Escribe: Milcíades Ruiz
En un
partido de futbol, suele suceder hechos que obligan al juez a suspender el
juego por falta de garantías, ya sea porque está en peligro la integridad
física de los jugadores o porque las tribunas se tornan violentamente
peligrosas. Tal es la situación en el actual proceso electoral que quizá
amerite suspenderlo por falta de garantías para que el país tenga un próximo
gobierno honorable. Los candidatos más promocionados por las encuestadoras y
medios de información tienen graves objeciones por deshonestidad, corrupción,
narcotráfico y otras inmoralidades que los descalifican, a pesar de lo cual no
se frena la prevista fatalidad. Vemos venir el
desastre pero nos resignamos sin buscar una salida.
Ver candidatear a los
mismos políticos de siempre, a los reconocidos corruptos buscando la
reelección, al lumpen político acomodarse en los mejores lugares sin ninguna
ética, a los sicarios lobistas, familiares de candidatos y demás basura
política tomando protagonismo electoral realmente nos causa desaliento y
pérdida de fe en las masas dada su
alienación política. Es indignante ver a los
más corruptos dar conferencias precisamente sobre corrupción como cerdos que se
revuelcan felices en el lodo del cinismo. El espectáculo electoral es
francamente repugnante.
Todos nos indignamos por la podredumbre del proceso
electoral pero solo nos tapamos las narices sin que nadie tome una iniciativa
que se convierta en movimiento que frene los peligros que se avecinan. Está en
juego la dignidad del país y el destino de más de 31 millones de compatriotas
pero el desastre electoral sigue inexorablemente como la “Crónica de una muerte
anunciada”.
Todos sabemos que hay candidatos muy voceados que en
vez de currículos tienen un prontuario delincuencial pero que vienen
desarrollando una campaña electoral con mucho dinero de origen desconocido. En
la práctica, ser corrupto ya no es impedimento para acceder al poder y el honrado
está vetado. Entonces, si el dinero es el eje central del proceso electoral por
encima de los principios democráticos, tenemos un proceso que está viciado y
prostituido. Un aplazamiento del proceso sería preferible antes que tener un
cantado gobierno mafioso, poseído por el narcotráfico, corrupto, inmoral y
antipatriótico.
Es mejor prevenir que lamentar y suspender el proceso
a todas luces fraudulento. El fraude electoral no es solo propio del conteo de
votos sino fundamentalmente está en todo el proceso. Se dice no a las viejas
caras políticas pero cuidado con las caras nuevas. Todo es relativo. Nos puede
pasar lo mismo que en 1990 que nos llevó al neoliberalismo y lo nuevo podría
conducirnos a ratificar el TPP para acabar con nuestras esperanzas de liberación.
Esos candidatos maleados y aladinos que aparecen con
lámpara maravillosa, están dando motivos de sobra para que se justifique
cualquier golpe de Estado y probablemente tendrían gran apoyo popular. Entonces
mejor sería tener un gobierno interino el 28 de Julio. La última experiencia
que modificó el calendario electoral fue con motivo de la “marcha de los cuatro
suyos” y se pudo reprogramar con un presidente interino. Esto permitiría ir a
una modificación sustancial del régimen electoral que garantice una democracia
equitativa y realmente representativa que acabe con el caudillismo.
Si revisamos caso por caso a cada uno de los
candidatos actuales vamos a encontrar que ninguno procede de un proceso
democrático verdadero sino falsificado. ¿A quiénes representan los caudillos
políticos y los candidatos al Parlamento? ¿Al campesinado, a los pescadores, a
los obreros fabriles, a los industriales, a los mineros artesanales, a los
policías, a los trabajadores transportistas, a los microempresarios? Revisen
los planes de gobierno y constatarán que no están las demandas de estos
sectores sobre los que se sostiene el PBI.
Tal como están las cosas, acceden al poder solamente
los zánganos que parasitan a las transnacionales y a los grupos de poder
económico. Es tiempo pues de cambiar la democracia del dinero por una
democracia realmente representativa de las fuerzas sociales de la nación. El
actual régimen electoral impide la participación de las fuerzas populares
porque carecen de dinero aunque son mayoría. En cambio encumbra a los
patrocinados por el poder económico nacional y extranjero aunque son solo una banda política de un mismo
cartel neoliberal.
¿Por qué
los gremios sectoriales y colegios profesionales que son mucho más
representativos que muchos candidatos y partidos políticos no pueden participar
en el proceso electoral? ¿Por qué segregar a la institucionalidad social no
política? ¿No sería más eficaz tener en el Parlamento a las personás que más
conocen cada sector económico? ¿Por qué permitimos que los oportunistas accedan
al poder sin tener ninguna representatividad?
Hay pues
muchos aspectos a corregir en el régimen electoral y, en vista de la situación
vergonzosa del Sodoma electoral actual, podría ser una ocasión oportuna cambiar
las condiciones para obtener un resultado diferente. Una suspensión por un año
sería beneficiosa para el futuro nacional y será más equitativo para las
opciones populares que podrán prepararse mejor y tener menos desventajas frente
a los testaferros del dinero.
Por su puesto
que esta propuesta resulta inaceptable para los que ya se frotan las manos de
apoderarse del poder político pero nada cuesta plantearlo aunque sea en
solitario. Por lo menos, es una sugerencia. Peor podría ser la indiferencia y
no decir nada, favoreciendo a quienes se benefician con nuestra sumisión. El
muro de los lamentos no nos sirve en este caso.
Febrero
2016
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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