Mi nuevo artículo no es para leer en el Metro, en el autobús o durante una breve pausa de cinco minutos. Te advierto que vas a necesitar más tiempo.
Muchos de mis
artículos anteriores eran de lectura muy rápida y ágil. Porque eran breves.
Apenas 500 u 800 palabras. Pero el de esta semana son 2400 palabras. Eso: dos
mil cuatrocientas.
Y no por el placer
de escribir más, sino por necesidad. Porque quise cubrir más a fondo el tema de
la estrategia política. Y abarqué los siguientes temas:
1.
Qué es la estrategia
política
2.
Cómo se diferencia
de la táctica
3.
Los orígenes de
ambos conceptos en el lenguaje militar
4.
Una sorprendente
conexión entre el concepto de estrategia política y una de las ideas más
renovadoras de Yuval Noah Harari en su libro "Sapiens: de animales a
dioses”
5.
Detallada
descripción de todos y cada uno de los puntos que debes incluir en un plan
estratégico de campaña electoral
6.
Explicación sobre
por qué la estrategia política debe ir por escrito (y si no deja de ser
estrategia)
7.
Orientación sobre
cómo escribir el documento de plan estratégico
8.
Una enseñanza
inestimable que navega hacia nosotros desde Ulises, protagonista de la Odisea
de Homero (porque al final una campaña política suele ser una odisea, ¿verdad?)
No. No es un libro.
Es un artículo extenso. Para que lo leas con tranquilidad, sin apuro.
Lee el artículo
en https://maquiaveloyfreud.com/11-claves-estrategia-politica
(Eres libre de
compartirlo con quien quieras o de publicarlo donde quieras siempre que
incluyas un link hacia el artículo original)
Saludos cordiales,
Daniel
11 CLAVES
PARA UNA PODEROSA ESTRATEGIA POLÍTICA
El barco de Ulises se acerca al lugar más
peligroso.
Es la zona donde las sirenas suelen atraer con su
canto a los marineros, quienes quedan aturdidos y no logran impedir que el
barco se estrelle contra las rocas. Al caer al agua, los desconcertados
marineros son devorados por las sirenas.
Pero Ulises tiene un plan.
Sus marineros tienen los oídos tapados con cera para no caer embrujados por el canto. Y él mismo está atado al mástil, de tal manera que no puede soltarse aunque lo llegue a desear.
Así fue que Ulises, el personaje de La Odisea de Homero,
atravesó el peligro y llegó sano y salvo a destino.
Casi 2800 años después, lograr los objetivos
políticos es una verdadera odisea reservada solo para pocos.
Esos pocos que eluden los cantos de sirena y se
atan al mástil de su barco.
Esos pocos que se atan a su plan, a su estrategia.
¿Qué es la estrategia política y
cómo se diferencia de la táctica?
El origen de la palabra estrategia está en el
lenguaje militar y se refiere al arte de dirigir las operaciones militares. Y
también la palabra táctica se vincula a lo militar y designa el arte de poner
en orden, mover y emplear las fuerzas propias para el combate.
La estrategia, entonces, es el plan general que
dirige las operaciones. Y la táctica es el conjunto de operaciones específicas
que se realizan.
La estrategia tiene su ámbito en el cuarto
de guerra o la sala de situación donde los generales visualizan el conjunto
de elementos intervinientes y su articulación, el paisaje completo y las
secuencias temporales de mediano y largo plazo. Desde allí toman las decisiones
fundamentales, orientan y guían las grandes líneas de la guerra.
La táctica en cambio tiene su ámbito en los
diversos terrenos de batalla donde se despliegan los recursos humanos y
materiales del ejército. Allí pesa más lo inmediato, lo específico, el corto
plazo, las acciones prácticas concretas, la ejecución en el terreno y las
operaciones derivadas de la estrategia y que constituyen el día a día de la
guerra.
En política es exactamente igual.
La estrategia política
es el plan general que orienta todas las acciones durante un período de
tiempo.
Es una guía para la acción, pero una guía flexible.
El historiador
Yuval Noah Harari explica, en su obra Sapiens:
de animales a dioses, el secreto del inmenso poder de nuestra especie.
Un poder que es bueno comprender en su esencia y en su origen para así
profundizar en el valor de la estrategia en relación al poder político.
Hace 70 mil años habitaban nuestro planeta 6
especies humanas, todas ellas insignificantes en cuanto a su impacto
planetario. Pero hoy en día solo queda una de aquellas, Homo Sapiens. Y esta
especie de la cual formamos parte gobierna el mundo de un modo absoluto.
¿Cómo lo hicimos?
¿Cómo pudo esta especie que era insignificante conquistar tanto poder?
¿Qué la diferenció del resto de las especies animales?
La investigación de Harari concluye que la gran
diferencia que le ha dado todo el poder a Homo Sapiens es que somos la única
especie capaz de cooperar de modo masivo y a la vez flexible. Allí está la
clave del poder: esa cooperación masiva permite encarar empresas enormes y
alcanzar gigantescos logros que serían imposibles para individuos o grupos pequeños.
Y esa cooperación, además, al ser flexible (a diferencia por ejemplo de la
rígida cooperación masiva de las hormigas o las abejas) permite ir evaluando y
ajustando el trabajo colectivo a medida que se desarrolla.
Piensa en ello: una gran cantidad de personas
trabajando de modo coordinado, luchando por un mismo objetivo, cada cual desde
su lugar y con su trabajo, todos coordinados en un mismo plan general que se va
corrigiendo en función de su propia marcha.
El objetivo puede ser construir una pirámide,
detener una epidemia, reconstruir una ciudad luego de un sismo, enviar una nave
a Marte o ganar las elecciones.
La constante es siempre la misma: cooperación masiva flexible.
Eso es lo que permite la estrategia política: que
un sector de la sociedad trabaje colectivamente a gran escala y con
flexibilidad para lograr un objetivo político.
Al final del día, cuando uno examina los resultados
electorales de cualquier país, región o ciudad del mundo, encuentra el mismo
secreto. Ese pequeño gran secreto es que el ganador se diferencia de los demás
en que fue mucho más efectivo a la hora de organizar a su gente para una enorme
y prolongada tarea de cooperación colectiva flexible.
Eso es, justamente, una campaña electoral: una gran
obra colectiva.
Y la estrategia es el plan maestro, la partitura de esa obra coral y polifónica.
Desde este punto de vista la estrategia política es
el factor individual más influyente de una campaña. Una buena estrategia
ayudará a minimizar errores y carencias, pero ningún
movimiento táctico brillante logrará salvar a una campaña de los errores
estratégicos.
Por lo tanto, si en algo tienes que dar el máximo
de tu capacidad y tu energía, pues ese algo es el plan estratégico.
Los 11 puntos que debe incluir el
plan estratégico
El plan estratégico de una campaña electoral debe
incluir, como puntos esenciales, los siguientes:
1. Diagnóstico. Incluye una definición precisa
acerca del contexto político, histórico, económico, social y cultural, así como
de la coyuntura actual, las características de la elección y las fortalezas y
debilidades del candidato y sus adversarios.
2. Objetivos. No se trata de repetir el
estereotipado “quiero ganar” sino de describir objetivos precisos, claros,
medibles, realistas y que sean posibles.
3. Target. Debes decidir cual
es tu público objetivo, tu “coalición ganadora”, los segmentos de la
población que te llevarán al triunfo electoral. Esto es esencial porque allí,
en ese target, tendrás que concentrar todos tus recursos y tus esfuerzos, ya
que constituye el sector más permeable a tu mensaje.
4. Mensaje. La idea central que le vas a
comunicar a tu target durante la campaña y que explica por qué votarte a ti en
lugar de elegir a otro candidato. El mensaje debe ser simple, breve, claro,
portador de emociones y ligado a los problemas de las personas que integran el
target.
5. Posicionamiento. Define qué lugar ocupas
actualmente en el cerebro de tu público objetivo: ¿eres el líder, el
desafiante, el que tiene cierta fuerza pero pocas posibilidades o el pequeño
sin posibilidades reales? Pero defínelo en base a cómo te ve tu target. Y luego
define qué posición quieres alcanzar y cómo lo harás.
6. Recursos. Realiza el inventario de los
recursos materiales y humanos que están a tu disposición y explica cómo
obtendrás los que te faltan. Incluye entre los recursos la personalidad del
candidato así como las características del candidato como marca.
7. Organización. Decide cómo será la
organización de la enorme operación electoral que significa una campaña. Esto
requiere un organigrama con estructuras organizativas claras, distribución de
cuadros políticos y técnicos, criterios para la toma de decisiones y mecanismos
de comunicación interna.
8. Movilización. Tendrás que delinear cómo esa
organización va a movilizar los recursos humanos disponibles a lo largo de las
distintas etapas de la campaña (reuniones, eventos, mitines en lugares
públicos, movilizaciones de vehículos, manifestaciones a pie de calle,
activismo digital).
9. Cronograma. Al igual que en el ajedrez,
establece 3 etapas principales: apertura, medio juego y final. Luego ubícalas
en el tiempo e introduce en cada una de ellas los principales mojones,
estimando fecha de comienzo y finalización para cada mojón.
10.
Presupuesto. No hay
campaña sin dinero. Tendrás que tener un presupuesto total que cubra todos los
aspectos. Como regla general considera que tendrás que destinar aproximadamente
un 60 % a la comunicación, un 30 % a la logística y un 10 % al pago de
especialistas. Necesitarás, por supuesto, un plan de financiamiento de este
presupuesto.
11.
Evaluaciones.
Recuerda que la estrategia es flexible. En consonancia con ello, establece en
qué momentos se evaluará la marcha de la estrategia, en base a qué criterios se
hará y quiénes serán los responsables de la tarea. Como resultado de estas
evaluaciones realizarás los ajustes y correcciones que correspondan.
Estos 11 puntos son absolutamente esenciales. Si
los cubres todos de manera clara y precisa, entonces tendrás un dibujo, un
boceto, una
guía para tu campaña electoral.
Un consejo para cuando vayas a escribir el plan
estratégico de tu campaña electoral: que sea breve. Si a un Presidente de los
Estados Unidos de América no se le puede entregar un documento de trabajo cuya
extensión exceda las 2 páginas (dos, two), ¿qué sentido tiene que en otras
partes del mundo no seamos igualmente rigurosos en cuanto al poder de síntesis?
Ser breve para documentar la estrategia implica un
mayor esfuerzo, claro está. Seguramente tendrás que escribir, antes del plan
estratégico, algunos otros documentos complementarios que te servirán de
insumos. Pero luego, al escribir el plan mismo, necesitarás alto poder de
síntesis.
¿Cómo hacerlo si debes incluir todos los 11 puntos
que señalé antes?
Pues redactando cada punto como si fuera un tweet. Obligándote a ese nivel extremo de síntesis. Y recién después agregando, en los puntos que sea necesario, lo que aún falte explicar.
Siempre debes tener en mente que el plan
estratégico debe ser fácil de leer, visualizar y consultar. Para eso se escribe,
justamente. Porque sabes que la estrategia tiene que estar escrita para que
funcione, ¿verdad?
Por qué la estrategia debe ser
escrita
Si la estrategia política no se pone por escrito no
existe. Así de fácil. No existe. Aunque teóricamente incluya los 11 puntos
anteriores.
Una estrategia, como se deriva de todo lo anterior,
no es una idea aislada ni una ocurrencia genial ni un destello súbito ni una
frase ingeniosa. Tampoco es un ir y venir de conceptos ni un zigzagueo de acá
para allá ni una decisión sobre lo que haremos mañana.
Por eso tiene que estar escrita.
Una estrategia abarca una diversidad de asuntos
interconectados, y un rumbo definido a lo largo de un proceso temporal que
nunca es breve.
También por eso tiene que estar escrita.
Una estrategia tiene que ser comunicable ya que son
varias las personas y estructuras organizativas que deben conocerla y ponerla
en práctica. Y al mismo tiempo tiene que ser fácil de consultar en cualquier
momento y circunstancia de la campaña electoral. Se aleja entonces de la
oralidad, siempre más fugaz y más cercana a la improvisación.
Esas son otras buenas razones por las cuales debe
ponerse por escrito.
Además, las campañas electorales son un
caos.
Caos.
Quien alguna vez trabajó en una campaña sabe que es estrictamente cierto. Son un caos.
Mucha gente opina. ¿Demasiados? Todos, en realidad
todos opinan. Todos tienen ideas, todos quieren influir, todos saben cómo
ganar. O por lo menos eso creen. Y lo hacen sin mala intención y con la buena
voluntad de ayudar. Pero, ¿sabes qué? Te enloquecen. Literalmente, te
enloquecen. Porque si escuchas a todos te sumerges en un torbellino de ideas
que van y vienen y cambian y se contradicen y giran y empujan hacia adelante y hacia
atrás y en todas las direcciones posibles (y en las imposibles también).
Los tiempos electorales son infinitamente extensos
pero al mismo tiempo son infinitamente breves. Son extensos porque ocurren
tantas cosas cada día que solo quien ha estado allí lo sabe. Novedades, hechos,
noticias, problemas, reacciones, cambios, más problemas. Todo ocurre a toda
velocidad y cada día te parece una semana (a veces mucho más). Ese tiempo
electoral parece interminable. Pero a la vez es demasiado breve. Porque cuando ves
el horizonte y te das cuenta que el próximo domingo serán ya las elecciones
casi siempre te parece que es demasiado pronto, que faltaron cosas por hacer,
que todo pasó muy rápido.
Pero además están las emociones exaltadas, a flor
de piel. En ti mismo, en tu equipo, en los equipos rivales, en los periodistas,
en la gente. Todo el mundo con las emociones subrayadas, más intensas, más
volátiles, a punto de explotar y también explotando.
Y hay tanto para hacer, para coordinar, para
ejecutar, para supervisar, para decidir…
Por eso el caos: demasiadas opiniones
contradictorias, demasiadas tareas, demasiadas emociones alteradas
y una inmensa cantidad de tareas.
Por todo esto la estrategia política debe estar por
escrito.
Para acudir a ella y serenarnos, reflexionar y tomar las mejores decisiones.
Para volver una y otra vez a lo largo de la campaña a ese documento escrito.
Para aferrarnos a esa estrategia puesta en negro sobre blanco, escrita con fundamento y tranquilidad antes de que el caos se desatara.
Porque cuando entramos en las aguas embravecidas de
la campaña electoral comienzan los cantos de sirena. Las voces que buscan
apartarnos del rumbo seguro. Esas voces encantadoras que buscarán torcer
nuestro buque hacia las rocas del fracaso.
Cuando llegue ese momento tendrás que actuar como
Ulises.
Tendrás que atarte al mástil del barco.
Tendrás que atarte a tu estrategia.
En ese momento de caos, más vale que tengas tu
estrategia por escrito.
Solo así tu odisea terminará y habrás logrado tus objetivos políticos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario