Asia Times online
21-04-2015
Traducido del inglés para Rebelión por Germán
Leyens
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“…la
mirada hacia atrás furtiva. Hacia el terror primitivo” (T.S.Eliot, The
Dry Salvages [Traducción de José Emilio Pacheco])
Vivimos
tiempos afligidos y peligrosos. Somos impotentes ante las perennes agonías de
Medio Oriente o el desarrollo hacia la Guerra Fría 2.0. La miríada de
ramificaciones de la Larga Guerra del Pentágono o el empobrecimiento de las
clases medias del mundo occidental. El sentimiento de una guerra civil global
es inconfundible. Por lo menos, en ciertos rincones oscuros de “OTANstán” algunos
de los mejores y más brillantes, en silencio, están pensando.
En un breve
volumen, Stasis. La Guerra Civile come Paradigma Politico, basado en dos
seminarios en Princeton y disponible en italiano y francés, pero no todavía en
inglés, el filósofo maestro Giorgio Agamben identifica la guerra civil como el
signo fundamental de politización de Occidente. La cuestión clave es si esta
proposición ha sido alterada por el desplome de la civilización hacia la
dimensión de la guerra civil global.
Stasis es la guerra civil que provocó problemas dentro de la antigua polis
griega. Hannah Arendt ya conceptualizó la guerra civil global en 1963. Agamben
argumenta que en términos históricos globales la guerra civil global está
representada ahora por el terrorismo.
Por lo tanto
Foucault tenía razón cuando calificó la política moderna de “biopolítica”, dice
Agamben, “terrorismo es la forma adoptada por la guerra civil cuando la vida se
convierte en un juego político”.
Todo tiene
que ver con el equilibrio entre oikos (la familia) y polis (la
ciudad) como la identificaban –siempre ellos– los griegos. Por lo tanto, cuando
la polis se presenta bajo la cara tranquilizadora de un oikos,
como en la tan reconfortante imagen de la “casa de Europa” vendida por Bruselas
o en “el mundo como el espacio absoluto de la administración económica global”,
argumenta Agamben, “la stasis, que no puede ser colocada entre oikos
y polis se convierte en el paradigma de todo conflicto y asume la cara
del terror”.
Por lo tanto
terrorismo igual a guerra civil global. El próximo paso que no da Agamben
–después de todo es un breve ensayo– sería calificar la miríada de
declinaciones de terrorismo; no solo del tipo EI/ISIS/Daesh, sino el terrorismo
de Estado, como el asesinato indiscriminado de civiles en todo el mundo por
nuestros usuales sospechosos imperiales y subimperiales.
La barbarie
comienza en casa
Como el
terrorismo es una forma de barbarie, otro breve ensayo –L’Europe a
Deux Visages– del maestro sociólogo Edgar Morin, va un paso más lejos al
conducirnos a una breve pero muy ambiciosa antropología de la barbarie humana.
Morin
argumenta que las ideas de Homo sapiens, Homo faber y Homo
economicus son insuficientes. Después de todo Homo sapiens puede
convertirse en Homo demens (vea el interminable archivo de delirio y dementia,
de Nerón a Dick Cheney. Homo faber también puede producir una colección
interminable de mitos. Y Homo economicus puede convertirse en Homo
ludens, un alborozado jugador (excluyendo al ministro alemán de finanzas
Schäuble.)
La barbarie
humana pertenece desde luego a Homos demens; un ávido productor de
delirio (el califa de Daesh Ibrahim), odio (saudíes contra chiíes), desdén (los
ricos contra los oprimidos) y –los griegos, de nuevo– hibris (los juicios y tribulaciones
del Imperio del Caos). Para no mencionar, como Morin nos recuerda, que la
tecnología introduce su propia forma de barbarie, la barbarie del puro, glacial
cálculo.
Morin nos
muestra que es posible que Europa no haya tenido el monopolio de la barbarie,
pero ciertamente ha manifestado todas las formas de barbarie registradas en la
historia en una forma mucho más permanente, masiva e innovadora. Y vincula toda
esta innovación a la formación de la nación europea moderna, en España,
Francia, Portugal, Inglaterra.
El caso más
incriminatorio es España. En las áreas islámicas –Al Andalus– hubo mucha
tolerancia hacia cristianos y judíos y en la zona cristiana tolerancia hacia
musulmanes y judíos, hasta 1492.
¿Qué pasó en
1492? “No solo el descubrimiento de América y el inicio de la conquista del
Nuevo Mundo. Fue también el año de la conquista de Granada, el último bastión
musulmán en España, y poco después el decreto imponiendo a judíos y musulmanes
la elección entre conversión o expulsión. Esta invención europea, la nación, se
basó desde el principio en un fundamento de purificación religiosa”.
Bueno, por
lo menos Occidente fue bendecido por el Renacimiento que gestó el humanismo
europeo. Morin identifica dos explicaciones divergentes para la esencia del
humanismo. Una alaba la tradición judeocristiana. La otra es sobre Grecia
Antigua, porque en el pensamiento griego el espíritu humano y la racionalidad
afirman su autonomía. La mejor justificación puede ser que el humanismo
desarrolló un mensaje griego, revitalizado en la Italia del Renacimiento. Unos
minutos contemplando la Primavera de Botticelli en la Galleria degli Uffizzi
pueden bastar para zanjar el caso.
Auschwitz =
Hiroshima
Morin
también nos recuerda que “en la ciudad democrática de Atenas la diosa Atenea no
gobierna, protege”. El verdadero significado de democracia es que los
“ciudadanos responsables tienen el gobierno de la ciudad en sus manos”. Cuesta
ajustar a Merkel, Cameron, Hollande o al nuevo capo de la Casa de Saud en esta
descripción.
Paralelamente,
mientras se desarrollaba la barbarie europea, Morin nos recuerda que siempre ha
tratado a El Otro –pensad en el Sur Global– como bárbaro, en lugar de celebrar
una diferencia y ver la oportunidad del enriquecimiento mutuo a través del
conocimiento y de las relaciones humanas.
Hay
excepciones, por cierto. Por lo tanto en nuestra actual lamentable condición lo
menos que podemos hacer es escuchar las lecciones de Spinoza para quien la
razón era soberana, no “una razón fría, glacial, sino una razón profundamente
compasiva”. Spinoza era un espíritu tan independiente como Montaigne, otro de
nuestros inspiradores modelo.
Morin es
implacable: si Auschwitz fue la barbarie suprema, lo mismo fue Hiroshima.
Califica a Bruselas, correctamente, como una “tecnoburocracia europea”, insiste
en que Turquía es “una potencia europea”, especialmente después de la caída de
Bizancio y señala afectuosamente que “la cultura rusa llevó sensibilidad y una
profundidad humana a la cultura europea”, ya que “Rusia es también europea”.
Anda a contárselo a los abastecedores de la Guerra Fría 2.0.
Por lo
tanto, no se ha perdido todo, aunque tenemos que admitir que la barbarie
también somos nosotros. Morin nos dice que pensar seriamente en la barbarie es
contribuir a regenerar el humanismo. Por lo tanto, incluso en estado de sitio y
bajo la égida de una guerra civil global, resistiremos con nuestros corazones y
nuestras mentes. No pasarán.
Pepe Escobar
es autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid
War (Nimble Books, 2007), Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during
the surge (Nimble Books, 2007) y Obama does Globalistan (Nimble
Books, 2009). Contacto: pepeasia@yahoo.com
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=197885
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