Asia Times
10-07-2018
Más allá del primer misil de la
medianoche del 5 de julio, un disparo que podría convertirse en una guerra
comercial despiadada, la lucha de aranceles entre China y los Estados Unidos
debe verse en el contexto de un gran escenario de combate geopolítico y económico.
Este
“big game”, como todo tipo de escenarios especulativos sobre cómo evolucionan
las luchas tarifarias, son cuestiones periféricas. El objetivo final que acaba
de comenzar no es supuestamente un "libre comercio" disfuncional; el
objetivo es “ Made in China 2025” o una China establecida como una
potencia de alta tecnología a la par, o incluso superior a los EE. UU. y a la
Unión Europea.
Ahora
conviene recordar que fue Alemania quien realmente proporcionó algunas de las
ideas del plan “Made in China 2025” a través de su estrategia Industry 4.0.
Made
in China 2025 se dirige a 10 campos tecno-estratégicos: tecnología de la
información, incluidas las redes 5G y la ciber-seguridad; robótica;
aeroespacial; ingeniería oceánica; ferrocarriles de alta velocidad; vehículos
con nueva energía; equipo de poder; maquinaria de agricultura; nuevos
materiales y biomedicina.
Para
que Made in China 2025 rinda frutos, Pekín ya ha invertido en cinco centros
nacionales de innovación manufacturera y 48 centros provinciales, conjuntamente
se construirán otros 40 centros nacionales hasta el 2025. Además, para el 2030
-a través de una estrategia paralela- China debería establecerse como el líder
mundial en inteligencia artificial (AI).
El
mantra del sueño chino del presidente Xi Jinping, también denominado "el
gran rejuvenecimiento de la nación china", está estrictamente relacionado
no solo con Made in China 2025, internamente, sino también, con el concepto
básico de la política exterior de China; la construcción de las Nuevas Rutas de
la Seda (Belt and Road Initiative - BRI). Por tanto Made in China 2025 y las
Rutas de la Seda son absolutamente innegociables.
No
hay ninguna evidencia, en absoluto, de que Made in USA 2025 esté en juego. La
Casa Blanca prefiere enmarcar todo el proceso como una batalla contra la
"agresión económica" de China. La Estrategia de Seguridad Nacional
enmarca a China como el principal desafío al poder de Estados Unidos. La
Estrategia de Defensa Nacional del Pentágono considera a China como "un
competidor estratégico que utiliza una economía depredadora".
Entonces...
¿cómo hemos llegado hasta aquí?
Innovar
o perecer
David
Harvey, en The New Imperialism, toma prestado del libro The
Global Gamble de P. Gowan, para enfatizar cómo ambos ven "la
reestructuración radical del capitalismo internacional después de 1973 como una
serie de apuestas por parte de los Estados Unidos para tratar de mantener su
posición hegemónica en los asuntos económicos mundiales contra Europa, Japón y
más tarde contra el Este y Sureste de Asia".
Antes
de que terminara el milenio, Harvey ya subrayaba cómo Wall Street y el Tesoro
de Estados Unidos se desenvolvieron como "un formidable instrumento del
arte de gobernar económico para impulsar tanto el proceso de globalización como
producir transformaciones neoliberales en las naciones asociadas".
China,
por su parte, desempeñó magistralmente este juego de reorientación capitalista:
invertir sin restricciones en lo que puede describirse como
"neoliberalismo con características chinas" y sacar provecho de la
proyección del poder económico de EE.UU., a través de los mercados abiertos y
de la OMC.
Ahora
finalmente, a una velocidad vertiginosa, China está lista para invertir en su
propia proyección de poder económico. Como Harvey señaló hace más de una
década, el próximo paso para el capitalismo de Asia Oriental sería
"alejarse de la dependencia del mercado estadounidense" hacia el
"cultivo de un mercado interno".
Harvey
describió el enorme programa de modernización chino como "una versión
interna del programa que EE.UU., hizo internamente en los años 50 y 60 a través
de la sub-urbanización y el desarrollo del llamado “Sun Belt".
Secuencialmente,
China estaría "desviando gradualmente el capital excedente de Japón,
Taiwán y Corea del Sur y disminuyendo así los flujos hacia Estados
Unidos". Esto ya está sucediendo.
El
presidente Trump no es exactamente un geopolítico de mirada estratégica. La
razón de estos aranceles puede forzar que las cadenas de suministro de las
corporaciones estadounidenses se vuelvan menos dependientes de China, pero tal
como ha constituido la economía global no se provocará la ruina de estas
cadenas de suministro, como lo espera Trump con la vuelta a Estados Unidos de
la producción deslocalizada. En la ubicación también rigen la lógica
turbo-capitalista; las corporaciones siempre privilegiarán costos más bajos de
mano de obra y de producción, donde sea que se encuentren.
Cuando
se trata de la batalla por la innovación de primera línea, entre China y EE.
UU., la estrategia del Grupo Chino de Desarrollo de Zhongguancun (ZDG) que ha
invertido en alta tecnología en los centros de excelencia de los propios EE.UU.
es un caso fascinante ZDG
ha establecido una serie de centros de innovación en el extranjero. El Centro
de Innovación ZGC clave se encuentra en Santa Clara, California, muy cerca de
Stanford y los campus de Google y Apple. Luego ha instalado un nuevo centro en
Boston a dos pasos de Harvard y MIT.
Estos
centros ofrecen el “paquete completo”: desde laboratorios de última generación
hasta, capitales a través de un fondo de inversión. La matriz proviene del
Gobierno de Pekín, a través del distrito tecnológico de la ciudad. Y huelga
decir que ZDG se alinea completamente con las Rutas de la Seda en su expansión
para "aprender la experiencia en el extranjero de un ecosistema de innovación".
De
qué trata Made in China 2025. ¿Medio siglo de guerra comercial? Entonces, ¿qué
pasa después?
En
medio de un tsunami de histeria, el análisis serio de Li Xiao, decano de la
escuela de economía de la Universidad de Jilin, es más que bienvenido.
Li
apuesta por la yugular, destacando que "el progreso de China es
esencialmente un aumento de estatus dentro del sistema impuesto por el
dólar". Desde el punto de vista de Pekín el cambio es imperativo, pero
será gradual. "El objetivo de la internacionalización del yuan no es
reemplazar el dólar. El sistema del dólar es insustituible en el corto plazo.
Nuestro objetivo para el yuan es reducir el riesgo y el costo en un sistema de
este tipo".
Li,
de manera realista, también admite que "el conflicto entre dos grandes
potencias podría continuar por lo menos 50 años o incluso más. Todo lo que
sucede hoy es solo un telón de fondo de la historia".
Implícito
en el telón de fondo se encuentran los líderes chinos que parecen interpretar
el primer disparo de Tump como la aceleración de la Estrategia de Seguridad
Nacional de los EE.UU. La conclusión a la que ha llegado Pekín es forzosa,
Estados Unidos ahora está amenazando el sueño chino.
Como
el sueño chino incluye sin discusión "el rejuvenecimiento de la
nación", el proyecto “Made in China 2025”, Las Rutas de la Seda, la
multipolaridad y China como motor de la integración de Eurasia no son
negociables, no es de extrañar que el escenario esté preparado para una
inevitable e importante turbulencia.
Traducción
de Emilio Pizocaro.
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