09/07/2016
Esta semana
se dio a conocer un devastador informe sobre la activa participación del Reino
Unido en la invasión y ocupación de Irak, al mismo tiempo que continúan
buscándose entre los escombros los cuerpos de las personas fallecidas en el
peor atentado suicida con camión bomba que ha tenido lugar en Bagdad desde el
inicio de aquella funesta guerra en el año 2003. El documento se conoce como
“el informe Chilcot”, por su principal investigador y autor, Sir John Chilcot.
La investigación fue encomendada en el año 2009 por el entonces primer ministro
Gordon Brown. Chilcot dio a conocer el informe de 6.000 páginas el miércoles
por la mañana, tras siete años de trabajo. El informe ofrece una larga lista de
críticas al ex primer ministro Tony Blair y su gabinete al dejar al descubierto
de qué manera se exageró la amenaza que suponían las presuntas armas de
destrucción masiva de Saddam Hussein, así como la inquebrantable lealtad que
Blair demostró al presidente George W. Bush. “Ahora resulta claro que las
políticas sobre Irak se elaboraron sobre la base de información de inteligencia
y valoraciones infundadas que no fueron contrastadas”, afirma Chilcot en el
comunicado que acompañó la publicación del informe.
Un memorando
incluido en el informe, enviado por Blair a Bush en julio de 2002, meses antes
de la invasión, comienza con la siguiente promesa hecha por Blair a Bush:
“Estaré contigo, pase lo que pase". Muchas personas, entre ellas
referentes parlamentarios del propio Partido Laborista, piden que Blair sea
llevado a juicio por crímenes de guerra. Mientras el Reino Unido, sumido aún en
un caos político a consecuencia del referéndum que derivó en el brexit,
reacciona al informe Chilcot, la población de Bagdad no se repone aún del
atentado del sábado. La cifra de víctimas fatales del atentado se ha
incrementado hasta alcanzar las 250. George W. Bush expresó sin ningún atisbo
de arrepentimiento a través de un portavoz que “sigue creyendo que el mundo
entero está mejor sin Saddam Hussein en el poder”. Según trascendió, al momento
de realizar estas declaraciones, Bush recibía a veteranos heridos en su rancho
de Texas.
Mientras que
las fuerzas británicas perdieron a 179 de sus miembros a lo largo de toda la
guerra, las fuerzas estadounidenses tuvieron 4.502 bajas (siete de las cuales
sucedieron en 2016). A la invasión y posterior ocupación se destinaron miles de
millones de dólares, y se destinarán miles de millones más para el cuidado de
por vida de los veteranos heridos y emocionalmente afectados. Sin embargo, la
mayor e incalculable pérdida es la que ha sufrido el pueblo iraquí. Como lo
demuestra este reciente y devastador atentado, la guerra en Irak no ha llegado
a su fin. Se han llevado a cabo varias iniciativas para contabilizar la cifra
de víctimas fatales de la guerra. El más bajo de estos estimativos ubica la
cifra entre 160.000 y 180.000 fallecidos. Algunos estudios sostienen que el
número de víctimas es varias veces mayor. Resulta imposible determinar la cifra
exacta, pero el efecto en la población de Irak ha sido devastador y los daños
se harán sentir por generaciones.
El
pronunciamiento británico fue claro: “Nuestros ejércitos no llegan a sus
ciudades o a sus tierras como conquistadores o enemigos, sino como libertadores”.
Sin embargo, estas palabras no fueron expresadas en 2003, sino en 1917. La
guerra arrasaba Europa y la Marina Británica dependía ampliamente del petróleo
proveniente de Irak y el Golfo Pérsico. Como sostiene el detallado anexo
histórico que acompaña al informe Chilcot: “Para asegurar ese petróleo para
Gran Bretaña, en la primavera de 1914, el Primer Lord del Almirantazgo, Winston
Churchill, adquirió para el Gobierno Británico el 51% de las acciones de la
Anglo-Persian Oil Company o Compañía de Petróleos Anglo-Persa”. Y fue así como
todo un siglo de ocupación, explotación, represión, violencia y dolor se ha
grabado a fuego en la vida de los iraquíes y en la historia de Irak.
Para Sami
Ramadani todo esto es más que historia. Ramadani nació en Irak pero vive en
Londres desde que se convirtió en un exiliado del régimen de Saddam Hussein.
Durante mucho tiempo se ha dedicado a impulsar el movimiento contra la invasión
y la ocupación de Irak, pero también contra las devastadoras sanciones que las
precedieron. Poco después de que el informe Chilcot fuera dado a conocer, Sami
Ramadani dijo en “Democracy Now!”: “Irak, como sociedad, como Estado, fue
destrozado de la manera más cruel desde la Segunda Guerra Mundial y la Guerra
de Vietnam, con tácticas como la llamada de ‘conmoción y pavor’ y con crímenes
en masa a una escala indescriptible. El verdadero objetivo no era sacar al
dictador, sino controlar Irak. Y al no poder controlarlo, lo destruyeron, al
igual que están haciendo con Libia, con Siria y demás. Esto entra en esa
escala. Pero la peor de las tragedias es la pérdida de vidas”.
Un año
después de la invasión, en la cena anual de la Asociación de Corresponsales de
Radio y Televisión en Washington, D.C., el presidente Bush bromeó ante los
cientos de periodistas presentes en la cena: "Esas armas de destrucción
masiva tienen que estar por aquí, en alguna parte. Nop, por allá no hay armas.
Puede que estén aquí debajo". Imágenes de Bush en el Despacho Oval, en
cuclillas, buscando armas de destrucción masiva bajo los muebles, acompañaron
la comedia cotidiana de aquellos días. En tiempos en que los miembros
fallecidos del Ejército de Estados Unidos eran retornados a la Base de la
Fuerza Aérea de Dover, en donde estaba prohibido tomar fotografías de las bolsas
en que se transportaban los cuerpos, y en que los cadáveres de los iraquíes se
amontonaban en las calles y las morgues, la conducta de Bush resulta
incomprensible. La guerra no es broma. Tras el informe Chilcot, debería
emprenderse una iniciativa seria para que personas como Bush o Blair rindan
cuentas por la muerte y la destrucción que siguen teniendo lugar en Irak y en
otras partes del mundo.
Traducción
al español del texto
en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
- Amy
Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se
emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en
más de 450 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el
sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos",
editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
© 2016 Amy
Goodman
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