Ahora, ¿quién puede negar el cambio climático y su caos?
CAOS CLIMÁTICO
¿VERDAD O CONSECUENCIA?
Silvia Ribeiro
ALAI AMLATINA, 15/11/2016
El 4 de noviembre
2016 entró en vigor el Acuerdo de París sobre cambio climático. Mirando los datos reales, los festejos por este
“logro” parecen un teatro del absurdo.
Abundan
afirmaciones engañosas de fuentes oficiales y empresariales para desviar la
atención de la gravedad del caos climático, dando así coartada y protección a
quienes lo han causado: transnacionales de energía (petróleo, gas, carbón),
agronegocios, construcción, automotrices; y el 10 por ciento de la población
mundial más rica que con su sobreconsumo es responsable del 50 % de las
emisiones de gases de efecto invernadero.
El primer objetivo
del Acuerdo es “mantener el aumento de la temperatura media mundial [para el
año 2100], muy por debajo de 2 º C con respecto a los niveles preindustriales y
proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 º C… ”
Pero la misma
semana que entró en vigor el Acuerdo de París, el Programa de Naciones Unidas
para el Medio Ambiente publicó el informe “Brecha de emisiones
2016”, donde señala que con el actual curso de
emisiones, habrá un aumento de 1,5 º C, ya en 2030 o antes. Agrega que sumando
los “compromisos” oficiales que han declarado los gobiernos a la Convención
sobre Cambio Climático, la temperatura aumentará 3, 5 pc hasta fin de siglo. (http://tinyurl.com/jr3n9mk).
¿Por qué dos
organismos de Naciones Unidas dan mensajes tan contradictorios? Para empezar el
Acuerdo de París pone una meta “ideal” –que se propagandea y festeja como si
fuera real– pero permite que cada país haga contribuciones voluntarias de
reducción de emisiones llamadas Contribuciones Previstas Determinadas a nivel
Nacional. No son vinculantes, no obligan a tomar medidas para cambiar el curso
de la crisis climática y peor aún, lo que declaran ni siquiera son
necesariamente reducciones reales (en sus fuentes y por parte de quienes se
benefician con el consumo), porque la “contribución” de muchos de los
principales países emisores no es tal: se basa en gran parte en mecanismos
fallidos como mercados de carbono y tecnologías no probadas ni viables.
El artículo 4.1 del
Acuerdo de París agrega que para cumplir los objetivos, se propone que “las
emisiones mundiales de gases de efecto invernadero alcancen su punto máximo lo
antes posible, (…) y a partir de ese momento reducir rápidamente las emisiones
de gases de efecto invernadero, (…) para alcanzar un equilibrio entre las
emisiones antropógenas por las fuentes y la absorción antropógena por los
sumideros en la segunda mitad del siglo...”.
Si las metas son
teóricas, la forma de llegar a ellas que establece el Acuerdo es surrealista: primero
se puede seguir emitiendo -hasta alcanzar un punto máximo o “pico” que no se
define cuánto es- y luego hay que reducir rápidamente (lo cual no se podía
hacer antes, pero al alcanzar el pico mágicamente sí se podrá) y luego,
continúa sin hacer reducciones, sino que se trata de “alcanzar un equilibrio”
entre emisiones y absorción “antropógena”, o sea, por medios tecnológicos, no
naturales.
Esta última parte
es particularmente perniciosa, porque justifica el concepto fraudulento de “cero
emisiones netas” o hasta negativas. No son reducciones sino compensaciones, es
decir, contabilidad no realidad. Presupone que se puede seguir aumentando la
emisión de gases de efecto invernadero porque se “compensarán” con tecnologías
de “emisiones negativas”.
Las
tecnologías a las que se refieren mayoritariamente son captura y almacenamiento
de carbono en fondos geológicos y bioenergía con captura y almacenamiento de
carbono (CCS y BECCS por sus siglas en inglés), ambas consideradas técnicas de
geoingeniería. En sí mismas conllevan riesgos importantes –todos los estudios
recientes sobre BECCS muestran que las plantaciones para bioenergía en la
escala requerida tendrán un impacto devastador en suelos, agua, ecosistemas y
producción de alimentos. CCS es una vieja técnica de la industria petrolera que
no se usa porque es cara e ineficiente: se llamaba antes Recuperación Mejorada
de Petróleo pero cambiaron el nombre para venderla como tecnología para el
cambio climático. Se trata de inyectar CO2 para empujar a la
superficie reservas profundas de petróleo y dejar el carbono en el suelo. No es
técnica ni económicamente viable –tampoco sirve para el cambio climático porque
aumenta el consumo de petróleo– pero si se paga con subsidios públicos, es un
jugoso negocio para las empresas que causaron el problema. Cuando en unos años
sigan sin dar “emisiones negativas” y el planeta se siga calentando, dirán que
para enfriarlo sólo quedan otras formas aún más riesgosas de geoingeniería.
Lo más cruel de
este teatro es que el problema del caos climático es real, nos afecta a todos,
se conocen claramente las causas y responsables, pero la mayoría de las
propuestas oficiales y empresariales son falsas
“soluciones”. Por el contrario, muchas organizaciones y
movimientos sociales muestran que hay una gran diversidad de alternativas que
funcionan, son viables y benefician a la mayoría de la gente y el
planeta. La más fuerte por su alcance y capacidad de contrarrestar
el cambio climático son los sistemas agroalimentarios campesinos,
agroecológicos y locales. Pero también energías renovables con las comunidades,
sistemas de basura cero, recuperar ferrovías, buen transporte colectivo de
bajas emisiones y muchas otras. Cada una no es suficiente, pero juntas tienen
un enorme y potencial real, viable económica, ambiental y socialmente. Lo
criminal es seguir con el mismo modelo de producción y consumo, aumentar la
civilización petrolera, su devastación ambiental y social y sus dueños hagan
nuevos negocios con tecnologías para “compensarlos”.
- Silvia Ribeiro,
Directora para América Latina del Grupo ETC
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fecha: 15 de noviembre de 2016, 13:05
asunto: [alai-amlatina] Caos climático
verdad o consecuencia?
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