Oscar Ugarteche
ALAI AMLATINA, 10/11/2016.- Donald Trump, como su
nombre lo indica,[i] triunfó en las
elecciones de Estados Unidos. Con una formación universitaria básica en la
escuela de negocios de Wharton de la Universidad de Pensilvania amasó una
fortuna y sobre todo visibilidad en los últimos cuarenta años. Como es
tradición en los candidatos del Partido Republicano de las últimas décadas
(Ronald Reagan, George W. Bush Jr.) es un hombre de pocas luces y escasa visión
del mundo y sobre todo ignorante. Sobre todo es un hombre que no tiene mucha
idea de las repercusiones que tiene sobre el mundo las políticas económicas que
efectúan en dicho país. En cualquier caso, no le interesa.
Dice Zizek[ii] que hace 26 años
Fukuyama había decretado el Fin de la Historia. El capitalismo
democrático liberal se estaba instalando gradualmente en todo el mundo. Hoy la
historia ha reaparecido con fuerza con el regreso triunfal de las divisiones,
las crisis, la violencia y la amenaza de la guerra mundial. Se pregunta y nos
pregunta ¿Cómo hemos reaccionado a este giro imprevisto en el Occidente
desarrollado?
Yo me pregunto cómo hemos reaccionado a este giro
en América Latina. En ambos casos es un giro político a la derecha. En
Occidente es un giro más cercano al viejo fascismo con la legalización de la
tortura, la detención arbitraria por tiempo indefinido y sin acusación, y el
resurgimiento del discurso racista y misógino extremo. En América Latina tiene
que ver con gobiernos tecnocráticos de espaldas a las demandas democráticas
alineados políticamente con Estados Unidos y cerrados a las posibilidades de
integración regional.
El regreso del racismo y la misoginia ocurre tras
cuarenta años de incorporación en Estados Unidos de los elementos raciales y de
presencia de la mujer en el discurso político en términos de igualdad por la
labor tanto del American Civil Liberties Union y el National
Association for the Advancement of Colored People (NAACP) como de las
feministas en los años 60. Esto se obtuvo al costo al menos del asesinato de
los hermanos Kennedy, de Malcom X y de Martin Luther King, sin tomar en cuenta
los caídos en las revueltas por la igualdad (derecho al voto, igualdad de
derechos ciudadanos, igualdad de trato- buses, taxis, escuelas, caminar en las
veredas) de los afroamericanos en diversas ciudades del sur (Selma, Birmingham.
Memphis, Montgomery, por nombrar las más significativas) y la incorporación de
la mujer con igualdad de condiciones al mercado de trabajo y a la vida pública.
Trump ha regresado al podio político el discurso
racista y misógino, dándole legitimidad tras cuarenta años. De esta forma se ha
incorporado a lo que Anne Applebaum[iii] ha bautizado como
la INTERNACIONAL POPULISTA que contiene al Partido de la Libertad de Austria,
el Partido por la Libertad de Holanda, el UKIP británico, el Fidesz húngaro,
Ley y Justicia de Polonia, y yo le agregaría el Frente Nacional francés, el
Partido Popular danés, el Partido del Progreso en Noruega, y el Alternativa
para Alemania.
En común, según el Boston Review , tienen un
electorado masculino, blanco, de poca educación, y de trabajadores manuales o
de servicios de poca calificación.[iv] Otros elementos
del discurso común es que todo tiempo pasado fue mejor, por tanto es
antiglobalización, pretenden acabar con las instituciones existentes, para
recuperar, por la fuerza, otras del pasado (¡glorioso!). Para esto hay que
hacer la revolución y expulsar a los inmigrantes volviendo a tener sociedades
que son blancas (o totalmente nacionales), dar vuelta atrás a los derechos de
las mujeres y de los homosexuales, terminar con la integración racial, la
tolerancia religiosa y los derechos humanos. Para asegurar esto se debe acabar
con las instituciones internacionales y los mecanismos de cooperación externa.
Finalmente ellos proponen usar la violencia como método para obtener los
resultados deseados.
Esta Internacional Populista
trabaja con apoyo mutuo interviniendo en la vida política de los países donde
sus partidos hermanos compiten. Por ejemplo el inglés Farage del UKIP apareció
hablando en la campaña de Trump. También lo hizo el holandés Geert Wilders en
una reunión de la Convención Nacional Republicana.
El surgimiento de este movimiento es análogo al
surgimiento del fascismo, dice Mazower[v]. La diferencia es
que mientras el fascismo estaba asustado por la llegada de la revolución
bolchevique y el surgimiento de partidos comunistas dentro de sus países, hoy,
desde mi punto de vista, están asustados ante la pérdida de poder mundial. La
debilidad hegemónica occidental (estadounidense, británica y europea) ante un
mundo cambiante lleva a esto. La islamofobia ha sustituido el antisemitismo en
Europa y la latinofobia apareció renovada en Estados Unidos.
Entre los rasgos del fascismo, dice Mazower,
citando a Fritz Stern, está la irracionalidad del pueblo y el misterioso
carisma del dictador. Si bien el fascismo no puede regresar por las
condiciones históricas que le dieron pie, hay elementos que siguen vivos como
el racismo y la xenofobia. Dice Mazower que hay que preguntarse por quienes han
perdido la fe en el gobierno parlamentario, en sus mecanismos de control y
equilibrio y sus libertades básicas.
Agrega que los partidos políticos se han vuelto más
extremistas y han comenzado a considerarse mutuamente ilegítimos. La policía y
el poder judicial se han politizado recordando a la república de Weimar. El
verdadero problema está, dice, en las condiciones que permiten el surgimiento
del líder.
El diagnóstico económico[vi] de Trump es que en
los últimos siete años, 14 millones más de personas han abandonado la fuerza de
trabajo lo que da la menor tasa de participación en la fuerza de trabajo desde
los años setenta.
· 1 de cada 5
hogares estadounidenses no tiene un solo miembro de la familia en la fuerza de
trabajo.
· 23,7
millones de estadounidenses en sus primeros años de ingresos [edades 25-54]
están fuera de la fuerza de trabajo - un aumento de 1,8 millones en los últimos
siete años.
· El PIB real
creció sólo un 1,1% en el segundo trimestre del 2016. En los últimos siete
años, el PIB real creció un 2,1% el período más lento de siete años desde al
menos la década de 1940.
· Es la más
débil recuperación llamada desde la Gran Depresión.
· Los ingresos
por hora y los ingresos débiles son hoy más bajos que en 1973.
· El número de
estadounidenses que reciben bonos de comida durante la presidencia de Obama ha
aumentado en más de 12 millones de personas.
· 2 millones
más de latinos están en la pobreza hoy que cuando el presidente Obama tomó su
juramento hace menos de ocho años.
· 45% de los
niños afroamericanos menores de 6 años viven en la pobreza.
· 1 en 6
hombres americanos entre las edades de 18-34 están en la cárcel o fuera del
trabajo.
· La deuda de
préstamos estudiantiles supera los 1,3 billones de dólares, casi duplicándose
bajo la administración de Obama.
· Desde que el
presidente Obama asumió el cargo, la deuda nacional se ha duplicado.
· El déficit
comercial de los Estados Unidos en bienes alcanzó casi 800 mil millones de
dólares el año 2015 solamente.
· La tasa de
propietarios de viviendas en los Estados Unidos cayó a 62,9 por ciento en el
segundo trimestre del 2016, la tasa más baja en 51 años.
Este diagnóstico descriptivo de la economía
americana no permite ver ni los problemas de productividad ni los de cambio
estructural en curso. Tampoco permite ver los problemas de concentración del
ingreso y la debilidad fiscal americana fruto de las reducciones fiscales
corporativas llevadas a cabo desde los años 50 en todos los gobiernos
republicanos. La visión del presidente electo por el Partido Republicano es
crear una economía dinámica en auge que creará 25 millones de nuevos puestos de
trabajo durante la próxima década.
Buscará – no dice como - aumentar el crecimiento
del PIB en un 1,5 por ciento daría lugar a 18 millones de empleos por encima de
las cifras proyectadas de trabajo de 7 millones, produciendo un total de 25
millones de nuevos puestos de trabajo para la economía estadounidense.
Reformar las políticas con un plan tributario para
el crecimiento – bajar impuestos a lo Reagan y Bush-, un nuevo marco
regulatorio moderno, una política comercial de América-Primero, un plan de
energía desencadenada estadounidense y el "plan de peniques". Sobre
energía ha dicho que volvería a poner las minas de carbón de nuevo en línea y
desatar los beneficios económicos de la minería del carbón.[vii]
Con esto espera aumentar el crecimiento de 2.0 a
3,5 por ciento por año en promedio, con el potencial de alcanzar una tasa de
crecimiento del 4 por ciento.
Ha dicho que cree en el estado mínimo, es decir que
haría una reforma estructural donde el peso del gobierno se reduciría en el
PIB, desregularía y dejaría al mercado los desbalances, y sobre todo quitaría
las interferencias en los procesos de inversión, lo que es importante en el
tema de la energía por los efectos ambientales de tales inversiones. Ha dicho
que no cree en el calentamiento climático y que cancelará 100,000 millones de
dólares en gastos para el cambio climático con las Naciones Unidas en dos
periodos presidenciales, y en su lugar usar ese dinero para proveer
infraestructura americana incluyendo agua potable, aire limpio y seguridad.[viii]
En cuanto el papel de Estados Unidos en el mundo,
ha dicho que no cree en la OTAN ni en Naciones Unidas, que ambas son muy
costosas para lo que son y que si dejan de existir no hay problema pero que él
pondrá a Estados Unidos primero, lo que encaja con la doctrina neoconservadora
del Proyecto del Nuevo Siglo Americano de Bolton, Kagan y Kristol, entre los más
conocidos y del Proyecto para la Nueva Seguridad Americana de Kagan, Zoellick,
y Fontaine.
Esta visión libertaria del mundo y de la economía
está apoyada por su equipo económico que es esencialmente del mundo financiero.
Si la crítica era que con Clinton gobernaba Wall Street sobre Main Street, con
Trump es igual.
Los asesores son:
·
Tom Barrack, Colony Capital
·
Andy Beal, Beal Bank
·
Stephen Calk, Federal Savings Bank
·
Dan DiMicco, former CEO of Nucor
·
Steve Feinberg, Cerberus Capital Management
·
Dan Kowalski, deputy policy adviser for the Trump campaign
·
Howard Lorber, Vector Group
·
David Malpass, Encima Global antes de Bear Sterns
·
Steven Mnuchin, Dune Capital antes de Goldman Sachs
·
Stephen Moore, Heritage Foundation
·
Peter Navarro, University of California Irvine
·
John Paulson, Paulson & Co.
·
Steve Roth, Vornado Realty
Finalmente, con la carga ideológica de la
Internacional Populista y con los vacíos de conocimientos la interrogante es
cuánto podrá hacer el presidente electo de su agenda. ¿Desmantelará las
discusiones sobre desarrollo sostenible y cambio climático? Si lo logra, ¿esto
hará a Estados Unidos más poderoso?
Si echa a todos los mexicanos ¿la economía de los
Estados de Texas y Arizona como se verán afectadas? ¿Qué pasará con la
agricultura? ¿Con la mano de obra barata? ¿Cómo reaccionará el sector
automotriz estadounidense y europeo si desarma el TLCAN? La ignorancia es osada
y hay la historia de los años 20 para recordarnos que sí son capaces de salirse
de Naciones Unidas y la OTAN, como se salieron en 1921 de la Liga de las
Naciones que Wilson fundó en 1919. También son capaces de poner aranceles
de 180% como puso Hoover en 1930, empujando al mundo a una depresión
inconmensurable. Lo han hecho antes. Pero hay historia escrita sobre las
consecuencias. Esto sin duda frenará sus pulsiones tanáticas o encenderá luces
de alerta a su entorno.
Lo que es irreversible es la liberación de los
prejuicios raciales contra los mexicanos en particular y los latinos en general
y la misoginia. Eso que es irracional está liberado y junto con un discurso
sobre la violencia para los fines “correctos” puede tener efectos muy
perjudiciales para todos. El surgimiento de un Ku Klux Klan anti latino no
sería extraño.
Mientras tanto el 9 de noviembre la bolsa de Nueva
York reaccionó con felicidad a la elección. El resto del mundo reaccionó con
nerviosismo.
9 de noviembre de 2016
- Oscar Ugarteche, economista
peruano, es investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas
UNAM (México), SNI/CONACYT, Coordinador del proyecto Obela www.obela.org.
Notas
[iii] “Trump y la
Internacional Populista”, El País, 9 de noviembre 2016, p.19
[v] “La bestia del fascismo”, El
País, 9 de noviembre 2016, p.20
[viii]
Donald Trump Finally Said Something Concrete
About Climate Policy, 11 de junio del 2016,
URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/181582
No hay comentarios:
Publicar un comentario