domingo, 28 de enero de 2018

OTRA VEZ, SOBRE LA CONFUSIÓN DEL MOMENTO: CORRUPCIÓN Y ANTIFUJIMORISMO





(28 de enero de 2018)
Por Miguel Aragón

El día 13 de enero, Denis Merino Perea  publicó el comentario que trascribo a continuación, comentando  mi texto La confusión del momento: el antifujimorisno como programa:

“Denis Merino Perea dmerinoperea@gmail.com [Amistad-Peru-Cuba] <Amistad-Peru-Cuba@yahoogroups.com>
13 ene a las 11:02

Completamente de acuerdo con este comentario de Aragón.  Es casi imposible que en el sistema neoliberal exista honestidad, porque todo es como ganar más plata de cualquier forma a costa del pueblo y sus gobiernos títeres.
 
Un ejemplo, en Cuba también estuvo Odebrecht y ofreció "ayuda" a sus ministros y nada. Le dijeron que ni hablar, que no acostumbraban a recibir sobornos ni nada por el estilo.  Eso lo dijo el propio Odebrechet,  y solo publicó una notita al respecto el periódico brasileño O’Globo, nadie más.
Saludos”

En gran parte coincido con el anterior comentario escrito por Denis Merino P, y con la información sobre el diferente tratamiento de las inversiones de Odebrecht en Cuba y en el Perú. Pero me parece que es necesario precisar, y ampliar,  algunos conceptos.

I

                En los últimos meses,  se han extendido dos mantos que envuelven y cubren la realidad superficial de la política  peruana: el manto de la corrupción, y el manto de la hipocresía

Considero que más peligroso que la propia corrupción, es la hipocresía con la cual los medios de prensa  comentan, analizan y aparentemente  pretenden superar  la corrupción generalizada.

1.- Por ejemplo, al ver y escuchar por televisión, a personajes  impresentables,  tales como los energúmenos  Mauricio Mulder o Héctor Becerril, que hablan de “honestidad”, de  “moral”, y que además denuncian airadamente “la corrupción de PPK”, e incluso exigen la vacancia por “incapacidad moral del presidente”, a mí me llena de incredulidad.  Esa pose de castos y ejemplares “moralistas”,  no concuerda con el conocido historial, o prontuario, de ambos personajes de la política criolla. 

Para ambos congresistas, encubridores y defensores por igual de los anteriores  gobiernos de Alan García (2006-2011) y de Fujimori (1990-2000) respectivamente, la corrupción comenzó en el Perú con la intervención  de PPK en el manejo de la economía del país. Y que conste, que en el Parlamento no están denunciando los manejos actuales del gobierno presidido por PPK, sino que la denuncia de ambos, y de sus respectivas bancadas parlamentarias,  se reducen a hechos ocurridos hace doce años atrás, cuando PPK cogobernaba con su  fantoche Alejandro Toledo.  

2.- Otros, particularmente   la mayoría de los dirigentes de la actual “izquierda” peruana, piensan, e incluso parecen estar convencidos,  que la corrupción en el país comenzó un poco antes, “durante el  régimen fujimorista”, que según ellos ha sido el régimen “más corrupto de toda la historia”. 

3.- Unos terceros,  no reducen los inicios de la corrupción a ese caso particular, sino que tratando de ser más objetivos y más amplios, ubican los inicios de la corrupción “en los comienzos   de la política neoliberal” (que claro está,  incluye, pero no se reduce,  únicamente al fujimorismo).  

Pero, si hacemos un pequeño esfuerzo y nos detenemos a  revisar la historia, encontraremos que el inicio de la corrupción en el mundo, no concuerda con las tres opiniones anteriores,  sino que es anterior a la formación del actual neoliberalismo, e incluso es anterior a los inicios  del viejo liberalismo, desarrollado  allá por el siglo XVIII. Al revisar la historia podremos comprobar que la corrupción en el mundo entero comenzó mucho tiempo antes.

Revisando la historia, descubriremos que la corrupción en gran escala o de gran magnitud (que es la que nos interesa analizar en estos momentos), tiene como origen y es consecuencia directa de la competencia en el mercado entre las grandes empresas. 

Cada vez que una entidad gubernamental convoca a una licitación pública para la ejecución de una obra de cierta importancia (carretera, puerto, obra de irrigación, hospital, escuela, etc.) se presentan y postulan varias grandes empresas, que pueden ser extranjeras o peruanas. Todas las empresas postulantes necesitan ganar la licitación, para poder continuar existiendo como empresas.

En la competencia que aparentemente es “perfecta”, al final se impone “el todo vale”.  Los representantes de todas las empresas inscritas en la licitación, en primer lugar cumplen con todos los formalismos de la convocatoria; pero, en segundo lugar, los representantes de todas esas empresas buscan en forma independiente, cada una por su cuenta, a los funcionarios responsables de la entidad pública convocante. “Por lo bajo” conversan con ellos,  para llegar a “un arreglo”,  y así salir ellos, beneficiados con la otorgación de la  “buena pro”. Así ha funcionado, y así funciona, la competencia en el mercado de las obras públicas. 

 Esta comedia se repite todos los días, durante todos los meses, y durante todos los años, no desde hace poco, sino desde los inicios de la época republicana (por no mencionar lo ocurrido durante el virreinato).

Entonces, la causa de la corrupción no es una cuestión principalmente ética o moral como alardean muchos “moralistas” de estos tiempos, sino que debemos de entender, la causa principal de la corrupción es una cuestión de carácter económico y social. La corrupción, en última instancia, es la lucha por la supervivencia dentro del mercado. La alternativa es muy simple: “o ganas tú, o gano yo”.   

Tenemos que entender que la corrupción  es un complemento de la competencia, y por lo tanto, es una consecuencia necesaria y obligatoria de esa competencia en el mercado. Cuando   dos fieras salvajes  se enfrentan, e incluso se matan entre ellas, por comer una presa, no están actuando “inmoralmente”, sino que están luchando por la supervivencia en el medio salvaje en el cual viven. De manera similar ocurre con la competencia en el actual mercado capitalista.   

A su vez, la competencia en el mercado es consecuencia de la existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción. Y justamente, esto es lo que no ven, o “no quieren ver”, los excesivamente abundantes “moralistas” de estos días. 

La propiedad privada no comenzó con el actual neoliberalismo, ni con el viejo liberalismo. Durante las pasadas épocas del feudalismo y del esclavismo, es decir, por lo menos desde hace más de 3 mil años atrás, ya se había desarrollado la propiedad privada en varias partes del mundo, y por lo mismo ya existía competencia en el mercado entre los diferentes grandes propietarios. Y se sobreentiende que, ya desde los inicios de la formación de la propiedad privada existía corrupción como complemento necesario de la competencia.  

(Esto no quiere decir que en la historia “siempre existió corrupción”, que es una teoría a la cual ya han llegado, o quieren llegar, algunos comentaristas defensores a  ultranza de la gran propiedad privada. Para ellos “el hombre  es corrupto por naturaleza”, como afirman muy a la ligera. Pero esta parte del análisis,   escapa el estrecho espacio y alcances limitados de estas breves líneas, lo cual podríamos tratarlo en otro momento).   

II

Otra cuestión. Para que exista corrupción, necesariamente tiene que haber corruptores (que entregan los sobornos) y corruptos (que reciben las “coimas”). 

Quienes actualmente se reducen a denunciar solamente a los corruptos, e incluso reclaman  airadamente “que se vayan todos”, en el fondo están ocultando la responsabilidad principal de los corruptores.
 
Estos “moralistas” superficiales pretenden reducir la lucha a una cuestión meramente “política”, “contra el fujimorismo”, o “contra PPK”, por ejemplo (hasta hace muy poco tiempo, los destinatarios preferidos de sus airadas acusaciones y denuncias eran el capitán retirado Vladimiro Montesinos y después la primera dama Nadine Heredia, ambos actualmente presos). 

Pero estos “moralistas” no son capaces, ni se atreven, a elevarse a la lucha contra las causas económicas y sociales de la corrupción, es decir, no se atreven a plantear la lucha en los términos claros y precisos  de la lucha de clases, de la lucha del pueblo peruano contra la clase dominante. Ellos, a lo más, aspiran “al cambio de gobierno”, pero no se plantean el necesario cambio social.   

III

Otro gran error de estos días, es pensar que “la honestidad, la moral, y la justicia”, son principios eternos válidos y vigentes para todos los tiempos,  y que además “son neutros”, que no tienen carácter de clase. La historia nos enseña que la honestidad, la moral y la justica  del proletariado son  diferentes a la honestidad, la moral y la justica de la burguesía, o de la  clase feudal. 

Por eso yo considero que es incorrecto pensar que “en el sistema neoliberal no existe honestidad”. Yo considero que en el actual sistema neoliberal  si existe honestidad, pero es una honestidad burguesa

La honestidad burguesa se basa en el derecho de ser propietarios de los medios de producción, en el derecho de explotar a la clase trabajadora, en el derecho de apropiarse de la plusvalía, en el derecho de sobornar en la competencia entre los propios burgueses, en el derecho a ocultar la verdad, etc., etc. Todos esos derechos de los propietarios están sancionados, y debidamente reglamentados, en todas las constituciones políticas que se han decretado a lo largo de toda  la época republicana, incluidas las últimas constituciones de 1933, 1979 y 1993. Y de sancionarse una nueva constitución en los próximos años, sin un cambio social previo, igualmente todos esos derechos de la clase dominante se mantendrán para normar la honestidad burguesa.                 
IV

            Para terminar, algunas  preguntas, que debemos de hacernos seriamente, son las siguientes: 

1.-En el pasado reciente ¿la única empresa extranjera corrupta fue  Odebrecht?, ¿la única empresa  peruana corrupta fue  Graña y Montero? ¿Por qué las denuncias se han direccionado unilateralmente solo contra esas dos empresas?

2.- En el presente, al ya estar denunciados y enjuiciados (y hasta encarcelados) los propietarios de Odebrecht y de Graña y Montero, al comenzar este año 2018 ¿existe, o no existe corrupción en  Perú? ¿Cuáles son las empresas que se están beneficiando  con la temporal marginación de ambas empresas?

3.- Y por último ¿Quiénes son los más interesados promotores, y a la vez los mejores beneficiados, con las campañas de denuncias unilaterales  contra las empresas Odebrecht y Graña y Montero? ¿Todas las actuales campañas de denuncias tienen como origen un exagerado prurito de sana moralización, o por el contrario, obedecen a ocultos intereses económicos?

Estos son, otros temas de interés, que continuaremos analizando, comentando y denunciando, para “buscar la verdad en los hechos”, y así poder actuar conforme a las leyes del desarrollo de la sociedad.    

A continuación trascribo la primera parte de este comentario.

 LA CONFUSIÓN DEL MOMENTO:
EL ANTI FUJIMORISMO COMO PROGRAMA
(25 de diciembre de 2017)

Por Miguel Aragón

Antes se luchaba, o se tenía la intención de luchar, o se decía luchar, contra la explotación económica, y contra la dominación política de la clase dominante,  con el objetivo de acumular fuerzas, para luchar por instaurar un nuevo poder, para construir un Perú nuevo. Una rápida revisión de  los archivos de folletos, revistas, periódicos, hojas sueltas de los años ’60, ’70 y ’80, nos puede confirmar este recuerdo.

Por el contrario, ahora, en los comienzos del siglo XXI, más de uno,  se ha olvidado y ha enterrado  esas propuestas, y en varios colectivos de la  "izquierda"   solamente se reclama, y hasta se exige de manera airada y altisonante : !Abajo la corrupción!, ¡Que se vayan todos!, ¡Vacancia del presidente!, ¡No al indulto del expresidente!. Después de tanto desborde emotivo,  solamente les falta agregar ¡Vivan los tribunales de justicia feudales!, ¡Viva la prisión feudal!

La confusión es tal, que ahora, los airados manifestantes que salen a las calles a protestar contra el mal gobierno, solamente se proponen  MAQILLAR LA CARA DEL VIEJO ORDEN SOCIAL, soñando y reclamando “un país sin corrupción”, un utópico régimen capitalista, pero “sin corruptos”, donde todos “digan la verdad” y todos “sean honestos”. Esta confusión refleja y demuestra  que estos “protestatarios” superficiales  no conocen en lo más mínimo, las leyes propias del funcionamiento de la economía capitalista. En el colmo de su utópica rabieta, reclaman no solo  “un país sin rateros”, sino incluso “un país sin mentirosos”.

Ellos nunca se han preguntado. ¿Será posible que  la competencia entre  empresas en el mercado capitalista, funciones sin utilizar el soborno?    

Y por otro lado, la siempre necesaria lucha por la libertad política ha sido abandonada, y remplazada por las airadas exigencias de “encarcelar a todos los corruptos”. 

Olvidándose, o tal vez ignorando, el carácter de clase de la justicia, de la prisión, y del estado   feudal burgués, los protestatarios de estos días  están llegando a SANTIFICAR LA FUNCIÓN QUE CUMPLE  LA PRISIÓN FEUDAL. 

De luchadores sociales por la libertad, se están  reduciendo a simples “gendarmes” y carceleros, como si ese fuera  el objetivo de la lucha social.



II
Esta tremenda confusión de objetivos programáticos, no es nueva. Entre nosotros tiene larga data. 

Mariátegui desenmascaró y denunció los intentos del sector reaccionario de la pequeña burguesía nacionalista de su tiempo, que con Eudocio Ravínes y Víctor Raúl Haya  a la cabeza,  pretendió “elevar el antiimperialismo a la categoría  de un  programa”, para así desviar y eludir la lucha principal contra la clase dominante. (*)

Posteriormente, y durante muchas décadas el confundido movimiento nacional comunista elevó  el “anti aprismo” a la categoría  de un programa. 

Y últimamente, repitiendo el mismo repertorio,  se pretende elevar el “anti fujimorismo” a la categoría  de un  programa, eludiendo  la necesidad de  continuar luchando contra el enemigo común, RENUNCIANDO A LA NECESIDAD DE CONTINUAR LUCHANDO  CONTRA LA CLASE DOMINANTE.  

El pueblo sorprendido, e  incrédulo, se pregunta:

¿Dónde quedan, las Reivindicaciones Inmediatas  del pueblo trabajador?

¿Dónde queda, la Reivindicación de la libertad política?       

(*) Se recomienda revisar el punto 2 de la Tesis Punto de Vista Antimperialista, deslinde teórico y político de Mariátegui con la desviación hayista.  

No hay comentarios: