Sigmund Freud explicaba que el psicoanalista, el
educador y el gobernante ejercen “profesiones imposibles”.
¿Por qué imposibles?
Porque anticipadamente se puede asegurar la insuficiencia de sus resultados. Y esa insuficiencia, inevitable por la condición misma de tales profesiones, termina dejando un residuo de malestar individual y colectivo.
Algo similar ocurre con el consultor político:
- Si tiene mucha experiencia, pues le cuentan las derrotas. Pero si tiene poca experiencia le cuentan las batallas que no ha dado.
- Si trabaja en una campaña ganadora, pues el mérito será del candidato. Pero si participa de una derrota será suya la culpa por haber aconsejado mal.
- Si tiene un perfil alto dirán que su protagonismo es excesivo. Pero si tiene un perfil bajo dirán que opera en las sombras.
- Si expresa públicamente sus ideas políticas será cuestionado por ellas. Pero si las mantiene en reserva le cuestionarán por su silencio.
- Si es extranjero sospecharán que no conoce bien la realidad local. Pero si es del mismo país sospecharán de sus preferencias políticas y de sus vínculos locales.
Siempre hay algo que se percibe como insuficiente.
Siempre hay un resto de malestar. Igual que ocurre con el psicoanalista, con el
educador, con el gobernante, tal vez con todos los políticos.
Ya ves, entonces, que lo de profesión imposible
también aplica al consultor político.
Sin embargo, doy fe que la profesión de consultor
político se puede desarrollar con pasión, con entusiasmo y con valiosos aportes
no solo a las campañas políticas sino también a la vida democrática de los
países.
¿Cómo ser consultor político y no morir en el
intento?
¿Cómo hacer posible una profesión imposible?
Rasgos psicológicos del consultor
político
El consultor político necesita navegar por su
profesión imposible y convertirla en posible y gratificante. Para ello hay
algunos rasgos psicológicos que, en caso de tenerlos y cultivarlos, serán de
una ayuda inmensa.
Las principales características psicológicas que
debe desarrollar el consultor político son las siguientes:
1. Apertura mental para comprender
las diversas subculturas de nuestro mundo
2. Estabilidad emocional para
procesar no solo las críticas y las derrotas sino también los triunfos.
3. Visión estratégica y disciplina.
4. Buen nivel cultural.
5. Disposición a estar aprendiendo
siempre.
6. Inteligencia emocional para
vincularte con el candidato y con su equipo de campaña.
7. Buena capacidad de comunicación. No podrías ayudar a mejorar la
comunicación política de una campaña si tu propia comunicación no es
comprendida.
8. Humildad y autocrítica. Ya sabes:
quienes estamos vinculados al mundo de la política debemos ser precavidos respecto
a nuestro narcisismo.
9. Seguridad, confianza, autoestima.
10.
Tolerancia
a la frustración.
11.
Disposición
a aprender de las derrotas, esas grandes e inolvidables maestras.
12.
Comodidad
para manejarte en segundo plano y ‘detrás del escenario’. Recuerda que no eres
el protagonista sino un personaje secundario de la trama política.
13.
Profesionalismo.
Debes tener una actitud profesional en todo: formación, comunicación, acciones.
Consultor político: ¿una
profesión imposible?
Sí. Es una profesión imposible porque siempre se
puede anticipar cierta insatisfacción con los resultados del trabajo del
consultor político. Y siempre se puede anticipar cierto malestar en torno suyo.
Pero no. Porque también es cierto que el propio
consultor político puede transformar su profesión en posible, vital y
gratificante.
Sí pero no.
Ambas cosas.
Porque de contradicciones está hecho el ser humano.
Como consultor político vivirás grandes alegrías.
Conocerás personas y lugares que enriquecerán tu vida. Te vas a entusiasmar con
tus campañas. Vivirás la adrenalina del momento. Pondrás a prueba tus
conocimientos, tu experiencia y tus mejores cualidades. Y sentirás la profunda
satisfacción de ver en los hechos aquella estrategia que diseñaste.
Pero también vivirás momentos difíciles, sentirás
rabia y tristeza y por momentos te sentirás inmensamente solo. No todo será
glamour y triunfo. También sentirás el cansancio de los aeropuertos y los
hoteles, ese cansancio que te pesará en los huesos y en el alma.
Andarás por tu país y por el mundo como un eterno
pasajero. Siempre en movimiento. Cruzando fronteras. Yendo y viniendo. Solo al
final del día en la habitación del hotel. Llevando tu vida en tu maleta, en tu
laptop, en tu smartphone y principalmente en tu interior.
Durante cierto tiempo compartirás emociones
intensas con un puñado de personas. Y un buen día te despedirás porque ya no
vas a volver allí. Entonces irás camino al aeropuerto y sentirás una sensación
agridulce. Por un lado una extraña sensación de soledad y por otro lado una
también extraña sensación de paz interior. Más temprano que tarde, todo volverá
a comenzar.
La del consultor político es una profesión
imposible.
También una profesión posible y apasionante.
Como la vida misma, al fin y al cabo.
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