El salto
27-01-2018
A José Piñera le salen los billetes por los ojos.
También la desvergüenza. Cuando Chile era un sepulcro de opositores políticos, este
acaudalado economista se encargaba de lavarle la cara al régimen genocida de
Augusto Pinochet. Su objetivo: demostrarle al mundo que la dictadura podía ser
muy feroz a la hora de torturar, pero extremadamente amable a la hora de
privatizar. Desde su puesto de ministro de Trabajo, “Pepe” encabezó la reforma
de las pensiones efectuada bajo el mando de los militares. Ocurrió en 1980.
Desde entonces, jubilarse en Chile es algo así como sacarse un carné de pobre.
Sobre todo si eres parte de ese mayoritario sector de la población que no
disfruta de unos ingresos tan altos como los de Piñera.
Este exministro pinochetista —y hermano del
nuevamente electo presidente de Chile, Sebastián Piñera— es un auténtico ídolo
para los amantes de los fondos privados de pensiones a este lado del océano.
Desde el BBVA hasta el diario El Mundo, pasando por el Círculo de
Empresarios y hasta la Bolsa de Madrid, han adorado en algún momento de su vida
al “padre de las pensiones privadas”. Al gurú de las jubilaciones para ricos y
la miseria para pobres. Al reinventor de un invento más viejo que la rueda: si
tienes muchos billetes de joven, seguirás teniéndolos de viejo. Solo hay que
saber cuidarlos.
Los piñeristas españoles están hoy inmersos en una
cruzada trascendental: convencer al Gobierno del PP de que la vía buena, la que
todo demócrata de mercado debería defender, pasa precisamente por favorecer los
fondos privados y, por consiguiente, recortar el sistema público.
En otras palabras, existen actualmente poderosos
sectores de las finanzas que buscan una España en la que jubilarse (dignamente)
sea solo un privilegio reservado para aquellas y aquellos agraciados que cobran
auténticas millonadas. ¿Eres pobre? ¿Sufres la precariedad? Poco importa. Los
piñeristas no son una ONG ni tienen compasión. Son ricos y quieren seguir
siéndolo. A tu costa.
Hay trampa
El caballo de batalla se llama "fondo de
pensiones" y genera todo tipo de lecturas desde el mundo académico. “Es un
producto financiero que sirve para el ahorro privado con el objeto de que te
sirva de previsión social. Eso sí, depende de tus ahorros. ¿Problema? Si no
aportas lo suficiente, no tendrás pensión”, se responde a sí mismo Cristóbal
Molina, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad
de Jaén.
“Es un fondo que recoge dinero y lo invierte en
activos financieros. De los rendimientos de esos activos paga un rendimiento a
la gente, que puede entenderse como una pensión”, apunta por su parte Albert
Recio, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad
Autónoma de Barcelona e integrante del Institut d’Estudis del Treball.
Durante los últimos meses, en medio de malas
noticias sobre el futuro de las pensiones públicas, han crecido las suspicacias
en torno a los intereses que giran alrededor de esos productos financieros. El
escenario es casi idílico: si las jubilaciones de toda la vida corren serio
riesgo de fallar mañana, entra dentro de toda lógica que los cotizantes de hoy
hagan nuevos cálculos sobre el futuro que les espera. “Es normal que las
ciudadanas y ciudadanos de a pie se sientan desconcertados”, señala Borja
Suárez, profesor titular de Derecho del Trabajo y Seguridad Social en la
Universidad Autónoma de Madrid y autor de El sistema público de pensiones:
crisis, reforma y sostenibilidad (Editorial Lex Nova, 2014).
El experto incide en la estrategia del miedo que se
ha instalado en torno a este tema. “Ante la perspectiva de recibir una pensión
pública bastante inferior a la que está disfrutando hoy mi padre —subraya— es
inevitable que considere necesario ir preparándome para compensarlo de alguna
manera”.
Por tales motivos, Suárez advierte sobre la clara
apuesta por parte del Gobierno del PP de “reducir el tamaño de las pensiones
públicas y favorecer a las privadas”. “Se está creando una alarma para
convertir la pensión privada en la alternativa a la pensión pública”, añade
Cristóbal Molina.
Ahí entra en juego la letra pequeña. Los planes
privados de ahorro tienen un tratamiento fiscal diferente, lo que permite a sus
clientes desgravar en la Declaración de la Renta. Suena bien, sobre todo si tus
ingresos son altos. Sin embargo, no pasa lo mismo si eres parte de esa mayoría
que gana poco a cambio de trabajar mucho. “Los planes y fondos de pensiones
pueden servir para aquellas personas que tienen un salario elevado. En otras
palabras, puede ser razonable si tienes un salario de 30.000 o 40.000 euros
anuales, pero resulta que el sueldo más frecuente en España está en torno a los
18.000 euros”, remarca Molina desde Jaén.
El catedrático recurre a los cálculos realizados
por los mismísimos bancos para echar luz sobre tanta sombra: “Según las cifras
provenientes de las entidades financieras, tienes que dedicar 7.000 euros de tu
salario para poder tener acceso a una pensión media. Si tenemos en cuenta la
media salarial en España, que incluso es más baja para los jóvenes, deberías
dedicar prácticamente un tercio de tu salario al plan de pensiones”. En tal
sentido, el también académico Borja Suárez destaca que, en el 75 % de los casos,
las aportaciones que se realizan a los fondos de pensiones “no llegan a los 900
euros mensuales”, algo que califica como “una ridiculez de cara a una pensión
futura”.
Estas cifras no conmueven a los lobbies financieros
que promueven una reforma de las pensiones en España, y no precisamente para
salvar a los asalariados pobres de hoy y jubilados aún más pobres de mañana.
Mientras el Gobierno de Mariano Rajoy impulsa una serie de medidas para hacer
más atractivas las jubilaciones privadas —desde rebajar las comisiones hasta
ofrecer la posibilidad de disponer de los fondos acumulados en un plazo de diez
años—, los insaciables jefes de la Asociación de Instituciones de Inversión
Colectiva y Fondos de Pensiones (Inverco) entienden que esas ideas son insuficientes,
por lo que su presidente, Ángel Martínez-Aldama, las ha criticado sin
contemplación. Los empresarios del sector quieren más. Mucho más.
La presión también llega desde Unespa, la patronal
de las aseguradoras. No en vano, desde sus oficinas se han aireado informes
aterradores sobre el futuro que espera a la España pensionista. Su premisa es
que mañana habrá más jubilados para repartir menos dinero, por lo que defiende
abiertamente la vía privada como antídoto contra esa catástrofe. Aquí también
conviene leer la letra pequeña: “Prácticamente todas las grandes aseguradoras
tienen una parte que se dedica a la gestión de activos, entre los que se
encuentran los fondos de pensiones”, advierte Recio.
En esa línea, la “comisión de expertos” creada hace
ahora cuatro años por el Gobierno del PP para analizar el futuro de las
pensiones contó con la participación de varios economistas íntimamente ligados
a las aseguradoras, lo que en su momento levantó todo tipo de dudas y críticas
por parte de los grupos políticos de la oposición. La situación llegó a tal
punto que el presidente de dicha comisión “independiente”, Víctor Pérez-Díaz,
tuvo que defender públicamente su libertad de actuación. El motivo: distintas
informaciones mostraban su nexo de unión con Unespa y, por consiguiente, con
los intereses en torno a las jubilaciones privadas.
Un premio
muy especial
El lobby en defensa de los fondos privados cuenta
con otro actor de lujo: el think tank Civismo. “España necesita un marco
de estabilidad económica y social, cuyas bases se mantengan inalterables frente
a los cambios motivados por la alternancia de los partidos políticos”, puede
leerse en su manifiesto, disponible en su página web. Al cliquear en “quiénes
somos”, aparecen nombres muy característicos de la derecha española: en su staff
figuran la exdiputada del PP y actual directora del área Internacional de la
fundación FAES Cayetana Álvarez de Toledo, el aristócrata Carlos Espinosa de
los Monteros y Bernaldo de Quirós, expresidente de Mercedes Benz y ahora alto
comisionado del Gobierno para la Marca España.
En octubre del año pasado, Civismo convocó a sus
socios y amigos a la entrega de premios Sociedad Civil 2016. Muchos de los
invitados llegaron a bordo de coches incalculablemente caros, pero el principal
agasajado llegó en avión. Tuvo que hacer un viaje largo, pero cómodo: no es lo
mismo cruzar el Atlántico en los diminutos asientos de clase turista que en
esas butacas confortables de primera. El pasajero que viajó hasta Madrid en business
para recibir los aplausos del think tank español tenía acento chileno y
había trabajado para Pinochet. Su nombre: José Piñera. Su logro: privatizar las
pensiones de su país. Su receta: hacerlo también en España.
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