10/10/2016
En el año 1994, Giovanni Arrighi1
relataba que el ciclo sistémico de acumulación capitalista iniciado en las
últimas décadas del siglo XIX y al que él denominó como “el largo siglo XX”,
comenzaba a dar muestras evidentes de estar llegando a su fin. La revolución
neoliberal que surge como respuesta del capital a la crisis en los años 70 del
modelo de acumulación predominante desde la Segunda Guerra Mundial, condujo a
una expansión global del capital y una nueva división internacional del trabajo
y la producción. Con esto, el capital concentrará cada vez más recursos en el
ámbito financiero en busca de una mayor y más rápida rentabilidad, lo que
contribuirá a una expansión financiera global que dominará buena parte de la
economía mundial capitalista. Este proceso de financiarización se ha de
entender como resultado de las contradicciones intrínsecas del sistema
capitalista sucedidas en el ámbito real durante este periodo y nos ayuda a
comprender la crisis actual como una crisis del modelo de acumulación
neoliberal y una puesta inicial en cuestionamiento de la hegemonía
estadounidense.
Arrighi, consideraba que desde el origen del
capitalismo se han sucedido 4 ciclos sistémicos de acumulación dominados por
una potencia, la misma que controlaba los flujos financieros internacionales en
ese momento histórico. La muestra de que un ciclo está llegando a su fin es el
predominio de la economía financiera sobre la economía real como manifestación
de las contradicciones intrínsecas del sistema. Caracterizando de este modo a
la financiarización de la economía, no como la fase final del capitalismo, sino
como una fase recurrente que muestra la etapa final de un determinado ciclo sistémico
de acumulación.
El cambio de ciclo implica cambios en el orden
geofinanciero global que ponen en cuestionamiento las hegemonías de los
procesos de acumulación anteriores. Cuando Arrighi publicó su obra consideró
que el nuevo ciclo de acumulación estaría capitaneado por Japón. Sin embargo,
en el posfacio de la segunda edición publicada en 2009, ya consideró a la
República Popular de China como el nuevo centro del poder geoeconómico mundial.
Este marco que nos aporta la obra de Arrighi nos
permitirá comprender el surgimiento de la República Popular de China como
contrapoder en lo que se refiere a la capacidad financiera a nivel
internacional. En este contexto, vamos a centrar nuestro documento en una de
las últimas iniciativas institucionales que surgen bajo el impulso chino, el
Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras (BAII) y el papel que este
nuevo organismo internacional puede tener para los países de América Latina y
el Caribe2.
El Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras,
BAII
El BAII, con sede en Pekín y un capital de 100.000
millones de dólares, cuenta con 57 países miembros y nace fruto del esfuerzo
chino por modificar la correlación de fuerzas presente en las instituciones
financieras internacionales que se fundaron tras la segunda guerra mundial.
Instituciones caracterizadas por el dominio de Washington junto con algunos
países aliados. China posiciona al BAII como una institución de carácter multilateral
que surge como alternativa a estas instituciones hegemónicas. Su principal
objetivo se centra en el fomento y desarrollo del comercio y la cooperación
económica en Asia y Oceanía, así como entre éstas y Eurasia. Esto a través de
la inversión en infraestructuras, principalmente aquella relacionada con el
transporte y las telecomunicaciones, aunque también puede financiar proyecto de
otros ámbitos como energía, desarrollo de zonas rurales, vivienda, y otros
sectores productivos…
Como hemos dicho, su principal ámbito de actuación
geográfica se centra en la región asiática y en Oceanía, siendo considerados
los países de estas regiones que integran el BAII como países “Regionales”. A
estos países se les reserva al menos el 75% de los votos del organismo. El otro
25% lo constituyen los países “No Regionales”, entre los que destacan la
presencia de Alemania o Reino Unido y las ausencias de Estados Unidos y Japón.
En términos geoeconómicos, el objetivo del BAII es
el de consolidar un contrapoder con sede en Asia para reducir la presencia de
los EEUU en la región. Del mismo modo, hay que tener en cuenta dos
consideraciones importantes en términos geopolíticos que llevan a estregar las
relaciones de Asia con los dos continentes más cercanos: 1) La consideración de
miembros “Regionales” a los países de Oceanía. Esto no es ni mucho menos casual
y busca expandir las relaciones de influencia hacia el vecino próximo,
destacando la buena sintonía con Australia, un país tradicionalmente en la
esfera de influencia de los Estados Unidos. Esto nos puede recordar a las
viejas teorías de Karl Haushofer y la división del mundo en Panregiones
controladas por un país que actúa como hegemón de las mismas. Y 2) no sólo se
pretende las buenas relaciones con Oceanía sino que además uno de los objetivos
es mejorar la comunicación con los países europeos a través de Eurasia, dando
cuenta así de la intención China de reconstituir una nueva “ruta de la seda del
siglo XXI” y que vincule tanto a los países europeos como euroasiáticos a la
esfera de influencia de China a través de la mejora en la infraestructura de
transporte terrestre.
Sin
embargo, y a pesar de que estos objetivos se enfrentan claramente a la visión
de dominación de los Estados Unidos, la República Popular de China se ha
cuidado y ha actuado con suma inteligencia y cautela para evitar la
desestabilización del sistema financiero internacional. De esta forma, las
primeras operaciones de financiación desarrolladas por el BAII se han realizado
en dólares estadounidenses, así como también son en dólares los depósitos de
capital realizados por los países miembros. Además, de los cuatro primeros
préstamos aprobados, tres se han realizado en colaboración con alguno de los
organismos financieros internacionales controlados por las economías
occidentales. El objetivo a medio plazo si será operar de forma mayoritaria con
Yuans, sin embargo, no se busca cambiar la correlación de fuerzas de forma
traumática, lo que a su vez tendría efectos desestabilizadores para la economía
china3.
Implicaciones del BAII para América Latina y el
Caribe
En primer lugar, es necesario aclarar que aunque el
objetivo principal del BAII es la financiación de proyectos en Asia y en
Oceanía, también tiene la capacidad de financiar proyectos fuera de estas
regiones. Para que esto sea posible se deben dar dos condiciones: 1) que el
país extra regional sea integrante del BAII, y 2) que la infraestructura a
financiar reporte interés para el desarrollo de Asia u Oceanía.
Por el momento, en la región, tan sólo Brasil ha
sido aceptado para formar parte del BAII. Sin embargo, hay otros países que
igualmente se están planteando el acceso a dicho organismo.
Entre las principales ventajas, que para los países
de la región puede tener su participación en el BAII, se encuentra que la
membrecía supondrá nuevas alternativas de financiación para los sectores
estratégicos que aún se encuentran en expansión en buena parte de los países de
la región. La presencia del BAII en la región puede suponer nuevas alternativas
de financiación a los mecanismos tradicionales.
Esto puede permitir alejarse de las clausulas de
condicionalidades, tanto políticas como económicas, ligadas a la obtención de financiación
por parte organismos multilaterales. Del mismo modo, la presencia del BAII en
la región puede permitir profundizar en la consolidación del orden multipolar y
multicéntrico perseguido por algunos de los gobiernos de la región.
Sin embargo, si es necesario resaltar que aunque la
financiación de los proyectos a través del BAII no está ligada a las
condicionalidades clásicas que imponen otros mecanismos de financiación
multilaterales, una de las condiciones para otorgar el financiamiento está sujeta
a que sean proyectos que tengan un interés para la región asiática u Oceanía4.
Con esto, es importante advertir el riesgo que hay de impulsar proyectos que no
sean los más convenientes para el desarrollo nacional y regional.
Otro de los temores que surge ante la presencia del
BAII en la región es que se desista por completo del intento de crear un
organismo financiero regional, que no esté dirigido por ningún país foráneo y
que busque sólo y exclusivamente el interés de la propia región latinoamericana
y caribeña. Hablamos de la puesta en marcha efectiva del Banco del Sur y del
Fondo del Sur.
A esto se puede agregar que unos de los principales
destinos de financiación del BAII son las instituciones de carácter privado
para llevar a cabo los proyectos. De aquí el temor de que, como se espera, el
BAII favorezca principalmente a las grandes empresas de capital chino, lo cual
podría generar una sobreexposición a grandes empresas de capital extranjero en
detrimento de empresas más pequeñas de capital nacional y/o regional.
A pesar de estas cuestiones que ponemos de
manifiesto para no caer en la falsa creencia de que esta institución vendrá a
solventar las relaciones de dependencia del financiamiento internacional que ha
tenido la región, consideramos que el BAII representa una oportunidad, sobre
todo para aquellos países con una relación tensa con Washington, y que puede dotar
de recursos financieros manteniendo la soberanía en cuanto a la conducción
política y económica, sin cartas de intenciones por medio. Eso sí, siempre
teniendo en cuenta la limitación que supone que se financiarían proyectos de
interés para las economías asiáticas. Por lo que esta mayor soberanía y la
financiación de este desarrollo económico soberano estarán condicionadas, en
última instancia, por estos intereses, que si bien pueden ser comunes a
Latinoamérica, estarán muy acotados bajo el paraguas de estos objetivos
exteriores.
En conclusión, la pertenencia al BAII puede suponer
cierto alivio a las condiciones de ahogo financiero que tienen algunos países
de la región. Sin embargo, una mayor presencia de instituciones financieras
multilaterales en la región no debe suponer un freno a la construcción de
instituciones propias, que impulsen la soberanía y no estén atadas a ningún
otro interés que el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida de los
pueblos latinoamericanos y caribeños.
Sergio Martín-Carrillo y Francisco Navarro,
Investigadores de la Unidad de Debates Económicos de CELAG
@Sergio_MartinC
2
Conviene resaltar que el BAII es tan solo una de las instituciones financieras
impulsadas por la República Popular de China y que tienen una importante
presencia internacional. Otras iniciativas son el Export Import Bank of China
(Eximbank), el China Development Bank (CDB), el Bank of China Limited, el Banco
de los BRICS o el Fondo CELAC-China, este último enfocado en la región
latinoamericana y caribeña.
3
Esto es una muestra más de la actuación China en política exterior que rehúye
del conflicto y busca la “coexistencia pacífica”. Principio éste que rige su
política exterior, con la excepción clara de las escaramuzas cada vez más
beligerantes que se están produciendo en el Mar de China Meridional.
4
Debe tenerse en cuenta que los “países regionales” tienen una amplia mayoría
para decidir el destino de los fondos del banco.
http://www.alainet.org/es/articulo/180831
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