Publicado
por Francisco Umpiérrez Sánchez en
lunes, 5 de octubre de 2015
Respondo
al comentario realizado por Rafael Saitua a mi trabajo anterior, titulado Joseph Stiglitz y el euro. Recomiendo al
lector que lo lea previamente para que comprenda mejor el sentido de mis
afirmaciones.
Los males de los trabajadores
occidentales no dependen del euro ni de
las políticas económicas, sino de las relaciones económicas capitalistas. No
obstante, en la UE no todos los trabajadores son parados ni todos viven del
salario base, hay muchos que tienen buenos y apreciables sueldos. Así que como
siempre a algunos trabajadores les va mal, a otros regular y a otros muy bien.
No se pueden ver las cosas solo desde la perspectiva de los que les va muy mal.
No son la mayoría. Procediendo así no tenemos una radiografía exacta de lo que
está sucediendo a nivel económico social.
No se puede perder de vista la
perspectiva histórico-nacional. Joseph Stiglitz podrá decir lo que quiera, pero
lo cierto es que en un país como Alemania el estado del bienestar es notablemente
superior al de EEUU. No en vano la mayoría de los refugiados sirios quieren ir
a Alemania. Por alguna razón será. Y esta no puede ser más que una razón
económico-social. No debemos confundir el Estado alemán con la Unión
Democrática Cristiana y con Angela Merkel. No obstante, hay que dejar claro que
en materia de política social Angela Merkel está a la izquierda de Obama.
Cuando afirmas que “Stiglitz
tiene razón que desde el punto de vista de los vulnerables el euro es un
fracaso”, mucho más fracaso lo será el dólar si atendemos al número de pobres
que existen en ese país, al nivel tan poco desarrollado de su seguridad social
y a sus enormes desequilibrios sociales. Pero esto que decimos de EEUU
podríamos decirlo de la mayoría de los países del mundo. Creo que como en la UE
no se vive en ninguna otra parte del mundo. Hay que tener perspectiva histórica
y ver las cosas de forma relativa, esto es, comparando a la UE con otras
naciones y regiones económicas. De todos modos la moneda nacional o regional no
puede convertirse en el meollo que explica los males de una sociedad. Ya dije
en el trabajo anterior que el dinero puede existir como capital productor de
interés, como salario, como dividendo, como acción y en muchas más modalidades
de existencia. Así que hace mal Stiglitz hablando del dinero al margen de sus
modalidades de existencia.
Cuando afirmas que “en cuanto al
trozo de papel, me parece que Stiglitz se refiere más bien al fetichismo del
euro que causa tal vez un respeto y temor desmesurado cuando se habla de
terminar con este desaguisado”, creo que es todo lo contrario: dado que no es
un simple trozo de papel sino el medio en el que se expresa y establece un
sinfín de relaciones económico-sociales no solo europeas sino internacionales,
no es cosa tan fácil acabar con él.
No creo tampoco en la
contradicción entre la Europa del norte y la Europa del sur como contradicción
principal en relación con el euro. En España encontramos, por ejemplo, a
Amancio Ortega, el más rico de Europa con diferencia y la tercera persona más
rica del mundo. Su fortuna asciende a 64.500 millones de dólares. Y después de
Amancio Ortega hay 20 fortunas descomunales más, ocupando Fernando Roig el
puesto 20 con una fortuna de 1.200 millones de dólares. Sin embargo, la persona
más rica de Alemania es Dieter Schwarz con una fortuna de 16.000 millones de
dólares. Es evidente, por tanto, que en materia de personas
desproporcionadamente ricas España está a la cabeza. Así que la contradicción
que atraviesa a la Unión Europea de arriba abajo es la existente de modo
general entre capital y trabajo y de modo particular entre las superfortunas y
los pobres. No caeré en el error de convertir las contradicciones entre las
naciones de Europa en la contradicción principal. Como dije anteriormente: la
contradicción principal es la existente entre capital y trabajo.
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