16/07/2018
Existe un
error fundamental en el modo que tanto Donal Trump y sus críticos hablan
normalmente sobre comercio exterior. Lo hacen un asunto de un país contra otro
país, planteando la cuestión de si China, Canadá o cualquier otro socio
comercial están tratando a los EEUU de manera justa.
Por
supuesto, Trump lo hace aún más explícito con su retórica de “America First” y
sus quejas sobre que otros países nos engañan porque ellos tienen superávits
comerciales, pero sus críticos usan a menudo un lenguaje similar. Después de
todo, es moneda corriente afirmar que China roba “nuestra” propiedad
intelectual.
¿Alguna vez
le ha robado China a usted alguna propiedad intelectual?
Los
economistas y políticas que han puesto sobre la mesa el tema del comercio
internacional durante las últimas cuatro décadas afirman que todo el mundo gana
con el comercio. Esto es lo que se conoce en la profesión de los economistas
como mentira.
Ningún
modelo económico muestra que todo el mundo gana con el comercio. Los modelos
estándar muestran que algunos grupos se benefician del comercio y otros salen
perjudicados. La historia suele ser que los que se benefician ganan más que lo
que pierden los perdedores.
Esto
principalmente significa que los ganadores pueden compensar a los perdedores
así que todo el mundo estaría mejor. En el mundo real, esta compensación nunca
ocurre, por lo que cuando hablamos sobre comercio internacional… hablamos sobre
política comercial… hablamos sobre una política que redistribuye de unos países
hacia otros.
Nuestra
política comercial durante cuatro décadas ha sido explícitamente diseñada para
redistribuir hacia los de arriba. Este era el objetivo de acuerdos como NAFTA o
admitir a China en la Organización Mundial de Comercio.
Todos estos
acuerdos son para poner a los trabajadores de la manufactura de EEUU en
competencia directa con trabajadores mucho peor pagados en el mundo en
desarrollo. El resultado esperado, y lo que de hecho ha pasado, es una
reducción del empleo en el sector manufacturero. Esto también crea una presión
a la baja sobre los salarios de los trabajadores manufacturero que mantuvieron
su trabajo así como sobre los salarios en general de los trabajadores menos
educados, ya que la manufactura ha sido históricamente una fuente de empleo
relativamente bien pagado para trabajadores sin estudios universitarios.
Esto no es
un asunto sobre el comercio libre. Nuestros acuerdos comerciales hicieron poco
o nada para que los profesionales bien educados encontraran trabajo en los
Estados Unidos. Como resultado de ello, nuestros doctores ganan de media casi
dos veces menos que los doctores en otros países ricos. Incluso nuestros
trabajadores en la manufactura ganan considerablemente menos que sus homólogos
en Alemania y en otros muchos países.
En la última
década, China empezó a tener enormes superávits comerciales con los EEUU,
principalmente porque mantuvo devaluada el precio de su moneda. Esto tuvo el
efecto de hacer las exportaciones chinas más competitivas en el resto del
mundo.
China
todavía mantiene su moneda devaluada. Como el CIA World Factbook cuenta: “ya
que el tipo de cambio en China está determinado por sus autoridades en vez de
por las fuerzas del mercado, el computo del PIB usando el tipo de cambio
oficial no mide de manera adecuada la producción total de China. El PIB chino
usando el tipo de cambio oficial subestima de manera substancial la producción
total china vis-à-vis el resto del mundo”.
Dicho de
otro modo, China todavía mantiene devaluada su moneda de acuerdo con la
apreciación del CIA World Factbook.
Pero
contrario a la retórica de Trump, el resultante déficit comercial no significa
que China gana y que los EEUU pierden en general. Las empresas como General
Electric tienen instalaciones manufactureras en China y están muy felices de
que China haya reducido sus costes de producción.
Lo mismo es
cierto para las empresas de comercio al por menor que venden a menor precio que
sus competidores gracias a las cadenas de producción de bajo coste en China.
Los profesionales bien pagados que están bastante protegidos de la competencia
internacional también se benefician, ya que tienen acceso a importaciones
baratas sin tener que perder parte de su salario.
Trump podría
al menos haber tratado de revertir parcialmente la redistribución hacia los de
arriba que genera el déficit comercial de los EEUU si hubiese seguido lo que
prometió en su campaña electoral de poner la gestión (él lo llama manipulación)
del tipo de cambio de la moneda china en el centro de su política comercial. En
cambio, la gestión del tipo de cambio no aparece por ninguna parte en sus vagas
y cambiantes quejas contra China. Quizá los que se benefician gracias a un
dólar sobrevalorado han presionado lo suficiente a Trump para que cese en uno
de sus principales puntos de su campaña.
Pero hemos sido
confrontados con interminables cuentos por parte de los medios donde los
tertulianos expresan su preocupación con que Trump puede no estar poniendo
suficiente atención a la cuestión de que China “roba” tecnología a las empresas
americanas. Es aquí de nuevo esencial recordar que es la clase social, y no el
país, lo que de verdad importa.
Si las
empresas chinas utilizan tecnología desarrollada por Boing, Microsoft o algún
otro gigante de los EEUU esto son malas noticias para sus accionistas, pero no
nos afecta muy directamente al resto. De hecho, si las empresas chinas pueden
producir los mismos productos a un menor precio y luego exportarlos a los EEUU,
esto sería un beneficio para los no accionistas. Este es el clásico argumento a
favor del libre comercio.
De hecho, si
China tiene que pagar menos dinero a empresas por el uso de países y derechos
de propiedad intelectual, tendría más dinero para comprar otros productos y
servicios de los Estados Unidos. Supuestamente, los economistas están
preocupados sobre la desigualdad en los EEUU. Si China no paga nuestras
patentes y derechos de propiedad intelectual, sería un paso hacia la solución
de este problema.
A fin de
cuentas, cuando Trump o cualquier otro habla de los intereses de los EEUU sobre
política comercial, deberías mirar con más detenimiento. Están tratando de
encubrir a quien está realmente ganando y perdiendo.
- Dean
Baker es economista estadounidense, cofundador y codirector del
Center for Economic and Policy Research. Licenciado en Economía por la
Universidad de Michigan, ha sido economista del Economic Policy Institute y
profesor de la Universidad de Bucknell.
Traducción:
Ayoze Alfageme
10/07/2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario