Monsanto ¿domina,
se une o se rinde?
LA FUSIÓN DE BAYER Y MONSANTO
JUEGO DE TRONOS
Por:
Alberto Acevedo*
De perfeccionarse la fusión, Bayer se
coinvertiría en el mayor productor de semillas y pesticidas en el mundo. Junto
a otras operaciones similares, la producción alimenticia del mundo estaría en
manos de tres grandes multinacionales. Bayer y Monsanto tienen a su vez un
amplio prontuario criminal contra la humanidad y el medio ambiente
El
anuncio hecho en el mundo financiero el pasado 14 de septiembre, en el sentido
de que la alemana Bayer AG pagó 66 mil millones de dólares por la compra de
Monsanto, una de las más tradicionales empresas agrícolas norteamericanas, dará
paso al posicionamiento de la mayor empresa productora de pesticidas y semillas
genéticamente modificadas, que junto a otras dos poderosas transnacionales,
estarán en capacidad de controlar el 60 por ciento de las semillas
convencionales, el 100 por ciento de las transgénicas y el 65 por ciento de
toda la producción global de pesticidas.
Las dos
firmas tendrán ahora la fuerza económica y política suficiente para influir en los gobiernos, y moldear a su
favor los acuerdos de comercio agrícola, los programas rurales, las leyes
laborales, la programación de semillas y patentes y las normas de uso del
suelo, en favor de sus negocios.
El
anuncio ha conmocionado a organizaciones defensoras del medio ambiente como
Greenpeace, o de derechos humanos, que alertan a las autoridades y a las
organizaciones sociales en el mundo, porque las dos empresas fusionadas no solo
controlarán la producción global en sus especialidades, sino que impondrán a su
antojo el precio de sus productos y el monopolio en la distribución, sin que,
además, reciban sanción alguna por los daños que causan en el medio ambiente y
en la salud de las personas.
La
organización Global Justice Now, dijo: “El anuncio de hoy acerca de la
adquisición de Monsanto por parte de Bayer es un desastre para el sistema alimentario mundial.
En una industria que ya está dominada por seis grandes agroindustrias, esta
noticia hará que el mercado este aún más controlado, ya que otras fusiones y
adquisidores se volverán algo inevitable. Vamos directamente hacia una
situación en la que nuestro sistema alimentario mundial estará en manos de unas
cuantas entidades corporativas gigantes que tendrán todo el control sobre
nuestros alimentos, qué comemos y cómo se cultiva”.
No solo aspirinas
En un
mundo globalizado, la aparición de Monbayer, o como se le quiera llamar,
presupone la existencia de una empresa tan poderosa como indestructible. Se
habla ya de empresas de “tecnología infinita”, capaces de llegar “a cualquier
lugar”, esta vez con sus semillas mágicas y sus pesticidas infalibles. En
contraste, los pueblos se muestran impotentes para decidir respecto a su
agricultura y su alimentación.
Monsanto,
con la imposición de semillas transgénicas, ha dado un vigoroso impulso a la
producción de maíz, trigo, cebada, soya
y algodón en Estados Unidos, la India y otros países. Bayer, por su parte,
famosa en el mundo por la producción de aspirina, estuvo en lo fundamental
vinculada a la producción de fármacos esenciales para la salud humana. Pero
ambas firmas, con sus experimentos, han
causado grandes daños a la salud de las personas, por lo que han debido
enfrentar demandas judiciales en varios países y pagado millonarias
indemnizaciones. Pero ambas empresas además, han estado vinculadas a la industria
armamentista, a la guerra y a crímenes de lesa humanidad.
Monsanto,
fundada en Missouri en 1901, con su producción está vinculada a muchas marcas
de productos que consumimos cada día. En Canadá y Francia, los consumidores han
condenado el consumo de no pocos de esos productos, donde se han encontrado
rastros de los pesticidas que produce la compañía.
Sin controles
En
Argentina, por ejemplo, se estableció que el 85 por ciento de los productos con
algodón generados por la industria de ese país, contenían glifosato. Los países
en general, no tienen controles para detectar los efectos de organismos
genéticamente modificados.
Una
especie de maíz transgénico, cuya semilla distribuye Monsanto, produce una
toxina para matar a un insecto que daña los cultivos. Pero también elimina a
otros insectos beneficiosos para el ecosistema. Recientemente se han encontrado
rastros del herbicida en productos de amplio consumo como el Tampax y la línea
Always.
Una
línea de productos que la Organización Mundial de la Salud considera
cancerígenos, elaborados por Monsanto, están vinculados a la producción de
otros como Cocacola Light, jugos Tropicana, tés Lipton, Nescafé, Neskquik,
Ricore, chocolates como Toblerone, galletas, caramelos, helados, cereales como
Kelloggs, All Bran; shampoos, desodorantes, pañales, productos, tipo Pantene,
Dove, Rexona, y una larga lista, elaborada por Greenpeace.
El negocio de la guerra
Monsanto,
desde su nacimiento ha estado vinculado a la carrera armamentista y la guerra.
Además del glifosato, que destruye el medio ambiente, Monsanto produjo el
llamado Agente Naranja, arrojado por la aviación norteamericana durante la
guerra de Vietnam, causante de defoliaciones ambientales y numerosos tipos de
cáncer entre la población.
También
produjo en sus laboratorios el conocido DDT y el aspartame, un endulzante
artificial catalogado como cancerígeno. Monsanto fue coparticipe del Proyecto
Manhattan, para construir la primera bomba atómica, por lo que ha sido
considerado aliado estratégico de los gobiernos de los Estados Unidos.
Dos monstruos que se fusionan
Bayer
por su parte, no es tampoco un angelito. Fundada en Alemania en 1863, además de
producir una amplia gama de medicamentos básicos, ha estado vinculada a la
producción de peligrosos venenos. Durante la segunda guerra mundial, en sus
laboratorios se produjo el gas Zyklon B, utilizado en las cámaras de gas de los
campos de concentración nazis, donde fueron eliminados 11 millones de judíos.
En
junio de 2015, una ONG de derechos humanos recordó que Bayer estuvo involucrada
en atrocidades de experimentos humanos cometidos por Josef Mengele, en los
campos de Auschwitz. Para esa época, Bayer compró al comandante de Auschwitz
150 mujeres sanas para probar en ellas un medicamento para dormir. Todas
murieron.
Según
la Agencia Latinoamericana de Información, Alai, en 2013 se reveló que Bayer
vendió un una medicina para coagular sangre, contaminada con el virus VIH, en
mercados de Europa, Asia y América Latina. En los 14 años que estuvo circulando
el medicamento Trasyloy, de Bayer, para controlar hemorragias en cirugías,
provocó más de mil muertes, por los efectos secundarios causados. Elementos
nocivos de Bayer, a menudo cancerígenos, se han encontrado también en
anticonceptivos y en vitaminas para niños.
Lo
cierto es que estamos ante la realidad de que dos organizaciones criminales se
han convertido en una sola. Dos monstruos que se fusionan para controlar el
mercado mundial de semillas y organismos genéticamente modificados. Dos
transnacionales que destruyen el medio ambiente y la vida y que ahora, gracias
a las leyes del mercado, tendremos menos herramientas legales para controlar su
actividad desbordada. FIN
*Tomado del Semanario VOZ – Ed.2858
Semana del 19 al 25 de octubre de 2016
de: Victor
Manuel Matiz <vimas04@gmail.com>
responder
a: vimas04@gmail.com
para: Víctor
Manuel Matiz <vimas04@gmail.com>
(…)
fecha: 3
de noviembre de 2016, 12:31
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9 de noviembre 2016
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