Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez
viernes, 12 de enero de 2018
El libro que utilizaré de
referencia es de Eugen Von Böhm-Bawerk titulado La conclusión del sistema
marxiano. En concreto someteré a crítica detallada el capítulo IV
titulado El error del sistema marxiano. Sus orígenes y ramificaciones. La
primera cita viene después que Böhm-Bawerk se formule la pregunta que encabeza
este trabajo: “¿Cómo desarrolla Marx la tesis de que el valor depende
exclusivamente de la cantidad de trabajo incorporada en la mercancía?” Esta es
la primera respuesta de Böhm-Bawerk: “Comencemos con una pregunta que nos
conduce inmediatamente al núcleo de la cuestión: ¿Por qué caminos llegó Marx a
la tesis fundamental de su teoría, esto es, a la tesis de que todo el valor se
basa única y exclusivamente en la cantidad de trabajo incorporada a la
mercancía? No hay duda de que esta tesis no es en absoluto un axioma tan obvio
que haga superflua cualquier prueba. Valor y esfuerzo, como ya expuse en otro
lugar, no son en modo alguno dos conceptos tan emparentados que susciten
inmediatamente la idea de que el esfuerzo constituye la causa del valor. Que
alguien se esfuerce en conseguir una cosa es un hecho y el que esa cosa valga
la pena que ha costado adquirirla, otro hecho distinto; la experiencia diaria
se encarga de demostrar que ambos hechos no coinciden, sin que acerca de esto
pueda existir la menor duda. De ello tenemos una prueba en los innumerables
esfuerzos estériles que diariamente se realizan por falta de precisión técnica,
por error de cálculo o, simplemente, por falta de fortuna. Y son también
bastante numerosos los casos de lo contrario, los casos en que un pequeño
esfuerzo corresponde un alto valor”.
Böhm-Bawerk cuando habla
de lo que dice Marx emplea su propio lenguaje y no el que Marx empleó. De este
modo provoca cambios semánticos decisivos bajo el punto de vista conceptual. No
procede en este sentido con precisión y rigor. El concepto de valor en Marx
tiene muchos lados y muchas interrelaciones, mientras que Böhm-Bawerk utiliza
el concepto de valor que supuestamente es de Marx como una caja cerrada y con
unos contenidos en parte pobres y en parte imprecisos. Escuchemos a Marx casi
al inicio de El Capital: “Un valor de uso o un bien solo tiene valor
porque se ha objetivado o materializado en él trabajo humano abstracto. ¿Cómo
medir entonces la magnitud de su valor? Mediante la cantidad de trabajo
contenida en él. A su vez, la cantidad de trabajo se mide por su duración”. Así
que Marx, como sostiene Böhm-Bawerk, no dice que el trabajo sea la causa del
valor, sino que un valor de uso tiene valor porque en él se ha gastado fuerza
de trabajo humana sin tener en cuenta la forma de su gasto (trabajo humano
abstracto). Resulta aquí decisivo no solo hablar del valor sino de su magnitud,
del tiempo de trabajo. Y a este respecto dice Marx: “La magnitud del valor de
una mercancía se mantendría constante si fuese constante el tiempo de trabajo requerido
para su producción. Pero este último varía con cada cambio de la fuerza
productiva. La fuerza productiva del trabajo viene determinada por múltiples
circunstancias, y, entre otras, por el grado medio de destreza de los
trabajadores, del grado de desarrollo de la ciencia y su aplicación
tecnológica, por la combinación social del proceso de producción, por la
amplitud y eficacia de los medios de producción, y por las condiciones
naturales”.
Como se ve, Marx no
afirmó que el valor depende del “trabajo” a secas, sino que la cantidad de
trabajo, esto es, la cantidad o magnitud de valor, depende de la fuerza
productiva del trabajo. Y a esta a su vez depende, como hemos podido leer, de
muchas circunstancias. Así que cuando Böhm-Bawerk traduce a Marx a su propio
lenguaje, no dice la verdad o no dice todo lo que dijo Marx. De hecho Marx,
después de formular las ideas citadas, hace las siguientes afirmaciones: “La
misma cantidad de trabajo está representada, por ejemplo, por 8 bushel de trigo
en una estación favorable, y por solo 4 en una estación desfavorable. La misma
cantidad de trabajo produce más metales en minas más ricas que en pobres,
etc.”. Es evidente, por lo tanto, que Böhm-Bawerk utiliza una treta lingüística
para empobrecer y restarle robustez teórica al pensamiento de Marx.
Vayamos ahora a la otra
idea de Böhm-Bauerk cuando habla del esfuerzo (“fuerza de trabajo” en leguaje
de Marx) como algo que necesariamente no coincide con el valor: “Que alguien se
esfuerce en conseguir una cosa es un hecho y el que esa cosa valga la pena que
ha costado adquirirla, otro hecho distinto; la experiencia diaria se encarga de
demostrar que ambos hechos no coinciden, sin que acerca de esto pueda existir
la menor duda”. A este propósito dice Marx: “Podría parecer que si el valor de
una mercancía viene determinado por la cantidad de trabajo gastada en su
producción, cuánto más holgazán y menos diestro sea un hombre, tanto más
valiosa será su mercancía, puesto que tanto más tiempo consume en su
elaboración. Pero el trabajo que constituye la sustancia de los valores es
trabajo humano igual,… Tiempo de trabajo socialmente necesario es el tiempo de
trabajo requerido para representar cualquier valor de uso con las existentes
condiciones de producción socialmente normales y el grado medio de habilidad e
intensidad de trabajo”. Por lo tanto, Marx no afirma que cualquier esfuerzo
crea valor. Lo que dice estrictamente es esto otro: si el productor no hace el
esfuerzo de acuerdo con las condiciones medias, su esfuerzo será inútil.
Y si es inútil, el producto de su trabajo carecerá de valor. Así que la
contradicción que Böhm-Bawerk atribuye al pensamiento de Marx no es cierta. Se
la ha inventado el economista austriaco.
Después de decir algunas
vaguedades y afirmar que Marx no verifica sus hipótesis con la experiencia, en
la página 106 formula la siguiente sentencia muy sonora pero igualmente muy
poco rigurosa: “Al contrario, como revelan las argumentaciones de su tercer
volumen, sabe perfectamente cómo se comportan los datos empíricos, y sabe
también que son contrarios a su tesis. Sabe que los precios de las mercancías
no están en relación con la cantidad de trabajo en ellas incorporados, sino que
se fijan de acuerdo con los costes totales de producción, que comprenden
también otros elementos”. Los precios de las mercancías según Marx se componen
de tres partes del valor: capital constante, capital variable y plusvalía. La
pregunta ahora sería: ¿Hay algún coste de producción que no represente capital
constante, capital variable o plusvalía? La respuesta es no. Dentro de los
costes de producción encontramos los gastos de maquinaria, instalaciones,
electricidad y materia prima, que representan la parte del valor que
denominamos capital constante, están los salarios que representan el capital
variables, y están los intereses, los impuestos y los beneficios que
representan plusvalía. Y una parte del alquiler, la amortización del inmueble
representa capital constante, y la otra parte, la renta del suelo, representa
plusvalor. Luego no encontramos nada en los costes de producción que no sea
valor. La única diferencia es que una parte del valor, el capital constante,
representa trabajo pasado, y el capital variable y la plusvalía representa
trabajo nuevo. Luego afirmar que los precios de las mercancías se fijan de
acuerdo con los costes de producción es lo mismo que afirmar que los precios de
las mercancías se fijan de acuerdo con su valor. De manera que la contradicción
que nos anuncia Böhm-Bawerk que se da en el pensamiento de Marx no existe,
es pura treta del economista austriaco. Aquí de todos modos es necesario
advertir una diferencia importante en el ámbito terminológico: cuando hablamos
de costos de producción, estamos empleando un término neutro respecto a la
forma económico social de producción de la riqueza, que puede emplearse para la
forma esclavista, feudal, capitalista y socialista; mientras que cuando
empleamos los términos de capital constante, capital variable y plusvalía,
estamos empleado términos que nos anuncia que la forma económico social de la
producción de riqueza es la capitalista.
También nos advierte
Böhm-Bawerk que Marx pudo recurrir al método psicológico para determinar los
precios y de la que la economía convencional es todo un ejemplo. Esto hay que
tomárselo muy poco en serio. Recientemente estamos saliendo de una crisis
económica que ha causado muchos males sociales. Y se ha producido porque los
precios de las viviendas crecieron tan exageradamente que constituyó una
burbuja que terminó explotando. Los precios se desplomaron y provocó una
enorme quiebra bancaria, cuyas pérdidas terminó asumiendo el Estado, esto es,
lo que más rechazan los liberales: la economía pública. Y a este respecto la
sapiencia psicológica de la economía convencional no ayudó para nada. Así que
no podemos tomarnos en serio que el método psicológico para determinar los
precios que pone en práctica la economía convencional tenga certeza y validez
científicas.
Como podrá haber
observado el lector, el pensamiento crítico de Böhm-Bawerk es muy débil, muy
vago, muy aparente, con poca sustancia. Aporta muy poco. Es un pensamiento que
bajo el punto de vista conceptual y bajo el punto de vista de la profundidad
está muy por debajo del pensamiento de Marx. Mucho ruido y pocas nueces. Así
que si la paciencia del lector lo aguanta, nos veremos en la próxima entrega.
Fuente: http://fcoumpierrezblogspotcom.blogspot.pe/2018/01/como-desarrolla-marx-la-tesis-de-que-el.html
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