quienes imponen su gobierno y conducción económica. Civiles y militares han hecho el juego a la “izquierda” para gobernar según los dictados de la “derecha”.
A partir de ahora, contamos con el instrumento de la gran Transformación: las empresas-país. Podemos ponerlas en práctica desde ahora, no solamente para iniciar el cambio de modelo, sino también para contar con los recursos suficientes que permitan enfrentar una campaña política así larga que sea.
Algo más, existe un ejemplo histórico del cual no hemos sacado todas las lecciones. Se trata de cuando los burgueses vencen a los latifundistas.
Una lección a retener: cuando los burgueses vencen a los reyes
Es una lección de la Historia para reflexionar. Se trata de, visualizar cómo se construyó el triunfo de la burguesía sobre el latifundismo. Es cierto que la toma de la Bastilla fue el acto político que marcó definitivamente la derrota de los reyes. Pero esta derrota política no fue el resultado de discursos inflamados de “izquierda”, o de un simple acto militar. Cuando los burgueses dan la estocada final al feudalismo, ya eran tan o más poderosos económicamente que el Rey. Este es un hecho histórico muy importante a retener, y de cuyo proceso no hemos sabido sacar todas sus enseñanzas.
Y, cosas de Ripley, fueron los mismos reyes quienes hicieron crecer económicamente a los burgueses, sus sepultureros. Todo el lujo que desplegaban los reyes no era producido por sus siervos campesinos, sino por los obreros de los burgueses. Grandes industrias burguesas se levantaron, cuyas huellas todavía se pueden observar en toda Europa, gracias a las voluminosas compras realizadas por los mismos reyes. Castillos fastuosos de príncipes y reyes eran construidos por obreros pertenecientes a la industria burguesa. Salas de diversión o de entretenimiento, como los deslumbrantes Opéra, a gusto de cada Rey, fueron diseñados y construidos por los obreros de los burgueses.
En suma, los reyes gastaban, los burgueses se enriquecían. De tal forma que, cuando los burgueses dan el golpe político, eran tan o más ricos que el mismo rey.
Este hecho histórico no hemos sabido asimilarlo en nuestra lucha por la gran Transformación. Seguimos empecinados en un discurso de izquierda sin construir, en lo más mínimo, la base económica de la gran Transformación, aquella que sostenga ese discurso. Y, sin embargo, lo que es lamentable, condiciones existen para crear la base económica de la gran Transformación, como lo veremos más adelante.
Sobre la contradicción fundamental
Parafraseando a Marx se puede decir que los reyes crearon su propio sepulturero. Solo que “la contradicción fundamental” no estuvo entre el latifundista y sus siervos o esclavos, sino entre el Rey y los burgueses. Así como ahora, la contradicción fundamental no está entre el empresario capitalista y el obrero, sino entre el empresario capitalista + el latifundista + el gamonal, y el obrero + campesino + desempleados + pueblos originarios de la selva.
Es decir, la contradicción fundamental se encuentra, actualmente, entre aquellos que manejan el acto económico desde hace diez mil años, y los otros que lo sufren igual tiempo. En buena cuenta, la contradicción fundamental se encuentra entre la posición hegemónica de la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica y la posición hegemónica de la Repartición Igualitaria. Una forma predominante de repartición que muere, y otra forma predominante de repartición que nace.
En el caso del enfrentamiento entre los burgueses y los latifundistas, la Repartición Individualista no estaba en cuestión. Los dos se servían del mismo tipo de repartición para extorsionar a sus obreros los unos, y a los esclavos y siervos los otros. Cada uno de ellos pertenecía a un sector de la clase dominante. Los latifundistas pertenecían al sector económico de la agricultura primitiva, que la evolución de los procesos de trabajo lo había ya enterrado. Y los burgueses pertenecían al sector económico que representaba la naciente forma de trabajar: la economía de mercado.
En cambio, actualmente, el reto de la Historia se encuentra en el enfrentamiento entre la Repartición Individualista y la Repartición Igualitaria, entre el bienestar individualista y el bienestar general; entre las grandes desigualdades socio-económicas y la igualdad de oportunidades, desde el nacimiento hasta la muerte.
Esta lección de la Historia no la hemos retenido porque insistimos, por un lado, en hacer frente a los “capitalistas” sin crear y desarrollar las bases económicas de la nueva economía y, por otro lado, no llegamos a comprender que el problema fundamental se encuentra en la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica.
No es suficiente estar en contra del capitalismo, feudalismo o gamonalismo. Porque a ese nivel estamos solamente en las manifestaciones de algo más profundo. El problema radica en la Repartición Individualista. Es ésta la que crea pobreza y desempleo. Y es a partir del comportamiento individualista que se generan otros males como desnutrición, violencia, depredación, destrucción del ambiente…
Veamos otro comportamiento que entrampa el avance de la gran Transformación. Se pregona cambio de modelo económico en el discurso de las plazas públicas, y se practica desarrollo capitalista al interior de sus gobiernos. Es el caso de los gobiernos regionales y locales bajo la conducción de los líderes de la izquierda.
Los gobiernos regionales y locales de izquierda desarrollan capitalismo
La falta de claridad en la raíz del problema de la pobreza y del desempleo ha hecho que se pierdan grandes oportunidades para comenzar a construir el nuevo modelo de economía y sociedad. La Historia muestra claramente que han existido oportunidades. En varios países se ha tomado el Poder, pero el desconocimiento de los mecanismos de la economía hace que los “izquierdistas” sigan practicando el desarrollo capitalista.
La falta de conocimiento de que el problema fundamental es la Repartición Individualista del resultado neto de la actividad económica hace que, aun estando en el Poder, se siga alimentando el desarrollo capitalista, se siga alimentando empresas en donde el 100% de las utilidades pertenece, única y exclusivamente, a los accionistas de la empresa. Es la otra cara de “ser pobre y estar sentado en un banco de oro”.
Actualmente, por ejemplo, los gobiernos regionales y locales poseen miles de millones de nuevos soles para desarrollar proyectos de inversión. Montos de dinero que muy bien pueden orientarse a crear la base del nuevo modelo económico. En su lugar, esos montos de dinero son lanzados al desarrollo del modelo capitalista. Y lo más trágico del asunto es que, pregonando en las plazas un cambio de modelo, y con el cual ganan las elecciones; en la práctica, una vez en el Poder, siguen desarrollando el modelo capitalista. Los miles de millones de nuevos soles van a engordar los accionistas de las empresas capitalistas. Es cómico si no fuera por la tragedia y el desengaño de los electores.
En estas condiciones, el fracaso siempre está asegurado para los “ensayos de cambio de modelo”. Y en la mayoría de ellos, es la dictadura, militar o civil, que remplaza a las voces de la gran Transformación.
¿La estructura legal vigente impide iniciar la gran Transformación?
Es necesario efectuar algunas precisiones con relación a gran Transformación y la Constitución Política vigente (1993). Lo primer que se tiene que aclarar es si dentro del marco de la legislación vigente se pueden crear empresas-país. La segunda precisión tiene relación con las instituciones encargadas de hacer posible la emisión monetaria. Ninguno de estos actos es impedido por la vigente Constitución Política del Perú. No es obligatorio entonces pasar por una Constituyente para iniciar la creación de empresas-país, menos aún para la emisión monetaria.
Las empresas-país son creadas en tanto que instituciones privadas. No tienen ninguna dependencia jurídica con el Gobierno ni en su creación ni en la repartición de sus utilidades. Motivo por el cual, las empresas-país no se encuentran bajo el impedimento del artículo 60° de la Constitución del Perú que a la letra dice: “Sólo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional”.
Por lo demás, la Constitución Política, en sus artículos 58°, 59° y 60° estipula que “la iniciativa privada es libre”, el “Estado estimula la creación de riqueza y garantiza la libertad de trabajo y la libertad de empresa”, y “reconoce el pluralismo económico. La economía nacional se sustenta en la coexistencia de diversas formas de propiedad y de empresa”.
En cuanto al financiamiento gratuito, ya lo expresamos. Es gratuito porque quien asume la responsabilidad del crédito es el país y no el demandante de la creación de una empresa-país, o el gestor de un proyecto de inversión a ser ejecutado por una empresa-país.
Igualmente, la emisión monetaria, que se encuentra en la base del financiamiento ilimitado será administrada por el Banco Central de Reserva, quien tiene la función de emitir billetes y monedas, a nombre del Estado según el artículo 83° de la Constitución. “El Banco Central, como persona jurídica de derecho público, tiene autonomía dentro del marco de su Ley Orgánica y su finalidad es preservar la estabilidad monetaria. Sus funciones son regular la moneda y el crédito del sistema financiero, administrar las reservas internacionales a su cargo y las demás que señala su Ley Orgánica.”
No olvidemos que tanto la creación de empresas-país como la operación de financiamiento ilimitado y gratuito, a nivel nacional, es el resultado de un Acuerdo Nacional de los ciudadanos del país que han elegido un gobierno dispuesto a poner en ruta la gran Transformación. Es decir, el ejecutivo del Estado tiene el mandato popular para poner en movimiento toda su administración a otorgar créditos a las empresas-país, los mismos que, al final del ejercicio económico, serán recuperados para evitar todo proceso inflacionario.
El comportamiento de la clase media
En tiempos modernos la clase media sirve de soporte a la clase dominante, así comomutatis mutandis en el esclavismo o feudalismo servía de guardián de los intereses de su amo o señor. En ambos casos, es el mejor servido con relación a los siervos, esclavos o asalariados.
Eh ahí el origen del comportamiento ambivalente de la clase media. Por un lado, en términos de manejo de la economía, pertenece a la clase social dominada. Por otro, en términos de comportamiento, pertenece a la clase social dominante. Su manera de pensar y actuar va a la par que la clase dominante.
La “clase media” no es una clase social. Es el sector de una clase social. Pertenece a la clase social dominada, porque no tiene ninguna injerencia en la repartición de las utilidades, así como en tiempos del esclavismo o feudalismo (gamonalismo) no tenía ninguna injerencia en la propiedad o las decisiones de los grandes latifundistas. Nunca tuvo ni tiene ninguna injerencia en la decisión del manejo de la economía sea feudal o capitalista. Es simplemente el guardián de un templo que no le pertenece.
Son estas características de este sector social que, por un lado, lo convierte en el cuchillo de sus hermanos (los otros sectores oprimidos) cuando siente el poder omnipresente de su amo o patrón. Por otro, lo convierte en frágil sector cuando los oprimidos muestran solidez, capacidad de lucha, grandes masas en acción revolucionaria. En estas condiciones es fácilmente envuelto por el viento de cambio.
Si la apreciación es correcta, el comportamiento de este sector está mayormente animado por la ganancia económica de su cercanía al amo o al señor. Es el primero que se sirve cuando el crecimiento económico “chorrea” sus ganancias. Es el primero que se sirve cuando se “democratiza” la vida pública. Pero él no ha hecho nada porque eso suceda. Es el primero que se beneficia del resultado de las luchas de sus hermanos, los otros sectores oprimidos.
De ser así, la creación de empresas-país será un instrumento eficaz en demostrarle que existe otra alternativa a su posición ambivalente y traidora a los intereses de su propia clase. Juega con el estómago, y esto que lo hará decidir. Toda intención de convencerlo con credos políticos ha tenido y seguirá teniendo una menor eficacia.
El temor de los obreros a perder su puesto de trabajo
Los procesos electorales demuestran que el obrero vota por su patrón, o la consigna de su patrón, así como los esclavos, siervos y pongos apoyaban masivamente la permanencia de su amo o señor. Una vez más, el cordón umbilical se encuentra en el temor de perder su puesto de trabajo, sola fuente de ingresos del trabajador y de su familia.
Es importante demostrarles, en términos reales, que existe una alternativa. Que existe la posibilidad de generar un nuevo mundo, en donde su elección política no pondrá en riesgo su puesto de trabajo. Y este es el ambiente que generarán las empresas-país.
Cuanto más fuerte sea el sector a Repartición Igualitaria, tantas más empresas-país existirán. Cuantas más empresas-país existan en cantidad, calidad y volumen, tanto más fácil será convencer a un asalariado que no tiene asidero el temor de perder su puesto de trabajo.
Las empresas-país generarán puestos de trabajo. Y cuando la Repartición Igualitaria se convierta en el tipo de repartición hegemónico de la actividad económica, su sector económico será el más fuerte y el que brinde mayores oportunidades de trabajo y de ingresos como la Remuneración de Base.
La base económica en crecimiento generada por la apertura de nuevas empresas-país ofrecerá, en términos reales, una lección de cambio, con la evidencia concreta del cambio.
El comportamiento individualista
El comportamiento individualista nace como reflejo de la Repartición Individualista del resultado de la actividad económica. Un tipo de repartición en donde el propietario de la empresa o sus accionistas son los únicos dueños del 100% de las utilidades que genere dicha empresa.
Este comportamiento se agudiza en una economía de mercado, en donde existen miles, millones, de dueños de empresa en constante competencia. Cada uno de ellos quiere ser el “amo” de la actividad económica a nivel mundial.
Pero este comportamiento individualista se expande a toda la sociedad. Incluso la clase social dominada se impregna de este tipo de comportamiento. La explicación se encuentra en que la Repartición Individualista es el tipo de repartición hegemónico dentro de la actividad económica. Hace creer a los obreros, empleados, jefes de familia, etc. que pueden llegar tener igual o mayor cantidad de riquezas que los mismos todopoderosos que manejan la actividad económica.
Los estudiantes, olvidándose de su compromiso con su sociedad e incluso su familia, dedican el 100% de su tiempo disponible a convertirse en los profesionales que requiere el sistema. De esta forma piensan estar seguros de gozar los privilegios de la clase dominante. Lastimosamente, solo alguno, muy pocos, llegan a la gracia divina; mientras que el resto queda regado en el camino, con traumas y desilusiones.
De igual forma, los ciudadanos se miran en el espejo de las riquezas y sueñan con la casa propia, y todas las comodidades del mundo moderno. Para ello no hay otro camino que aumentar su nivel de ingresos, cueste lo que cueste. Es así cómo están dispuestos a vender su alma al diablo para conseguirlo.
De esta forma, este comportamiento individualista conduce a una fracción cada vez más grande de la sociedad, a iniciarse en toda suerte de actividades que le rindan lo más rápidamente posible las ganancias esperadas. La especulación, corrupción, delincuencia, etc. son los caminos preferidos para alcanzar sus metas, en el plazo más breve.
Una sociedad enferma de estos vicios entraba el camino de la gran Transformación.
Ferreñafe, el pueblo de las dos Fe, 26 de noviembre del 2012
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