Estimados
amigos:
Hoy es un día de grata recordación para los
peruanos que estamos entendiendo lo que es la democracia. Pues, este 22 de este
mes del año 2000 el congreso de la república eligió al doctor Valentín Paniagua
Corazao presidente de la transición, después de la destitución de la
presidencia de la república del ciudadano peruano, aunque para muchos resulta
más japonés, Alberto Kenya Fujimori (*).
Atentamente,
Fernando
Arce Meza
(*) Este hombre del cual no se sabe si nació en el
Perú al llegar del Japón o ya había llegado al mundo antes de desembarcar en el
puerto del Callao. Esta historia de su nacimiento aún no se ha
aclarado.
Hemos perdido el norte del 22 de noviembre del 2000
por la primavera democrática y la honestidad
El gobierno de la transición es considerado como la
primavera democrática, con renovación de autoridades elegidas, comienzo para
realizar una reversión de la autocracia a la institucionalidad tanto del
Estado, como de las organizaciones de la civilidad. Asimismo, significaba
construir una sociedad con moral de trabajo nacida de los valores de la ética
de las personas, para entablar una transparente relación entre los
peruanos en los campos de la vida política, económica y cultural.
Sobre esto último, el gobierno de la transición
presidido por Valentín Paniagua preparó los proyectos para establecer los
juzgados y fiscalías de la anticorrupción que vueltos leyes del congreso, el
poder judicial y ministerio público, ante las denuncias de las procuradurías
del Estado de la anticorrupción, abrieron los procesos judiciales a cientos de
funcionarios civiles y militares de carácter penal, los que en su totalidad en
el corto tiempo pasaron en calidad de detenidos por los delitos de corrupción
que se habían producido en la autocracia fujimorista en la década del 90.
Esta última política de Estado se fue esfumando a
partir del 2001 a la fecha, durante los llamados gobiernos elegidos por voto
universal en cuatro procesos electorales. Es decir, la fuerza contra la lucha
contra corrupción no continúo en los cuatros gobiernos de Toledo, García Pérez,
Humala Tasso y PPK.
Esta actitud de los gobiernos lamentablemente en el
Perú se inscribe en ese más del 50 por ciento de los nacidos en el Perú que
todavía no llegan a entender porque cabe vivir con transparencia bajo éticas
personales y de una moral de relación colectiva.
Partamos que en estos 200 años de la proclamación
de la independencia el Perú de acuerdo a sus constituciones, estas obedecían a
la línea de vida ligada a las condiciones de la lucha por dejar de ser una
colonia para convertirse en un país libre y donde existiera igualdad, sin
diferencias étnico/culturales.
Sin embargo, la realidad era distinta a lo que
decían los textos constitucionales, los peruanos no podían sentir que
pertenecían a un país donde prima la concepción de ciudadanía; en consecuencia,
no todos se hacían ciudadanos, eran más bien solamente pobladores de un extenso
territorio que se llamaba y se llama Perú. Eran y son generalmente
colectividades de gentes desconcertadas.
Su Estado no era, ni es de todos, ha seguido
perteneciendo a los que se han considerado ser sus dueños, resultando que sus
habitantes son ajenos a ese Estado, porque simplemente nace, pero no decide ni
asume que el Estado es de todos los peruanos.
La república como organización colectiva no es el
producto de un movimiento político/social conformado para una diversidad de
etnias: mayoritaria india, criolla, mestiza y afro; en consecuencia, su
descendencia no llegarían a unirse y ganar en solidaridad, de tal suerte que se
establecía la igualdad entre los miembros de dichas etnias.
Esto último porque la reversión de colonia a
república estuvo dirigida, principalmente, por el grupo criollo/mestizo, es
decir, de los nacidos en el Perú, y que, para su liberación final necesitaron
de la presencia de batallones de los ejércitos sudamericanos, esto último
obedeció a que el Perú era el territorio donde la colonia había fijado su centro
estratégico de dominación por tres siglos. Sin la independencia peruana no
hubiera habido independencia en la Sudamérica conquistada por los españoles en
siglo XVI.
Estas dificultades de liberación para ser una
República y un Estado para todos, tienen que ver conque no se nació de un mando
unitario que respondía a la situación distinguida por la solidaridad, en el
mando entre las diversidades étnico/culturales que habían sufrido el predominio
colonial español. Se seguiría siendo una sociedad de evidentes exclusiones,
donde las personas que formaban dicha sociedad hasta hoy sufren
discriminaciones y postergaciones por razones étnico/culturales y por
discriminaciones económicas.
Las evidencias en términos más simples han sido por
el color de la piel y de su procedencia -principal del ande serrano y de no
hablar el castellano fluido- esto último se marcó desde la colonia y hasta
nuestros días, lo mismo pasó con el color de los afro peruanos y los injertos
(achinados); asimismo, a estas discriminaciones se han sumado las condiciones
económicas, porque quienes tienen dinero tienen influencias y dominan,
postergando al resto, como los que representan la mancha de pobres -las mayoría
de los peruanos tiene distintas formas de expresar pobrezas-, la postergación en
la educación para los efectos de formación e instrucción, no califican para los
empleos, y ni remotamente, llegarán por esa desigualdad económica y cultural a
poder elevarse social y alcanzar poder político.
Las discriminaciones modernamente constituyen la no
igualdad y en consecuencia el predominio de los sectores adinerados y de piel
menos oscura en el Perú, de ellos surgen o se constituyen básicamente los
grupos de poder -políticos y económicos- éstos mandan en el país y conducen la
gran vida empresarial respectivamente.
No son elites y por eso no hay líderes, son
oligarquías plutocráticas, donde salen los mandones de la política que son los
caudillos presidentes/congresales, en el caso de los que tienen empresas de
todo tipo, generalmente se forman dirigencias sin responsabilidad social
empresarial (RSE) y poco les importa el resto de los peruanos y de la propia
república.
Estas expresiones y comportamientos de los grupos
de poder, trasmiten y forman personas que son los pobladores que habitan en la
república, en su mayoría ostentan conductas carentes y/o chatas de ideales, aun
para quienes son profesionales y han aprendido a leer en un momento de su vida,
pero que ya no leen y se han olvidado hasta de escribir en general, son gentes
que no consideran la necesidad de ser ciudadanos que reclaman derechos y que
tienen que cumplir deberes de lealtad al ser padres de familias, estudiantes
destacados y constantes, empleados responsables, y profesionales de mediocres
para abajo.
Forman colectividades sin norte, surge cada vez más
en ellos el individualismo, los egoísmos personales y no mucha asociación con y
entre sus pares, son personas poco inclinadas a organizarse, mejor es estar
solos y aislados, olvidan saludar a sus parientes, allegados y vecinos.
Esto último es grave para hablar de inicios o bases
para la solidaridad, y menos para la nacionalidad unitaria. Hay espontáneos
impulsos colectivos porque el Perú esté en el mundial de fútbol, y se forman en
el momento por el entusiasmo colectivo, el cual se diluye en el paso de los
días, este entusiasmo muchas veces es sugerido por los medios de comunicación,
a través de no siempre todos los periodistas deportivos, más bien la publicidad
propicia cubrir sus afanes de los pequeños y hasta medianos negocios que
motivan cierta producción en objetos e insignias deportivas y viajes al
exterior a manera de los tours.
Es el país sin ciudadanía, sin grupos de elites y
carentes de líderes en todos los tipos de las organizaciones, especialmente de
los partidos que no tienen democracia interna; esta es una vieja herencia que
los especialistas nos hablan de la colonialidad interna sujeta a los densos
residuos de la vida bajo el dominio español de entonces.
Estas falencias han motivado que se instale un
conservadorismo mental y colectivo, enemigo de cualquier cambio y usan los
medios de comunicación escrito, radial y televisivo para difundir el miedo ante
nuevas personalidades, organizaciones y especialistas que expliquen la realidad
social y cultural del país, como del tipo de economía extractivista, basada en
la exportación de nuestros recursos naturales, como única forma de crecer sin
alcanzar el desarrollo para ser ni siquiera emergentes, ni para alcanzar en su
conjunto de la diversidad económica que signifique el desarrollo sostenido y
expresado en la calidad de vida de los que deberían ser ciudadanos con deberes
y derechos.
Estos comentarios sobre las falencias nacidas en su
narrativa histórica, para ser militantes agradecidos bajo el constructo
conservador no se dan, ni se llega a presentar en todos los peruanos. Es
lamentablemente que una buena parte de los peruanos son alfabetos funcionales
que empatan, principalmente, con los movimientos antiguos y actuales que son
conquistados políticamente en los procesos electorales, éstos son ciegos a lo
que viene ocurriendo en la dirección de los gobiernos, y no les debe llamar a
sorpresas las aparentes traiciones que comenten las dirigencias de dichos
movimientos.
Quienes comandan estos movimientos los peruanos los
conocen, son los caudillos de doctrina populista, y que practican con
diferentes estilos y formas los populismos -incluidos los de vieja data con el
leguiísmo, el odriísmo y últimamente el fujimorismo que son muy regalones para
conseguir clientelaje-. Estos movimientos populistas están siempre acompañados
por sus clanes de ayayeros, (incondicionales) y que ayudan con eficiencia a
ganar la más de las veces, pero que no cumplen con las ofertas electorales,
porque pertenecen o son arrinconados por los grupos de poder económico que, a
la vez son dueños de los medios de comunicación.
Perdonen la extensión, pero, cabe sin embargo, de
requerir de mensajes aclaratorios y que esclarecen las falencias como virtudes
de los peruanos.
Este escrito lo consideró el mejor homenaje a ese
22 de noviembre del 2000 en que el Perú pareció que cambiaba en favor de la
democracia y los valores éticos y morales, quedando atrás la autocracia y la
corrupción que siempre fue patrimonio de las autocracia como es el antiguo y
nuevo fujimorismo, inclinado a un siempre de mensajes engañosos –el cual lo
vivimos cuando se apoderan de todo o de parte del poder, caso de adueñarse del
congreso y desde allí traerse abajo el sistema democrático; asimismo, también
debe desterrarse los movimientos improvisados que engañan que son democráticos,
pero, que aparte de solapar el ejercicio autoritario, resultan tan
arrebatadores del erario público como ocurrió en el primer fujimorismo del 90.
Surco, 24 de noviembre del 2017
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