30-04-2015
Este 8 de
mayo se celebrará el 70 aniversario del triunfo de los pueblos del mundo sobre
el nazi-fascismo, y en particular, se recordará la victoria sobre Alemania del
pueblo soviético, determinante en esta gesta histórica. En las actuales
circunstancias políticas, económicas y sociales en el ámbito planetario, este
aniversario cobra un significado especial, dadas las amenazas constantes a la
paz por parte del capitalismo colectivo encabezado por Estados Unidos y la
posibilidad real de una nueva contienda bélica de dimensiones planetarias, que
sería la última que la humanidad librase.
La Segunda Guerra Mundial tiene como responsables
no sólo a los fascistas alemanes, italianos y japoneses, quienes deseando un
nuevo reparto del mundo desencadenaron la tragedia bélica más terrible que
registra la historia; también es necesario señalar la responsabilidad
manifiesta de los imperialistas ingleses, estadounidenses y franceses en el
estallido de la guerra. Sus gobiernos estimularon y permitieron el rearme de
Alemania; solaparon el crecimiento vertiginoso de sus fuerzas armadas e
invocaron una pretendida neutralidad frente a las agresiones fascistas a
Etiopía en 1935, a España en 1936, a Austria y Checoslovaquia en 1938 y a
Polonia en 1939.
México, por haber sido país de acogida del exilio
republicano, conoció de primera mano el crimen que los fascistas cometieron
contra la República Española y el papel que jugó el Comité de no Intervención
que los gobiernos de Inglaterra, Francia y Estados Unidos crearon para encubrir
su clara complicidad en ese crimen. En España, los fascistas pusieron a prueba
sus nuevas armas, sus métodos masivos de exterminio y toda la experiencia
española se constituyó así en la advertencia de lo que sería el “orden
fascista” en Europa. También España se convirtió en la clarinada que alertaba a
los fascistas sobre el indoblegable espíritu de lucha de un pueblo y la
fraterna solidaridad de los internacionalistas de todos los pueblos del mundo.
Este 8 de mayo se recordará a los y las combatientes de todos los pueblos de
España que nutrieron de espíritu antifascista y de amor por la causa popular a
toda una generación de luchadores contra el fascismo.
Todas las agresiones fascistas de la preguerra
quedaron impunes y, con ello, se permitió que los sueños de expansión mundial
de las potencias del Eje se tornaran cruel realidad. Los gobiernos inglés y
francés pasaron por encima de acuerdos internacionales de mutua defensa con
Polonia y Checoslovaquia, y de la voluntad de sus pueblos, permitiendo la ocupación
nazi de esos países.
Destaco estos acontecimientos históricos porque la
historiografía imperialista se ha encargado de propagar una imagen tergiversada
sobre las causas que provocaron la segunda guerra mundial, pretendiendo colocar
la responsabilidad en la psicopatía de un individuo. Recurriendo, como lo hacen
frecuentemente, al psicologismo, procuran hacer creer que Hitler y el apetito
de poder de una camarilla de fanáticos desequilibrados fueron la causa de la
guerra. Hoy como ayer, los causantes de la guerra son los capitalistas, los
monopolios que lucran con la muerte de millones, las corporaciones productoras
de armamento, las sociedades anónimas que invierten en el pingüe negocio de la
guerra. Socios alemanes, ingleses, franceses y estadounidenses se beneficiaron
por igual con la matanza de los pueblos.
“Las instalaciones para las cámaras de gas en las
“fábricas de la muerte” fascistas fueron vendidas por firmas alemanas
estrechamente ligadas a monopolios yanquis, Los “carros de la muerte” se produjeron
en las fábricas a alemanas pertenecientes a la Ford y a la General Motors. El
Bank of International Settlements de Basilea, cuyo director era el banquero
neoyorkino Tomas Mackitric, compraba al Reich Bank Alemán el oro robado por los
hitlerianos, así como los dientes de oro de las personas asesinadas en los
campos de concentración.” (V. IsraelianNicolaev. La segunda guerra mundial.
México: Editorial Cartago, 1980, p. 104)
¿Qué pretendían los gobiernos de Estados Unidos, Francia
e Inglaterra con esta complicidad con la Alemania fascista de la preguerra?
En primer lugar, se buscaba dirigir la maquinaria
bélica alemana hacia el Este, hacia la Unión Soviética. Se quería realizar lo
que no fue posible en los años que siguieron a la Revolución de Octubre de
1917, cuando todas las potencias imperialistas asediaban a la joven república
de los Soviets. Todos los intervencionistas coincidían en su odio de clase
hacía el socialismo. Igualmente, a lo largo de toda la contienda bélica de 1939
a 1945, el antisovietismo y el anticomunismo estuvieron presentes como factor
subyacente en la singular conducción de la guerra por parte de los aliados de
la Coalición Anti hitleriana. El retraso en la apertura del Segundo Frente
hasta el año 1944 (cuando ya el curso de la guerra se había decidido en el
frente soviético) y la sistemática política de acciones militares pequeñas,
tenían por objeto lograr el desgaste y la derrota de la Unión Soviética.
Es también significativa para las luchas actuales
de los pueblos contra el despojo y la recolonización capitalista neoliberal,
analizar la experiencia histórica que se presenta en esta Segunda Guerra
Mundial: la traición nacional de la mayoría de los gobiernos capitalistas de
Europa ante el ataque y la ocupación fascistas. La entrega que la burguesía
hace de sus propias naciones en aras de proteger sus intereses de clase. El
mariscal Philippe Pétain, el colaboracionista jefe de gobierno que entrega
Francia a los alemanes, representa cabalmente la política seguida por la
mayoría de los gobiernos europeos establecidos que, uno a uno, fueron
sometiéndose dócilmente a los nazis, instalándose gobiernos de ocupación en los
que estos colaboracionistas desempeñarían un importante papel en la represión
brutal y en la dominación de sus propios pueblos. Los ejércitos burgueses
ofrecieron una resistencia mínima o simbólica y se desmoronaron ante el ataque
fascista. Esta actitud capituladora y entreguista de los regímenes capitalistas
europeos muestra nítidamente la tendencia histórica de la actual fase de
transnacionalización neoliberal, en el sentido de que los grupos dominantes no
representan más el interés nacional y conforman gobiernos que Marx consideraba
de “traición nacional”, como se demuestra nítidamente en el caso de México.
Por el contrario, durante el inicio y el desarrollo
de la guerra, especialmente las clases trabajadoras y un sector importante de
los intelectuales, participan activamente en la resistencia antifascista.
Precisamente, la participación activa de los pueblos y el peso decisivo del
pueblo soviético, en particular, van cambiando la naturaleza de la guerra: de
inter-imperialista se trasforma en una guerra popular, antifascista, justa y
necesaria hasta la derrota del fascismo.
En esta guerra de los pueblos contra el fascismo,
los comunistas, especialmente, junto con otros agrupamientos de diversas
ideologías, intervienen directamente en la organización de destacamentos
guerrilleros y de resistencia: efectúan labores de sabotaje y ajusticiamiento en
la retaguardia de los fascistas, manteniendo viva la identidad y la dignidad
nacionales frente a los invasores. Asimismo, los comunistas integran ese otro
ejército de combatientes anónimos que efectuaban inapreciables trabajos de
información y de inteligencia en las mismas filas del enemigo. Cientos de
hombres y mujeres a quienes tocó luchar en este singular “frente interno”, en
el que la mayoría cayó en manos de los torturadores y asesinos. Combatientes
como el comunista alemán Richard Sorge y del comunista polaco Leopoldo Trepper;
y la de todos aquellos que como ellos no eran espías profesionales a sueldo,
mercenarios de los aparatos de inteligencia y subversión capitalistas, sino
modestos y valerosos revolucionarios que lucharon y murieron por la causa del
pueblo y el socialismo.
Los trabajos continuos de 70 años de los poderosos
medios de comunicación masiva influenciados y controlados por la concepción
imperialista del mundo pretenden tergiversar esta historia. Se produce película
tras película, serie tras serie de televisión en las que se presenta a los
ejércitos aliados, especialmente al de Estados Unidos, como la fuerza militar
que derrotó a Alemania. La acción militar que se inicia con el desembarco
aliado en Normandía aparece como el acontecimiento más importante de la Segunda
Guerra, intentando con estas manipulaciones ignorar la contribución del pueblo
soviético y los grandes sacrificios de los pueblos de la Europa ocupada.
La Unión Soviética, independientemente del fenómeno
del estalinismo, constituyó, sin lugar a dudas, el factor decisivo en la
derrota del fascismo. Sus fuerzas armadas se enfrentaron a lo largo de la
guerra al grueso del aparato militar nazi fascista y después de las victorias
de Moscú, Stalingrado, Kursk y Leningrado, se puede afirmar que los fascistas
habían sido estratégicamente derrotados. Los más de 20 millones de muertos,
civiles y militares, dan cuenta del peso de los pueblos de la otrora Unión
Soviética en este conflicto bélico.
Este es un hecho histórico que seguramente será
silenciado por los medios de comunicación imperialistas durante este 70
aniversario, como será convenientemente ocultado que en aquellos países que
fueron ocupados por los aliados occidentales, sus gobiernos se opusieron
enérgicamente a las aspiraciones democráticas y trasformadoras por las que los
pueblos habían luchado, restaurando inmediatamente el orden de cosas
conveniente para el capitalismo, imponiendo una alineación militar que resultó
en la agresiva OTAN, ya en plena “guerra fría”. Asimismo, el gobierno de
Estados Unidos, en particular, sostuvo una política benevolente con criminales
de guerra fascistas, otorgándoles protección, asilo, y hasta utilizándolos en
sus servicios de inteligencia, en sus centros científicos de investigación con
fines bélicos y como asesores de los regímenes dictatoriales de Nuestra América
y de otros continentes. El fascismo de ayer, se da la mano con el fascismo de
hoy, como se observa en Ucrania, y en numerosos países europeos donde han
resurgido abiertamente grupos de neo-nazis que gozan, como los nazis de ayer,
de la tolerancia de los gobiernos europeos y estadounidense.
Durante estos 70 años de posguerra, la humanidad ha
vivido un periodo en el que si bien es cierto que no ha habido una nueva
conflagración mundial, los pueblos han sufrido múltiples agresiones militares,
económicas, políticas y del llamado de amplio espectro por parte de los
imperialistas estadounidenses y sus cómplices europeos.
En América Latina, en particular, se ha dejado
sentir de manera directa la agresión del imperialismo estadounidense. Nuestra
historia está marcada por la presencia injerencista de Estados Unidos, y por la
acción actual de una recolonización que es considerada como una ocupación, con
sus colaboracionistas y resistentes. Aprender de la lucha antifascista es
primordial, a los 70 años de la capitulación incondicional del ejército alemán
ante el Ejército Rojo.
Publicado originalmente en http://www.rosa-blindada.info/?p=2735
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