Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
La gran movilización por la derogación del decreto
883 que estipulaba aberrantes medidas anti populares en Ecuador a instancias
del Fondo Monetario Internacional, se inició bajo la impronta de un movimiento
indígena que había demostrado en el pasado su capacidad para “tumbar
gobiernos”.
Así ocurrió en diciembre de 1996 cuando Abdalá
Bucaram anunció un “paquete” de medidas económicas que incluían el
congelamiento del salario mínimo y el aumento del costo de los pasajes, todo lo
cual generó un gran descontento social que derivó en casi dos meses de
movilización conducentes a que en febrero de 1997 el Congreso destituyera a
Bucaram.
Solo unos años después, en enero de 2000, un grupo
de oficiales jóvenes de las fuerzas armadas en alianza con el movimiento
indígena que marchó hacia las sedes del gobierno y el parlamento, provocaron la
renuncia del presidente Jamil Mahuad tras su decisión de elevar el precio de
los combustibles, congelar los depósitos bancarios y dolarizar la economía,
haciendo que la moneda estadounidense pasara a ser oficial en Ecuador. El
gobierno fue asumido por el vicepresidente Gustavo Noboa hasta 2002 cuando el
coronel Lucio Gutiérrez se hizo cargo del poder.
En el año 2005, otra movilización de las
organizaciones indígenas y populares que fue conocida como la "rebelión de
los forajidos" y que duró más de una semana, indujeron al cese del
gobierno de Lucio Gutiérrez.
De manera que en un lapso menor de 10 años se produjeron
tres grandes movilizaciones indígenas contra los gobiernos de turno que
condujeron al derrocamiento de los presidentes, en todos los casos siguió
gobernando la derecha. 2019 no ha sido la excepción, el movimiento indígena
pone la movilización, pone el discurso, y lo que es peor, pone los muertos,
heridos y desaparecidos para solo producir un cambio de la persona que ha
estado gobernando. En esa perspectiva, algo ha ido mal.
Lenin Moreno, que llegó a Carondelet gracias al
engaño masivo más grande de la historia del Ecuador, mostró mayores habilidades
que sus antecesores para aferrarse al poder, exponiendo una actitud obsesiva
solo explicable a partir de sus grandes limitaciones intelectuales, optó por
engañar a los indígenas de otra manera. En primer lugar, estableciendo un
paralelo en la historia solo comparable con la matanza realizada por los
españoles del 2 de agosto de 1810, desató la más furiosa represión de la
historia reciente de ese país. Después, al afirmar que: “vienen por mí”, huyó a
Guayaquil para no enfrentar directamente al pueblo y ganar tiempo. Finalmente,
descubrió que en el fondo coincidía con los indígenas en que para ambos el
enemigo principal era el ex presidente Rafael Correa y su partido, pactando con
la Conaie, el fin del conflicto a cambio del apoyo de estos a la persecución de
los correistas.
La pregunta que me hago (sin conocer a profundidad
la historia de Ecuador) es ¿por qué si la Conaie odia tanto a Correa, nunca
organizó una marcha multitudinaria para derrocarlo como si hizo con Bucaram,
Mahuad, Gutiérrez y Moreno?.
Al final y a diferencia del pasado, Moreno se
mantuvo en el poder como era de prever. Tan solo había que conocer la historia
de Ecuador para saberlo. No es mi intención defender a Correa ni a su partido.
Nunca fue un personaje de mi agrado, no por su propuesta política que compartí
en gran medida, sino por un equivocado estilo mesiánico que lo llevó finalmente
a decidir que Lenin Moreno -un permanente tránsfuga de las ideas a lo largo de
su vida- debía ser su sucesor.
Pero también se debe dejar sentada la incongruencia
del discurso de la Conaie que destilando odio una y otra vez mencionaban su
apego a la Constitución Nacional que le consagra derechos por los que han
luchado durante siglos y que apenas fueron incorporados a la Carta Magna en
2008 originada en el cumplimiento de la principal promesa de Rafael Correa en
su primera campaña electoral en 2006.
Sabrá la Conaie por qué mientras transmitía un
discurso de paz y hasta de cierta lambisconería cuando negociaban con su brutal
represor y asesino, al mismo tiempo exudaban odio contra Correa, a quien caracterizaba como enemigo principal,
bajo la mirada complacida de Moreno.
Ahora, la Conaie ha anunciado públicamente a través
de su presidente Jaime Vargas su decisión de formar un partido político para
presentarse en las elecciones presidenciales de 2021 buscando representar a los
sectores de centro y de izquierda, lo cual es una gran noticia que tal vez
conduzca a que en el futuro sigan luchando por las demandas coyunturales y
sectoriales del movimiento indígena, pero favoreciendo que la derecha se
mantenga en el poder.
Vargas ha dicho que “busca representar a los
sectores de la izquierda y del centro”, lo cual implica una titánica tarea que
lo debe conducir a superar la impronta sectaria que lo llevó a excluir a otras
agrupaciones indígenas, de estudiantes, trabajadores públicos y privados que se
vieron marginadas de los diálogos con Moreno, al estar ausentes en la
negociación que finalizaba una lucha en la que participaron activamente.
Por otro lado, si Vargas aspira a ser representante
de la izquierda debe entender que en Ecuador hay varias izquierdas, una de
ellas- por cierto- es la que milita dentro del Movimiento de la Revolución
Ciudadana, otra –que no se si seguirá siéndolo- ha asumido el ideario
neoliberal al ser cooptada por Moreno a cambio de cargos y prebendas, una más,
no está ni con Moreno ni con Correa, manteniendo independencia y criterio
propio y finalmente, la que hoy es aliada de la Conaie.
La Conaie es la más importante agrupación indígena
de Ecuador pero no la única, Vargas quien se asumió como líder de todos los
ecuatorianos para lograr exitosamente que los precios de los combustibles
volvieran al nivel que tenían antes de la aprobación del decreto 883, debe
saber que los mestizos y blancos son casi el 80% de la población ecuatoriana,
por lo que si aspira a gobernar Ecuador debe acercarse a otros grupos en la
perspectiva de construir una plataforma de base social amplia, porque una cosa es movilizarse para derrocar
presidentes y bajar los precios de la gasolina y otra muy diferente, ganar una
elección.
El odio racial de la oligarquía no puede
enfrentarse con un odio racial inverso, un gobierno popular en Ecuador debería
ser un gobierno que se parezca al Ecuador con la participación de todas sus
regiones, todos sus sectores sociales y todos sus pueblos indígena o no.
En Bolivia, los indígenas también tumbaron gobiernos
y también era la derecha la que usufructuaba de las luchas populares. Es lo que
supo entender Evo Morales, interpretando el sentir de las mayorías sobrepasó su
indudable capacidad de conducir a los trabajadores cocaleros, para
transformarse en un líder indígena de su pueblo y otros pueblos y un líder de
toda Bolivia hasta llegar a ser exitosamente presidente por varios períodos.
Comprendió con inteligencia suprema que el movimiento social tenía limitaciones
y que era imposible desde ahí cambiar el país. Por eso, creó el instrumento: el
Movimiento al Socialismo (MAS) para participar – en el ámbito de la democracia
participativa- en las luchas por el poder que se dan en los comicios y desde el
espacio que concede la obtención de cargos en las elecciones, luchar en mejores
condiciones por el objetivo final que es crear y construir poder popular, para
lo cual hizo alianzas y amplió su base social, formando, educando , elevando el
nivel político y superando sectarismos y racismos que solo convienen al enemigo
histórico de los pueblos.
sergioro07@hotmail.com
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