03/07/2018
Las
organizaciones sociales y sindicales del Perú han previsto la realización de
una Jornada de Lucha, que tendrá lugar el próximo 19 de julio, y que habrá de
cumplirse en todo el territorio nacional.
Convocada
formalmente, por la CGTP, en verdad la acción busca comprometer a diversos
sectores de la vida nacional, que tienen sustantivas razones para expresar su
descontento. Adicionalmente, coincide casi con los 100 días de la asunción de
mando del Presidente Martín Vizcarra Cornejo, hoy sin casi luna de miel, ni
vela que lo alumbre
Por lo
demás, en la fecha se reivindica algo que constituye una suerte de símbolo para
el movimiento popular: la insurgencia sindical del 19 de julio de 1977 que
fuera la clarinada de los trabajadores contra el retorno a la “sociedad
tradicional” luego que la gesta emancipadora de Velasco Alvarado resultara
traicionada por Morales Bermúdez, y derrotada por la derecha y el Imperio.
Hace 41
años, en efecto que la CGTP promovió, alentó y ejecuto el primer Gran Paro de
la historia Nacional después del que, en enero de 1919, arrancara la Jornada de
las 8 horas de trabajo y que fuera saludada, en su momento, por el propio José
Carlos Mariátegui.
¿Qué razones
tiene ahora el movimiento popular para expresar, de manera convulsa y agitada,
su singular descontento? Sin duda, ellas son múltiples.
El gobierno de Martín Vizcarra no asoma en el escenario nacional como
una administración interesada y empeñada en la tarea de enfrentar y resolver
las demandas populares. Pareciera más bien una gestión permisiva, que aspira
apenas a mantener el “equilibrio social” a cualquier precio, sin afectar para
nada los privilegios de la clase dominante. Pareciera no tener conciencia de la
profundidad de la crisis que agobia al país.
Cuando Pedro
Pablo Kuczynski asumió el gobierno en julio de 2016, el Perú había llegado al
límite de su descomposición. Amplios sectores de la vida nacional habían
cerrado filas para impedir que la Mafia Apro-Fujimorista asumiera plenamente el
control del Estado, y buscaban un camino de salida que respondiera a la
gravedad del momento.
En lugar de
cumplir un papel que respondiera a la demanda ciudadana, PPK optó por
contemporizar con las mayores expresiones de la corrupción, y darles la
posibilidad que actuaran con la mayor impunidad.
Valiéndose,
entonces, de un ardid electoral que le permitiera a la expresión política del
Keikismo –“Fuerza Popular”- convertir el 26% de los votos en el 55% de las
plazas parlamentarias; este segmento inició una sistemática ofensiva destinada
a copar todas las instancias del Poder.
En su
momento ideó incluso un Golpe de Estado orientado a forzar la caída del
Gobierno y la convocatoria inmediata a nuevas elecciones nacionales para ungir
a Keiko Fujimori como la nueva titular del Poder Ejecutivo, apoyándose en
reglas electorales laboriosamente urdidas.
Kuczynski
nunca percibió la naturaleza de lo que se producía. Finalmente enlodado también
por la corrupción, no atinó en ningún momento a actuar en función de los
intereses nacionales. Por el contrario, busco “contemporizar” con la Mafia
haciéndole concesiones y otorgándole posibilidades de acción.
En el
extremo, PPK dictó el írrito y cuestionado “Indulto” en provecho de Alberto
Fujimori, el más connotado reo en cárcel de la Mafia. Mediante esa maniobra
-supuso vanamente- lograría la complicidad requerida para culminar en paz una
gestión puesta dócilmente al servicio del Imperio y los grandes consorcios
mulltinacionales.
Arrodillarse
ante las demandas de la Casa Blanca para favorecer una política exterior anti
venezolana, y suscribir “contratos” lesivos al interés nacional en provecho de
empresa extranjeras; pareció ser una suerte de “dupla” que podría funcionarle
como fórmula salvadora en la circunstancia. Pero eso, no fue así.
Keiko, que
no perdonó a su madre ni a su padre, optó por cortarla la yugular a su hermano
Kenyi y sus seguidores para recomponer su fuerza congresal y mantener el número
de parlamentarios que le garantizan siempre lo mismo. De paso, por cierto
liquidó a PPK a quien nunca perdonó el haberla vencido en los comicios del
2016.
Porque todo
eso ocurrió así, es que la ciudadanía esperaba de Vizcarra una gestión
distinta, elementalmente honrada y eficiente. Como ella no se ha cristalizado,
el descontento ha fluido de manera significativa, y se expresará en la Jornada
que se avecina
En él,
radica la esencia principal que impulsa a los peruanos a la lucha. Se añaden la
protesta por el gasolinazo, el rechazo a las medidas tributarias, las demandas
de los Maestros, las exigencias de los Pescadores, los reclamos de los
trabajadores de la salud, y otros gremios.
Adicionalmente,
hay que añadir la inseguridad ciudadana, el feminicidio que se acrecienta; las
enfermedades de los niños que mueren en nuestra serranía por efecto del frío;
la incapacidad del gobierno para atender reclamos ciudadanos;:los nuevos
“textos escolares” con sus variantes neo nazis; la impunidad de la que gozan
los corruptos; la creciente capitulación del Ejecutivo ante la voracidad de la
Mafia Keikista; el desgobierno legislativo en el que lo único que falta, es que
su mayoría disponga de un día no sólo para celebrar la aceituna, sino también
la Concha y el Chorizo.
Por si fuera
todo eso fuera insuficiente, el gobierno ha dispuesto al incremento del
Impuesto Selectivo al Consumo -el ISC- que ha generado un significativo
desbalance de los precios en el mercado y los anuncios referidos a nuevas
concesiones a empresas mineras y petroleras,
Por ese
galopante clima de irresponsable frivolidad y de creciente corrupción, es que
se ha caldeado el escenario nacional. En los próximos días, la voluntad de
lucha de nuestro pueblo estará en las calles en demanda de justicia.
Gustavo
Espinoza M.
Integrante
del colectivo de Dirección de Nuestra Bandera
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