Escribe: Milcíades Ruiz
Disculpen si interrumpo vuestra concentración en
las expectativas coyunturales que el poder mediático nos pone en escena.
También es importante mirar a otros lados de nuestra madriguera como hacen los
suricatos para sobrevivir al acecho de los depredadores. ¿Hay peligro allá
afuera? Solo vemos hasta donde la visión alcanza. Pero nuestras vidas y
desarrollo en comunidad, depende también de lo que hagan nuestros depredadores.
Es una cuestión de vida o muerte. Es la ley de la naturaleza. Es la lucha de
poderes.
El poder de nuestros depredadores es planetario y
su preocupación central es, cómo mantener su predominio sobre la humanidad
depredada, pues si los depredados desarrollan poder, peligra el orden
establecido. Todo intento del dominado para adquirir poder es una amenaza a los
intereses del poder predominante. EE UU lo dice abiertamente: Los pueblos que
se rebelan son una amenaza a los intereses de este país. Solo ellos tienen
derecho a tener poder nuclear.
Para el imperialismo, ningún país tiene derecho a
tener soberanía porque atenta contra el orden establecido. El país que no
acepte esta sentencia quedará sujeto a represalias económicas, militares y otros
castigos. El gobierno del país rebelde deberá ser depuesto, debiendo ser
reemplazado por otro que convenga a los intereses imperialistas. Esta ha sido
la historia del dominio capitalista mundial hasta la actualidad.
¿Y por qué un país dominador se atribuye el derecho
de aplicar represalias a un país que se atreve a ser soberano? Pues porque
tiene poder para hacerlo. Entonces, mientras exista esta condición veremos las
arbitrariedades más absurdas ejecutadas por el imperialismo pasando por encima
de las organizaciones internacionales de las naciones. Muchos gobiernos aceptan
a espaldas de sus pueblos estas arbitrariedades del amo imperialista porque
comparten ideologías e intereses. Pero es detestable la conducta política de
adular al poderoso para merecer su apoyo, aun a costa de traicionar a países
hermanos.
Entonces vemos al poderoso imperio proceder al
igual que los depredadores salvajes cuando separan de la manada a la presa
apetecida para aislarla y cogerla desprotegida. Eso es lo que se viene haciendo
con Venezuela de la manera más burda y miserable. Busca separar al gobierno del
pueblo mediante maniobras desestabilizadoras que, ocasionan penurias en la
población para obligarla a ponerse en contra. Pero también, busca separar a
Venezuela del bloque latinoamericano y del conjunto continental para aislar a
este país, dejándolo indefenso.
Impotentes, observamos esta salvajada en la
cancillería peruana actuando rastreramente contra un país hermano solo para
adular al amo imperialista, lo que encuentra eco en la señora Mendoza y su
movimiento “Nuevo Perú”, pues para estos, lo que hay en Venezuela es una
dictadura (Diario UNO 27.02.18). Pese a todo, nuestras protestas no impiden la
barbarie de quienes están posesionados del poder de gobernar. Este es el punto
al que quería llegar para preguntar: ¿Cuántos están conscientes de este crucial
asunto del poder? ¿Y cuántos están dispuestos a hacer algo más que protestar?
Nuestro país se debate en una crisis estructural
pero se la ve solamente como un asunto de personas. ¿Cambiando a las personas
será suficiente para que cambie el país? ¿No tenemos capacidad para darnos
cuenta que la vieja república está colapsando debido al obsoleto sistema
político, que le ocasiona aborto de gobernantes degenerados? La fábrica nacional
arroja como productos elaborados, monstruosidades nauseabundas. Padres que
violan a sus hijas, sicarios en masa que matan por dinero, jueces que absuelven
delincuentes pese a las pruebas, policías en bandas criminales, oligopolios de
prensa y de alimentos fraudulentos, lobistas de toda calaña que parasitan a la
patria, zánganos que succionan la caja fiscal, criminales de lesa humanidad
indultados, trata de menores, pedófilos, etc.
¿Todos estos males sociales de una infinita lista,
no son suficientes para hacer entender a la gente que la sociedad peruana está
podrida y es urgente hacer cambios determinantes? Más de seis mil violadores
detenidos en el 2017. ¿Y los que no son detenidos ni denunciados? ¿Cuánto más
de todo esto, tiene que pasar para decidirnos a actuar contundentemente? ¿Nos
falta coraje para decir basta ya? La ineptitud, inmoralidad e impunidad han
avasallado a nuestra patria que ha quedado cautiva de los corruptos. Liberarla
de estas ataduras es una obligación patriótica que no deberíamos eludir. ¿Cómo
hacerlo? Hay, infinidad de maneras pero hace falta resolución política. Actuar
es el paso más importante.
Pero no lo hagamos aislándonos de nuestro pueblo
porque cometeríamos el mismo error de las víctimas de los depredadores salvajes
cuando estos logran separarlas de la manada. Aislados de la masa seremos presa
fácil. Para sobrevivir políticamente, tenemos que estar protegidos por las
masas. Desde que la izquierda se separó de la masa popular hemos perdido muchos
cuadros valiosos y su precariedad orgánica ha quedado reducida a su mínima
expresión. Aislados de las masas muchos partidos políticos, agrupaciones y
colectivos son solo rótulos. Aislarse del pueblo facilita el propósito de
nuestros depredadores.
En nuestro calendario político, están las próximas
elecciones de autoridades locales, provinciales y regionales. Para participar
en ellas sobra voluntad. La gente se reúne en torno a esta oportunidad y los
partidos políticos hacen planes aunque no hayan hecho trabajo de base.
Conscientes de esta debilidad buscan agruparse invocando nuevamente la palabra
unidad. Otra vez la misma cantaleta. Pero, ¿A qué unidad se refieren? ¿A la
unidad electorera? ¿A la unidad de las cúpulas aisladas de las masas? ¿A la
unidad ocasional y pasajera? ¿O a la unidad sostenible de la izquierda en torno
a la lucha popular? Vaya uno a saber.
La gente se pregunta: ¿Por qué hay tantos
candidatos para cada cargo? La respuesta es obvia y no podemos evitar la
malicia. La campaña electoral puede costar 40 mil dólares pero si la plata no
viene sola, entonces ¿Quién la pone? ¿Y cómo recuperar esos fondos más la
rentabilidad de la inversión? Nadie invierte en un negocio que no es rentable.
En estas condiciones los dirigentes populares nunca podrían ser candidatos
porque no son pudientes. Pero no faltarán otros que sin tener arraigo popular
tienen arraigo pecuniario. Para estos, lo demás, es lo de menos.
No saben nada de las funciones del cargo para el
cual postulan pero no les importa porque no es un requisito saberlo. El requisito
es el dinero. El dinero se hace, dicen algunos, mientras que otros dicen: “del
mismo cuero sale la correa”. Es así como está tácitamente establecido en el
régimen electoral. Por eso vemos a muchos alcaldes empeñados en hacer obras de
cemento o “elefantes blancos” en municipios paralíticos cuyo vecindario es
rural. Dan preferencia al gasto y no a la inversión reproductiva. Prefieren
entenderse con proveedores fantasmas y contratistas de construcciones más no,
con los de proyectos de desarrollo rural aunque el vecindario sea agrícola.
Jamás piensan en el crecimiento económico del
municipio, en el PBI local, provincial o regional. La inmensa mayoría de
autoridades a elegir están en áreas rurales alejadas. Revisen las propuestas
electorales y se darán cuenta de lo desfasadas que están de las necesidades del
vecindario. Si la economía del municipio es agrícola o ganadera, si la economía
provincia es rural, si la economía regional es agropecuaria: ¿Por qué las
gestiones de estas jurisdicciones tienen que estar divorciadas de sus
realidades? ¿En qué se benefician los campesinos de la construcción grandes
coliseos, estadios olímpicos y otros locales públicos de varios pisos?
Los gobernantes locales, provinciales o regionales
pueden ser de izquierda pero quizá sus gestiones no. En nada se diferencia de
sus colegas de derecha. Hasta en la corrupción. Ante la vista de sus gobernados
no hay motivo para decir: “un gobierno de izquierda es otra cosa”. Pasan por
los cargos sin pena ni gloria, perdón, sin gloria y con penalidades judiciales.
Los ejemplos sobran. La izquierda ha tenido el gobierno de la capital de la
república, gobiernos regionales y gobiernos municipales en el interior del
país. ¿Cuánto ganó la izquierda con la gestión de tal o, cual, autoridad
izquierdista? ¿Cuál es el prestigio que han dejado? Pero a los aludidos, eso
les resbala, porque igual siguen integrando frentes de izquierda con fines
electorales sin vergüenza alguna. Revisen las agrupaciones y allí los
encontrarán.
No es por falta de atribuciones, que si las hay en
la legislación respectiva, ni por falta de presupuesto pues ni siquiera llegan
a utilizar lo programado. Entonces, ¿Cuál es el objetivo de participar en las
próximas elecciones? ¿Lo saben ustedes? No me refiero a la finalidad, que es el
¿para qué? Sino a los ideales aspirados que se expresan en modo infinitivo.
Esto nos lleva reflexionar sobre si obtener el poder municipal o el poder
regional es un fin, o es un medio para lograr un ideal. Aunque no
necesariamente tenemos que ser esquemáticos sabiendo que todo es relativo,
siempre es importante tener claridad en los objetivos que se persiguen. Sin
objetivos definidos no habrá mística de trabajo.
Decir todo esto, puede ser motivo para ser tildado
de negativo, quizá con justa razón. Pero por lo observado en algunos grupos, el
empeño está centrado en ganar las elecciones a como dé lugar, prescindiendo de
los objetivos y sin entrar en detalles para evitar tensiones. Sea como fuere,
es de desear que todos actúen con buenas intenciones, que el dinero gastado es
por amor al arte, que no haya ambiciones personales, que la unidad sea sincera,
que no lo hacen por acomodo ni por interés particular…. ¡Ya pues, no se rían!
He puesto énfasis en la cuestión de “poder” porque
quería plantear que el objetivo de participar en las próximas elecciones sea
empoderar al pueblo. Que no es lo mismo que empoderar a la izquierda como
tampoco, empoderar al partido. Tampoco son excluyentes. De modo que, todo se
puede conseguir al mismo tiempo, trabajando con honestidad política. Eso
significa que nuestra perspectiva debería estar orientada a lograr que el
pueblo tenga el poder realmente. Esto es, que la gestión municipal y regional
tenga como base fundamental dar al pueblo la soberanía en las decisiones de
gobierno.
Que no sea el alcalde o el Concejo Municipal
quienes decidan a espaldas del pueblo. La autoridad elegida no debería mandar
sobre el pueblo pasivo. Hay que recuperar el rol de máxima autoridad que se le
ha sustraído al cabildo, o asamblea popular representativa. Que la autoridad
administrativa haga lo que el pueblo determine en cuanto a la política de
gobierno, la distribución del presupuesto y el control de la gestión
administrativa. Las asociaciones civiles funcionan teniendo a la asamblea
general como la máxima autoridad, no hay razón para que no lo hagan los
gobiernos de todo nivel.
Si logramos el reconocimiento del poder popular
desde la célula básica del Estado hasta las altas instancias todo podría ser
diferente. ¿No les parece? Disculpen la impertinencia.
Febrero 2018
Otra información en https://republicaequitativa.wordpress.com/
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