Escribe: Milcíades
Ruiz
No es casualidad que los cuatro últimos
presidentes del Perú, elegidos conforme al fraudulento sistema electoral, estén
a la cabeza de la corrupción estatal desde hace más de un cuarto de siglo.
Tampoco lo es, que ocurra paralelamente a la implantación del neoliberalismo a
partir del gobierno de Fujimori con su “Cambio 90”. Aunque la atención esté
centrada en estos ex jefes de Estado, no son los únicos. La corrupción se ha
empoderado en todo el aparato estatal de manera institucionalizada y también en
gran parte de la sociedad administrada por este, configurando una peculiar
cultura de la corrupción que nos involucra.
Todo está podrido suele decir la gente. La
corrupción puede entrar por la puerta principal, por las ventanas o por otro
acceso pero una vez adentro, se disemina por todos los ambientes en diverso
grado de contagio vampírico. Por ejemplo, bastó que Fujimori dijera a las
universidades, ministerios y demás entidades estatales que cada cual busque sus
propios ingresos para que se desataran iniciativas fraudulentas y codiciosas en
todas estas entidades.
Las universidades
nacionales comenzaron a cobrar por certificados de ingresos de sus propios
alumnos como si no tuviese la lista de aprobados y fueron más allá, creando
academias preuniversitarias, cursos de post grado, diplomados, maestrías etc.,
aunque no estuviesen calificadas para ello. De manera similar procedieron las
demás entidades estatales cobrando por todo servicio que antes no lo hacían
porque era obligación del Estado pues para eso pagamos los impuestos. Este
envilecimiento de las funciones estatales se convirtió en un vicio pernicioso
que corroe todas las instancias.
Vivir del Estado se
convirtió en un estilo de vida para muchos políticos. Los congresistas fueron
adquiriendo estatus de funcionarios públicos elevándose los sueldos
desmesuradamente además de bonificaciones de gastos de representación,
aguinaldos, escolaridad aunque no tengan hijos estudiando, etc. Lo mismo
hicieron las autoridades de rango menor. Desaparecieron los alcaldes ad honoren
que hacían obras sin robar. En cambio ahora, son rentados, cuentan con canon,
corte de “asesores”, etc., y aunque “roban pero hacen obras”, el pueblo los
percibe como corruptos legales.
De este modo, el
neoliberalismo que no es otra cosa que el capitalismo corporativo y
consorciado, con su doctrina de eficiencia sin moral, invadió todo el sistema
de gobierno sembrando el virus de la corrupción. Con el enfoque de la
globalización y su insensible sentencia de la competitividad a ultranza, en un
cruento mercado fatalista, fue sembrando su ideología en la vida nacional cuyos
efectos los estamos sufriendo por todos lados, corriendo peligro de asalto en
las calles y negocios. Es la cosecha de lo que se siembra. Somos como bestias
de carga que aguantan los costos inflados de los contratos de obras públicas,
revalorizados fraudulentamente cada trecho con “adendas” de sobrepeso.
El neoliberalismo se ha apoderado de nuestro
país y está legalizado constitucionalmente. Las políticas de Estado y
normatividad general con la que se nos gobierna están bajo lineamientos
neoliberales. El neoliberalismo es portador del virus de la corrupción que, se
ha diseminado no solo en el gobierno central sino también en los gobiernos
regionales y locales. El esquema presupuestal oficial para todos ellos
considera diversos tipos de ingresos, directos e indirectos, incluyendo
donaciones y transferencias. Todos buscan “la suya” en las diversas esferas de
gobierno, tanto en el sentido vertical como en el horizontal. Los asaltantes
son mutantes con corbata que se camuflan en todos los organismos públicos.
Si revisamos los
presupuestos de los gobiernos en todos los niveles hasta el distrito más
pequeño, veremos que hay una manifiesta preferencia por las obras públicas. A
mayor monto del presupuesto de obras, mayor es el “diezmo” (10% de la
valorización) que reciben los corruptos. Así tenemos que, en regiones casi
totalmente campesinas como es la región Apurímac, se da preferencia a un complejo
deportivo moderno con un estadio de futbol para torneos profesionales sin tener
ningún equipo de esta categoría, en vez de destinar esos recursos al desarrollo
agropecuario. ¿Por qué? Porque con los campesinos no hay diezmo.
Ejemplos de este tipo
abundan en todo el país. Es “de reglamento” el diezmo en la construcción de
colegios, hospitales y hasta en los pueblos más pequeños podemos ver enormes
edificios municipales sobre dimensionados que no corresponden a la pequeñez de
la localidad. Esta forma codiciosa de corruptela ha distorsionado la concepción
de desarrollo y de gobierno, logrando establecer como concepto inobjetable de
que la condición sine qua non para el progreso es, hacer obras de
infraestructura. Esta es la “carne” en todos los niveles de gobierno.
Así, tenemos entonces que, en la estructura
del presupuesto nacional, las obras de construcción de infraestructura en todos
los niveles y sectores, ocupan el primer lugar del gasto nacional. En el actual
presupuesto 2,017, la función estatal: Transporte, acapara el 10% del
presupuesto nacional (más de 14 mil millones S/.) por encima de las 23
funciones que le siguen en orden de importancia: salud, orden público y
seguridad, protección social, justicia, defensa, agro (2.5%), pesca, industria
y demás.
Pero también, todos
los ministerios programan sus respectivas obras de infraestructura que es la
“carnecita” de las irregularidades. Ni qué decir de las compras estatales. Se
acumula entonces, una suma cuantiosa de “diezmo” total que se le sustrae al pueblo
contribuyente. Ese mal olor del excremento vampírico se siente en todos los
niveles e instituciones del Estado contagiando a toda la sociedad. Así,
instituciones como son los partidos políticos están con ese mal olor. Por
consiguiente, todo el sistema político nacional de la seudo democracia está
impregnado de ese excremento que salpica a los que están en el entorno.
Y claro, tiene razón
la lideresa de “Nuevo Perú” cuando dice que es imposible que el actual
presidente no se haya dado cuenta de las irregularidades cometidas por Toledo
habiendo sido del entorno gubernamental. En efecto, la pestilencia se siente
cuando algo huele mal. Pero entre nos y solo entre nos, podríamos decir
también, que gracias al dinero entregado a cuenta de obras por Odebrech, la campaña
electoral de Ollanta tuvo éxito y ese dinero benefició a congresistas electos
por cinco años, incluyendo dicha lideresa.
Es imposible pues que las personas del
entorno de Nadine y Ollanta no se hayan dado cuenta del dinero que corría en
las campañas electorales para sufragar gastos de viaje por todo el país y otros
rubros. El mal olor era evidente, pero por conveniencia nadie decía nada.
Muchos izquierdistas de ese ambiente, ahora se hacen los que no conocen a
Martín Belaúnde Lossio ni han visto nada. ¿Cómo no van a darse cuenta pues del
mal olor que allí existía? Pero claro, por conveniencia no se decía nada.
Viejos caminantes de
la izquierda se fueron tras Ollanta, algunos de los cuales habían sido
radicales enemigos de Velasco pero claro, nunca se dieron cuenta de su
mediocridad ni de las contradicciones aberrantes en el partido nacionalista
hasta que fueron dejados de lado. Vieron abiertas las puertas del Frente Amplio
y corrieron a posesionarse pero nunca se dieron cuenta de las distorsiones ideológicas
porque fueron parte de estas.
Hoy se ve a
izquierdistas de reconocida trayectoria correr tras el liderazgo de la señora
Mendoza pero tampoco quieren darse cuenta de su inmadurez y desorientación. Y
claro, nadie se atreve a cuestionar su liderazgo. Es así, por conveniencia,
como cuando se alude a la unidad por la misma razón. Pero dejemos de lado esta
discrepancia por ahora, para no provocar iras ajenas y “por conveniencia”
volvamos al tema titular.
Este esquema de la
onda neoliberal se repite en todos los países de la región, constituyendo un
movimiento continental propugnado por el Fondo Monetario Internacional- FMI, al
que tanto agrada el empoderamiento de sus ahijados economistas neoliberales
para quienes, la moralidad no interesa sino la eficiencia reflejada en números
estadísticos a cualquier precio. Los sociólogos solo han quedado para las
marchas de protesta y los comunicados estériles.
La indignación es muy
grande pero suele suceder cuando perdemos los papeles y actuamos enérgicamente
contra las consecuencias en vez de hacerlo sobre las causas. El mal momento
pasará cuando se nos acabe la cólera. El escándalo hace que muchos sientan
vergüenza ajena momentáneamente y aunque vayan a la cárcel los zamarros
“corruptos de siete suelas” o “caimanes del mismo pozo”, quizá con ello
quedemos satisfechos. Pero la maquinaria estatal continuará evacuando sus
productos pestilentes si no se corta el proceso productivo.
Si el Estado ha sido
dañado en su estructura funcional ocasionando perjuicios a la sociedad,
entonces su reparación consiste en desinstalar los instrumentos dañinos y
renovar el aparato estatal para que funcione libre de la mentalidad neoliberal.
Este debería ser el objetivo de las marchas y acciones políticas correctivas.
Marchar solo por indignación no es suficiente. Si la corrupción es producto del
sistema de gobierno, la solución no está en actuar sobre el producto sino sobre
los insumos. Solo así, obtendremos un producto diferente.
En esta perspectiva, una de las tareas clave
es la reforma del sistema político cambiando las reglas electorales con la
participación popular. Si esto no se cambia, volveremos a caer en la trampa
política fraudulenta que facilita el acceso al poder a personas sin escrúpulos,
sin representación auténtica y sin partido porque para eso existe el “vientre
de alquiler”. Con el actual sistema “la plata viene sola” para los
corruptibles. En esto deberían pensar quienes propugnan una nueva constitución
ya que de convocarse a una asamblea constituyente sin cambiar las reglas
electorales, el resultado será el mismo o, peor.
En fin, hay mucho por
debatir sobre lo que deberíamos hacer y no hacer en las actuales circunstancias
históricas. Pero para eso, necesitamos otro espacio y este, no es muy
apropiado. Salvo mejor parecer.
Febrero 2016
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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