ECUADOR,
LA BATALLA FINAL Y EL ESPEJO ARGENTINO
03/03/2017
Opinión
La confirmación de la segunda vuelta electoral
en Ecuador, pautada para el próximo 2 de abril, abre un escenario de
creciente polarización entre dos modelos de país: el de Alianza País por un
lado, con el legado de Rafael Correa y la posible continuidad de Lenín Moreno
en el Palacio de Carondelet; y el del banquero Guillermo Lasso, otrora
superministro de Economía de Ecuador de Jamil Mahuad mientras los
depósitos de la población estaban congelados, por el otro. Ya no habrá más
opciones en el cuarto oscuro.
Serán semanas de gran intensidad, y de encendida
confrontación discursiva en torno a una elección que tendrá repercusión local y
regional. Por eso abundan los paralelismos, especialmente de las recientes
elecciones en Argentina, algo que ya había estado presente de manera implícita
en el primer tramo de campaña (“década ganada” vs “cambio” fueron parte de la
construcción discursiva de ambos candidatos).
"Macri se presentó con la cabeza del bien y
está tomando decisiones en contra de las mayorías" dijo recientemente
Lenín Moreno ante los medios de comunicación, consultado sobre si temía un
escenario similar al argentino durante 2015. La referencia no es casual: si
bien Macri ganó -aunque muy ajustado- el ballotage contra Daniel Scioli, sus
medidas de gobierno en los quince meses que lleva en la Casa Rosada son
ilustrativos de un modelo antagónico al de AP: tarifazos en los servicios
públicos y el transporte, devaluación, inflación por encima de las metas del
propio gobierno. Y, sobre todo, casos de negociaciones incompatibles con la
función pública, producto del origen empresarial del presidente y buena parte
de su gabinete, que están siendo investigados por la justicia, tales como Panamá
Papers, Odebrecht, Correo Argentino y Mac Air-Avianca.
Alianza País sabe que la batalla que viene es
difícil pero no imposible. Aquellos que gustan ver el “vaso medio lleno” dirán
que sacó más de diez puntos sobre su principal rival, aventajándolo en más de
un millón de votos. Y que ganó además la mayoría en la Asamblea Nacional y la
consulta sobre paraísos fiscales y cargos electivos. Los del “vaso medio vacío”
dirán que gran parte del “voto opositor” al correísmo irá a Lasso en abril,
visto y considerando que, a excepción de Moncayo y Espinel, el programa de los
demás contrincantes estaba a la derecha de AP (sobre todo Viteri y Bucaram).
Las dos lecturas tienen sus motivaciones reales.
Por ello AP deberá tener varias estrategias
simultáneas en las semanas venideras: una política especial a los
“desencantados” de la primera vuelta, aquellos que votaron nulo o blanco,
alertando que solo hay dos opciones en juego ahora, solo dos modelos de país;
una interpelación a un sector del electorado de Viteri que creyó aquello del
“cambio positivo” en contraposición al “cambio” ortodoxo de Lasso; un enfoque
particular sobre las adhesiones conseguidas por Moncayo y Espinel, cuyos
electores podrían tener mayor afinidad ideológica con Lenín y Alianza País; y
una búsqueda por captar a una parte del abstencionismo (18%) que no concurrió a
las urnas.
Se ha advertido que la derecha continental toma a
esta elección como bisagra en el nuevo momento latinoamericano y caribeño.
Antes de la primera vuelta, comunicadores, politólogos, economistas y analistas
políticos del espacio conservador llegaron a Quito, invitados por ONG´s,
fundaciones y universidades anticorreístas. Redoblarán esa apuesta en las
semanas que quedan, en una verdadera invasión externa para intentar imponer al
banquero Lasso, cueste lo que cueste. Es de suponer que la campaña de Lenín
Moreno renueve las alusiones referidas a la creciente pauperización social
evidenciada en Argentina y Brasil tras la salida del gobierno de Cristina
Fernández y Dilma Rousseff, respectivamente.
Es mucho lo que hay en juego. Ambos sectores lo
saben. Ecuador está ante la batalla final. Para América Latina, pase lo que
pase, el resultado será decisivo.
Juan Manuel Karg / @jmkarg
Politólogo UBA / Analista Internacional
http://www.alainet.org/es/articulo/183897
DE
ECUADOR PARA AMÉRICA LATINA. LAS CLAVES DE LA PRIMERA VUELTA
03/03/2017
El próximo 2 de abril la presidencia de Ecuador se
dirimirá, al igual que el 2015 en Argentina, en una segunda vuelta entre Lenin
Moreno, el relevo de Rafael Correa, y Guillermo Lasso, el representante de la
derecha en el país. La campaña electoral de la primera vuelta ha estado marcada
por una serie de temas que sin duda se intensificarán en las próximas semanas y
que, además, son en parte extrapolables a las diversas citas electorales que se
vivirán en América Latina en este año y el próximo.
1.- La percepción de crisis económica marca la
campaña. Cuando
el electorado percibe que la economía va mal, el resto de temas desaparecen.
Poco importa si realmente se puede hablar o no de una crisis, cuán profunda sea
ésta o quién es el responsable. Lo cierto es que en el momento en el que se
instala la sensación de crisis, los electores orientan su voto principalmente
en función de su percepción sobre la economía.
Obviamente, los partidos de la oposición son los
primeros interesados en propagar esta matriz. En Ecuador, a pesar de que el
país ostenta una de las tasas de desempleo más bajas de América Latina, todas
las formaciones aspirantes a desbancar a Alianza País, con independencia del
espectro político en el que se sitúen, han trazado un panorama catastrófico. Según
todos los sondeos de opinión, las principales preocupaciones de la ciudadanía
ecuatoriana son el desempleo y la crisis económica.
2.- La corrupción como correlato de la crisis
económica. Cuando
la situación económica comienza a ser percibida como negativa, emerge la
denuncia generalizada de la corrupción. Ante este tema, el electorado suele
tener un comportamiento un tanto cínico. En los tiempos de bonanza, la
corrupción puede ser incluso aún mayor, pero es perdonada -y hasta ignorada- en
nombre del buen momento económico.
En cambio, en momentos de percepción económica
negativa, la indignación ante la corrupción se extiende por todo el entramado
social. Electoralmente, las sospechas de corrupción castigan más a las opciones
gobernantes. Pero, sobre todo, pesan sobre las formaciones progresistas. A la
izquierda se le supone un prurito moral que debe mantener. A la derecha, por el
contrario, le pasa menos factura, como si el elector diera por hecho que la
corrupción está en su ADN.
En este contexto, la derecha sólo tiene que poner
su formidable maquinaria mediática a funcionar. La campaña ecuatoriana ha
estado salpicada de acusaciones sin pruebas, medias verdades y completas
mentiras… En ese ventilador acusatorio, cualquier nombre que saliera a relucir
ya quedaba manchado.
3.- La disputa por el cambio. Lógicamente, si la percepción
generalizada es negativa, el electorado demanda un cambio de rumbo. El concepto
de “cambio” ha sobrevolado toda la campaña ecuatoriana, explicitado en la mayor
parte de los lemas, incluido el de Lenín Moreno, candidato de Alianza País (El
cambio verdadero).
Tras periodos dilatados al frente de sus
respectivos gobiernos -diez años en Ecuador, 18 en Venezuela, 11 en Bolivia-
los procesos de emancipación tienen graves problemas para postularse como los
protagonistas del cambio. Sin embargo, es fundamental librar esa batalla por
las expectativas. Todo lo conseguido a lo largo de estos años no vale como
oferta electoral. Tampoco sirve el llamamiento a defender los derechos y las
mejoras duramente conquistadas ante una nueva ofensiva neoliberal. Para el
elector, eso es el pasado. Las últimas elecciones legislativas venezolanas y la
elección presidencial argentina de 2015 fueron ejemplos sintomáticos. En las
disputas electorales recientes en América Latina las motivaciones emocionales y
el deseo del “cambio”, un potente significante esperanzador, confluyen con la
acumulación de opiniones negativas sobre los procesos progresistas. El cambio
se erige así en una suerte de idea fuerza para aglutinar el voto anti-procesos
progresistas.
4.- Los grandes climas de opinión. Todo lo expuesto hasta el
momento evidencia la facilidad que tiene la derecha para crear marcos de
sentido que acaban por impactar en la opinión pública. A los ya reseñados de la
crisis económica y la corrupción, en la campaña ecuatoriana hay que añadir un
supuesto autoritarismo de Rafael Correa, la ausencia de democracia o la
polarización a la que habría llevado al país.
Pero, sobre todo, la derecha quiere instalar la
matriz de que la crisis económica es, en realidad, una crisis de los modelos
progresistas. Es la teoría del Fin de Ciclo. Las diferentes concreciones de los
procesos de emancipación -Ecuador, Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil…-
son intrínsecamente fallidas. Si se mantuvieron, continúa este
relato, fue por el inusual elevado precio de las materias primas, desde el
petróleo hasta la soja. Cuando los precios se normalizaron, estos sistemas
mostraron todas sus carencias y se desmoronaron.
En las elecciones que se avecinan, todas en
contextos económicos complejos, va a estar presente esta revisión del Fin de la
Historia. De nuevo, el capitalismo en su versión más exacerbadamente neoliberal
quiere instalar su pretensión de absoluto.
5.- El empresario como modelo político. El credo neoliberal establece que
el éxito en el mundo de los negocios es trasladable a la política. La analogía
sitúa a un país al nivel de una empresa. Si un empresario ha demostrado ser
eficiente en la gestión de su empresa, también lo será en la dirección de un
país. Mauricio Macri y Donald Trump son los más recientes ejemplos de una
hipótesis cuya validez ha sido empíricamente refutada una y otra vez. Sin
embargo, periódicamente reaparece –como en este momento de restauración conservadora
que está viviendo Latinoamérica- lo que demuestra la enorme capacidad de
creación de marcos de sentido del capitalismo neoliberal.
Ecuador se suma a esta corriente con Guillermo
Lasso. Este banquero ha sostenido durante toda la campaña un discurso basado en
su supuesta eficiencia al frente de sus negocios y en su aparente capacidad
para generar riqueza y empleo. Cynthia Viteri, la segunda candidata más votada
en el espectro de la derecha, también incorporó conceptos del mundo empresarial
a su campaña.
6.- Todos contra uno. En la campaña ecuatoriana
todos los ataques estaban dirigidos contra Alianza PAIS. Daba igual el signo
político de los contendientes. Tanto desde la izquierda como de la derecha, el
blanco de la ofensiva era la candidatura de Lenín Moreno. Casi no se
registraron ataques entre ellos. Resultaba paradójico ver cómo los candidatos
de la autodenominada izquierda real o izquierda crítica dirigían sus dardos
contra Moreno mientras permanecían absolutamente impasibles ante las propuestas
abiertamente neoliberales de Guillermo Lasso o Cynthia Viteri.
Esto da una idea de la posición hegemónica
alcanzada por Alianza PAIS. Todos se coaligan, de forma más o menos explícita,
para derrotar al proyecto oficialista que es, sin duda, el pilar en torno al
cual orbita la política ecuatoriana desde hace una década.
7.- El poder territorial de la militancia popular. Frente al poderío mediático
de la derecha, los movimientos progresistas pueden oponer un sólido anclaje en
el territorio y una militancia activa que da lo mejor de sí misma en las
campañas electorales. Esta militancia no sustituye a la enorme eficacia de los
medios de comunicación, pero sí supone un valioso elemento que hay que
aprovechar en toda su potencialidad.
La organización y capacitación en términos de
campaña electoral de este músculo territorial debe ser permanente. La meta es
que estos colectivos puedan desarrollar una campaña por sí mismos, de forma
complementaria a las campañas oficiales, volcando en ellas toda su creatividad.
8.- Las redes sociales cada vez influyen más, si bien es cierto que aún no
deciden elecciones, o al menos no en la misma medida en la que lo hacen la
todopoderosa televisión y la radio. Pero no cabe duda de que son un espacio
electoral creciente y, sobre todo, en disputa. Aquella opción política que
mejor sepa comprender los nuevos modos comunicacionales que suponen las redes
-horizontalidad, reciprocidad, participación- estará en mejores condiciones de
posicionarse en ellas.
Las elecciones ecuatorianas han dejado ejemplos
interesantes sobre la utilización de las redes (y también muchos contraejemplos
de comunicación convencional invadiendo estos nuevos formatos, dilapidando de
esta forma todo su potencial). También se han registrado interesantes
experiencias en cuanto a aplicaciones para dispositivos de telefonía móvil, que
han mostrado cómo las nuevas tecnologías pueden estar al servicio de la
profundización democrática.
9.- Comienzan las verdaderas batallas
electorales. Las
elecciones en Ecuador ratifican lo que ya se apuntaba tras la victoria de
Mauricio Macri en Argentina o la derrota del chavismo en las elecciones
legislativas de 2015. Se abre un ciclo en el que los procesos de emancipación
tendrán que afrontar encarnizadas disputas electorales. En los años previos, la
combinación de liderazgos carismáticos, políticas exitosas y bonanzas
económicas, convirtió a los comicios en paseos triunfales. Se ganaban
elecciones por 20 y hasta 30 puntos de diferencia.
Esa época parece haber pasado. Ya las victorias se
dirimen por unos pocos puntos, como se vio en Argentina y ahora en Ecuador.
Esto obliga a afrontar cada cita electoral con el máximo rigor posible,
considerándolas un objetivo prioritario y empleando métodos profesionales en su
diseño.
Alejandro Fierro (@VenezuelAle) y Gisela Brito (
@giselasbrito)
Investigadores CELAG
http://www.alainet.org/es/articulo/183885
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