04/02/2019
El 23 de enero de 2019 Venezuela entró en una nueva
fase de un golpe que se inició el 11 de abril de 2002, se intensificó en 2013
tras la muerte del Comandante Chávez, y recrudeció con la violencia opositora
de las guarimbas en 2014 y 2017.
La guerra hibrida que vive Venezuela ha tenido en
la desinformación y manipulación mediática una de sus principales armas de
combate. Leemos y escuchamos mentiras que analistas que nunca han estado en
Venezuela repiten tantas veces que se convierten en realidad para la opinión
pública.
1. Venezuela tiene 2 presidentes. Nada más lejos de la realidad.
La Constitución venezolana establece en su artículo 233 como falta absoluta del
Presidente su muerte, renuncia, destitución decretada por el Tribunal Supremo
de Justicia, incapacidad física o mental decretada por una junta médica, el
abandono del cargo, o la revocatoria popular de su mandato.
Guaidó no tiene ningún argumento Constitucional
para autoproclamarse Presidente pues no hay falta absoluta del Presidente, que
tomó juramento tal y como lo establece la Constitución en su artículo 231: el
10 de enero y ante el Tribunal Supremo de Justicia. Además, según esa misma
Constitución, si hubiera falta absoluta del Presidente es la Vicepresidenta
quien debe asumir la presidencia, y convocar a elecciones.
2. Guaidó tiene el apoyo de la
comunidad internacional. Más allá de la hipocresía de llamar comunidad internacional a Occidente,
el 10 de enero en la toma de posesión de Maduro había representaciones
diplomáticas de más de 80 países, desde Rusia a China, pasando por el Vaticano,
la Liga Árabe y la Unión Africana. Esos países siguen manteniendo relaciones
diplomáticas con el gobierno que encabeza Nicolás Maduro. Guaidó tiene el
reconocimiento de los mismos países que el 10 de enero desconocían a Maduro:
Estados Unidos y el Grupo de Lima (excepto México). Solo se han sumado Georgia
(por su disputa territorial con Rusia), Australia e Israel.
3. Guaidó es diferente a la oposición
violenta. Guaidó
es diputado por Voluntad Popular, partido político que ya desconoció las
elecciones presidenciales de 2013 y cuyo líder, Leopoldo López, está condenado
por ser autor intelectual de “La salida”, que impulsó las guarimbas de 2014,
con un saldo de 43 muertos y cientos de personas heridas.
4. La Asamblea Nacional es el único
órgano legítimo. Tampoco
es cierto. El artículo 348 de la Constitución venezolana autoriza al
Presidente, en Consejo de Ministros, a convocar a una Asamblea Constituyente, y
el artículo 349 define que los poderes constituidos (Asamblea Nacional) no
podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Constituyente. La
decisión de convocar la Constituyente fue un acto de astucia del chavismo para
sortear el bloqueo de la Asamblea Nacional que puede gustar o no, pero fue
realizado con estricto apego a la Constitución.
5. Maduro fue reelecto de manera
fraudulenta, en unas elecciones sin oposición. Otra mentira que se repite como
mantra. Las elecciones del 20 de mayo de 2018 fueron convocadas por el mismo
CNE y utilizando el mismo sistema electoral con el que Guaidó llegó a ser
diputado. Hubo 3 candidatos de oposición que sacaron en conjunto el 33% de los
votos y se siguieron las normas acordadas en la mesa de diálogo realizada en
República Dominicana entre el gobierno venezolano y la oposición, con el ex
Presidente español Zapatero de mediador, quien además posteriormente participó
como observador en la elección presidencial.
6. En Venezuela no hay democracia. Desde 1998 se han producido 5
elecciones presidenciales, 4 elecciones parlamentarias, 6 elecciones
regionales, 4 elecciones municipales, 4 referéndum constitucionales, y una
consulta nacional. 23 elecciones en 20 años. Todas con el mismo sistema
electoral, considerado el más seguro del mundo por el ex Presidente
estadounidense Jimmy Carter.
7. En Venezuela hay una crisis
humanitaria. Sin
ninguna duda que en Venezuela hay ahora mismo una crisis económica, fruto de
una guerra económica que comienza tras la muerte de Chávez, y se agrava tras
las sanciones por parte del Congreso de los Estados Unidos (diciembre 2014), la
orden ejecutiva de Obama declarando a Venezuela peligro para la seguridad
nacional de Estados Unidos (marzo 2015), prorrogada y ampliada (agosto 2017)
por Trump con sanciones que han impedido la compra de alimentos y medicamentos.
Esa crisis ha provocado una migración económica a
la que se ha pretendido disfrazar de exilio político, algo que los datos
desmienten (entre enero y agosto de 2018 la Comisión Mexicana de Ayuda al
Refugiado recibió 3.500 solitudes de asilo de venezolanos, por un total de
6.523 solicitudes de refugio de ciudadanos hondureños, casi el doble).
8. En Venezuela se violan los
Derechos Humanos.
Analicemos las cifras de las guarimbas de 2017: 131 personas muertas, 13 de las
cuales por disparos de las fuerzas de seguridad (hechos por los que hay 40
miembros detenidos y procesados); 9 efectivos de las diferentes policías y
Guardia Nacional Bolivariana asesinados; 5 personas quemadas vivas o linchadas
por la oposición. El resto de muertos en su mayoría lo fueron mientras
manipulaban explosivos o intentaban saltarse barricadas de la oposición.
9. En Venezuela no hay libertad de
expresión. No hay
más que ver las imágenes de Guaidó hablando ante decenas de micrófonos en plena
vía pública, o dando entrevistas a medios internacionales un día sí y otro
también para saber que esto no es cierto. En Venezuela, además, a diferencia de
México, no asesinan o desaparecen a periodistas por hacer su trabajo.
10. La comunidad internacional está
preocupada por el estado de la democracia en Venezuela. A la “comunidad internacional”,
representada por Estados Unidos y el Grupo de Lima, no le preocupan los presos
torturados en Guantánamo; no le preocupan los líderes sociales y defensores de
Derechos Humanos que a diario son asesinados en Colombia; no le preocupan las
caravanas de migrantes que huyen de la doctrina del shock neoliberal en
Honduras; no le preocupan las relaciones de los hijos de Bolsonaro con las
milicias paramilitares que asesinaron a Marielle Franco.
No, nadie juzga las graves violaciones de Derechos
Humanos en esos países del Grupo de Lima y su aliado Estados Unidos. Lo que se
esconde detrás de esa preocupación no se llama democracia, se llama petróleo,
se llama oro, se llama coltán.
Además, ya no se preocupan en esconderlo, con el ex
Director de la CIA Mike Pompeo hablándole por videoconferencia al Grupo de
Lima, o nombrando como enviado especial para Venezuela a Elliott Abrams,
veterano de la administración Reagan, impulsor de escuadrones de la muerte en
El Salvador o de la contra en Nicaragua.
El conflicto, por tanto, es geopolítico y se
disputa en 2 escenarios, el de la diplomacia, y el mediático, en una guerra
hibrida que nos bombardea con tanta información que nos deja heridos de
desinformación.
A estos 2 escenarios se le suman 2 variables para
completar la ecuación, el congelamiento de activos económicos y la posible
introducción de mercenarios en territorio venezolano, ecuación más similar a
los conflictos bélicos en Medio Oriente que a la nueva generación de golpes
suaves en América Latina, que utilizan la vía parlamentaria o judicial, como
han escrito compas como Marco Teruggi que están informando y haciendo análisis
desde el terreno, desde las calles venezolanas.
Para despejar esta ecuación, además de la unidad
cívico-militar que intentan resquebrajar en Venezuela, la propuesta de
mediación de los gobiernos de México y Uruguay, secundada por el Papa
Francisco, y esperemos por Naciones Unidas, se antoja la única vía posible para
que este escenario no desemboque en más violencia y sufrimiento para el pueblo
venezolano.
La paz de Venezuela, y de toda América Latina,
depende de ello.
https://www.alainet.org/es/articulo/197932
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