31-12-2018
“... como no fueran de tres naciones, Pijaos
(nasas), Taironas (arhuacos) y Araucanios (mapuches), que son las tres naciones
de la gente más valiente de las indias…”
Pedro
Ordóñez de Ceballos
El
sociólogo brasileño Emir Sader publicó un escrito titulado “Un pensamiento
desconectado de la realidad”, en donde se queja de que la teoría “quedó
recluida en las universidades y centros de estudio” y que los intelectuales “no
participan activamente en la construcción de las nuevas políticas y muchas
veces ni siquiera participan en el intenso debate
ideológico” [1].
El
único planteamiento que se puede considerar como una explicación del problema
que se describe es “la estalinización de los partidos comunistas y el abandono
por parte de la socialdemocracia del anticapitalismo”. ¿Será ésta una razón
convincente para lograr que la intelectualidad se conecte con las luchas de
resistencia de los pueblos y de los trabajadores?
Las
preguntas que surgen serían: ¿Por qué se dio esa “estalinización” y ese
“abandono del anticapitalismo”? ¿Desde hace cuánto tiempo la lucha
“práctico-teórica” (para seguir hablando en términos dualistas) en el campo de
la acción revolucionaria ha estado relativamente “desconectada”? ¿Cuáles son
las causas de que el pensamiento crítico aparezca en este momento como
si estuviera desconectado de la realidad y de las luchas anti y pos
capitalistas?
¿No
será más bien al revés? ¿No será que la “realidad” que conciben quienes creen
que el Estado es el único terreno para derrotar las políticas neoliberales no
es la misma realidad que captan los pueblos en lucha y algunos intelectuales
(estén o no estén vinculados a universidades) que hacen esfuerzos “desde abajo”
para orientar las luchas efectivamente emancipadoras?
Lo
que podemos comprobar a finales de 2018 es que los pueblos sí contamos con
algunos importantes intelectuales (tal vez una minoría o… ¿quién sabe?) que
desde diversos espacios y desde variadas miradas contribuyen con el avance de
las luchas revolucionarias y emancipatorias de los pueblos y de los
trabajadores del mundo entero.
Otra
cosa muy diferente es que dichos intelectuales no estén interesados en
participar de proyectos políticos que repiten los errores del pasado y,
decidan, con total lucidez y claridad, seguir construyendo desde abajo, con las
gentes sencillas y con absoluta paciencia, un camino diferente, tal vez más
difícil, más escabroso, pero más cierto y consistente.
Un
ejemplo de lo que podrían ser esos intelectuales revolucionarios, son todos
aquellos pensadores –algunos con títulos y publicaciones, otros anónimos y
hasta auto-invisibilizados– que colaboran de una u otra manera con proyectos
socio-políticos que han roto con la “estrategia estatista” y que en intensa
relación “teórico-práctica” (no dualista), ayudan modestamente (sin honores ni
sueldos) a mantener vivos y dignos esos valiosos y necesarios esfuerzos.
Allí
siguen vigentes y en pleno desarrollo los procesos de construcción de una nueva
sociedad post-capitalista en el sur de México (Chiapas), en el Kurdistán
(Rojava), en el sur de Chile (Wajontu Mapu), y en muchas zonas y regiones del
planeta, en donde el “viejo topo” ha asumido otras fisonomías, nuevas formas de
acción y de organización, diversas maneras de comunicarse y comportarse, sin
pedirle permiso a nadie, sin hacerse ilusiones en la institucionalidad de “los
de arriba”, aunque tampoco rechazan los esfuerzos de quienes intentan ayudar
desde esos espacios.
Y,
de alguna manera, esos pueblos en lucha a cada rato les envían mensajes a
aquellos “gobernantes” que actúan de buena fe en el terreno de la
institucionalidad dominante. Si ellos tuvieran en cuenta el contenido de esos
mensajes, podrían realizar su trabajo burocrático con mayor eficacia, sin
ilusionar a los pueblos con milagros (promesas) que no pueden cumplir, y contribuir
–en su justa dimensión– con la neutralización (debilitamiento gradual) del
poder de la oligarquía plutocrática global.
Si
ellos logran captar el contenido revolucionario de esos mensajes, no solo
podrán contar con los intelectuales que ayuden en la acción “por arriba” (no se
requieren muchos) sino que lograríamos que el grueso de la intelectualidad
democrática se vinculara a los enormes esfuerzos que se hacen “desde abajo” y
que en ese proceso se conviertan en intelectuales orgánicos, anti y pos capitalistas.
De
esa forma, intelectuales y estudiantes en formación podrán contribuir a que los
“rizomas” de la vida llena de “multiplicidades complejas” que brotan a diario
de las profundidades de la sociedad, no sean destruidos (o cooptados y
capturados) por el capitalismo, sino que florezcan y produzcan –siempre desde
abajo– los frutos del trabajo humano en concordancia con las necesidades de la
naturaleza y el desarrollo del pensamiento.
Notas:
Abdulá
Öcalan, intelectual y líder del pueblo kurdo quién se replanteó muchas ideas de
la “izquierda estatista”, preso en Turquía desde 1999, contribuye desde la
cárcel con las luchas de los pueblos y los trabajadores. Igual lo hacen
numerosos intelectuales que actúan en la sombra y en la clandestinidad en el mundo
entero.
[1] Sader, Emir. “Un pensamiento
desconectado de la realidad”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=250733
@ferdorado
Blog
del autor: https://aranandoelcieloyarandolatierra.blogspot.com/2018/12/una-realidad-desconectada-del.html#.XCkPxlxKjIU
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