Carlos
Angulo-Rivas*
A
sesenta días de las elecciones el cruce de insultos entre los candidatos de la
derecha y las denuncias echándose lodo, unos a otros, ha llegado a dominar
escenario de la campaña electoral 2016. El corrupto sistema político vigente en
el Perú está feliz, pues de nuevo triunfará la narco-política establecida por
Alberto Fujimori y Alan García, la misma que destruyó el Estado haciéndolo cada
vez más obsceno e inmoral. Y como en la actualidad no existe el estado clásico
de representación de la sociedad, la contienda electoral es una disputa por el
botín a ser administrado, lugar donde sólo tienen oportunidad de ganar los
ricos con capacidad de desembolsar fortunas para luego recuperar con creces la
inversión y las ganancias. En consecuencia, estas elecciones se van a decidir
entre los candidatos con mayor capacidad de compra.
La
casta política oligárquica fortalecida por la narco-tráfico apunta bien y
compra a los políticos e individuos de su confianza para que manejen el
represivo aparato administrativo llamado estado, a más para que lo coloquen a
su servicio sin importarles el uso de criterios mafiosos y de crimen
organizado. Los medios de comunicación y las encuestas conforman el tinglado
para esta fiesta de denuncias e insultos porque de las cenizas de las hogueras,
así alimentadas, surgirán el próximo presidente de la república y los
congresistas. Sin lugar a dudas, estamos frente a una situación similar a la de
México donde en cada elección se pone en venta la presidencia y el congreso; y
en esa subasta todo vale porque los candidatos obedientes al sistema son del
mismo equipo y no se corre el peligro de cambios traumáticos que afecten los
intereses oligárquicos.
Alrededor,
el circo electoral auspiciado cada cinco años es una distracción llena de
frivolidad y falta de prevención. Sólo interesa el resultado de esta disputa
entre millonarios corruptos que ellos mismos llaman alternancia democrática,
cuando la verdad es que se está apostando al engaño y a la continuidad de una
descarnada explotación capitalista neo-liberal y de entrega de los recursos
naturales no renovables a las enormes empresas multinacionales. Repartidos a diestra
y siniestra los improperios y descréditos, en su mayoría ciertos, a ninguno de
estos corruptos siempre a la defensiva le interesa exponer planes de gobierno o
ajustes económicos que, además, por saber de quienes se trata, los electores no
les creerían ni por el forro de la envoltura. Aquí destaquemos la defensa del
sistema de casi todos los analistas de oficio convertidos en cómplices de la
degeneración del tejido social y sus dirigentes oficiales, cuadro sintomático
de la realidad nacional.
Participan
candidatos promocionados por los medios de comunicación que deberían estar
inhabilitados para cargos públicos, por ser notorios delincuentes premiados por
la doctrina de impunidad establecida; y son ellos a los que ubican como
punteros de encuestas amañadas. La protección otorgada pertenece al espejismo
llamado estado de derecho, dirección que cobija bajo su manto a la corrupción
endémica del país con sus presidentes, magistrados, clérigos, altos
funcionarios y militares de alto rango; siendo la práctica cotidiana, entre
ellos, la férrea unidad mafiosa institucional, paraíso de salvación para
quienes han infringido la ley con sus latrocinios, asesinatos y genocidios. En
este contexto, no llama la atención la costumbre de buscar entre los
degenerados el “mal menor,” aceptando con resignación una situación concebida
de antemano como irremediable. Más aún cuando la izquierda electoral participa
del esquema sin el menor rubor, a sabiendas de ir a perder el poco prestigio de
catalogarse como gente del campo popular.
La
izquierda en este escenario mafioso no puede competir. No tiene opción cuando
los cargos electivos son una subasta pública descarada y la presidencia de la
república se pone en venta cada cinco años. ¿Cómo competir con mafiosos sin ser
mafioso? ¿Los izquierdistas no se han dado cuenta del tramposo funcionamiento
del sistema político vigente? ¿No se han dado cuenta que el común denominador
de los políticos tradicionales es promover la continuidad de la corrupción de
la que medran y progresan con sórdida vulgaridad? ¿No se han dado cuenta que la
derecha aprovecha la degeneración del tejido social y la ignorancia de un
pueblo incrédulo y relajado por el mal ejemplo? ¿La izquierda electoral no se
han dado cuenta que sólo despierta de sus sueños con la convocatoria a
elecciones, teniendo muy escaso tiempo de organizar a la base social para
persuadirla o convencerla?
Keiko
Fujimori es una hechura de su padre, el oscuro dictador japonés convertido en
multimillonario gracias a los escandalosos robos al estado, sin embargo,
encabeza las encuestas de intención del voto; además, es una mujer inepta y
falta de escrúpulos que llevaría al Perú a una catástrofe de inimaginables
proporciones. Alan García le sigue en cuanto a presencia de inmoralidad y
corrupción, y vienen luego personajes vinculados a la putrefacción del estado
como Guzmán, Acuña, Kuczynski y Toledo. No obstante este desolador panorama,
los electores se sienten resignados a esta suerte de gangrena social como
futuro inevitable y una mayoría significativa de ellos se identifica con la
indigna deshonestidad ya sea por ignorancia o mentalidad delictiva imitativa.
Se hace difícil aceptar esta macabra realidad sin escapatoria, pero esa es la
situación a la hemos llegado y de estos sujetos impresentables saldrá el
próximo mandatario peruano en una operación de mercadeo final en la
compra-venta de los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Con estas reglas de juego mercantilista
por todos sus contornos, las tres candidaturas de izquierda Mendoza, Cerrón, Santos,
no tienen capacidad de compra ni juntas ni separadas. Incluso, si la tuvieran
se vería muy mal, como un estigma de condena absoluta su participación en el
carnaval mercantil de la indignidad libertina. La derecha se da el lujo de ir
con varias candidaturas por separado con éxito o presencia en las encuestas, el
ensamblaje del fraude o falsa democracia la favorece por ser propietaria del
corrupto sistema político vigente. Por enésima vez jugar a perdedor no tiene
sentido, menos cuando el montaje del fraude esta aceitado y camina sin
sobresaltos invitando a la izquierda como comparsa del poder manifiesto de la
derecha y la oligarquía. Siendo los trabajadores, los campesinos, los
pobladores marginados y los pobres, la gran mayoría del país; y teniendo en cuenta
que la izquierda es por definición la genuina representante de sus intereses
¿por qué su poca aceptación electoral? Sencillo, cualquiera de las candidaturas
de izquierda puede quebrar el entrampamiento pero no se atreve.
Verónica
Mendoza es una candidata honesta ubicada en la centro-izquierda, tiene cierta
experiencia política pero su liderazgo se debilita en la contemplación sin
tomar el toro por las astas. Encuentro superficial su análisis sobre los puntos
claves de la economía nacional como son el tratamiento con las inversiones de
las empresas multinacionales extractivas y de servicios. Carente de ideas
revolucionarias, no exige la expulsión de las tropas estadounidenses del
territorio nacional, teme a las medidas de nacionalización de los recursos
naturales y se horroriza de hablar de democracia participativa y protagónica en
vez de la decadente democracia representativa de los ricos. Jalada hacia
adentro por el sistema sería incapaz de convocar a una Asamblea Constituyente
como lo hicieron Chávez, Morales, Correa.
Vladimir Cerrón pretende ser una
alternativa popular de mayor claridad y contundencia, busca similitud y
cercanía con la experiencia boliviana de Evo Morales, a quien no le va mal; de
ahí parte su anti-imperialismo yanqui sin reservas. Anuncia la nacionalización
de los recursos naturales y de las empresas multinacionales mineras y de
servicios dando prioridad a la agricultura productora de alimentos. Aunque
carece de cuadros intelectuales sí está definido por la democracia participativa
y protagónica para quebrar el corrupto sistema político vigente mediante la
convocatoria inmediata de una Asamblea Constituyente. Tal como Verónika
Mendoza, Cerrón también trata de eludir el tema de Sendero Luminoso como si el
fenómeno de la guerra no hubiese existido.
Gregorio
Santos preso y acusado sin pruebas es un candidato potable habida cuenta de su
lucha contra el proyecto minero depredador Conga. Multimillonaria inversión de
la Newmont-Yanacocha en Cajamarca que Ollanta Humala, traicionando sus promesas
electorales, quiso imponer a bala y fuego. La condición de preso político le da
cierta ventaja pero a su vez le resta presencia en la movilización popular de
la campaña, no obstante en esa misma circunstancia ganó las elecciones
regionales de Cajamarca con amplia mayoría. Mezclado con la gente de FONAVI, su
programa es un tanto confuso aunque como Cerrón postula a una nueva
Constitución en reemplazo del estatuto de Fujimori promulgado por la dictadura
de este japonés luego del golpe de estado de abril, 1992.
En
general las tres candidaturas del campo popular se desempeñan como la
alternativa necesaria frente al desbarajuste de un estado increíblemente amoral
e impúdico al que se cuidan de atacar en esencia y por principios
insoslayables. Están presentes casos de libertades democráticas avasalladas que
no se tocan, de leyes con nombre propio para negar la participación ciudadana
en las elecciones, de casos obviados de inhabilitación política de sujetos como
Alan García, Cecilia Chacón, el hermanito Kenji y la misma Keiko Fujimori,
entre otros, incursos en delitos encubiertos por la corrupción. Por otra parte,
la palabra terrorismo se ha hecho viral. Se teme la contaminación. El informe
de la Comisión de la Verdad da para todo, hasta Keiko Fujimori aceptó a medias,
en una conferencia de Harvard, la validez de las conclusiones, sin embargo,
nadie habla de la Reconciliación luego de una sangrienta guerra y el espíritu
de la revancha prevalece. Si las candidaturas de izquierda se guiaran por
principios ineludibles los liderazgos encontrarían su verdadero perfil.
En
el Perú existen presos políticos, Goyo Santos es uno de ellos, Antauro Humala,
Víctor Polay y otros también lo son. El FUDEPP es una organización política que
cumple con la ley de partidos no hay razón para que la burocracia del JNE
niegue su participación en contra de los derechos universales ciudadanos y del
propio estatuto de Fujimori que sirve de Constitución del Estado hasta ahora.
*Poeta
y escritor peruano
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