Entre los diálogos
que tengo con docentes de la UPT y de la UNJBG he buscado respuestas para contestar
mi curiosidad sobre las características esenciales que debe tener el estudiante
universitario para ser considerado como tal.
Uno de mis
docentes, muy crítico en el asunto, me dijo que en su tiempo como universitario
la exigencia era mayor, ya que los trabajos eran presentados a mano o en el
mejor de los casos, escritos en máquina de escribir. Se imaginan hacer una
extensa monografía a mano, en estos tiempos resultaría un abuso. Y tiene
sentido, ya que hay más garantía de aprender porque cuando se escribe a mano
hay un trabajo óculo-manual que amerita gran esfuerzo que de por si resultaría
aversivo para los universitarios de ahora, y me incluyo.
Otro profesor me
dijo que con toda la tecnología y las maravillas que brinda el internet, él
hubiera podido ser un extraordinario estudiante, ya que tendría acceso a
información importante en cuestión de segundos. Las opiniones de mis docentes
no me dejaron conforme, sentía que era necesario conocer más sobre este asunto
y esto me impulsó a consultar en libros, revistas, etc.
Luego encontré un
artículo muy interesante de León Trahtemberg (especialista en educación) que
publicó hace algunos años. Este autor se valió de su experiencia como pedagogo
para señalar con objetividad que en el desenvolvimiento del universitario y
también del recién egresado hay una serie de deficiencias recurrentes,
definiendo a los universitarios promedios como: personas acostumbradas a
memorizar, más que razonar y con problemas para deducir una respuesta que no se
tiene en el momento; personas que no razonan lógicamente, predomina la forma
algorítmica de querer dar con la respuesta; personas que no leen, la lectura
representa una tortura y entiende con mucha demora y dificultad las expresiones
retóricas; no saben redactar un ensayo, una memoria, un documento explicativo o
una presentación; no tienen cultura general, mucho menos un sentido
histórico-cultural para entender los fenómenos sociales; son demasiado
pragmáticos e inmediatistas; tienen miedo al fracaso, por lo que no se arriesgan
a ensayar alternativas audaces para solucionar problemas nuevos; son además
profesor-dependientes, sin el profesor no saben qué hacer, tienen inculcada la
mentalidad del buen empleado esperando siempre lo que su jefe le ordene.
Ahora no todo es malo,
hay virtudes que es importante señalar, según Trahtemberg estas virtudes o
fortalezas son: el ingenio, el avispamiento o viveza, el ser hospitalario (el
que ayuda) y la cordialidad. Con esto no se podría competir con otros
universitarios del primer mundo. Como estudiantes universitarios hay que hacer
un mea culpa, y la pregunta del millón es: ¿cuándo nos vamos a desprender de
todas esas falencias que muchos arrastramos desde la educación básica? Bueno lo
que está claro es que las leyes actualmente no contribuyen en lo absoluto para
que el asunto cambie. Queda claro que en el Perú necesitamos con urgencia una
verdadera reforma en la educación. No basta conocer, describir y explicar los
fenómenos, sino que necesitamos conocer para transformar, crear, inventar y
reinventar.
El aspecto de la
innovación es fundamental en muchos países desarrollados y la investigación
juega un rol fundamental en las universidades. Sin embargo, en nuestro país
actualmente se investiga muy poco y en el peor de los casos no se investiga
nada. Los universitarios nos formamos para resolver las demandas o problemas
que hay en la sociedad, encarándolos con la ciencia, para luego como
profesionales guiar a nuestra sociedad hacia el crecimiento y desarrollo
sostenible que todos, sin excepción alguna, queremos y urgimos
imperiosamente...
(Fuente: diario
Caplina 02/10/16).
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