23/07/2018
Como vimos en un artículo anterior[1], Perú aprovechó de
forma notable el boom de materias primas para reducir la pobreza. La pobreza
pasó de 57% en el año 2004 a tan solo 20% en 2016, lo que significó una
reducción de 65% en la pobreza en poco más de una década. Sin embargo, otros
países de América Latina también han reducido notablemente la pobreza siguiendo
una estrategia diferente (apoyados en el Estado) y, a su vez, países que han seguido
políticas similares a Perú no han logrado vencerla (ver por ejemplo el caso de
Paraguay, México y otros). Si a esto sumamos que Perú mantiene un Estado
famélico y una democracia de baja intensidad, el país andino se convierte en un
enigma del crecimiento económico latinoamericano.
¿Qué condiciones existen en Perú que hacen que la pobreza se
reduzca de forma considerable? ¿Qué papel ha desempeñado el Estado? ¿Qué papel
desempeñó el crecimiento económico? ¿Qué arreglo económico macro-micro se ha
tejido en Perú para la reducción de la pobreza? Este informe ahonda en los
indicios que están explicando la reducción de pobreza. De ningún modo agota la
discusión, pues se abren nuevas aristas en este enigma que, como siempre, es
complejo y multidimensional.
¿Qué fuerzas han causado la reducción de la pobreza?
Esta pregunta viene siendo abordada desde la literatura de “pro-poor
growth”, la cual explica si el crecimiento ha sido bueno o malo
para los pobres y a qué factores se puede atribuir la reducción de la pobreza.
La metodología descompone la reducción de la pobreza en dos componentes: (1) a
consecuencia del crecimiento económico, aquella pobreza que se redujo gracias a
una expansión del ingreso de la economía. (2) A consecuencia de un efecto
redistributivo, el cual corresponde a un reordenamiento de los ingresos entre
la sociedad que hace que las rentas lleguen proporcionalmente en mayor medida a
las capas pobres de la población. El componente redistributivo incluye los
programas sociales (ej. Juntos, Pensión 65, Beca 18, etc.) así como el efecto
discrecional sobre sectores específicos de la economía. Herrera (2017)[2] ha desarrollado
una descomposición de este tipo para el período 2004-2015 en la economía
peruana, cuyos resultados se muestran en la tabla 1, a continuación.
Entre 2004-2015 la pobreza se redujo 36.9 puntos porcentuales, de
los cuales 9.5 puntos en el período 2004-06, 21.3 puntos durante 2006-11 y 6.1
en el período 2011-15. En el primer período, entre 2004 y 2006, de los 9.5
puntos, 6.3 se explican por crecimiento económico y 3.2 por efecto
redistributivo. Lo mismo ocurre para los siguientes dos períodos en donde el
crecimiento económico explica, en mayor medida, la reducción de la pobreza. En
total se observa que de los 36.9 puntos de reducción de pobreza, 25 son
atribuidos al crecimiento y solo 11 a la redistribución (incluye políticas
estatales). En términos relativos, podemos decir que el 70% del efecto fue un
efecto crecimiento y solo un 30% se debe al efecto redistributivo (el Estado y
otros factores).
Inmediatamente surge la pregunta: ¿de ese 30% atribuido a
políticas de redistribución, qué papel jugaron las políticas del Estado? Para
aproximarse a esa respuesta es necesario ver qué peso tienen las transferencias
públicas, los subsidios y las pensiones de la seguridad social dentro del nivel
de ingreso de los hogares. En la medida que las fuentes de ingreso asociadas a
funciones de redistribución pública (transferencias públicas, pensiones,
subsidios, etc.) tengan más importancia que los ingresos laborales, asociados
al mercado, se puede atribuir un papel central del Estado dentro de la
reducción de la pobreza. Herrera (2017) utiliza el método de descomposición Shapley
y encuentra el efecto de las diferentes fuentes de ingreso en la variación de
la pobreza (tabla 2).
La tabla 2 muestra que en el momento de mayor crecimiento
económico (2004-2010) las rentas laborales lideraron la reducción de la
pobreza: explican el 70% de la variación en la pobreza, mientras que las
transferencias públicas tan solo el 9%. Por el contrario, cuando el crecimiento
económico se desacelera (2010-2015) el papel del Estado juega un rol más
importante: las transferencias públicas explican el 33% de la reducción de la
pobreza y las rentas laborales solo el 52%. Si consideramos todo el lapso de
tiempo (2004-2015) se ve que el papel de las rentas laborales es extremadamente
importante.
Estos resultados arrojan conclusiones interesantes, pues si bien
la pobreza en el Perú se ha reducido gracias a la generación de ingresos en el
mercado, se nota que en momentos de desaceleración económica el Estado cumple
un papel importante en la reducción de pobreza, inclusive en países en donde el
Estado es débil y pequeño como en Perú.
Vínculos
macro-micro del modelo económico de Perú.
Hemos demostrado que el modelo de crecimiento ha favorecido a los
pobres con un reducido papel del Estado. ¿Es posible que dure para siempre?
Esto nos lleva a mirar con mayor detenimiento el crecimiento económico de Perú:
su modelo de exportación, los bloques macroeconómicos que lo han consolidado,
sus encadenamientos hacia atrás (multiplicadores) y las rentas laborales como
resultado de este arreglo institucional. Quedan piezas faltantes de este
rompecabezas de crecimiento y reducción de pobreza que no serán abordadas en
este informe como, por ejemplo, la ligazón entre la informalidad y la
formalidad, el papel de la clase empresarial, el sector financiero o la demanda
de mano de obra del aparato productivo. A pesar de eso, el presente informe
coloca un eslabón más en este enigma económico latinoamericano y profundiza una
discusión que los economistas heterodoxos han rehuido. En ese sentido, se sigue
escribiendo sin punto final, colocando más indicios que ayuden a caracterizar
el llamado “milagro” económico peruano.
Como ya advertimos en el documento anterior, los vínculos
subyacentes entre las condiciones macroeconómicas y el ingreso de los hogares
es la clave para saber qué ha ocurrido en Perú. La primera hipótesis que
sobresale es el papel de la minería como actor central en la expansión de la
demanda agregada de la economía vía exportaciones (“export led-growth”),
atracción de inversión extranjera directa y, al mismo tiempo, la generación de
encadenamientos hacia atrás para otros sectores de la economía doméstica. Según
Fairlie (2011)[3] la minería es
responsable del 21% de la inversión extranjera directa (IED) y el 60% de las
exportaciones. Según el Instituto de Estadísticas del Perú (INEI) la IED de la
minería en el año 2006 representaba el 17% del stock total y pasó a ser el
primer sector en 2012, con una participación del 24% total. La minería, junto
con las finanzas y las comunicaciones, concentran más del 58% del stock de IED
en el país hasta 2012.
Si consideramos la identidad del PIB (C+G+I+X-M) hay que entender
que la minería para el Perú afecta positivamente a cada uno de los componentes
de la demanda: aumenta las exportaciones (X); repercute en la inversión (I) ya
sea con inversiones domésticas de las empresas mineras o a través de IED; el
Estado vía impuestos y regalías recibe ingresos de esta actividad lo cual le
permite financiar el gasto (G) y finalmente, mediante el proceso de
encadenamientos hacia atrás, los hogares tienen fuentes de ingresos que hacen
una expansión del consumo (C). Según Fairlie (2011) el 65% de las compras
nacionales que realizan las empresas mineras son por fuera de las zonas de
explotación, es decir, la mayoría de sus compras van a empresas que están
localizadas en otras partes del Perú, lo cual expande su capacidad de
encadenamientos. La mayoría del consumo intermedio se localiza en transporte,
energía, productos para la extracción, fabricación metalmecánica y servicios financieros
(IEP, 2017[4]).
Perú, desde los años 90, adoptó un modelo privatizador del sector
minero, entregando a las empresas privadas el oligopolio de la explotación y la
exportación. Esto si bien trajo un incremento de la inversión doméstica, de la
proliferación de conglomerado de minería y atracción de IED, también ha
significado que el Estado haya dejado a la explotación de recursos naturales
como estrategia de desarrollo y transformación de la matriz productiva,
perdiendo una oportunidad valiosa para generar las condiciones para transformar
la tradicional senda de crecimiento primario-exportador.
Es evidente que el modelo peruano se constituye como un modelo
clásico de explotación de recursos naturales con bajos o nulos efectos de
transformación de las estructuras productivas: entre el año 2000 y 2014 el
aporte de los diferentes sectores en el PIB permaneció prácticamente
inalterado. Por ejemplo, la manufactura representaba el 16% del PIB en el año
2000 y el 15% en el 2014; los hidrocarburos el 13% en el 2000 y el 12% en 2014;
el comercio el 10% en el año 2000 y 2014; los servicios el 47% en el 2000 y el
49% en el 2014. Este modelo extractivo sin transformación se refleja en la
pronunciada salida de las rentas de factores hacia el exterior (gráfico 1). El
caso peruano ha configurado un modelo extractivo de viejo cuño en donde las
empresas transnacionales repatrian todas sus ganancias hacia el lugar de
destino o a paraísos fiscales. El gráfico 1, a continuación, muestra esta
tendencia, haciendo completamente notorio que el boom de la materias primas ha
recrudecido la salida de los rendimientos.
Gráfico
1. Principales componentes de la Cuenta Corriente 1990-2017 (% del PIB)
Fuente: BCRP. Elaborado por el autor
Nota: Renta factores recoge todas utilidades, dividendos e intereses
de las inversiones y prestamos hechos previamente, así como las rentas del
trabajo. Un valor negativo corresponde a una salida neta de divisas.
Se hace evidente que las rentas de los factores se mueven en una
relación inversa respecto a la balanza comercial. Es decir, cuando la balanza
comercial se hace superavitaria a consecuencia de los términos de intercambio
del país, las rentas de factores (dividendos y utilidades) se fugan de la
economía con igual intensidad; de igual forma la reducción del superávit
comercial reduce también la salida de la renta de factores.
Entre 2000-2008, el superávit comercial sube de forma pronunciada
y las rentas de factores también salen con igual velocidad. Desde 2008 a 2015
la balanza comercial se desacelera y la renta de factores también reducen su
velocidad de salida. A partir de 2015 la relación entre las dos curvas se
mantiene y corrobora lo dicho anteriormente. Esto demuestra que la
internacionalización de la economía peruana al capital extranjero, aunque ha
traído beneficios, no está ayudando en la transformación productiva pues está
ocurriendo lo que CEPAL viene advirtiendo: una IED que se localiza en
industrias extractivas y los flujos netos de la inversión extranjera
(diferencia entre las entradas por IED y las salidas como repatriación de
ganancia) tienden a ser negativos en el largo plazo porque, al final, termina
saliendo más de lo que entra. El gráfico a continuación muestra de forma
acumulada desde el año de 1980 el monto de entrada de divisas a la cuenta financiera
del sector privado (inversión extranjera directa y en cartera) y, a su vez, la
salida acumulada de divisas por el pago de renta de los factores del mismo
sector privado.
Gráfico
2. Entrada y salida acumulada de divisas del sector privado producto de la
inversión extranjera 1980-2017(%PIB)
Fuente: BCRP. Elaborado por el autor
A partir de la década del 90, la economía se internacionaliza a
causa de las concesiones mineras. Producto de este modelo, la entrada de
divisas vía inversión inicia una fase expansiva. Entre 1980 y 2017 la economía
recibió entrada de capitales privados (excluyendo de corto plazo) por un valor
acumulado de 112% del PIB. Pero, al mismo tiempo, como alerta la CEPAL, la
salida acumulada de divisas como pago a los factores (privados) ha sido igual
de importante; en el mismo período el monto acumulado de salida fue de 116% del
PIB.
Producto de esta salida de las rentas de factores, la cuenta
corriente del Perú -a pesar del boom de materias primas- muestra ser
deficitaria de manera recurrente en las últimas décadas. En el período
1990-2003 el país presenta en promedio un déficit de cuenta corriente de 4.8%
del PIB. Entre 2004 y 2007 existió un corto y escueto superávit promedio de
1.9% del PIB. A partir de 2008 la economía retornó a su senda estructural del
déficit: 2.9% en promedio entre 2005 y 2017. El déficit de cuenta corriente
tampoco pudo ser amortiguado mediante el sector fiscal, pues éste en el período
1991-2017 presentó recurrentes superávits fiscales (3.8% del PIB, en promedio).
Como hemos discutido en otros documentos, la austeridad (superávit
fiscal) sumada a un déficit de cuenta corriente lleva a un deterioro del ahorro
de sector privado doméstico, lo que obliga a que este desequilibrio deba ser
financiado con fondos del exterior. En otras palabras, el déficit de cuenta
corriente debe ser financiado con la adquisición de pasivos externos: deuda
externa, inversión directa o entrada para compra de cartera o participaciones.
En este escenario de déficit de cuenta corriente la economía peruana viene
acumulando pasivos de forma recurrente con el exterior. La posición neta de
pasivos total del Perú pasó de ser 81% del PIB en 1990 a reportar una ratio de
92% en 2017, esto como resultado del recurrente déficit de cuenta corriente. Lo
que sí cambió en los últimos 27 años es la composición de esos pasivos como se
observar en el gráfico 3.
Gráfico
3. Posición de los pasivos externos netos de la economía. 1990-2017 (% del PIB)
Fuente: BCRP. Elaborado por el autor
Se observa que la economía peruana ha sustituido el tipo de pasivo
externo que adquiere; dejó de comprar deuda externa y, por el contrario,
comenzó a financiarse en base a inversión directa y participaciones de capital
(entrada de divisas por la cuenta de capitales de la balanza de pagos). Esta
estrategia tiene ventajas, pues abandona pasivos que implican condicionamientos
de los acreedores y que suele ser poco productiva, y son sustituidos por
pasivos (inversión extranjera directa) que tienen importantes efectos
multiplicativos en la economía y que son difíciles que salgan en el corto
plazo. El hecho de tener una ingesta entrada de recursos del exterior en forma
de inversión a sectores de exportación -por el principio contable de partida
doble- hace que el activo también se haya incrementado, en especial, en la
forma de reservas internacionales. La posición neta de activos de Perú pasó de
ser el 18% del PIB en 1990 a 55% del PIB en 2017. Las reservas internacionales
se triplicaron entre 2003 y 2017: pasaron de 10 mil millones en 2003 a más de
63 mil millones en 2017. Esto deja en mucha mejor posición a la economía en
términos de la solvencia patrimonial ante una crisis financiera o económica.
Los activos totales han mejorado en los últimos 30 años, pero hay
que considerar que los pasivos totales, aunque han mutado en su composición,
también han crecido respecto al PIB. A pesar que siempre la IED es mejor que la
deuda externa por los multiplicadores que tiene en la economía y el estímulo a
la exportación (fuente de divisas), hay que recordar que no es un fondo
gratuito de recursos, es un pasivo y como tal deberá ser devuelto en algún
momento. La IED no es una entrada incondicional de divisas, sino que genera un
pasivo que generará en el futuro egresos de capital en concepto de remesas de
capital, intereses o utilidades. Esta salida de divisas es evidente para el
caso peruano, como vimos en el gráfico 1. De hecho, la IED es el mayor pasivo
externo de la región. Como señala la CEPAL,
“(…) la
IED no es una fuente de capital gratuito y, por lo tanto, los países deberían
intentar dirigir estos flujos a proyectos con capacidad de transformar su
estructura de producción.” (CEPAL, 2015, p. 11)
Cuando los pasivos van en aumento se hace cada vez más grande la
repatriación de los rendimientos al exterior. Este flujo constante de salida
obliga al país a demandar cada vez más entrada de divisas para equilibrar las
salidas. En principio, la diversificación de las exportaciones debería subsanar
estas exigencias del sector externo.
Ese no es el caso de Perú, el modelo sigue teniendo dos grandes
fugas en la cuenta corriente: (I) una balanza comercial volátil a factores
externos como consecuencia de exportaciones dependientes del precio de la
minería y un sistema arancelario que no previene la entrada de importaciones.
(II) Una salida de divisas a través de las rentas de factores. Estas dos fugas
hacen que la cuenta corriente sea deficitaria. ¿Cómo sobrevive el modelo? El
país seguirá necesitando que entren más pasivos vía inversión que a su vez
alimenta un círculo sin fin de entrada y salida de rentas. Pues adquiere pasivos
a través de la cuenta de capitales en forma de inversión extranjera. En otras
palabras, la economía es cada vez más dependiente de los flujos que puedan
entrar del exterior, casi exclusivamente, a sectores de recursos naturales y
comunicaciones.
Así el modelo económico peruano gana aplausos por los resultados
de corto plazo, pero deja muchos interrogantes para el futuro. ¿Qué pasará si
los precios internacionales de la minería se reducen por tiempos prolongados?
¿Qué pasará si la IED se frena y no logra cubrir la salida de rentas de los
factores? En perspectiva histórica (desde 1950), usando los términos de
intercambio publicados por el Banco Central de Reservas del Perú (BCRP), entre
2000-2011 fue el momento más importante de los últimos 60 años para los precios
de las exportaciones netas. Sin embargo, desde 2011 esta tendencia se detuvo y
los términos de intercambio han entrado en una fase decrecimiento entre 2011 y
2015. Lo más probable es que la tendencia siga hacia el decrecimiento; hay que
considerar que el pico de 2011 en los términos de intercambio es el tercer
momento más alto de los últimos 60 años (solo superado por el año de 1951 y
1974) lo cual hace poco probable que vuelva a repetirse en el corto plazo.
A esto hay que sumar el hecho de que el mercado de minería
metálica se ha modificado notablemente en los últimos 15 años, poniendo a China
como un actor central en la demanda. Esta configuración imprime más riesgos
sistémicos al modelo económico y abre una discusión sobre el agotamiento de la
estrategia. También hace a la economía de Perú más dependiente de lo que pueda
pasar con China. Adicionalmente, la correlación de fuerzas sociales viene
rechazando la explotación extensiva del capital natural y los efectos de la
minería en la vida de las comunidades. La disputa ambiental por el suelo y el
agua vuelven la mirada hacia una medición del impacto ambiental del modelo de
exportación. Si consideramos el pasivo ambiental ¿los réditos superan a los
costos? Es un debate abierto que no podrá ser cubierto en este escueto informe,
pero que tensiona la estrategia de crecimiento en sus cimientos.
En definitiva, lo que podemos presumir es que en 15 años la
economía supo atesorar una gran cantidad de reservas internacionales que han
estabilizado los tipos de cambio y los precios en la economía, permitiendo
garantizar el poder adquisitivo de las grandes mayorías. La expansión de la
demanda producto de una rentabilidad externa de los precios de los metales ha
hecho que ingresen capitales a ese sector, dinamicen la demanda interna y ha
permitido generar un efecto ingreso en capas que hasta ese momento estaban en
la pobreza. No obstante, no se ha transformado el aparato productivo y la
salida de divisas ha igualado a las entradas. Como conclusión, encontramos una
economía que no diversificó su matriz productiva y que es cada vez más
dependiente de entrada de flujos de inversión para repagar el pasivo que viene
contratando desde hace dos décadas. ¿Será posible sostener ese crecimiento en
un contexto de una economía internacional que genera dudas sobre su solidez,
deudas crecientes, guerras comerciales y una desaceleración de China?
¿Cómo se trasladó el efecto de la exportación a la economía doméstica?
La expansión de demanda interna producto de la exportación e
inversión genera un efecto multiplicador sobre el resto de los sectores
económicos. Este efecto multiplicativo será mayor o menor dependiendo de qué
tanto el torrente de recursos se escape del circuito económico (efecto circular
de la renta). La principal fuga que reducen los multiplicadores es la
importación. Cuando la mayor cantidad de reservas e ingreso nacional repercute
sobre un aumento de las importaciones poco productivas (bienes de consumo), la
expansión de demanda fuga sin ningún impacto real sobre las condiciones
económicas de los hogares. Hay que entender que el consumo importado de bienes
terminados tiene una baja demanda de mano de obra lo que repercute en pocas
oportunidades de empleo. Los gráficos 3 y 4 tiene la clave para entender cómo
las condiciones macroeconómicas han generado las condiciones propicias para
generar trabajo e ingreso en los hogares de Perú.
Gráfico
4. Participación de diferentes componentes de la demanda en el PIB (%)
Fuente: BCRP. Elaborado por el autor
El gráfico 4 muestra tres componentes del PIB y su participación
dentro del mismo. Desde el año 2000, las exportaciones peruanas entraron en una
fase de auge sin precedentes, pasando de representar el 16% del PIB en el año
2000 a alcanzar más del 30% en 2011 (excluyendo la crisis de 2009). Este
efecto, liderado por la minería, arrastró ingentes cantidades de inversión, lo
que hizo que la formación bruta de capital fijo también entrara en una fase
expansiva, como se demuestra en el gráfico 3. En la medida en que la oferta
nacional no pudo responder a toda la demanda de inversión, las importaciones
también se aceleraron. La demostración de esto es que la participación de las
importaciones en el PIB se incrementó en la misma velocidad que la formación de
capital fijo: esto se observa con claridad en el gráfico 3 donde ambas series,
importaciones y formación de capital fijo, presenta una alta correlación;
cuando la inversión sube las importaciones le siguen y viceversa. En principio,
un incremento de las importaciones puede esterilizar el efecto positivo de las
exportaciones, sin embargo, dependerá de qué tipo de importación sea la que los
encadenamientos arrastren: bienes de consumo o insumos para la producción. El
gráfico 4 muestra las importaciones de Perú entre 1990 y 2017, por tipo de
bien.
Gráfico
5. Importaciones por uso o destino económico 1990-2017 (millones de dólares)
Fuente: BCRP. Elaborado por el autor
La importación de bienes de consumo se expande con el boom de
importaciones, pero no en la medida que se podría haber esperado. Gran parte de
la expansión se concentra (80% de la importación total en momentos de boom de
importaciones) en insumos y bienes de capital. La limitada participación de las
importaciones de bienes de consumo permite que la oferta doméstica pueda
propagarse al ver una pujante demanda para bienes locales. Como es lógico, la
expansión de la oferta local permite arrastrar mucho más empleo que cuando la
oferta se cubre con bienes importados, generando más dinamismo económico,
reduciendo la presión sobre los precios, elevando el multiplicador y
diversificando de mejor forma el valor agregado entre las unidades productivas
(los productores locales suelen estar menos concentrados que los importadores).
Este hecho nos sugiere que la expansión de la demanda y el excedente no fueron
capturados del todo por una élite importadora que tiene capacidad de fijación
de precios y que demanda poca mano de obra. En otras palabras, el multiplicador
de la exportación y de la inversión fue mayor gracias a que el aparato
productivo y los hogares no demandaron una proporción mayor de bienes finales
importados.
Esta expansión de la producción local permitió que las rentas
laborales crezcan en la última década. La tabla 3 muestra la variación del
ingreso laboral medio –mensual- entre 2009 y 2016, descontando el efecto del
incremento de precios (en términos reales).
Concluyendo
En principio, este arreglo económico ha logrado los objetivos de
reducir la pobreza, pero impone riesgos sistémicos dado que la economía depende
de la inversión extranjera (pasivo al fin de cuenta) que llega por el precio de
las materias primas. Como corolario, la estrategia de desarrollo está basada en
el agotamiento permanente del activo ambiental sin que este boom haya logrado
transformar la senda de crecimiento. ¿Hasta cuándo podrá el Perú sostener este
tipo de crecimiento? Cualquier shock externo puede cortar el flujo de inversión
que, bajo una cuenta corriente deficitaria, aumentará el desangre de divisas y
la potencial desconfianza hará que también salgan divisas mediante la cuenta de
capitales. El stock actual de reservas respaldaría esa situación, pero sin que
eso no pueda tener un efecto directo sobre los hogares y los encadenamientos de
la economía. Perú ha podido reducir la pobreza gracias a que la importación de
bienes finales de consumo no se ha descontrolado a pesar del boom de
exportación e inversión que ha vivido el país.
¿Qué condiciones hay en el tejido productivo peruano que hace que
los bienes importados de consumo no ganen terreno a la velocidad que la
modernidad y los sistemas capitalistas hegemónicos lo demandan? Esta pregunta
exige explorar cómo está distribuida la oferta y la demanda de bienes y
servicios. Por el lado de la oferta, al parecer los importadores no son una
fuerza hegemónica en el mercado de comercialización, lo que les quita la
capacidad de imponer precios y convertirse en un oligopolio frente a los
productores locales. Juega un papel importante el sector informal y su vínculo
con el sector formal, que limita el poder de los importadores.
Por el lado de la demanda –consumidores-, la inequidad del ingreso
en Perú y la senda de crecimiento sin Estado -a diferencia de otras sociedades
latinoamericanas- no ha consolidado grandes clases medias, lo que debilita la
capacidad de consumo importado. De hecho, como demuestra Mendoza et al. (2016)[6] la brecha entre
las rentas salariales y las ganancias de los capitalistas se han profundizado
en 30 años: en 1992 la diferencia entre ambas rentas era 22% del PIB y para el
2009 esta diferencia alcanzó el 40.8% del PIB. Esta evidencia hace poco creíble
que los trabajadores estén del todo mejor y, por ende, tampoco estén en
capacidad de consumir bienes importados. Esto explicaría por qué el mercado de
importación no puede expandirse a porciones mayores de la población. En otras
palabras, la elasticidad ingreso de la importación es baja y ayuda sostener los
equilibrios macro y fortalecer los multiplicadores de la exportación y la
inversión.
22 Jul,
2018
- Nicolás Oliva - CELAG
[2] Herrera,
Javier (2017) ‘Poverty and Economic Inequalities in Peru during the Boom
in Growth: 2004-14 in Alternative Pathways to Sustainable
Development: Lessons from Latin America, International
Development Policy series No.9 (Geneva, Boston: Graduate Institute
Publications, Brill-Nijhoff), pp. 138-173.
[4] http://www.lampadia.com/assets/uploads_documentos/1b456-ipe-el-valor-agregado-de-la-mineria-final-.pdf
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