Nuevos
anuncios de la debilidad de las bolsas de valores chinas preocupan al mundo
financiero. El consorcio Alibaba, que tiene la acción líder, disminuye su
cotización de 120 a 65 en los últimos 10 meses. Las previsiones de crecimiento
también bajan sensiblemente, en lo que viene a ser una caída en un tobogán
inexorable de sus espectaculares tasas –arriba del 10%- durante 20 años, hasta
las modestas estimaciones de 6.4% en este año, 6.1% el próximo y 5,8% en el
2018.
Estas
cifras importan porque es nuestro primer destino de exportación y un influyente
inversor, cuyo portafolio incluye, por ejemplo, al complejo de Las Bambas y
seis de los principales proyectos mineros en el Perú.
Para los
especialistas económicos, este giro se inscribe en la segunda “gran
transformación” iniciada por la administración del Estado Chino. Entienden que
la estructura y la calidad de la economía del imperio del milieu mejorarán
dando un salto de cantidad hacia uno de calidad, renovando así las ideas
medulares de la interpretación maoísta del desarrollo.
En
efecto, el empleo no ha sufrido, los servicios aumentan y las ciudades resisten
el embate de la masiva migración de trabajadores provenientes del medio rural.
La productividad de sectores estratégicos, como la energía, ha ganado un
significativo índice relativo al consumo y el PBI menores costos, mayor
diversidad y sofisticación industrial, lo que viene a ser una nueva normal,
«new normal», de la destellante economía China.
Demanda
interna
Bajo el
impulso de su principal fuerza política en el Estado, la moderna China avanza
en sus procesos masivos de urbanización, industrialización, informatización y
de modernización rural de nuevo tipo. En esta tarea, deben atender la
gigantesca demanda intermedia y de consumo final de la población, que se
avecina a los 1,450 millones de habitantes.
En China
se desarrolla una apuesta meditada a las nuevas tecnologías, la transición
energética, el despliegue de la innovación, la ciencia y el diseño de la
ingeniería como fuentes de creatividad y les conceden un nuevo rol a los
consumidores de mercados internos, incluyendo un impresionante despliegue de
construcción de vías de transporte.
Todo ello
implica sin duda la revaloración de las reglas que rigen el funcionamiento del
país, el “socialismo de mercado” y el gobierno del partido centralizador. ¿Pero
por qué una menor velocidad de desarrollo?
Japón,
Corea del Sur, Singapur, Taiwán y Hong Kong montaron industrias
industrializantes que cimentaron sus espectaculares resultados de 30 o más años
consecutivos de crecimiento acelerado. En todos, ocurrió que el ritmo decayó al
llegar a los 11,000 dólares por habitante (PPA). Luego bajaron a velocidades
intermedias y moderadas.
¿Cuáles
habían sido los motores del crecimiento de los treinta gloriosos años? Acero,
materiales de construcción, vidrio, petroquímica, carbón, química pesada,
automóvil y trenes, que son indispensables para la edificación de la
infraestructura y la expansión del increíble sector inmobiliario y de vivienda
residencial de un pueblo continente.
Esos
sectores industriales, sin embargo, han chocado con límites de demanda. Menos
mano de obra, que ahora gana igual o más, viene del medio rural para trabajar
en las ciudades. Otras ramas fabriles y la PEA Activa, globalmente considerada,
comienzan a declinar demográficamente en un contexto en que las nuevas
tecnologías insertan renovadas potencialidades de crecimiento por calidad.
Para
superar el reto de la “curva de Lewis”, la estrategia de montar nuevos motores
de crecimiento contempla, como primer punto, siempre atender la demanda final
en los sectores clásicos pero descubriendo y aplicando los aportes de la
innovación en el ahorro de costos y crecimiento de la construcción y la
infraestructura vial, enlazando todos los nudos de la red de mercados internos.
Como
segundo punto, se desarrolla una intensa política de elevación de la
productividad de factores y de modernización de la industria básica, secundaria
y los servicios masivos. La novedad viene por la aceleración de la industria
4.0 que privilegia las redes, internet, la inteligencia artificial, la Big
Data, las nanotecnologías, las ciencias de los materiales, la bioquímica y la
industria ambientalista.
En la
circulación de mercancías, el e-commerce, las redes logísticas se rigen
bajo el principio del juston time, entre otros drives provenientes de
los laboratorios de investigación, fundamental y aplicada. Schumpeter vive. La
“destrucción creadora” de pasar del teléfono fijo al celular, el auto por la
bicicleta, el tren eléctrico- como en Lima- por el triciclo, es una tarea
encargada al sector individual.
La
transición
En la
economía de transición, lo nuevo concilia con lo viejo. Se trata de una
transición orientada por el gobierno que no se entromete en los mercados
privados sino regula, articula, atiende a los que se van quedando atrás, usando
la capacitación y nuevo uso de las capacidades.
Lo que
viene será la reestructuración industrial que permita incorporar los controles
digitales y modernizar la industria obsoleta renovada por la industria 4.0.
Los
abastecedores y proveedores peruanos de minerales, metales raros, uvas frescas,
espárragos, entre otros; que de una u otra forma son dependientes de la
inversión china, tienen que considerar que nuestra nueva normal será, si
se quiere acompañar la gran transición, exportar algún valor agregado hecho por
los talleres peruanos a los laboratorios 4.0 de esa gran nación.
Infodiario
Nº 742
http://www.alainet.org/es/articulo/175337
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