22/02/2019
La segunda guerra mundial fue desatada con unos del
lado del autoritarismo, la supremacía blanca, el cristianismo, y los valores
germánicos. “Alemania primero” era el lema de aquellos. Del otro estaban los
que peleaban por la libertad, la justicia y la dignidad humana en contra de
eso. Esta era la época de la lucha contra la intervención extranjera en los
países. Contra la presencia alemana en Italia, Francia, Bélgica, Holanda,
Dinamarca, Suecia y Noruega. Contra la invasión a los países de Europa del
este. Fue una guerra a favor de la democracia y la tolerancia, la libertad de
expresión y la libertad de autodeterminación.
Terminada la guerra mundial Estados Unidos definió
su política como de seguridad y desarrollo y en nombre de ambas cosas promovió
golpes de Estado y respaldó dictadores de diversas tallas, definidos como
sátrapas, gobernantes que gobernaban rodeados de su familia, para beneficio de
su familia, y de manera arbitraria. La reacción en América latina a esta
política emergió el 23 de agosto de 1960 cuando se hizo la VII reunión de
Cancilleres de la OEA en Costa Rica para asegurar el aislamiento de Cuba, en
ese momento considerado una amenaza continental, como Venezuela ahora.
Dijo, entonces, el Canciller Peruano Porras
Barrenechea, a contrapelo de la mayoría de los cancilleres del continente:
“La doctrina y la praxis del interamericanismo
están basadas, desde el Congreso de Panamá, en el mantenimiento del principio
de no intervención y en la defensa del sistema democrático. La anacrónica
doctrina de Monroe, que tuvo como finalidad impedir la intervención europea en
América, que cumplió una función defensiva en algunos casos y se arrogó
prerrogativas de tutela moral, ha sido sustituida por pactos multilaterales
como los enderezados en la actualidad a impedir cualquier intervención
extracontinental, pero, sobre todo, a desarrollar nuestras propias
instituciones y disfrutar de nuestra independencia.”( https://larepublica.pe/politica/841871-el-memorable-discurso-de-raul-porras-barrenechea-en-defensa-de-cuba-ante-eeuu)
La interrogante de lo que parece una intervención
ad portas es a favor de qué están los cancilleres. ¿Quién está defendiendo la
libertad, la justicia y la dignidad humana? ¿Trump? ¿Bolton? Quien esto lee,
¿También lee los diarios y ve los noticiarios? Estamos seguros que la política
exterior liderada por un partido político en el poder que se ha mostrado
racista, xenófobo, antipamericanista, que quiere poner un muro al sur para
detener a los latinoamericanos “porque llevamos drogas, violencia y muerte”,
¿es la que los gobiernos latinoamericanos quieren darle soporte? El muro y el
espíritu Panamericanista están enfrentados. El Grupo de Lima gira en torno al
último e ignora el primero. Este es un momento de pedirle coherencia.
El tema no es Maduro y su gobierno. El tema es si
hay derecho que otros intervengan para sacar a un gobierno que a ellos no les
gusta. Con ese argumento se metieron militarmente a Irak y a Libia y acabaron
matando a los mandatarios de dichos países y fabricaron crisis humanitarias de
dimensiones dantescas. Quizás la población de esos países no estaba de acuerdo
con estas invasiones en nombre de la democracia y quizás salieron perjudicados
y quizás por eso hay migraciones masivas de esas zonas. Quizás. Es posible que
invadir un país porque no me gusta su gobierno sea una nueva forma de defender
la democracia y la tolerancia, la libertad de expresión y la libertad de autodeterminación.
También es posible que eso sea la barbarie de la debilidad del poder real. La
inconsistencia Estadounidense es indefendible y es un error que el grupo de
Lima actúe como si fuera coherente apoyar a un gobierno que insulta
permanentemente a los latinoamericanos en público, insiste en poner un muro, lo
declara de emergencia nacional, y al mismo tiempo apoyar a ese país frente a
una república democrática con un gobierno fallido pero que la población quiere.
Sería más consistente pedir que Estados Unidos le retire sus represalias
financieras que le han estrangulado las exportaciones y el manejo financiero,
en lugar de hablar de ayuda humanitaria. ¿No? Con la lógica aplicada a
Venezuela ahora se hubiera invadido al Perú en 1992 cuando 3.5 millones de
personas habían emigrado, el PIB se había contraído 35%, llevábamos 70,000
muertos de una guerra fratricida y la hiperinflación campeaba. Los peruanos
resolvimos las cosas entre nosotros con grandes desacuerdos entre nosotros y
allí sigue estando el País.
Es posible que echar un gobierno con los nuevos
métodos como en Haití u Honduras, sea positivo pero también quizás,
posiblemente, las migraciones de ambos países al norte sean resultado de esas
intervenciones que empeoraron las condiciones de vida de la población. Los
intentos desde el 2002 por sacar a Chávez primero fracasaron porque la derecha
venezolana no está a la altura del reto que le pone Washington. No se entiende
ni siquiera entre sí, no digamos con la oposición. Ninguna nación tiene derecho
a meterse en la vida soberana de otra nación. Como dijo Benito Juárez a
propósito de la intervención francesa a México, “el respeto al derecho ajeno es
la paz.” Los neoconservadores americanos no están defendiendo los valores
supremos sino los más pedestres del petróleo, convenciendo al resto que lo
hacen por la democracia. Un gobierno basado en la política del odio racial y la
fragmentación social, no puede ser un gobierno que defienda la democracia en
ninguna parte del mundo y esto los cancilleres de América latina lo deben tener
en cuenta.
- Oscar Ugarteche, economista peruano, es
investigador titular Instituto de Investigaciones Económicas, UNAM.
SNI/CONACYT.
https://www.alainet.org/es/articulo/198341
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