Estamos viviendo ahora una situación similar a la que se ha dado en
las post guerras ,esto ya ha sido anunciado por economistas del mundo y el Perú
no es ninguna excepción, por lo contrario, nunca como hoy se ha evidenciado
tanto la diferencia de clases en el país, tanto en el aspecto económico como
cultural que han mostrado quienes pueden tener a su alcance la atención
médica oportuna y necesaria para esta pandemia que afecta más a las
clases sociales media, baja y pobre y justamente este es el momento que debe
aprovechar el CONGRESO a partir los partidos de izquierda, para generar
una ley que propenda a la equidad, por lo menos económica para que nuestra
economía pueda levantarse, solo así podremos salir de esta crisis, es necesario
que las clases privilegiadas del país tomen conciencia o se les obligue a
tomar, de que son los llamados a restablecer nuestras arcas en base a los
tributos que deben pagar los que más tienen.
Es imprescindible que los ricos, todos aquellos que tienen riquezas
generadas durante siglos o décadas, gracias al concurso de la masa
trabajadora, sean quienes contribuyan con sus impuestos a devolver en
parte lo acumulado.
No se puede pensar en que se grave a los trabajadores de planillas con
ingresos menores a 20,000 soles sabiendo que son (junto a los de menores
ingresos) los que actualmente están cumpliendo con pagar impuestos justos,
es menester pensar en el impuesto fuerte a los grandes empresarios, a los
millonarios que han formado fortunas, explotando muchas veces a los empleados y
obreros.
Ojala el Congreso aproveche por
lo menos esta oportunidad para promover esta Ley que los haría pasar a la
historia con un buen recuerdo.
Ing. Tania González Bolaños
Perito Tasador - Consultor
Teléfonos: 4619782 / 999161182
Horacio
Urteaga 1765 - E / Jesús María
por Alejo Lerzundi
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En reciente “Manifiesto”, que fue canalizada por FEDIRAL a las
instituciones del Estado, fue mencionada la creación de impuestos a las grandes
fortunas en el Perú, de forma que se corresponsabilicen económicamente en la
solución de la crisis. De esta forma también las responsabilizadas deberían ser
socializadas con los grupos de poder y no solamente los beneficios como es
costumbre en el Perú.
Las congresistas Mirtha Vásquez y Rocío Silva Santisteban, han propuesto
un proyecto de ley con el objetivo de recaudar fondos para financiar la lucha
contra el COVID-19 a partir de enero del 2021. El proyecto estipula que el
impuesto se determine aplicando una escala progresiva de tasas que ascienden de
1% (más de 400 UIT a 700 UIT) al 5% (por exceso de 1.600 UIT).
Según la iniciativa, estarán sujetos a este impuesto las personas
naturales domiciliadas en el país. El monto del impuesto será gradual, de
acuerdo a los inmuebles y vehículos por el valor comercial establecido al 1 de
enero del año correspondiente; las acciones y bonos, por su último valor de
cotización bursátil al último día hábil previo a la determinación del impuesto,
así como depósitos bancarios y créditos existentes al 1 de enero del año que
corresponde al obligación tributaria. Serán también evaluados los objetos de
colección, obras de arte y joyas por un valor superior a las 2 UIT (8,400
soles) y otros títulos financieros que se establezca mediante el reglamento de
la ley. El proyecto exceptúa de esta disposición a los bienes muebles que
forman parte del Patrimonio Cultural de la Nación.
Se encarga además a la SUNAT elaborar un padrón de la riqueza que
registra la información contenida en las declaraciones juradas patrimoniales de
las personas sujetas a este impuesto. La iniciativa señala en su fundamentación
que este impuesto será permanente y busca reducir la desigualdad, transformando
el marco tributario. Indica también que no se incorpora a la empresa
jurídica porque se busca evitar que la incidencia tributaria recaiga sobre los
consumidores o los trabajadores.
En el mundo entero se venía discutiendo sobre la necesidad de poner un
“impuesto a los ricos”. Los premios Nobel Joseph Stiglitz, Paul Krugman y otros
académicos, así como organismos internacionales (inclusive el FMI ), concuerdan
que la imposición sobre la riqueza neta permite de forma real movilizar
recursos fiscales. Existen diversas metodologías para la aplicación de este
impuesto que van desde cargas fijas o tasas graduables y tienen el efecto menos
adverso sobre la demanda agregada, que los impuestos sobre las personas de
bajos ingresos. Por lo tanto, aumentar la progresividad del sistema tributario
no solo mejora la distribución del ingreso y reduce la desigualdad, sino además
estimula la economía.
Thomas Piketty, señala que la tasa impositiva que pagan los ricos está
muy por debajo de tarifas "oficiales", debido a su capacidad para
aprovechar las preferencias fiscales y los vacíos fiscales existentes. Según
este punto de vista en necesario que se aplique un impuesto a la riqueza graduado
del 5% para aquellos que tienen 2 millones de euros o más y hasta un 90% para
aquellos que poseen más de 2.000 millones de euros .
De acuerdo con Piketty, los impuestos excepcionales sobre la riqueza se
han dado en situaciones extremas como es el caso de la era keynesiana de la
posguerra. Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania y Japón, con el
fin de reducir la deuda pública de la época, impusieron impuestos progresivos
de hasta 90% a la riqueza permitiendo a estos dos países reducir muy rápidamente
su deuda pública, y luego invertir en infraestructura pública y educación en
los años 50 y 60.
En reciente investigación “Riqueza y desigualdad en el Perú”, elaborada
por el economista e investigador Germán Alarco, con apoyo de Oxfam, evidencia
los problemas en la medición de la riqueza y la desigualdad en el Perú. Según
la investigación el Indice Gini sería el doble de lo que las cifras oficiales
señalan. “De acuerdo a nuestra estadística oficial el Perú tiene un coeficiente
Gini de alrededor de 0.35, pero de acuerdo a la información ajustada por
nosotros, estamos entre 0.60 y 0.70, es decir, el Gini oficial del Perú es
parecido al de Dinamarca”, señala el autor, quien afirma que esa cifra no
responde a la realidad. En esta línea, de acuerdo a los estimados de Credit
Suisse sobre la riqueza productiva, entre 2014 y 2016, el Perú tiene los
mayores niveles de desigualdad con respecto a los otros socios de la Alianza
del Pacífico.
Las cifras de la Encuesta Nacional de Hogares- ENAHO es una herramienta
fundamental para la lucha contra la pobreza y desigualdad en el Perú, presenta
una deformación sobre los ingresos y gastos de los sectores más pudientes de la
sociedad y de las clases medias-altas, quienes casi nunca responden a las
encuestas. Esta situación la convierte en un instrumento muy limitado para
determinar adecuadamente el índice GINI o índice de desigualdad.
La consultora internacional Knight Frank estima que hay más de 17 mil
millonarios en nuestro país. Unos 880 peruanos con más de 10 millones de
dólares. Otros 300 con más de 30 millones de dólares. Alrededor de 37 peruanos
con más de 100 millones de dólares. Y al menos 5 con más de mil millones.
Ninguno de estos aparece en la ENAHO ni en ninguno de los 10 primeros puestos
de los hogares más ricos. Es decir, el 1% más rico del país no existe en la
información oficial. De esta manera las políticas públicas vinculadas a lucha
contra la desigualdad, basadas en informaciones mentirosas, son falsas e
inocuas para afectar la estructura de desigualdad en el Perú.
Al respecto Marco Alva de Gestión indica que Si bien el 2018 fue un año
complicado para las inversiones en todo el mundo, el total de patrimonio
gestionado por la banca privada local logró expandirse. “El patrimonio
administrado por la banca privada del BCP, a valor de mercado, tuvo un
crecimiento de aproximadamente 10%”, Estimó que, en términos generales, el
total gestionado por la banca privada que opera en el país habría aumentado en
similar porcentaje. Eso parece bueno para el Perú, pero no lo es para el resto
de la población, el PIB en 2018 creció apenas 4% respecto a 2017. Debido
al COVID – 19. Estas cifras no se repetirán en 2020 y las tendencias para el
futuro son inciertas.
La crisis del Covid-19, ha hecho que diversos autores y países señalen
que estemos en una “economía de Guerra. El Ejecutivo peruano ha solicitado
facultades en materia tributaria al Congreso, a fin de implementar algunas
medidas que estarían orientadas a la creación de un impuesto solidario. Sin
embargo, no hay una definición clara de la amplitud de este y se especula sobre
la posibilidad de que dicho impuesto sería aplicado solo a trabajadores en
planilla con salarios mayores a S/10,000 y que permitiría una recaudación de
entre S/200 millones y S/300 millones. Pero ¿es este un impuesto efectivamente
solidario que contribuiría a minimizar los impactos negativos de la crisis
sanitaria?, ¿realmente serán los que más tienen los que pagarán más? Este
vendría a ser un nuevo impuesto a los ingresos solamente de empleados y no
servirían casi de nada para la solución de los problemas que el país requiere.
Especialistas afines a los grupos de poder, consideran que ahora es un
mal momento para centrar el debate con respecto a nuevos impuestos o un aumento
de los mismos. Me pregunto, ¿sí en situaciones de normalidad tampoco fue,
cuando será el momento?, argumentos conservadores e interesados en favor de los
ricos nunca faltan. Es justo y necesario que quienes más tienen contribuyan,
para la reactivación de la economía, amenizar el sufrimiento de los que no
tienen y evitar una crisis social de proporciones que es fácil imaginar.
Sabíamos desde sus fundamentos que la riqueza acumulada por la clase
empresarial, es la plusvalía de la cual se apropia el capitalista, son las
malas condiciones impuestas a la clase obrera, el maltrato y abuso de los
campesinos, los impuestos evadidos, no pagados, eludidos y condonados, son los
capitales fugados y depositados en paraísos fiscales, son los capitales venidos
de actividades ilícitas como el narcotráfico y son lavados, son los
capitales pagados por las empresas para obtener ventajas legales y económicos,
son la destrucción de los recursos naturales. En fin, son los capitales
acumulados con el signo de la mentira, la corrupción y la explotación de los pobres.
En tal sentido, vamos a decir con claridad no es “su riqueza” la que será
gravando, sino la simple devolución de la riqueza robada a todos los peruanos.
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