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marzo 17º, 2017
En una operación
combinada sin precedentes en la guerra siria, EEUU y Rusia se han interpuesto
entre el Ejército turco y las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), la alianza
liderada por el Partido Kurdo de la Unidad Democrática (PYD), “arrinconando”
así a los grupos rebeldes respaldados por Ankara en una “franja de seguridad”
delimitada por las localidades de Azaz, Jarabulús y Al Bab, ciudad esta última
recientemente arrebatada por estos grupos al Estado Islámico.
Tal hecho tiene
una repercusión trascendental en el desarrollo del conflicto ya que, en la
práctica, neutraliza la intervención turca en Siria y debilita enormemente a la
denominada “oposición moderada”, apoyada por Turquía, Arabia Saudí y
Qatar.
Por el contrario
y muy a pesar de la estrategia turca, refuerza considerablemente el “factor
kurdo”, sobre todo si, como parece previsible, las SDF consiguen entrar en
Raqqa, principal ciudad en manos del Estado Islámico.
Para el Gobierno
de Tayip Erdogán, cuyas relaciones con los países
occidentales no pasan
precisamente por su mejor momento, supone un fuerte revés para su
estrategia en Siria, ya que, una vez tomada Al Bab, había anunciado expulsar a
las SDF de la zona de Manbij para, después, dirigirse a Raqqa, dejando así
fuera de esta importante operación a la alianza kurdo-árabe.
En este sentido,
Erdogán había pedido al nuevo presidente norteamericano, Donald Trump,
que dejara de apoyar al PYD, argumentando que se trata de una organización
terrorista al ser “la rama siria del PKK”.
Estado actual de la zona norte de Siria, donde
confluyen las estrategias de Rusia, Turquía y EEUU. / Manuel Martorell
El problema con
el que se ha encontrado Ankara estriba en que no solo el Pentágono ha
ratificado su apoyo al PYD y a sus SDF, sino que ha enviado nuevas partidas de
armamento y más unidades terrestres de combate para ayudarles en la ofensiva
sobre Raqqa.
Por su parte,
Rusia, que hasta ahora estaba coordinando sus operaciones militares con
Turquía, ha decidido, de acuerdo con el Gobierno de Damasco, poner fin a la
penetración turca en territorio sirio, considerando suficiente “premio” a su
colaboración en la ofensiva de Alepo la creación de la citada “franja de
seguridad”, con la que ha logrado abortar la conexión territorial de la
distintas zonas kurdas.
Hay que recordar
que Turquía facilitó la derrota de la resistencia rebelde en Alepo al desplazar
a cientos de combatientes de esta ciudad y de la vecina provincia de Idlib para
utilizarlos en la ofensiva de Al Bab, provocando así, indirectamente, la mayor
derrota de la oposición en toda la guerra.
De hecho, tras
la pérdida de Alepo, las tropas gubernamentales no dejan de avanzar y la
presencia rebelde ha quedado limitada a la citada “franja de seguridad”, la
provincia de Idlib, una parte de Daraa, junto a la frontera con Jordania, y
algunas bolsas rebeldes en Damasco, Hama y Homs.
Estos tres mapas permiten entender mejor la
influencia política, demográfica y económica de las partes en conflicto. / M.M.
Además, este
debilitamiento de los grupos apoyados por Turquía ha supuesto también que, en
la propia provincia de Idlib, hayan quedado en franca minoría frente a la nueva
alianza liderada por Al Qaeda bajo el nombre de Tahrir al Cham.
Los citados
grupos rebeldes “moderados” han tenido que buscar el apoyo sobre el terreno de
la coalición islamista Ahrar al Cham, enfrentada a Al Qaeda pero también
contraria a las conversaciones de paz que se están desarrollando en Ginebra y
Astana.
La nueva
situación, por ejemplo, ha permitido que las fuerzas de Damasco hayan llegado
al río Éufrates y se hayan hecho con el control de la estación de bombeo que
suministra agua potable a Alepo, un suministro que había sido interrumpido por
el Estado Islámico.
A partir de
aquí, podría amenazar la ciudad de Tabqa, que cuenta con una importante base
aérea y desde donde se controla la presa del mayor pantano de Siria.
El otro cambio
trascendental en la correlación de fuerzas es la conversión del “factor kurdo”
en el segundo en importancia del conflicto sirio, sobre todo si se confirma la
toma de la ciudad de Raqqa.
En realidad, las
SDF, que no dejan de aumentar su capacidad militar, ya controlan en este
momento un territorio tan amplio como el del régimen y muy superior al de los
grupos rebeldes y el Estado islámico.
Este control es
aún más efectivo si nos referimos a la “Siria útil”, es decir a aquellas
regiones más pobladas donde se concentran los recursos acuíferos, agrícolas y
petroleros, como se puede apreciar en los tres mapas adjuntos.
Formación de nuevos combatientes, originarios de
Raqqa, que se han sumado a las SDF. / Hawar News
En caso de
perder Raqqa en Siria y Mosul en Irak, se interpreta que el Estado Islámico
quedaría reducido a algunas zonas de la cuenca del Éufrates junto a la frontera
sirio-iraquí, lo que permitiría al régimen concentrar sus esfuerzos bélicos en
otros frentes.
En definitiva,
el régimen de Damasco, apoyado por Rusia, y la alianza kurdo-árabe, apoyada por
EEUU y otros países occidentales, tendrían en sus manos prácticamente toda la
“Siria útil” y, probablemente, más del 80 por ciento de la población que
todavía permanece dentro del país.
Teniendo en
cuenta que el PYD, el partido kurdo que lidera las SDF, siempre ha defendido
una salida al conflicto negociada con el Gobierno central, y el progresivo
deterioro de la oposición islamista, parece lógico que, al final, la solución a
la guerra siria, una vez derrotado el Estado Islámico, pase por un acuerdo
entre el régimen y las Fuerzas Democráticas Sirias, convertidas ahora en la
principal oposición al régimen de Bachar al Asad.
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