2012 estuvo repleto de información
científica que quedará en el recuerdo. Desde grandes hazañas y descubrimientos,
como el aterrizaje del ‘Curiosity’ o el hallazgo del higgs, hasta polémicas
internacionales, eventos climáticos extremos y el efecto de los recortes en I+D
Los calendarios, como nos han demostrado este año los
mayas, no son más que una herramienta para sistematizar nuestras vidas. Sin
embargo, son muy útiles para realizar balances, para mirar ordenadamente al
pasado, para recuperar la perspectiva sobre lo ocurrido. Y el año que ahora
acaba merece un repaso vibrante por sus 366 días de ciencia mayúscula, jornadas
cargadas de hazañas históricas, aventuras épicas, hallazgos esperadísimos y
fracasos estrepitosos. Aunque si por algo se recordará 2012 es porque la
ciencia volvió a ensanchar las fronteras del ser humano. Nuestras capacidades
tecnológicas nos llevaron hasta donde nunca habíamos llegado: se cruzó un nuevo
umbral en la física de partículas, se alcanzaron metas más remotas en la
exploración espacial, y el hombre logró rebasar límites físicos que parecían
inalcanzables.
Ciencia extrema
Nunca se había llegado tan alto para después caer tan
rápido como lo hizo Félix Baumgartner el 14 de octubre. El primer hombre que
lograba romper la barrera del sonido al lanzarse a pecho descubierto desde la
estratosfera: 1.342 km/h de velocidad tras caer desde 39 kilómetros de altura.
Nunca se había llegado a un punto tan profundo como el que alcanzó el cineasta James Cameron el 25 de marzo:
logró sumergirse 10.898 metros hasta el fondo de la fosa de las Marianas en su
pequeño submarino, una expedición que llevaba ocho años preparándose.
A comienzos de año, se había roto otra frontera, y de
forma literal. Tras varias décadas de trabajo, el 5 de febrero un grupo de investigadores rusos
comandados por Valery Lukin llegaron hasta el lago Vostok, una gigantesca reserva de agua dulce protegida
bajo una capa de casi cuatro kilómetros de hielo antártico desde hace millones
de años. Aunque el primer análisis de esas aguas haya resultado decepcionante, se
espera que en 2013 recibamos noticias fascinantes sobre la evolución de la vida
en la Tierra. Esta misma semana, un equipo británico ha fracasado en su intento de hacer lo propio, una
evidencia más de lo complejo del logro ruso.
Un año de polémicas
La ciencia ha vivido una de las temporadas más moviditas que se recuerdan. Investigadores y su
trabajo, en entredicho. En algunos casos, como en Italia, incluso se han visto
encarcelados por, a ojos de la sociedad, no cumplir su labor. Los sismólogos
condenados por homicidio tras el terremoto de L’Aquila siguen alimentando el debate.
¿Qué esperar de los científicos? Honestidad y rigor, cualidades que faltaron en
la mayoría de los estudios que se retiraron de las revistas científicas, según
evidenció un estudio publicado en PNAS: desde 1975,
el fraude científico se ha multiplicado por diez. En España
conocimos el caso de Jesús Ángel Lemus, que solo fue uno de los muchos escándalos del año,
aunque el récord absoluto lo lograra el japonés Yoshitaka Fuji, que
se sacó de la manga nada menos que 172 papers.
También fue vapuleado el trabajo del biólogo molecular
francés Gilles-Eric Seralini,
publicado el 19 de septiembre, sobre los riesgos de los alimentos transgénicos.
Antes de que pasara un mes, tanto expertos como autoridades alimentarias
europeas tumbaron sus resultados calificándolos de “calidad científica
insuficiente”. Muchos meses antes, habían sido las autoridades de EEUU
las que habían querido frenar la divulgación de los resultados sobre la
investigación del H5N1, el supervirus de la gripe aviar, el mayor caso de censura
científica que se recuerda. Tras una reunión al más alto nivel de especialistas
y políticos en julio, se decidió que el Despacho Oval seguirá teniendo la última palabra sobre lo que se publica en relación a
estos virus especialmente letales.
Ambiente caldeado
Hace mucho que la ciencia dejó la controversia del calentamiento global para
políticos y tertulianos. Los acontecimientos climáticos ignoran los juegos
dialécticos de los hombres pero siguen el camino que estos, en buena medida, le
imponen con sus actos. El huracán Sandy, que provocó la muerte de al menos 253
personas en su camino, obligó a los candidatos a presidente de EEUU a hablar
del cambio que se avecina. Varios estudios, como el publicado en Nature Climate Change en marzo, demostraron que se puede relacionar el cambio climático con la cantidad, evolución y gravedad
de desastres naturales y fenómenos extremos como inundaciones, sequías,
tormentas y olas de calor.
El 19 de septiembre todos los medios recogieron una de
las noticias del año: tres días antes se había registrado el mínimo histórico de extensión del hielo del Ártico. A
falta de los últimos datos para cerrar el año, la NOAA, en EEUU, y la
Organización Meteorológica Mundial nos advierten de que 2012, como diría un
locutor de radiofórmula, entrará directamente a lo más alto de las listas de años más cálidos de la historia.
Por si esto fuera poco, se multiplicaron los fenómenos extremos y olas de calor
por todo el planeta, que registró una temperatura media 0,45º por encima de la media registrada entre 1960 y
1991. Otro récord: noviembre fue el 333º mes consecutivo que marcó una temperatura por encima
de la media del siglo XX.
Mister
Higgs, I presume?
Tras cinco décadas de teorías y experimentos, un emocionado
Peter Higgs asistía en vivo a una histórica presentación de resultados por parte de los dos equipos que
andaban en busca de la partícula que lleva su apellido. Como otros muchos eurekas de
la historia de la ciencia, se recordarán las palabras pronunciadas el 4 de
julio por el jefe de todo, Rolf-Dieter Heuer, en
la sede del CERN: “I think we have it” (creo que lo tenemos). Este hallazgo veraniego, cuya
certeza es superior al 99,99994%, es uno de los avances
científicos más importantes de la historia de la física y servirá para darle
sentido a grandes teorías y para abrir el camino hacia otras nuevas. Como señaló la revista Science en
su repaso del año, este descubrimiento es “Ciencia con mayúsculas”, de los que ocurren muy pocas veces.
Nuevos mundos
La NASA volvió a gritar de alegría cuando el 6 de agosto posaron suavemente en Marte
un laboratorio de seis ruedas y casi una tonelada de peso llamado Curiosity. Más allá del reto tecnológico que supuso el aterrizaje, de las impresionantes fotografías que envía el aparato y del despliegue de curiosidades provocado por la agencia espacial para
llamar la atención, Curiosity ya está haciendo ciencia sobre la superficie marciana. Hace
solo unos días, la NASA anunció que pretende llevar otro de estos artefactos
tan útiles hasta el planeta rojo en 2020, para seguir obteniendo valiosa información que
permita enviar humanos hasta su órbita en la década de 2030.
Mucho más tardarán los humanos en llegar a otros exoplanetas similares a la Tierra, como el anunciado en Nature el
17 de octubre: un planeta razonablemente similar a la tierra en el vecindario
de al lado, Alfa Centauri B, observado desde el telescopio de La Silla (Chile).
Este año se han descubierto muchos otros mundos en
distintos sistemas solares; hace volar la imaginación pero también nos
demuestra que nuestro entorno planetario no es tan excepcional como cabia pensar. Además, en el
ámbito de la exploración espacial, se probó con éxito la nave privada SpaceX Dragon, se
anunciaron nuevos planes para llevar turistas a la Luna, y perdimos al primer hombre que la
pisó, el mítico Neil Armstrong.
Recortes y futuro
Cuando se revise lo sucedido en 2012 con una
perspectiva de décadas, es posible que veamos un escalón, o un precipicio, en el
que tropezaron muchas investigaciones y proyectos científicos. La crisis
financiera arrasó como un tsunami la inversión en I+D en todo el mundo, y no
hubo Gobierno que no recibiera duras críticas de
sus investigadores por culpa de los recortes. Problemas para financiar la ciencia desde
Bruselas, en EEUU, en Canadá, en India, en Italia, en Francia… Sin embargo,
todavía quedan esperanzas. Porque si algo nos muestran los calendarios es que
por delante solo tenemos futuro y el porvenir, desde siempre, lo
reescribe la ciencia. Dentro de un año, veremos qué nos proyectó para 2013.
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