SYLVIA MARCOS
Martes 5 de marzo de 2013
[El pasado 21 de diciembre miles de zapatistas
hicieron el mismo recorrido que el 1 de enero de 1994, desde las Comunidades de
la sierra y la selva de Chiapas, a las cabeceras municipales. Esta vez sin
armas, cubiertos por sus pasamontañas, pañuelo rojo al cuello. Con paso lento
pero firme marcharon en silencio. En torno a 40.000 zapatistas llegaron a las
plazas de San Cristobal de las Casas y otras cuatro ciudades chiapanecas,
levantaron el puño, esperaron y se fueron. "¿Escucharon?" preguntaba
horas después el subcomandante Marcos.
De este impresionante evento, por
cuanto solo se escuchaba el silencio de las 40.000 personas, justo el mismo día
en el que se anunciaba el fin del mundo de la era Maya, nos da cuenta y lo
analiza con conocimiento de causa, la antropóloga feminista Sylvia Marcos,
testigo privilegiada del mismo.]
En estas tierras, las personas se
saludan frecuentemente diciendo: “¿que
dice tu corazón”? o “¿como esta tu corazón?”Hoy,
quiero hablarles de aquello que dice mi corazón después de escuchar el
Comunicado del Comité Clandestino Revolucionario Indígena, Comandancia General
del EZLN.
Primero, ¿quienes son, nos dicen los
caminantes del 21 de diciembre, los autores del comunicado? Son “los que no claudican, los que no
se venden, los que no se rinden”.
Y ahora mi pregunta: ¿Qué dice mi
corazón ante esta movilización zapatista? Mi corazón, que es también
pensamiento, acción, organización, amor ¿Qué dice mi corazón? Que esos cuerpos
de hombres y mujeres, mayoritariamente jóvenes y jóvenas zapatistas, alineados
marchando en silencia bajo la lluvia, esas 40.000 mil personas que caminaron
disciplinadas, organizadas, calladas, dicen que la práctica y teoría política
zapatista no solo sigue viva, sino que crece, se afirma y que resurge cuando
todo parece derrumbarse a su alrededor. Me dicen que la teoría política se hace
con el cuerpo, con el movimiento, con el compromiso que elude la verborrea
teórica abstracta. Que esa movilización silenciosa es pura corporización de la
teoría, y que ésta es uno más de los aportes de los pueblos mayas. Si no
incorporamos nuestros cuerpos en las reivindicaciones y análisis que hacemos,
no estamos haciendo teoría verdadera.
¿Que me dicen esos miles de mujeres y
hombres marchando a la par y caminando juntos? Que son mujeres zapatistas
caminando juntitas al lado de sus hombres. Y ¿Qué me dice esto a mí, mujer
feminista? Que la simultaneidad en las luchas por los derechos de los pueblos y
los derechos de las mujeres es un hecho logrado entre las zapatistas. Que no se
puede priorizar uno sobre el otro. Que como diría la afro-americana bell hooks /1, las prioridades no pueden alternarse
estrictamente. Que aquella teoría de las posicionalidades, esbozada por ella,
tiene que tener la flexibilidad de repetir la prioridad de los pueblos mientras
en otras ocasiones, insiste también en la prioridad de los derechos de las
mujeres. Que ambas reivindicaciones van a la par.
Que si no unimos, como feministas,
nuestras luchas como mujeres con las de la comunidad en la que estamos
inmersas, vamos a reproducir las banales demandas de mujeres, sólo por ser
mujeres, sin consciencia de las injusticias sufridas por la colectividad que
nos circunda (o en la que estamos insertas o inmersas). Esas mujeres jóvenes
zapatistas estuvieron marchando al lado de los varones, caminando “a la par” y
“al lado”: como lo han repetido innumerables veces sus madres y abuelas
maestras del proceso zapatista. Nos muestran, me muestran, lo que la “educación autónoma” ha logrado en las comunidades de base
zapatistas, sin abuso de palabras, simplemente marchando en sus cuerpos, y
unidas por la búsqueda del otro mundo vislumbrado y constituido que han
empezado a construir.
Y se movilizaron el día que tuvo lugar
el cambio de Era Maya.
¿Que nos dice esa fecha, por qué
haberla escogido? ¿Que me dice? Que los zapatistas siguen, se inspiran, en las
raigambres filosóficas de sus ancestros mayas. Y que además no hay tal “fin del
mundo”. Que, en sus mundos, el tiempo lineal que tiene un inicio y un fin, es
decir que empieza y termina, no tiene nada que decirles. Que para ellas y
ellos, el tiempo y el lugar se funden y se repiten en ciclos y espirales. Que
sus tiempos y los nuestros no muy bien cuadran. Que no están al fin de nada,
que, al contrario, ellos y ellas están creando el mundo nuevo y entran a la
nueva Era recreándola.
Que su mundo no solo permanece, sino
que resurge y que aquí están porque nunca se han ido. Que han crecido e
incrementado sus propuestas. Bien saben que los agreden sistemáticamente, pero
ellos vinieron a demostrar que ellos y ellas resisten porque son más fuertes
que la violencia que los quiere desaparecer, diezmar y destruir porque
prevalecen por la paciencia, la constancia, la búsqueda de una paz con justicia
y dignidad. Que es la fuerza de sus ancestros que vuelve a manifestarse a
través de ellos. Que se puede hacer y pensar Otro
Mundo.
Y que nosotras podemos imaginar ese
otro mundo a través de sus ojos, porque ellas y ellos lo están haciendo ahora,
aquí, y en concreto. Con sus cuerpos y no sólo con discursos. Así la filosofía
maya se asienta en la fusión de cuerpo, mente y espíritu. No se hacen teorías
abstractas desincorporadas. El ser es uno y es todo a la vez y además esta
interconectado con el cosmos que lo recrea y al localizarlo, es decir
confinarlo en un lugar, lo amplia a la vez, ya que todo lugar sólo es lugar en
un cosmos.
Todo eso nos dice, me dice, la
movilización de esos zapatistas y de esas zapatistas aguerridos y aguerridas,
fuertes, que reconociéndose se despliegan en miles de miles y marchan en
silencio bajo la lluvia. ¿Quien decía que habían desaparecido? ¿Quien decía que
ya no existían? Algunos medios, quizás amedrentados por los poderes, pero de
voz estruendosa. Como si los medios tuvieran el poder de hacer aparecer y
desaparecer las realidades que los de abajo construyen. Como si fueran unos
magos con su varita de palabras huecas.
En cambio, ¿Qué más me dicen, nos
dicen, las y los zapatistas silenciosos marchando? Que son un colectivo de
comunidades. Que su concepto de democracia va más allá de la democracia
representativa. Que son participativos, que 40.000 mil de ellas y ellos
supieron demostrar como viven la democracia y el consenso en sus lugares. Que
la democracia es comunitaria también. Que está constreñida por las tradiciones
del mandar obedeciendo. Que esta democracia zapatista está reconceptualizada y
tiene que emerger del todo comunitario que sólo se implementa por aquellos elegidos
para esto.
Con sus cuerpos lo dicen, nos lo dicen.
Eso me han dicho y eso leo en sus cuerpos humedecidos de lluvia y sus pies
descalzos. No vinieron unos cuantos “representantes elegidos”. Participaron
todos lo que pudieron. No había cuotas. Ni siquiera necesitaron voceros porque
el silencio grita, el silencio ruge. Su silencio nos invitó a escucharlos, a
brindarles algo de escucha, de esa escucha tan escasa que casi habíamos
desaprendido a brindar. Todo eso me dijeron con su movilización.
Muchos de ellas y ellos nacieron o
crecieron después del estallido público del 1994 y se han formado con la
innovadora “educación
autónoma” comunitaria. Fueron
los niños y niñas que comparten una chupadita del dulce que alguno de ellos
pudo recibir en el final de curso. Para ellas y ellos, esta chupadita
compartida de un dulce de sabor es la metáfora de la dulzura de compartir que
ellos saben vivir. Esa es la primera “educación
autónoma” que los marca para
siempre. Los agresores a estos núcleos educativos, los paramilitares
financiados por los poderes tanto fácticos como gubernamentales le tienen
miedo. Temen lo que ya aparece: nuevos seres con visión y fuerza y con proyecto
social y político propio.
¿Que nos dicen que me dicen cuando
marchan con la bandera mexicana extendida entre sus en manos? Que su búsqueda
de autonomía no significa soberanía fuera de nuestro México. Que su concepto de
ciudadanía exige fundarse en el de Estado/sujeto plurinacional. Que la
ciudadanía “étnico-cultural” como la llama Boaventura de Souza
Santos, es una parte
importante de su identidad cultural. Que esta ciudadanía amplía y resignifica
lo que conocemos como “ciudadanía” en los estados neoliberales. Que quieren ser
Tzoltziles y mexicanos, Tojolabales y mexicanos, Chol y Mexicanos, Tzeltales,
Zoque y Mam, pero siempre mexicanos.
Todo esto que parece pura teoría
política, nos lo dicen con sus cuerpos marchando con la bandera mexicana asida
en sus manos. Asida y elevada frente a la Catedral. La teoría
sin piso, sin guaraches y sin siquiera tenis, los pasos dados sin pisar fuerte
un suelo no es teoría, diría Marcos
¿Que me dicen y me han dicho estos
compas marchando este 21 de Diciembre, inicio de una nueva Era?
Que son Mayas y que enriquecen su
propuesta política con sus tradiciones ancestrales revitalizadas y recreadas
hoy.
Que las mujeres zapatistas caminan al
lado y a la par de sus hombres para lograr una justicia para sus pueblos y para
ellas como mujeres.
Que el camino hacia ese mundo nuevo
tiene que hacerse por todas y todos y que ellas y ellos han hecho ya un buen
trecho.
Que no hay que desfallecer, que tenemos
que aceptar “ser prisioneros
de la esperanza”, como dicen los palestinos.
Que la “ciudadanía” tiene que pensarse
desde la plurinacionalidad y la democracia desde lo comunitario y
participativo, y desde el “nosotros” en clave Maya.
Todo esto nos lo dijeron en silencio,
callados y sin hablar.
Escucharon?
Escuchemos…
Sylvia Marcos forma parte del Seminario
de Antropología y Género de UNAM
Notas
/1 bell hooks es el nombre con el que firma sus escritos Gloria Jean
Watkins, escritora y activista feminista afroamericana. Su escrito más conocido
aquí es "Mujeres negras: Dar forma a la teoría feminista"
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