03/05/2020 | Michel Husson
Todo lo que
era sólido y estable es destruido; todo lo que era sagrado es profanado, y los
hombres se ven forzados a considerar sus condiciones de existencia y sus
relaciones recíprocas con desilusión 1/.
La crisis
actual combina una crisis sanitaria y una crisis económica a escala mundial. Y
la interacción entre estas dos dimensiones de la crisis puede desencadenar un
ciclo específico que alterne frenazos y aceleraciones que en medio de una
trayectoria recesiva.
Esta es la
hipótesis que examinamos en esta contribución.
El difícil
ajuste del des-confinamiento
Actualmente,
las medidas de confinamiento afectan a casi 2700 millones de trabajadores y
trabajadoras, es decir alrededor del 81% de la mano de obra mundial 2/:
esta crisis no se parece a ninguna otra. El efecto de paralizar una buena parte
de la actividad económica se multiplica por sus efectos indirectos y pone en
marcha un ciclo infernal. Sin embargo, obviamente, el confinamiento no puede
ser total, ni prolongarse indefinidamente so pena de socavar las condiciones
mismas de subsistencia de la población. Esta importante retroalimentación (feedback)
lleva a la necesidad de un arbitraje difícil< 3/.
Frente a
este dilema real, podemos distinguir tres tipos de reacciones de los Estados en
base a la clasificación propuesta por Jérôme Baschet: “el minimalismo sanitario
liberal-darwinista; la atenuación implementada por los Estados bien preparados
y dotados con poderosos recursos materiales y técnicos; las medidas de
confinamiento generalizado, implementadas de manera más o menos autoritaria” 4/.
La primera
orientación minimalista fue inicialmente la de Boris Johnson o Donald Trump.
También se planteo en Holanda y, lo que es menos conocido, en México, en
relación al cual resulta esclarecedor un pequeño desvío. En efecto, su
presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) pudo blandir imágenes religiosas
como el mejor baluarte contra el virus 5/.
Fue el 18 de marzo. Pero esta deriva de AMLO también fue política. Cuando fue
alcalde de la capital, entre 2000 y 2005, obtuvo un fuerte apoyo popular
gracias a sus programas sociales 6/.
Pero es este mismo AMLO quien, desde el 1 de enero, suprimió el programa Seguro
Popular que hasta entonces proporcionaba protección social a personas sin
cobertura sanitaria y lo reemplazó por e l fantasmal Instituto de salud para
el bienestar. El contraste es grande con la posición de la dirección
zapatista que dos días antes de esta famosa conferencia del presidente, había
declarado la alerta roja en los territorios rebeldes e invitado a “los pueblos
del mundo a medir la gravedad de la enfermedad y a adoptar medidas de salud
excepcionales, sin abandonar las luchas en curso” 7/.
Sin embargo,
la línea “liberal-darwinista” fue abandonada progresivamente frente a la
realidad y ya no seguida prácticamente nadie, excepto Trump (tras bambalinas) y
Jair Bolsonaro, que, asumiendo toda la responsabilidad, acaba de despedir a su
ministro de sanidad, Luiz Henrique Mandetta. En ambos casos, la crisis ha
conducido a un conflicto entre el poder federal y algunos de los Estados. Por
lo tanto, en la práctica la que se impone en la mayoría de los países es una
política de confinamiento.
Obviamente, a
priori esta es la forma más efectiva de reducir las posibilidades de
transmisión, como lo ilustra esta viñeta de un epidemiólogo muy casero. A la
izquierda, cada persona infectada infecta a otras tres según la evaluación de
la tasa de reproducción inicial (Ro) del virus. A la derecha, el confinamiento
bloquea la propagación.
Obviamente,
este mecanismo de atenuación depende de lo que dure el confinamiento, como pudo
explicar Angela Merkel en una intervención muy pedagógica 8/.
Pero el confinamiento no puede mantenerse durante demasiado tiempo, por razones
que no solo se refieren al imperativo económico, sino también sociales, en
todos los sentidos del término. Sin embargo, al mismo tiempo, todavía hay
muchas incertidumbres sobre el modo exacto de transmisión del virus, sobre la
proporción de personas infectadas pero asintomáticas, sobre la efectividad de
las pruebas, sobre la posibilidad de reinfecciones, etc. Un internauta diseñó
un cuadro bastante divertido (ver recuadro).
Las aporías
del confinamiento 9/
1.
No puedes salir de casa, pero si tienes que
hacerlo, puedes.
2.
Las mascarillas son inútiles, pero tal vez deberías
usar una, puede salvarte. Puede que no sirvan para nada, pero también podrían
ser obligatorias.
3.
Las tiendas están cerradas, excepto las que están
abiertas.
4.
Este virus es mortal pero no realmente terrible,
excepto que podrías morir de él, o podrías haberlo tenido sin ni siquiera
saberlo.
5.
Los guantes no ayudarán, pero sin embargo pueden
usarse.
6.
Todo el mundo debería quedarse en casa, pero sí se
puede salir a hacer ejercicio, salvo que puedas correr un riesgo, a menos que
nadie más haga ejercicio en el lugar donde te encuentras.
7.
El supermercado está bien abastecido, pero faltan
muchas cosas, excepto por la mañana. A veces.
8.
El virus no tiene ningún efecto en los niños,
excepto en los afectados.
9.
Tendrás muchos síntomas si te enfermas, pero puedes
estar enfermo sin síntomas o tener síntomas sin estar enfermo.
10.
Se puede comer inmediatamente la comida distribuida
a cada por un restaurante, pero descontaminad vuestros alimentos afuera durante
tres horas.
11. Estás a salvo si te mantienes a una distancia de un metro de los demás,
siempre que estas personas sean extrañas. Está prohibido ver a tus amigos desde
una distancia segura.
12.El virus
permanece activo en diferentes superficies durante dos horas; no, cuatro; no,
seis; no, ¿tal vez días? Pero se precisa un ambiente húmedo. Pero también un
ambiente seco.
13.Contamos el
número de muertes, pero no sabemos cuántas personas están infectadas porque
solo evaluamos a las personas que casi estaban muertas para determinar si es de
eso de lo que van a morir.
14.No tenemos
un tratamiento, pero puede haber uno que funcione, a menos que tomemos la dosis
incorrecta. No hay ninguna forma de saberlo.
15. Deberíamos permanecer encerrados hasta que el virus desaparezca, pero
esto solo retrasará la inmunidad colectiva, lo que requiere abandonar vuestro
hogar. Así que salid con moderación.
Dadas estas
incertidumbres, es posible imaginar una sucesión de fases de
re/desconfinamiento, como se ilustra en el siguiente esquema, que proviene del Imperial
College 10/.
Este
escenario induciría una trayectoria de aceleración y luego de frenado de la
actividad económica, lo que llevaría a una recuperación vacilante de la
economía, en forma de una sucesión de W. Los economistas, por otra parte,
realizan un enorme ejercicio de imaginación para distinguir los diversos
perfiles posibles: algunos evocan el acrónimo de una famosa marca de calzado
deportivo o incluso la letra Baa del alfabeto árabe.
Podríamos
imaginar una relajación del confinamiento con, por ejemplo, el arranque
progresivo de las actividades (pero con al menos el 50% de las actividades no
esenciales paradas), el mantenimiento del cierre de los establecimientos
educativos y el aislamiento de las personas de más edad. Este es el escenario
previsto en un estudio minucioso del Inserm [Instituto científico sobre la
salud] 11/
que proporciona elementos adicionales. El primero es que el nivel actual de
inmunidad sería bajo -del 1 al 6% de las personas ya infectadas 12/-,
mientras que es necesario un umbral del 60%, cuanto menos, para garantizar la
inmunidad colectiva y la erradicación del virus.
Además, este
escenario solo puede funcionar si va acompañado de una campaña masiva de test y
de provisión de mascarillas. Sin embargo, los recursos materiales y logísticos
no están disponibles de inmediato, al menos en Francia. En resumen, en el mejor
de los casos se puede ahorrar tiempo y aplanar las curvas, pero no se
podrá evitar una recaída, sino que, como mucho, hacer que retroceda y disminuir
el impacto. Como dice Vittoria Colizza, una de las líderes del estudio, “el
confinamiento va a durar mucho tiempo porque no se puede vivir normalmente con
esta epidemia” 13/.
La
incertidumbre no se elimina con el examen comparado de las políticas llevadas a
cabo en los distintos países. Algunos éxitos son difíciles de transponer:
incluso admitiendo la veracidad de las estadísticas oficiales, China ha
recurrido a medidas ultra- autoritarias, incluso totalitarias. El éxito de
Alemania probablemente se base (como en Corea del Sur), al menos en parte, en
una política sistemática de test, pero eso está fuera del alcance de otros
países. Se cita el caso de Suecia, que ha utilizado un confinamiento muy
moderado, pero tiene sombras si se la compara con países vecinos como
Dinamarca, Noruega o Finlandia 14/.
Según Annie
Thébaud-Mony, especialista en enfermedades profesionales, la escasez de test no
es una explicación satisfactoria: “nuestros dirigentes están planteando una
razón técnica, mientras que claramente han tomado una decisión estratégica: la
opción de no hacer test” 15/.
La fórmula sin duda debe ser matizada: es verdad que el gobierno francés ha
mostrado una profunda desorganización, como en el caso de las mascarillas, e
incluso ha mentido claramente 16/.
Pero esta debacle también se refiere a la elección de un método; a saber, la
negativa -o la incapacidad- para tomar el control de las cosas, inventariando
capacidades de producción, requisando…, en resumen, planificando.
En este
contexto de incertidumbre, la posibilidad de un rebrote también es una
preocupación para los bancos, como Morgan Stanley, que predice con precisión
una segunda ola a principios de 2021 17/.
Es lo que ilustra el gráfico de abajo, que aparece aquí solo como un ejemplo de
la complejidad azarosa de los modelos implementados.
Las idas y
vueltas del virus a escala mundial
La forma en
que se organiza la producción global en forma de cadenas de valor se ha visto
brutalmente afectada por la crisis, y de varias maneras. Dentro de un
territorio o país, la caída de la demanda conduce a la bancarrota a corto o
medio plazo de las y los productores que no tengan respaldos (financieros)
bastante sólidos. Este fenómeno, al extenderse a las empresas de transporte,
puede incluso llevar a que se pierda la producción de productos alimenticios
porque no se pueda entregar a quienes los compran.
En Estados
Unidos, el fenómeno ya está funcionando. Por un lado, algunas y algunos
agricultores se ven obligados a destruir sus cultivos y, por otro, los
habitantes urbanos de escasos recursos hacen la cola en food banks [bancos
de alimentos] para conseguir alimentos. La imagen de abajo, que relaciona dos
artículos del New York Times, simboliza lo absurdo de tal situación 18/.
La variante
francesa también es reveladora: algunos cultivos carecen de mano de obra porque
generalmente estaba compuesta por trabajadores y trabajadoras temporeras
extranjeras que no pueden venir a asegurar esta producción 19/.
Lo mismo ocurre en el Reino Unido, que está tratando reimportar a las y
los trabajadores extranjeros expulsados por el Brexit.
El comercio
internacional ya se ha reducido considerablemente, pero corre el riesgo de
reducirse aún más con interrupciones en las cadenas de suministro. Con respecto
a los alimentos básicos, la OCDE teme que a cierto plazo “las cadenas
específicas de suministro de alimentos se vean seriamente afectadas, en
particular por la falta de trabajadores estacionales para la plantación o la
recogida de cultivos esenciales, por limitaciones logísticas y por medidas
sanitarias” 20/.
Sin embargo,
tales mecanismos ya están funcionando, como lo muestra en un informe del Banco
Mundial sobre África subsahariana 21/.
La propagación del virus comenzó allí más tarde y sigue siendo relativamente
limitada (5.425 casos registrados en 45 de los 48 países). Pero sus efectos
económicos ya están presentes y el Banco Mundial presenta una imagen muy
sombría, con un crecimiento negativo para 2020 de entre el -2.1 y el -5.1%. Más
allá de las cifras, el informe resume los principales canales de transmisión de
la crisis.
El primer
canal es la perturbación del comercio y de las cadenas de valor. Golpea a los
sectores exportadores de productos básicos de la región, con el colapso de los
precios internacionales de las materias primas, así como a los países que están
altamente integrados en las cadenas de valor, como Etiopía y Kenia. El segundo
choque es el resultado de la repentina retirada de capital y, en general, de la
reducción de todos los flujos de financiación extranjeros (inversiones
directas, ayuda, remesas de fondos, ingresos del turismo). En general, los
países se enfrentarán a graves crisis de balanza de pagos, con déficits
comerciales cada vez mayores y con caídas de los tipos de cambio. A
continuación vienen los efectos estrictamente sanitarios que tendrán un efecto
multiplicador, teniendo en cuenta la dificultad para organizar el confinamiento 22/.
Esta imagen
ya de por sí sombría debe completarse agregando la fuerte dependencia de varios
países africanos de las importaciones agrícolas. En efecto, se observa que
algunos países productores están tomando medidas de autoprotección que
consisten en restringir sus exportaciones de productos agrícolas. Esto podría
desencadenar una crisis alimentaria en países como Argelia, Egipto, Marruecos o
Níger, que dependen particularmente de los suministros exteriores 23/.
Muchos
países latinoamericanos están expuestos a los mismos peligros y por razones
similares. Como muestra Pierre Salama, “experimentarán fuertes caídas en sus
ingresos tributarios debido a la disminución de las exportaciones de materias
primas que se sumará a la caída de los precios mundiales. Esto podría conducir
a una crisis fiscal, reduciendo así sus capacidad presupuestarias para
responder a la crisis económica y social” 24/.
Por lo
tanto, todos los países emergentes y en desarrollo están afectados: se
enfrentan a las mismas dificultades y deben solicitar préstamos al mismo
tiempo. Las salidas de capital, en proporciones sin precedentes, ya han
comenzado debido a que los mercados financieros prefieren reducir los riesgos y
financiar a Estados Unidos, China o a los países europeos. Es por eso que la
pandemia es una “bomba de relojería de impagos soberanos” 25/.
Así pues, no es sorprendente que muchos países ya hayan solicitado asistencia
financiera de emergencia al FMI, que la ha concedido a pesar de la oposición de
Trump. Pero esta ayuda llega a cuenta-gotas y la suspensión de la deuda otorgada
a ciertos países es solo temporal.
Se podría
decir que la pandemia está experimentando, como la economía mundial, un desarrollo
desigual y combinado y además lo está mostrando. Los intercambios
internacionales van a estar sujetos a los mismos zigzags que las coyunturas
nacionales, porque es imposible adaptar las cadenas de valor mundiales en
tiempo real. Si un país de la periferia ya no puede abastecer a un país
del centro porque a su vez está golpeado por la pandemia, esta
interrupción repentina de la producción en el primer país tendrá repercusiones
en la actividad económica del segundo.
Los efectos
repunte
Los
defensores de una recuperación en V no comparten las observaciones
anteriores que permitirían, desde 2021, colmar el hueco de 2020. La versión más
radical de esta tesis es sin duda la de la Office for Budget Responsability que
es una especie de equivalente británico del Tribunal de Cuentas. Pronostica una
caída del -12.8% del PIB en 2020, seguida de una recuperación del ¡+17.9% en
2021! Esto da el gráfico depurado de abajo que 26/.
En el mismo
registro bufo, se puede citar la entrevista trumpoide de Larry Summers,
ex secretario de Estado de Clinton, ex asesor de Obama, etc. Su intuición
“probablemente optimista”, dice, es que “la recuperación puede ser más rápida
de lo que cabría esperar, porque es muy similar a lo que sucede después de la
depresión total en la economía Cape Cod cada invierno [Cape Cod es el lugar de
vacaciones favorito para las élites de Boston y Nueva York] o de la
recuperación del PIB de Estados Unidos todos los lunes”. Después de este toque
de humor, Summers agrega: “Por lo tanto, creo que si logramos controlar la
situación sanitaria, la vuelta a la normalidad será más rápida que durante las
crisis financieras o las recesiones habituales”; pero, prudente, agrega “no
estoy seguro” 27/.
No todas las
predicciones cuantificadas caen en este ridículo, incluso cuando se necesita
mucho coraje para llevar a cabo semejante ejercicio. En cualquier caso, se
observa que la mayoría de las proyecciones se esfuerzan por presentar
trayectorias optimistas. Es difícil decir si se debe a un método que subestima
el alcance de esta crisis, o es para tranquilizar (¿a los inversores?)
minimizando el alcance del choque. En cualquier caso, los siguientes gráficos
se asemejan a deseos piadosos, wishful thinking, se dice en inglés. A la
izquierda está el pronóstico de Xerfi para Francia, a la derecha el del FMI,
más bien en forma de “swoosh” 28/.
De acuerdo con el FMI, los países emergentes y en desarrollo deberían salir
rápidamente de la depresión y crecer un 10% a finales de 2021, lo que en
realidad está más allá de lo razonabable,.
Para cerrar
la bucle, se puede citar un artículo que también es bastante esclarecedor 29/,
en el que el autor establece un paralelo (sin duda de dudoso gusto) con el
juego del topo (whack a mole) en el que es necesario machacar al mayor
número de topos que siguen sacando la cabeza de sus agujeros.
La fábula
del ahorro forzado
Uno de los
efectos del confinamiento es que los gastos de consumo caen más que los
ingresos. En el caso de Francia, la tasa de ahorro, que oscilaba alrededor del
15%, debería saltar al 35% en el segundo trimestre de 2020 30/.
Este ahorro forzado representaría alrededor de 55 mil millones de euros
por ocho semanas de confinamiento 31/.
Si la tasa de ahorro vuelve a su nivel anterior a la crisis, el consumo
imposible durante el confinamiento se pondría al día y respaldaría una
recuperación rápida en V. El gráfico de al lado, tomado del estudio ya
citado por Xerfi, ilustra este escenario ultra optimista cuya probabilidad es
cercana a cero (nos gustaría ver la “ecuación” que conduce a ese resultado).
Por otra
parte, el autor del estudio ha matizado de inmediato ese optimismo: “en el
papel”, explica, podríamos contar con “los ahorros de la famosa Francia de fin
de mes”, pero “sin embargo, no veremos este feliz resultado. No habrá un mañana
que canta ni siquiera un choque suavizado" 32/.
El problema
de estos escenarios es que implícitamente asumen un fin completo del
confinamiento y un reinicio inmediato de la producción. Y con ello, subestiman
el ciclo pandemia/economía y el ciclo demanda/oferta. Además, se enfrentan con
una dificultad clásica con respecto a la tasa de ahorro. Incluso antes de la
crisis, era una de las variables determinantes en un ejercicio de previsión
económica y, sin duda, es una de las más difíciles a modelizar. La razón es que
no hay una tasa de ahorro que estaría determinada por el comportamiento de un agente
representativo, es decir, de un consumidor medio. Desde Keynes, sabemos que
los ricos ahorran más. El gráfico a continuación ilustra esto perfectamente: el
20% de los hogares con los ingresos más bajos (quintil Q1) tiene incluso una
tasa de ahorro negativa (se endeuda), el 20% siguiente tiene cero ahorros, y la
mayoría de los ahorros provienen de los ingresos más altos 33/.
Algunos estudios puntuales muestran que el comportamiento de ahorro depende de
la estructura de los ingresos: en general, las y los asalariados ahorran menos 34/.
Por tanto,
confiar en la liberación de ese ahorro forzado para relanzar la economía
es indicativo de una forma de distanciamiento social, que equivale a ignorar el
destino de los más desfavorecidos, de quienes luchan porque han perdido empleos
e ingresos, de quienes hacen la cola para tener qué comer. Basándose en la
encuesta de vivienda del INSEE y una encuesta de Ifop 35/,
Pierre Concialdi muestra que la caída de la actividad ha tenido “un impacto en
los ingresos de más de un tercio de la población activa”, sumergiéndola en
grandes dificultades financieras. Es verdad que se han tomado medidas con
respecto al desempleo parcial, pero “están lejos de compensar la pérdida total
de ingresos. En promedio, para los asalariados concernidos, se puede estimar
que la pérdida es de 400 euros por mes, u 800 euros después de dos meses de
confinamiento”. Concialdi estima “aproximadamente entre 2,5 y 2,8 millones el
número de hogares de activos inquilinos o adherentes (es decir, de 6 a 7
millones de personas) que han sido duramente golpeados por la recesión” y
sugiere “una intervención más vigorosa de los poderes públicos a escala
nacional, sea a través de una moratoria de los alquileres y/o mediante la
puesta en marcha de un fondo de solidaridad 363/.
Incluso si
varias medidas han permitido evitar una fuerte caída de los salarios, es
principalmente sobre los ricos sobre quienes se cuenta para impulsar el consumo
y el empleo de los demás. Pero eso es olvidar que registrarán pérdidas en su
patrimonio, y no se ve en esas condiciones por qué estarían incitados a
consumir en exceso.
Si los
estudios citados (OFCE y Xerfi) proporcionan una calibración meticulosa,
apuntan a otra dificultad. La OFCE señala que “las ocho semanas de
confinamiento conducirían a una reducción en la tasa de margen de las empresas
de de 2.9 puntos de valor agregado durante el año, equivalente a una pérdida de
35 mil millones de euros”. Uno de los efectos inmediatos de la crisis es
reducir la rentabilidad de las empresas, su tasa de margen (para aquellas que
no habrán ido a la quiebra). Debería hacerse todo “para salvar al soldado Ryan”.
La recuperación en V no solo implica un repunte del consumo, sino
también, a largo plazo, de la inversión. Salvo que “no se puede hacer beber a
un burro que no tenga sed”. La inversión estará limitada de manera duradera por
el endeudamiento de las empresas y por la falta de visibilidad de la demanda.
Después de la crisis de 2008, las empresas se vieron enfrentadas a la misma
necesidad de reducir su deuda y lo hicieron frenando la inversión, los salarios
o el empleo. Estas evoluciones “corren el riesgo de repetirse después de la
crisis del coronavirus” como nos advierte Patrick Artus 37/.
Repunte, ¿ha
dicho repunte?
Se podría
imaginar un efecto de repunte a priori favorable a la recuperación
económica: aliviados por estar fuera de la crisis, los y las consumidores
decidirían compensar los horrores de la crisis sanitaria gastando su ahorros
forzados y consumiendo frenéticamente para, de alguna manera, ponerse al
día. Volvería la confianza y la actividad económica podría reiniciarse
vigorosamente. Ya hemos mencionado las razones por las que un escenario de este
tipo, que una vez más supone implícitamente una desconfinamiento integral e
inmediato, no tiene en cuenta el campo de ruinas en el que tendría lugar esta
recuperación.
Este
escenario pasa por alto otro factor: el miedo a la enfermedad. Es lo que
subraya el análisis del epidemiólogo Johsua Epstein, quien propone el concepto
de “contagio acoplado” que combina la enfermedad en sí y el miedo a la
enfermedad 38/.
Según este modelo, el miedo a la enfermedad inicialmente lleva a tomar medidas
que limitan la propagación de la epidemia. Cuando las cosas parecen mejorar, el
miedo disminuye y las medidas de protección se relajan o abandonan
gradualmente. Entonces es “el retroceso del miedo lo que causa estragos. Si aún
circulan algunos casos infectados, la reanudación de las actividades equivale a
verter gasolina sobre estas brasas infecciosas (en forma de personas
expuestas), y se enciende una segunda ola”.
Es un tipo
de repunte completamente diferente el que debe considerarse: el de un retorno a
las políticas de reequilibrio fiscal. Aquí tenemos que abrir, con prudencia, un
pequeño paréntesis para evaluar las medidas tomadas o anunciadas en hoy. A
riesgo de represalias, se puede decir, al menos en lo que respecta a Europa,
que los gobiernos han aceptado un esfuerzo presupuestario significativo, o al menos
se han resignado a ello. Se puede tomar la medida comparando la tasa de
desempleo que explota en Estados Unidos mientras está relativamente contenida
en Europa. Obviamente, las medidas tomadas son insuficientes, están focalizadas
de manera imperfecta y están insuficientemente coordinadas. Sin embargo, a
pesar de estos límites, en cualquier caso implican un aumento significativo de
la deuda pública.
Deuda
pública como % del PIB
Las
evaluaciones del FMI 39/
reproducidas en la tabla de al lado dan las órdenes de magnitud: para la zona
del euro en su conjunto, la deuda pública pasaría del 84,1 al 97,4% del PIB, un
aumento de 13 puntos. Pero este impacto sería aún más fuerte, y dramático para
Grecia seguida por los países del Sur: Italia, España, Portugal y...
Francia. Para otros países, como Alemania y los Países Bajos, el impacto sería
menos fuerte.
Nuestra
hipótesis es que los gobiernos van a aprovechar la más mínima escampada para
justificar las medidas de saneamiento según modalidades que pueden
diferir de un país a otro. La experiencia de la crisis anterior refuerza esta
hipótesis: las políticas de austeridad implementadas desde 2010 y 2011 llevaron
a una recesión. Sin duda, los gobiernos aprendieron de ello y tratarán de no
apretar las clavijas demasiado pronto. Pero el debate se centrará más en el
momento apropiado que en la necesidad de tal punto de inflexión. Las oposiciones
entre países frugales y dilapidadores no hará más que
recrudecerse a pesar de las intervenciones del BCE y de las diversas propuestas
que están floreciendo (y sobre las que habrá que volver). El ir y venir de las
políticas presupuestarias desincronizadas, combinándose con los flujos y
reflujos de la epidemia tienen el riesgo de aportar su contribución a una
recuperación dubitativa, en dientes de sierra.
Por otra
parte, no se podrá decir que no se nos advirtió, como muestra esta pequeña
antología 40/:
“Habrá que hacer esfuerzos para reducir la deuda” (el Ministro francés de
Economía); “Trabajar más de lo que hemos hecho antes” (su Secretario de
Estado); “El tratamiento de las deudas heredadas de la crisis implicará
necesariamente un esfuerzo presupuestario riguroso con gastos públicos
finalmente más selectivos” (el Gobernador del Banco de Francia); “tarde o
temprano tendremos que plantearnos la cuestión del tiempo de trabajo, de los
días festivos, de los días feriados y de las vacaciones pagadas para acompañar
la recuperación y facilitar, trabajando un poco más, la creación de crecimiento
adicional” (el patrón de los patronos franceses).
Pero ha sido
indudablemente Philippe Aghion quien ha proporcionado la clave esencial. En una
entrevista por radio, repitió varias veces la idea de que, en materia de deuda
pública, “lo importante es la confianza que inspira a los mercados” 41/.
Puso el dedo en un punto fundamental: más allá de los debates técnicos, la
realidad es que las deudas públicas que supuestamente financian las necesidades
sociales (y ambientales) deben pasar por debajo de las horcas caudinas de los
mercados financieros; en otras palabras, a fin de cuentas, ajustarse a los
intereses privados de los que los famosos mercados no son mas que sus
portavoces.
Nuestros
dirigentes, por lo tanto, están preparando el próximo movimiento. Les acompañan
las exhortaciones de editorialistas como Eric Le Boucher, quien afirma que “la
preservación de la vida es un principio sagrado, pero la vuelta al trabajo y la
defensa de las libertades individuales también representan un valor humano” 42/.
Por otro lado, el presidente de un instituto ultraliberal, “la vida es un
riesgo y ese es su precio” 43/.
La guinda corresponde al periodista de Liberación, Jean Quatremer, quien
se deja llevar en un tuit del 9 de abril, escribiendo: “es una locura cuando lo
piensas: hundir al mundo en la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial
por una pandemia que por el momento ha matado menos de 100.000 personas (sin
mencionar su edad avanzada) en un mundo de 7 mil millones de habitantes”. Dos
minutos después, reitera su indignación: “¿Me pregunto cuándo volveremos a la
razón? ¿Cuundo la recesión alcance el -20%?” 44/.
Los buitres
también están al acecho. En Estados Unidos, el Wall Street Journal 45/
señala que “un número creciente de inversores se está preparando para lo que
creen es una oportunidad única para comprar bienes inmuebles en dificultades a
precios ventajosos. Las sociedades de inversión como Blackstone Group Inc,
Brookfield Asset Management y Starwood Capital Group disponen de miles de
millones de dólares [y] están interesadas en hoteles, negocios, valores
respaldados por hipotecas y otros activos que han sufrido tensiones en las
últimas semana”. La crisis podría ser un “chollo” (bonanza), como
explica David Schechtman, del Meridian Capital Group. Es cierto que se preocupa
por expresar toda su compasión: “nuestros pensamientos y nuestras oraciones
están con todos nuestros ciudadanos estadounidenses y nadie busca beneficiarse
de la desgracia de nadie” y luego “deja de lado la emoción” para expresar su
pensamiento profundo: “pero les diré: un gran número de inversores
inmobiliarios han estado esperando esto durante una década”. Este ejemplo,
entre otros, muestra que la salida de la crisis será una apuesta política y
social.
Un
capitalismo conmocionado
El
capitalismo ha recibido un duro golpe y no se recuperará fácilmente. Este
resumen rápido revela al menos cinco mecanismos que van a frenar una posible
recuperación:
1.
Las empresas, endeudadas y con inciertas salidas de
mercado, dudarán en invertir y tratarán de reducir empleos y salarios;
2.
Los hogares, empobrecidos o inquietos, reducirán su
consumo, favorecerán los ahorros preventivos o pospondrán sus compras de bienes
duraderos;
3.
Los Estados eventualmente buscarán sanear
las finanzas públicas;
4.
Las cadenas de valor están desorganizadas y el
comercio internacional se ralentizará;
5.
Los países emergentes, afectados por las fugas de
capital y la caída de los precios de los productos básicos, contribuirán a la
contracción de la economía mundial.
Esta crisis
exacerba las tendencias o tensiones que ya existían antes de que estallara.
Pero se combina con la crisis sanitaria, que tiene el efecto de introducir un
clima general de incertidumbre y dar un perfil vacilante sobre la recuperación.
El siguiente
gráfico ilustra el pronóstico que se puede avanzar hoy: obviamente es una
conjetura en lugar de un imposible pronóstico. La curva verde corresponde a la
tendencia previa a la crisis. La curva azul representa de manera estilizada la
posible trayectoria de la actividad económica. Durante un primer período, se
observan fluctuaciones (también se podría hablar de oscilaciones) causadas por
las alternancias de confinamiento y desconfinamiento. Contribuyen a generar
(combinadas con las contradicciones económicas) una tendencia recesiva. La
magnitud de estas oscilaciones se reduce gradualmente para que la economía
pueda volver aproximadamente a la tendencia anterior a la crisis, pero a un
nivel inferior.
28/04/2020
Traducción: viento
sur
Notas:
2/ OIT, “COVID-19 y el
mundo del trabajo. Estimaciones y análisis actualizados”, 7 de abril de 2020.
3/ Ver Michel Husson, “Sobre la vacuidad de la ciencia
económica oficial: el arbitraje entre la actividad económica y los riesgos para
la salud”,
5/ “AMLO usa imágenes religiosas
como ‘escudo protector’ contra el Covid-19”, Diario de México, 18 de
marzo de 2020. Ver un extracto (bastante alucinante) de su conferencia de
prensa ici.
6/ Había implantado una prestación para las personas adultas de más de de
70 años (Pensión Universal Alimenticia para Adultos Mayores), las madres
solteras y las discapacitadas y puesto a disposición de cuidados médicos y
medicamentos gratuitos a más de 750.000 familias pobres sin protección social.
8/ Angela Merkel, “Conférence
de presse du 15 avril 2020”, extractos transmitidos por @BenjAlvarez1 (con
subtítulos en inglés).
Imperial
College, “Impact of
non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and healthcare
demand », March 16, 2020.
10/ Imperial College, “Impact
of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID-19 mortality and
healthcare demand”, March 16, 2020.
11/ Laura Di Domenico et al., “Expected impact of lockdown in
Île-de-France and possible exit strategies », Inserm, 12 avril 2020.
12/ Esta proporción sería “muy verosímilmente inferior al 15%, incluso en
las zonas más afectadas por la primera ola de la pandemia”, estima el Consejo
científico COVID-19 en su informe del 2 de abril de 2020: “Etat des lieux du confinement et
critères de sortie”.
13/ Citada por Paul Benkimoun, “Une levée du confinement sans
mesures strictes de tests et d’isolement serait inefficace”, Le Monde,
12 avril 2020.
15/ Annie Thébaud-Mony, “Le gouvernement affaiblit
notre capacité collective à lutter contre le virus”, Bastamag, 10
avril 2020.
16/ Yann Philippin, Antton Rouget, Marine Turchi, “Masques: les preuves d’un
mensonge d’Etat”, Mediapart, 2 avril 2020; Ismaël Halissat et
Pauline Moullot, “Masques :
un fiasco et des mensonges”, Libération, 28 avril 2020.
17/ Morgan Stanley, “Morgan Stanley, COVID-19: A Prescription To Get
The US Back To Work”, April 3, 2020.
19/ Es el caso de las fresas y de los espárragos hechos célebres por el
inenarrable portavoz de nuestro gobierno que evocaba de paso a los enseñantes
confinados “que no trabajan”. Ver Sibeth Ndiaye, “Fraises et asperges”,
BFMTV, 25 mars 2020.
21/ The World Bank, “Assessing
the Economic Impact of Covid-19 and Policy Responses in Sub-Saharan Africa”,
April 2020.
24/ Pierre Salama, “En
Amérique latine, la pandémie s’ajoute à d’autres crises”, Libération,
8 avril 2020.
25/ Pierre-Olivier Gourinchas, Chang-Tai Hsieh, “COVID-19 : Une bombe à
retardement de défauts souverains”, Project Syndicate, 9 avril 2020.
[xxvi]
Office for Budget Responsibility, “OBR
coronavirus reference scenario”, April 14, 2020.
28/ Olivier Passet, “Covid-19
: la contagion sectorielle de l’économie réelle L’ampleur du choc, les limites
du rebond », Xerfi, 20 avril 2020 ; FMI, “The
Great Lockdown », World Economic Outlook, April 2020.
30/ Olivier Passet, “Covid-19
: la contagion sectorielle de l’économie réelle L’ampleur du choc, les limites
du rebond”, Xerfi, 20 avril 2020.
33/ Mikael Beatriz, Thomas Laboureau, Sylvain Billot, “Quel lien entre pouvoir d’achat et
consommation des ménages?”, Nota de coyuntura, Insee, juin 2019.
34/ Jean-François Ouvrard et Camille Thubin, “La composition du revenu aide à
comprendre l’évolution du taux d’épargne des ménages en France”, Bulletin
de la Banque de France, février 2020.
35/ > Ifop/Fondation Jean Jaurès, “Les actifs et le télétravail à l’heure
du confinement”, mars 2020
38/ Joshua M. Epstein, Jon Parker, Derek Cummings, Ross A. Hammond, “Coupled Contagion Dynamics of
Fear and Disease: Mathematical and Computational Explorations”, PLoS ONE,
Volume 3, Issue 12, 1st December 2008.
40/ En orden de aparición: Bruno Le Maire, “Il faudra faire des efforts pour
réduire la dette”, Reuters, 10 avril 2020 ; Agnès Pannier-Runacher, “Travailler plus que nous ne
l’avons fait avant », AFP, 11 avril 2020 ; François Villeroy de Galhau, “Il n’y a pas de miracle : nous
devrons porter plus longtemps des dettes publiques plus élevées », Le
Monde, 8 avril 2020 ; Geoffroy Roux de Bézieux, “La reprise, c’est maintenant
! » Le Figaro, 10 avril 2020.
45/ Konrad Putzier and Peter Grant, “Real-Estate
Investors Eye Potential Bonanza in Distressed Sales”, The Wall Street
Journal, April 7, 2020.
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