02-01-2018
El 27 de
diciembre de 2007, Benazir Bhutto fue asesinada junto con otras 24 personas
durante un acto electoral. Aspiraba convertirse en la primera ministra de
Pakistán por tercera vez. Dos meses antes, se había salvado de otro atentado en
el que murieron alrededor de 140 personas.
A pesar de que el entonces presidente del país, el
general Parvez Musharraf, había modificado la Constitución para prohibir que
los primeros ministros sirvieran más de dos mandatos —como había hecho Bhutto—
y de que ella había huido del país acusada de malversación y corrupción,
Estados Unidos negoció su regreso a Pakistán para que “ganara” las elecciones
parlamentarias ignorando el rechazo de las candidaturas rivales por la Comisión
Electoral. El objetivo del régimen de George Bush- Dick Cheney era dar una fachada
civil y “democrática” a la dictadura militar y a la vez repartir el poder entre
distintos sectores leales a los intereses de Washington. A cambio, Bhutto
prometió hacer de contrapeso a los generales y controlar al sector
antiestadounidense de los extremistas islámicos.
Un
currículum que podría ser otro
Fue el final trágico para Benazir (“Sin Igual”,
en persa), de 54 años, hija de Nosrat, una política de origen kurdo-iraní, y
Zulfiqar Ali, el carismático primer ministro socialdemócrata ejecutado en 1979
por los militares apoyados por Estados Unidos y Gran Bretaña, y hermana de
Shahnawaz, asesinando con veneno. Quizás la única mujer pakistaní titulada de
Oxford y Harvard en los años setenta, Benazir, al contrario de su padre —quien
perdió la vida por oponerse a las injerencias de Estados Unidos en la política
de su país—, buscaba el apoyo del imperialismo para hacerse con el poder. Y lo
consiguió.
Bhutto se convierte en la primera mujer que
gobierna un país “musulmán” en 1988, y no porque en su país las mujeres
disfrutasen de las mismas oportunidades que los hombres, sino por pertenecer al
poderoso clan Bhutto y por sus habilidades para maniobrar en el complejo
escenario político de su país. Durante su primer mandato, Bhutto, el Ejército
paquistaní y el ISI, el servicio de inteligencia (rama de la CIA y MI6),
recibieron miles de millones de dólares de Estados Unidos y Arabia Saudí para financiar a los
yihadistas (creados al estilo de los contras en Nicaragua)
con el objetivo de desmantelar el gobierno marxista de Afganistán. Un batallón
del grupo terrorista también fue enviado a Cachemira para luchar contra el
ejército de la India “No Alineada”. Al Qaeda al final creó un Estado dentro del
Estado.
Bhutto siguió son esta misma línea en su segundo
gobierno (1993-96), patrocinando a los talibán, inventados por la CIA para desbancar a
los ineptos yihadistas, incapaces de construir el gaseóducto
transafgano. Tuvo que dejar el poder, acusada de corrupción, aunque hubo otros
motivos:
1. Haber apostado por el proyecto de
gaseoducto de la petrolera argentina Bridas, en vez de respaldar a la
Unocal estadounidense, según el periodista paquistaní Ahmed Rashid.
2. La sospecha de Estados Unidos de
que en su visita de Estado a Corea del Norte en 1993 había pasado datos
sensibles sobre el enriquecimiento de uranio a Pyongyang, según informó The
Washington Post el 1 de junio del 2008.
Benazir tuvo que huir del país con sus tres hijos,
mientras su esposo, Asif Zardari, apodado ‘El Sr. 10%’ —por las comisiones
ilícitas en los contratos del Gobierno—, fue encarcelado y torturado.
De alguna manera, ella encarnaba la atormentada
relación entre Estados Unidos y Pakistán. Subordinó los intereses de su país a
los de Washington, sobre todo durante la llamada “guerra contra el terrorismo” con Bin Laden, el
Hombre del Saco, mientras, miles de civiles paquistaníes eran
víctimas de los ataques “democratizadores” de los drones.
La JFK
pakistaní
“ Somos un jugador en el sistema político
paquistaní “, decía sin complejos la ex embajadora de Estados Unidos en Islamabad,
Wendy Chamberlin, vinculada con Unocal. ¿Tenía algo que ver este “ jugador” con
el magnicidio? Lo cierto es que según The Hindu Times, la entonces
embajadora de Estados Unidos Anne Patterson (la misma que fue trasladada a
Egipto para abortar la revolución de Tahrir, potenciando a la extremaderecha
islámica ) desaconsejó la protección policial que había solicitado
Benazir a Estados Unidos para sus actos electorales. ¿Por qué Estados Unidos la
animó a regresar y luego la dejaba sola ante tanto peligro?
El régimen de Musharraf también le negó protección,
en concreto coches policiales adicionales para escoltarla, y saboteó los
intentos de Bhutto para contratar a la empresa de seguridad estadounidense Blackwater
y la británica Armor Group, alegando que era “ un insulto y una humillación
para Pakistán” . A todas luces era un complot, tenido en cuenta que dos
meses antes se había salvado de un mega atentado. Estados Unidos y Musharraf
acusaron a Al Qaeda y los yihadistas, mientras éstos negaron su participación.
El propio Partido Popular de Pakistán al que pertenecía Bhutto, afirmó que
después del atentado del 18 de octubre, el líder de los talibanes pakistaníes,
Baitullah Mehsud , había enviado “emisarios” a Bhutto, para asegurarle
que ellos no eran sus enemigos y no que no tenían nada que ver con la masacre.
Mehsud fue asesinado en un ataque de drones de
Estados Unidos en 2009, al igual que el guardaespaldas de Benazir, Khalid
Shahenshah, testigo clave en la investigación sobre el asesinato; también murió
en 2013 el fiscal que iba a dirigir la investigación Chaudhry Zulfiqar.
La muerte de Benazir tuvo lugar semanas después de
que en una entrevista televisa revelaba por descuido, la muerte de Bin Laden sucedida
años atrás, poniendo en evidencia la mentira sobre algo en la que Estados
Unidos basaba su farsa de la “guerra contra el terrorismo”. Ahora, adivinen ¿ a quién mató
Obama en 2011?
La muerte de la Dama de Pakistán benefició a
la “guerra contra el terrorismo” de Bush-Cheney, que de esa forma provocaban
aún más caos en Asia Central, justificando así su militarización p
ara salvar a la humanidad .
Washington
pierde a Pakistán
Benazir había pasado de ser la Hija del Oriente
a una activista de Occidente, haciendo suya la agenda de Bush, a cambio de
miles de millones de dólares que recibía para Defensa, mientras la pobreza
mantenía unos escandalosos niveles en un país de 200 millones de personas.
Sirva como ejemplo que aún hoy destina el 17% del PIB al Ejército y menos del
1,5% Educación.
A pesar de décadas de servilismo de la élite
pakistaní, Obama prefirió acercarse a Irán, la única otra opción para hacer
llegar equipamientos a decenas de miles de soldados estacionados en Afganistán.
En la actualidad, Estados Unidos sueña con utilizar el puerto que la India está
construyendo en la ciudad iraní de Chabahar (en el Golfo Pérsico), para enviar
alimentos y municiones a sus soldados que habitan en siete bases militares en
el Afganistán ocupado.
En el régimen de Trump hay quien cree que Pakistán
representa una amenaza mayor para los intereses de Estados Unidos que Irán: fue
Pakistán quien proporcionó la tecnología nuclear a Libia, y hay más
estadounidenses asesinados por Islamabad que por Teherán. Trump amenaza a Pakistán por su
deslealtad, acercándose a China. El crimen de Bhutto muestra que no
siempre se sabe por dónde vienen los tiros.
Fuente: http://blogs.publico.es/puntoyseguido/4545/quien-mato-a-benazir-bhutto-los-yihadistas-o-la-cia/
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=236074
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