(02 de diciembre de 2018)
Por Miguel Aragón
En todos los países en los cuales se ha
desarrollado la propiedad privada sobre los medios de
producción, necesariamente hay competencia entre los productores, y
por lo mismo, en todos esos países se desarrolla una competencia enconada entre
todos los proveedores de bienes y de servicios.
Actualmente, en los comienzos del siglo XXI, la
propiedad privada se ha impuesto y se desarrolla en todos los países
del mundo, con excepción de algunas pocas regiones selváticas perdidas en medio
de la Oceanía y la Amazonía.
La llamada “economía de mercado” es una característica propia de
toda sociedad en la cual la propiedad privada se ha impuesto a través de la
historia. Esta economía de mercado, a través del tiempo, ha
adoptado varias modalidades.
Desde los comienzos de la época moderna, de la época
capitalista, se ha desarrollado la llamada “economía de libre mercado” (el
ejemplo típico fue Inglaterra); así como, desde los
comienzos de la actual época contemporánea, de la época socialista, se está
desarrollando la llamada “economía mercantil planificada” (el
ejemplo típico es la actual República Popular China).
Otra variante, que temporalmente duró varias décadas en el siglo
XX, fue la llamada “economía social de mercado”, que no fue otra cosa que un
disfraz de la “economía de libre mercado”.
En los países en los cuales predomina la propiedad privada sobre
los medios de producción, la competencia se desarrolla a todos
los niveles, tanto entre los pequeños y los medianos, como entre los grandes
propietarios.
Esta competencia la vemos todos los días, desde la vulgar pugna
entre los “prepotentes” choferes de colectivos
tipo combi “por ganarse un pasajero” que está parado en
la esquina, hasta la competencia “alturada” entre las grandes empresas
constructoras que se disputan el derecho a construir las grandes obras
públicas, como son las carreteras, centrales hidroeléctricas,
hospitales o grandes centros educativos. Los primeros compiten por “ganar una
moneda de un sol”, mientras que los segundos compiten por meterse al bolsillo
“varios millones de dólares”.
Igualmente, lo observamos en la programación diaria
de todos los canales de televisión, que cada cinco minutos interrumpen la
trasmisión de los programas para pasar las tediosas tandas comerciales, con sus
conocidas frases “compre tal o cual automóvil”, “compre este o el otro
detergente”, y las ofertas de las grandes casas comerciales “compre aquí o
compre allá”. Toda esa propaganda comercial es motivada por la
competencia, porque “o le compras a la empresa A, o
le compras a la empresa B”.
En estas condiciones, de predominio de la propiedad
privada, la competencia es necesaria e inevitable, y
además tenemos que reconocer que ésta cumple una doble función, tanto positiva
como negativa.
Doble función de la competencia.-
A lo largo de la historia de los últimos cinco siglos, la
competencia libre entre productores y entre
comerciantes, ha impulsado, y
continúa impulsando, el desarrollo de la
productividad y el crecimiento de la producción, aportando además de manera
significativa al desarrollo técnico y científico. Esta función positiva
fue una de las características del modo capitalista de producción en
su fase ascendente, desde los tiempos del descubrimiento de América a fines del
siglo XV, hasta fines del siglo XIX.
En su lucha contra el viejo modo feudal de producción, la
principal arma del moderno capitalismo en crecimiento fue “la libertad
de comercio”.
Por otro lado, la competencia es la causa principal del
desarrollo de la corrupción generalizada, que actualmente se ha impuesto en
todos los países del mundo sin excepción, sean países capitalistas en
decadencia, o países socialistas en formación.
En Perú, y otros países vecinos, los casos más
notorios de corrupción (pero no únicos), se presentan en la
construcción de las grandes obras públicas.
Cuando alguna entidad
gubernamental convoca una licitación
pública, a la competencia se presentan varias grandes empresas.
Todas ellas tienen la necesidad de ganar, porque esa es la fuente
principal de sus ingresos. Y al presentarse varias empresas, necesariamente
tienen que competir entre ellas. En esta competencia entre empresas, que
supuestamente es “una competencia equitativa y perfecta”, al
final se impone la ley del “todo vale”, porque en última
instancia es una lucha por la supervivencia, “o ganas
tú, o gano yo”.
Para sacar de competencia a la empresa rival, los propietarios
de las grandes empresas sobornan a los funcionarios públicos, para que
sus propias empresas reciban algunas “facilidades” en
esta competencia desleal, pero legal.
Ante la posibilidad de recibir un “ingreso extra”, bajo la
modalidad de soborno o “coima”, la formación “ética” y “moral” de los
funcionarios pasan a segundo plano. Todas las grandes empresas emplean el mismo
método, aquí no hay excepciones notables por destacar.
Esta competencia desleal “pero legal”, se presenta tanto en los
contratos con empresas públicas, como también en las negociaciones
entre empresas privadas. El puesto más codiciado en las grandes empresas
privadas es el puesto de “gerente de compras”, porque ellos saben muy bien, que
ante cualquier requerimiento de cierta importancia, postularan
varios proveedores de bienes y servicios, y por lo general, todos
ellos le ofrecerán algunos “beneficios” para ser ellos los elegidos.
A manera de resumen.-
Resumiendo en forma esquemática:
1.- Mientras exista propiedad privada de los medios de
producción, necesaria e inevitablemente existirá competencia entre
proveedores de bienes y servicios.
2.- Mientras exista competencia entre proveedores de bienes y
servicios, necesaria e inevitablemente se desarrollará la corrupción de
funcionarios.
3.- La corrupción “en gran escala” de funcionarios
públicos, es promovida por los propietarios de las
grandes empresas.
4.- La lucha contra la corrupción, también
es promovida por los propios propietarios de las grandes empresas.
Primero corrompen a los funcionarios, y después los denuncian.
Ese es el fondo de la actual comedia a la peruana.
Algunas preguntas pendientes.-
Para no perdernos en divagaciones, y mucho menos ser utilizados
ingenuamente, por lo menos deberíamos preguntarnos:
A.-¿Siempre ha existido, y siempre
existirá, propiedad privada sobre los medios de producción?
B.- En Perú ¿la corrupción generalizada comenzó recién hace tres
décadas, con la participación de la empresa Odebrecht?
C.- Con el desarrollo del juicio llamado “Lava Jato”, ¿está
terminando definitivamente la corrupción en Perú?
D.- Ahora que Odebrecht ha sido temporalmente retirada de la
competencia en Perú ¿hay o no hay corrupción en las grandes obras públicas que
actualmente se están construyendo en el país?
Estas preguntas las iré respondiendo en próximos comentarios.
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