lunes, 13 de febrero de 2017

¡¡CONSTRUYAMOS UN NUEVO ORDEN DE LOS TRABAJADORES!!






Si una revolución socialista tuviera lugar en una sociedad burguesa desarrollada, entonces lo que se supone, y lo que de hecho ocurriría a continuación, sería antes que nada una abundancia material, una abundancia de bienes, una abundancia de medios de producción y una abundancia relativa, o incluso absoluta, de capacidades humanas, de herramientas, de habilidades, de experiencia, de recursos, una abundancia de cultura. La coerción y la restricción serían innecesarias y la existencia del mismo Estado dejaría de ser obligatoria o necesaria. La abundancia de recursos se sostiene en la abundancia de civilización y la abundancia de civilización en la abundancia de recursos. El comportamiento civilizado modela la conducta individual, haciendo que ésta se someta a los patrones de la actividad colectiva.

Si la revolución socialista tiene lugar en sociedades subdesarrolladas, como ha ocurrido hasta ahora, el factor básico, decisivo y determinante al que tenemos que enfrentarnos es la escasez general: escasez de medios de producción, de medios de consumo, de capacidades, de habilidades, de escuelas, escasez de civilización y de cultura.[1] Y mientras exista escasez continuará la falta de libertad, la desigualdad, la coerción cultural e intelectual, la escasez por todas partes y sólo superabundancia del factor humano con un deseo infinito de salir del atraso y la miseria. La experiencia revolucionaria en la escasez señala el camino recorrido, sus limitaciones, encrucijadas y peligros. La experiencia revolucionaria en la escasez debe crear las condiciones para una vida civilizada moderna pero, al crear estas condiciones incuba el germen de la involución en la economía y la política. La posibilidad revolucionaria en la abundancia es el sueño de los socialistas.

La historia del socialismo es la historia de las singularidades humanas (Comuna de París, Revolución Bolchevique, Revolución China, Revolución Cubana, etc.) pero también es la historia de las parodias, los plagios, las imitaciones, las copias, que siempre han llevado a los fracasos. Algunos sostienen que la clase obrera tiene en su haber innumerables batallas pérdidas. Sin embargo, el tiempo y la experiencia acumulada no han sido en vano. Reforma o  revolución era la encrucijada de la humanidad, en el pasado. Pero, la reforma ha probado en el tiempo que simplemente maquilla las atrocidades de la explotación capitalista. Las reformas cambian la careta pero jamás el contenido de clase de la explotación del hombre y la naturaleza.  

Desde que Marx y Engels iniciaron su gestión política ha pasado casi dos siglos. En los mil ochocientos la experiencia de la Comuna de París fue el punto más alto de la generación de los fundadores. En los mil novecientos, los soviets en la URSS y las comunas en China, constituyen las batallas más relevantes en la lucha por el socialismo. El siglo XXI, contra todo pronóstico, será el siglo de la batalla definitiva entre capital y trabajo.

En efecto, ha sido totalmente necesario que los monopolios terminen por barrer las fronteras nacionales, para que la lucha de nuestro tiempo se generalice, para que la inmoralidad contenida en el sistema económico se “viera llevada a su ápice por el intento de negarla.”[2] Hace 172 años Marx observó, más allá de su tiempo, las condiciones básicas para esa batalla decisiva: 

«Con esta "enajenación", para expresarnos en términos comprensibles para los filósofos, sólo puede acabarse partiendo de dos premisas prácticas. Para que se convierta en un poder "insoportable", es decir, en un poder contra el que hay que sublevarse, es necesario que engendre a una masa de la humanidad como absolutamente "desposeída" y, a la par con ello, en contradicción con un mundo existente de riquezas y de cultura, lo que presupone, en ambos casos, un gran incremento de la fuerza productiva, un alto grado de su desarrollo; y, de otra parte, este desarrollo de las fuerzas productivas (que entraña ya, al mismo tiempo, una existencia empírica dada en un plano histórico-universal, y no en la vida puramente local de los hombres) constituye también una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella sólo se generalizaría la escasez y, por tanto, con la pobreza, comenzaría de nuevo, a la par, la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la inmundicia anterior; y, además, porque sólo este desarrollo universal de las fuerzas productivas lleva consigo un intercambio universal de los hombres, en virtud de lo cual, por una parte, el fenómeno de la masa "desposeída" se produce simultáneamente en todos los pueblos (competencia general), haciendo que cada uno de ellos dependa de las conmociones de los otros y, por último, instituye a individuos histórico-universales, empíricamente mundiales, en vez de individuos locales.»[3] 

Cabe alguna duda. Hoy es pan de cada día: los mercados globales, la opulencia y miseria, la abundancia de recursos, un alto grado de desarrollo tecnológico, etc. etc.

La Cuarta Revolución Industrial, bajo la conducción de las élites capitalistas, está impulsando el desplazamiento o reducción de empleos en "todas las industrias y regiones geográficas". A medida que la robótica, la nanotecnología, la impresión 3D y la tecnología automatizada funcionen a plenitud, no sólo se perderán millones de empleos netos en todas las economías desarrolladas y emergentes sino que un nuevo modo de vida impondrá un nuevo orden, bajo conducción de los propios trabajadores, destruyendo las arterias del pervertido como decadente poder político de la burguesía parasitaria. Este nuevo modo de vida, que se viene forjando al calor de las nuevas herramientas de trabajo y la intensa lucha de clases, terminará por redibujar una nueva arquitectura socio-económica. Mientras tanto, los salarios reales de los trabajadores disminuyen sin pausa; las utilidades, del 1% de los grandes propietarios de los medios de producción, aumentan a un ritmo nunca visto en la historia de la humanidad.

Marc Vandepitte, en una investigación titulada: El abismo entre ricos y pobres nunca había sido tan grande, dice que “El mundo nunca ha producido tanta riqueza como ahora. Si esta riqueza estuviera repartida de manera igual entre todos y en todo el mundo, una familia con tres hijos dispondría de unos ingresos de 2.870 euros al mes y de un patrimonio (ahorros, valor de la vivienda…) de 125.000 euros.”[4] 

¡Hay que ver cómo las élites del capitalismo ponen más y más ladrillos a su propio sepulcro! Tal como lo imaginaba Karl Marx en el amanecer del capitalismo. A casi 200 años de su profecía estamos observando como las condiciones básicas para la batalla decisiva van apareciendo con asombrosa nitidez. Sin embargo, hay algo que está faltando: conciencia política. En el pasado Mariátegui como Marx, resolvieron este importante problema potenciando la acción conjunta y la discusión. Y así se resolverá en el presente. Ellos confiaban en que las multitudes llegarán a ser conscientes de su propia potencia a través de sus propias experiencias de lucha. Y, sin duda, desde las trincheras de resistencia al capitalismo está volviendo a nacer una renovada conciencia - organización del futuro de la humanidad.

La marcha de esos magníficos miserables esta en curso, en un mundo deslumbrado por el lujo y la riqueza, pone a la orden del día el fantasma del Manifiesto.

Tacna, 10 de febrero 2017

Edgar Bolaños Marín

Publicado en http://perulibre.net.pe/index.php/2017/02/13/construyamos-un-nuevo-orden-de-los-trabajadores/
 


[1] Isaac Deutscher, El marxismo de nuestro tiempo, Ediciones Era, 1972, Pág. 19-20
[2] F. Engels, Esbozo de crítica de la Economía política, fines 1843 y enero de 1844, Escritos económicos varios, Edit. Grijalbo, S.A., México, 1962, Pág. 5.
[3] Karl Marx, La ideología Alemana, Versión electrónica.
[4] Véase en http://tacnacomunitaria.blogspot.com/2014/02/el-socialismo-hoy-si-es-posible-el.html

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