Escribe: Milcíades Ruiz
Es verdad que la persona nace libre y sana pero la
sociedad lo encarcela, corrompe y deforma. Los primeros carceleros son sus
padres que robotizadamente lo castran mentalmente. Lo hacen sin tener
consciencia de lo que están haciendo con el nuevo ser humano porque ellos ya
están robotizados y proceden así de buena fe. Sus cerebros están programados
para actuar de esa manera. Entonces el recién nacido es sometido a una
radiación sistémica que lo deforma. Si los padres son fanáticos religiosos le
pondrán un rosario en el cuello, el cura le hará una cruz en la frente
traumándolo con el “agua de socorro” y lo bautizarán. Antes que tenga uso de
razón ya lo están poniendo tras las rejas de la secta religiosa de los padres o
de la religión oficial.
Actuamos así porque somos ya producto terminado de
la sociedad que nos ha marcado su sello. Hemos sido formados para actuar como
corresponde a una sociedad injusta y subordinada a los poderes de la dominación
social. Más tarde cuando el niño esté en edad escolar el profesorado le irá
poniendo otros candados y hasta la vecindad robotizada le dirá cómo
comportarse. Su cerebro será impactado por los dibujos animados de la
televisión y cuando curse la educación primaria le enseñarán una falsa historia
de los acontecimientos nacionales y mundiales.
Este proceso de formación de la personalidad de los
humanos continuará con el acoso cultural que lo deformará intelectualmente y
adoptará la ideología producto de la educación hogareña, estudiantil y de la
acción alienante de los medios de comunicación. Así irá asimilando y
construyendo los valores que regirán su conducta en la adultez. Pero
felizmente, tenemos una tabla de salvación que al nacer la traemos bajo el
brazo: el deseo de saber la verdad como cuando el cuerpo reacciona frente a las
enfermedades creando anticuerpos de inmunización. Los humanos pueden sacudirse
de algunos candados pero no todos pueden hacer eso y muchos terminan eligiendo
como gobernantes a sus opresores.
Pero nuestros niños estarían mejor protegidos si
tuviesen la ayuda de sus padres. Llegarán a la adultez, conscientes de su
realidad y podrán salirse del rebaño alienado si es que le dotamos de los
elementos de defensa frente a la agresión de la sociedad oficial. Los humanos
son maleables física y mentalmente al igual que el perro, el elefante y otros
seres vivos como lo demostró ya Pavlov hace siglos aplicando su teoría de
reflejos condicionados. Esto lo sabe el capitalismo que nos aplica diariamente
el marketing neurológico y nosotros por reflejo condicionado respondemos
exactamente como lo desean nuestros manejadores.
En esta perspectiva, los socialistas tenemos un
primer reto familiar de cultivar a nuestros hijos para que tengan una madurez
fructífera, sana y de calidad sin las contaminaciones del sistema. Si no
imprimimos a nuestro sembrío familiar los cuidados para que nuestra plantación
crezca saludable, entonces la sociedad terminará contaminándolos, por contagio
degenerativo. Le ha pasado a José Carlos Mariátegui y otros líderes socialistas
cuyos hijos y nietos adoptaron ideologías adversas. No deberíamos dejar pues,
indefensos a los infantes hasta que adquieran una personalidad sólida cimentada
en el conocimiento científico de los hechos y sus procesos naturales, como se
hace con las matemáticas.
Pero además de nuestro jardín familiar, tenemos la
responsabilidad de velar por el desarrollo de las nuevas generaciones humanas,
expuestas a la manipulación de la sociedad en que vivimos. El sistema de
dominación hace lo que quiere con nosotros. Basta prender el televisor para que
nuestro organismo, impactado por imágenes y versiones, segregue sustancias que
nos hacen indignar, nos deprime o nos pone eufóricos. Nos hacen comprar,
alucinar, simpatizar con nuestros opresores y odiar a los luchadores sociales.
Millones de cerebros son impactados al mismo tiempo, día tras día, todo el
tiempo.
La tecnología de las comunicaciones camina a pasos
agigantados y hoy vemos a los jóvenes, como también a sus mayores, sentados en
la mesa pero nadie conversa. Todos están ensimismados mirando su tablet
entretenidos con el whatsApp, se ríen a carcajadas y se olvidan que existe
alguien más en la mesa. Lo mismo sucede si van en bus. No están viendo ni
pensando en el futuro personal, familiar o social porque para eso no tiene
tiempo o les interesa muy poco. Sus hábitos de conducta se han automatizado. El
sistema explota sus debilidades y los encadena a la oferta comercial
Dentro de pocos años la conducta social será muy
diferente a lo que hasta ahora hemos conocido. La sociedad quizá pierda por
completo lo poco que le queda de autenticidad. Pero así es la modernidad como
lo fue para nuestros antepasados que jamás imaginaron un matrimonio entre
personas de un mismo sexo. Es el progreso capitalista. Pero todo este proceso
de alienación masiva nos afecta políticamente y no nos conmovemos con el
sufrimiento del pueblo. Los productores de papa de la serranía vienen luchando
denodadamente y ya tienen dos muertos. ¿saben ustedes de algún comunicado de
protesta de algún grupo de izquierda? ¿Así quieren ganar las próximas
elecciones? Digan algo por favor.
Febrero 2018
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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