29 de diciembre de 2019
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Manuel Marulanda en posición de
combate en Ríochiquito 1965. El histórico documental del año de 1965 por los
franceses Jean Pierre Sargent como camarógrafo y Bruno Muel como director.
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LA PROEZA DE PEPE SÁNCHEZ QUE NO CONOCE EL PAÍS
“La vez que me fui a filmar a Marulanda en plena guerra”
Por Roberto Romero Ospina,
especial para El Espectador
“Hubo un momento en medio
de la candela que los franceses quisieron meterse para filmar algunas escenas
de guerra siguiendo una trocha, cuando nos encontramos con Manuel Marulanda
diciéndonos, ‘para que se van a meter por allí si esos tiros salen de
matorrales y no se ve nada, y después si les pasa algo me los van a cobrar a
mí’”, anotó Pepe Sánchez en una entrevista exclusiva con este periodista hace
un par de años.
Era la primera vez en su
larga vida de cineasta, actor y director de televisión que Sánchez revelaba su
experiencia como asistente de uno de los documentales históricos de la
resistencia campesina que se fraguó en 1964 tras la ofensiva militar a
Marquetalia en 1964 y que desencadenó esta guerra de medio siglo con las FARC
que ya culmina.
Unos días antes de aquel
evento, de cumplirse 50 años de la ofensiva a Marquetalia, Pepe Sánchez nos dio
detalles de su participación en la filmación de “Ríochiquito” diciéndonos que
jamás había revelado a la prensa aquellas jornadas.
Video: Versión
original 1965 - "Rio Chiquito" en Francés.
Y por primera vez también
los lectores de El Espectador tienen acceso a esta información que nos entregó
en el Café de la Memoria, envuelto en una gruesa bufanda gris y su cachucha de
marino, y que mantuvimos inédita.
Pero también nos contó
pasajes decisivos de su vida que revelan siempre su compromiso social, su
“vocación subversiva y espirito crítico” y que nada o poco reflejaban los
medios que siempre lo han querido presentar como un inofensivo hombre de la
farándula. Como su activa participación en las jornadas estudiantiles, siendo
alumno de Derecho del Externado, del 8 y 9 de junio de 1954 tras la matanza
estudiantil del régimen de Rojas Pinilla.
Recuerda que bajo el
gobierno del conservador Guillermo León Valencia en 1963 comenzó a prepararse
“una ofensiva contra las llamadas repúblicas independientes del sur del Tolima
entre las que se encontraban las zonas agrarias de Marquetalia y Riochiquito.
Yo ya estaba vinculado a la televisión desde 1954 cuando la creo Rojas Pinilla
y sabía de cine”.
Siguiéndole el paso a los
acontecimientos
Diego Montaña Cuéllar
Pepe se interesaba en
seguirle el paso a estos acontecimientos y como él y su familia eran muy amigos
del dirigente comunista Diego Montaña Cuéllar, en cuya casa “se hablaba de
marxismo y se echaban unos tragos”, le propuso hacer un documental de aquellas
regiones campesinas.
“Diego me dijo que hiciera
una lista de lo que se necesitaba, entonces incluí una cámara, equipos de
sonido, luces, y eso quedó en manos del partido, pero como el trámite se demoraba
mucho prácticamente desistimos del proyecto”, subrayó. Para ese entonces ya
había estallado la guerra tras la toma de Marquetalia en marzo de 1964.
Pero el proyecto de Pepe
Sánchez tendría un giro inesperado unos meses después. “Montaña Cuéllar me
llamó a comienzos de 1965 y me preguntó si aún seguía interesado en la idea de
filmar allí y ante mi respuesta de: ‘yo encantado’, me cuentó que están por
llegar dos cineastas franceses enviados por uno de los mejores documentalistas
de todos los tiempos, el holandés Joris Ivens”. El “holandes errante” como se
le conocía a Ivens, escogió a Jean Pierre Sargent como camarógrafo y Bruno Muel
como director.
Los secretos de una
aventura
Entonces revela los
secretos de la memorable aventura que dio como resultado la realización de uno
de las piezas narrativas más premiadas y que le dio la vuelta al mundo poniendo
en entredicho al gobierno de Valencia.
Su papel fue de consejero y
traductor aunque a veces metía la cucharada dando ideas de la realización del
filme.
“Duramos diez días en
llegar a la zona asignada de Ríochiquito, en el Huila, donde se habían
desplazado los campesinos de Marquetalia y allí estaba el Estado Mayor Central
de las nacientes guerrillas que más tarde se convertirían en las FARC. Nosotros
pasamos un puesto lleno de militares a quienes les mostramos unas credenciales
que yo había conseguido”.
Y añadió lleno de ese humor
sarcástico que siempre lo acompañó: “Ellos entraron como documentalistas para
realizar un trabajo sobre aves de la selva e indígenas paeces, lo que no era
descabellado porque en esa región del Huila abundan los unos y los otros”,
mientras se regocijaba por la burla que se le hizo a las autoridades para poder
acceder a la zona de guerra.
Jacobo Arenaz, co fundador de las
FARC dando
instrucciones a los guerrilleros.
instrucciones a los guerrilleros.
“Básicamente entrevistamos a Jacobo Arenas que en
la cinta aparece dando una arenga, a Manuel Marulanda y al joven revolucionario
Hernando González, a quien ya había conocido en mi época universitaria en
Bogotá”.
A Pepe Sánchez le llamó la
atención Manuel Marulanda a quien describió como “el hombre más tranquilo y
callado de todos, de una gran sencillez”. Y recuerda que apenas a una escasa hora
de cruzar el puesto militar a caballo pues había una tregua entre los dos
bandos, detrás de una gran arbolada se encontraban los jefes guerrilleros. Allí
filmaron la etapa de autodefensa campesina dedicada al abastecimiento para la
posible movilización.
“Vamos a almorzar que estos
regresan”
“Allí estuvimos una semana
con Isauro Yosa, el patriarca de las autodefensas, Ciro Castaño y los jefes que
ya señalé, todos en su política de proteger la vida y en la lucha por mejores
condiciones sociales. Y Marulanda con ese olfato de estratega nos dice apenas
aparece el alba: ‘a las 8 vamos a desayunar y de inmediato vamos a las
trincheras pues no demoran en venir a bombardearnos’, y así fue. Todo eso lo
registramos en las cámaras”.
El acoso de las bombas como
previó también Marulanda, duró hasta las 12. “Vamos a almorzar que esos vuelven
a las 2 pues también se fueron para lo mismo. Lo que se repitió con exactitud
de oficina. La andanada de metralla y descargas de fuego desde la aviación solo
terminó a la 5 de la tarde”.
En 20 minutos, los
espectadores pueden apreciar las escenas de la violencia: ranchos quemados, los
vuelos rasantes de la aviación militar, el éxodo campesino, las arengas de un
Marulanda de apenas 36 años o de Jacobo Arenas, y decenas de hombres con el
fusil al hombro dispuestos a la lucha y que han marcado este medio siglo de
historia. Al final, retumban los ecos de la música indígena en la banda sonora
del film.
“Todo ese material de horas
lo editaron en Paris haciendo de locutor Alberto Rojas Puyo; yo quería filmar
más el lado humano de la tragedia, pero los franceses le dieron más fuerza a la
parte política quizá porque la denuncia de la agresión a estas regiones de
autodefensa era lo que primaba”, recalcó.
“La orden era dispararnos”
Después vendría la odisea
de la salida. “Fueron quince largos días de marcha que trajo como primera
víctima al comandante Hernando González quien logró conducirnos a otro grupo
que nos esperaba pero a su regreso se equivocó y tomó la misma trocha y no una
nueva, y allí lo emboscaron”.
Sánchez nos dijo que les
tocó subir los picos más altos del Cauca y descender a las llanuras ardientes
del Tolima para ponerse a salvo y resguardar el material fílmico.
“Como nos enteramos más
tarde, y como ya sabían que habíamos estado con los guerrilleros, la orden era
disparar sin contemplaciones de encontrarnos. Pasamos varios días sin
alimentos, solo comiendo unas almendras del monte hasta que otro grupo nos
recibió con provisiones y pudo llevarnos a las goteras de Bogotá”.
Los dos cineastas franceses
fueron detenidos a su regreso y en menos de 24 horas expulsados de Colombia.
Sánchez quedó a cargo de los rollos y salió por otra vía de manera que se salvó
el material fílmico que en menos de dos meses se dio a conocer al mundo.
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Los guerrilleros del año 1965 en
Riochiquito.
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Sin embargo, Pepe sufrió
duras consecuencias por su audaz participación en aquella memorable realización
que siempre reproducen los medios que muestra a Marulanda escribiendo a máquina
con apenas 36 años. “Él escribía todas las mañanas una bitácora de los sucesos
que luego revisaba Jacobo Arenas quien le tachaba cosas y le decía esto no va y
esto sí, algo que no parecía correcto”.
Tuvo tiempo de conversar
con Marulanda, a quien no volvió nunca a ver. “Cuando estaba en el colegio San
Bartolomé haciendo el bachillerato, un compañero, Armando Yepes, me contó que
su familia era desplazada de Ceylan por ser liberales y vio cómo los pobladores
de Versalles, en Caldas, dirigidos por el cura, arrasaron con el pueblo.
Marulanda me contó, 15 años después, la misma situación, siendo él víctima y
por eso se enmontó con varios labriegos y unas pocas escopetas”.
Tocó perderse
Sánchez nunca apareció en
los créditos de “Riochiquito”, lo que hubiera sido aún más grave para él. “Me
estaban buscando, pero el conocido abogado Rafael Poveda, mi apoderado, me dijo
que me presentara ante el juez, Muñoz Martínez, un bárbaro conservador que hizo
una especialización en interrogatorios en la España franquista, a ver cómo
salía de esta. La situación era muy difícil, pero yo me sentía orgulloso de
aquella proeza”.
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La pobreza reinaba y reina todavía
en las regiones en donde surgió la guerrilla más antigua en Latinoamerica.
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Fue a tres diligencias y al
terminar la última se entera que las autorizaciones militares para entrar a la
zona y que entregaron en los puestos castrenses, habían desaparecido del
expediente. “Ante esto Poveda y mi familia me dieron la orden, piérdase de
inmediato. Entonces me refugié en Chile y allí pasé cuatro años hermosos.
Trabajé como asistente de Miguel Littin en su laureada película “El chacal de
Nahualtoro”, y faltando pocos meses del golpe de Pinochet, resolví regresar a
Colombia”.
Pepe Sánchez de inmediato
se une al grupo de cine político que encabezaba Carlos Álvarez y con él hacen
varios documentales y llevan sus películas a barriadas populares, sindicatos y
al movimiento estudiantil. Allí también estaban su hermano Carlos Sánchez,
Gabriela Samper, y Bejarano, entre otros.
Facilitó su regreso del
exilio el olvido del caso además que el ministro de Guerra de ese entonces, el
general Reveiz Pizarro y el juez, Muñoz Martínez, que tenía lista la orden de
captura, habían fallecido.
El gran artista fallecido,
columna ideológica de la dramaturgia comprometida de la TV nacional, siempre
fue un abanderado de la búsqueda de la paz. Tenía muchas razones para ello:
había visto la guerra con sus propios ojos en Riochiquito hace más de medio
siglo.
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