04/12/2018
Neil Clark es un periodista
independiente, escritor, locutor y bloguero inglés que publica en diversos
medios de prensa en el Reino Unido, como The Guardian, el Morning Star, el
Sunday Express, la BBC y medios de otros países, incluyendo Russia Today, y varios
más de Estados Unidos.
Confiesa que él fue uno de los que
ingenuamente creyó hace dos años que Trump sería preferible a Hillary Clinton
debido al historial belicista de ésta como canciller de Obama. Pero la triste
verdad resultó ser que no había ninguna diferencia. Durante la campaña
electoral, Trump se refirió repetidamente a su oponente como "la sinuosa
Hillary" y prometió que, si él ganaba, la Clinton sería investigada por un
fiscal especial. Sin embargo, tras ser elegido, cambió el discurso: "No quiero
hacerles daño (a los Clinton). Son buena gente."
Hillary ha hecho nuevas trastadas desde
entonces y Trump ya está en la Casa Blanca, pero la Clinton, ¿acaso ha sido
procesada? Las recientes elecciones de medio término no despertaron mucho
interés en Estados Unidos. ¿Por qué? La realidad es que las elecciones en
Estados Unidos no cambian mucho, si es que algo cambian, porque allí la
democracia es apenas una ilusión.
“Cada dos años se celebran elecciones
en Estados Unidos y se nos ofrece el mismo espectáculo. Gente ordinariamente
inteligente hace el ridículo defendiendo la idea de que las elecciones son muy
importantes. ¿Cuándo aprenderán que lo mejor que se puede hacer en Estados
Unidos en noches de elecciones es acostarse temprano con una botella de agua
tibia y un buen libro?”, ironiza Clark.
En 1992, William Clinton fue electo
presidente tras 12 años de republicanismo en la Casa Blanca. Bill Clinton
desreguló el sector financiero en beneficio de Wall Street que, gracias a ello,
disfrutó de una gran bonanza. En el 2000 George W. Bush proclamó que "no
se entrometería en los asuntos internos de otros países aludiendo en contraste
al hecho de que William Clinton había bombardeado Yugoslavia, Irak y Sudán…
Pero Bush invadió Afganistán e Irak.
Su sucesor, Barack Obama, iba a detener
las guerras, incluso aceptó el Premio Nobel de la Paz. Seguidamente, bombardeó
Libia y ayudó a avivar el fuego de la guerra en Siria. La reestructuración de
las relaciones con Rusia terminó convirtiéndose en aplicación de sanciones a
Rusia. El cierre de la ilegal prisión de la Bahía de Guantánamo en Cuba, nunca
ocurrió.
Entonces, en 2016, Donald Trump dijo
que iba a ser él quien “secaría el pantano”, pero lo que ha hecho es nombrar a
gente del pantano para su círculo íntimo. También iba a dejar de bombardear
países y a reconstruir las relaciones con Rusia. Pero lo que hizo fue seguir
bombardeando países y llevar las relaciones ruso-estadounidenses a su punto más
crítico. El presidente que iba a poner es su lugar a los neoconservadores en
inequívocos términos, les ha dicho: “¡Únanse a mi equipo, hagamos lo de Irán!”
El poder político no reside en los
votantes, sino en los poderosos grupos de presión que "compran" a los
representantes electos, que luego actúan en su propio interés, y no en el del
pueblo. “No son aquellos que vemos en tiempo de elecciones los que realmente toman
las decisiones, sino los que no se ven. Los que están escondidos detrás de la
cortina y escriben los cheques”.
Es difícil escapar a la conclusión de
que todo ha sido una farsa, como todo lo demás relacionado con la política
estadounidense. Los ricos, que se atacan unos a otros en público para el
disfrute de los votantes, se conocen entre sí y con sus familias, son todos
amigos. Asisten a las mismas bodas, duelos y celebraciones.
En los recientes comicios parciales se
vio nuevamente cómo la gente invierte una enorme cantidad de energía emocional
en tratar de “detener a Trump”, como si se tratara de una aberración- en vez de
reconocer que Trump es un típico presidente de Estados Unidos. “Los demócratas,
la otra mitad un poco más liberal del sistema, fueron aclamados hace dos
semanas como "salvadores de la democracia" por haber dominado en la
Cámara, pero a sabiendas de que en los temas que más importan no habrá cambios
importantes. Porque si en Estados Unidos las cosas pudieran ser cambiadas de
manera significativa con elecciones, éstas no se efectuarían.
Las elecciones desempeñan una valiosa
función de válvula de seguridad, en la medida que brindan una ilusión de
democracia a quienes sin tal recurso estarían marchando ante el Capitolio con
antorchas y carteles, a gritos de ¡Ya basta!,
Algunos se esfuerzan por convencernos
de que los demócratas se están "moviendo a la izquierda". Falso. Es
solo que se necesitan radicales con licencia para mantener a bordo a los
radicales genuinos. Los que se esconden detrás de la cortina lo saben. Pero
nunca dejarán que los radicales con licencia tengan éxito, concluye el
periodista Neil Clark.
3 de diciembre de 2018
Publicado originalmente en el diario
¡POR ESTO! de Mérida, México.
Blog del autor: http://manuelyepe.wordpress.com/
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